On your shoulder I can reach in endless sky, feels like paradise.
La casa del lago.
Parte I
Narra Ryan.
Sus dedos me acarician lentamente el pecho e inmediatamente me doy cuenta
que un peso sobre mi entrepierna es presente, cayendo por cada costado de mi
cadera. Uhm, ella se ha levantado con ganas de jugar un rato. Empieza a
cantonear su cintura para delante y para atrás. Noto su entrepierna como roza
mi miembro por encima del pantalón de pijama.
-¿Sabes? Voy a potenciar lo de dormir desnudos- murmura, clavando sus uñas
en mi abdominal bajo, rozando la tela del pijama.
Las comisuras de mis labios se elevan en respuesta. Todavía medio dormido, me
incorporo para buscar sus labios. Los beso y murmuro contra ellos- Yo debería
denunciar que sea legal tener novias tan sexys. ¿Me aceptaran la denuncia?
-Uhm, creo que no- se ríe por debajo de la nariz-. Y aunque lo consiguieses, no
me alejaría de ti ni loca- pone su dedo índice sobre mi pecho y antes de que
pueda volver a besarla, me empuja hacia atrás-. Eh, aquí ahora mando yo.
Sonríe traviesa; una de las sonrisas más calientes y sexys que he visto
nunca inunda su cara, alumbrando esos ojos oscuros como el carbón. Lo mejor de
todo es que esa sonrisa es mía, sólo mía.
Gruño contrariado pero le dejo hacer. Básicamente porque este juego que se
lleva entre manos es verdaderamente excitante. Además, siempre que la dejo tomar
el control yo me lo paso de muerte, así que, ¿Por qué no? Me encanta mandona y
autoritaria. Se desliza hacia abajo, por la longitud de mis piernas, mientras
observa que no me vuelva a levantar.
-Relaja, amor.
Te veo muy tenso- murmura, doblando su espalda hacia abajo. Acaricia el borde
del pantalón con la punta de su nariz y procede a bajármelo lentamente, recreándose
en su bajada para torturarme en silencio. Expiro y aspiro aire pesadamente.
Esta mujer..., pienso con un
tono gracioso.
Sin embargo, solo me baja los pantalones. Mis bóxers siguen ahí, molestos como
siempre en estas situaciones, presionando mi miembro contra mi piel cuando sólo
quiere ser liberado. Noto con urgencia como lo desea, como mi corazón envía más
sangre de la necesaria a esa parte de mi cuerpo y yo solo quiero darle este
capricho. Tanto mi miembro como yo lo queremos. Si fuera por mí ya me estaría
hundiendo en ella, pero hoy quiere ser ella quien mande y yo no voy a hacerle
el feo de no dejarla. Aparte, esto es muy divertido e interesante.
Con su larga uña dibuja un caminito serpentino sobre el bulto de mis bóxers, clavándola
ligeramente. Me muerdo el labio, haciendo todo lo posible para ser paciente,
tranquilo, recordándome que todo lo bueno llega al final. Sigue su jueguecito deslizando
lentamente la última prenda que queda sobre toda mi cintura, sin prisas. ¡Por fin, maldita sea!, pienso aliviado
cuando queda totalmente liberado al aire cargado y espeso de nuestra habitación.
Ríe tímida cuando ve mi expresión. La miro con lujuria y deseo impresos con
fuego en mis ojos. Mía, solo mía de esta, de tantas otras formas.
Posiciona mi miembro entre sus dedos, acariciándolo suavemente como si
fuera a romperse. Sube y baja su mano, arriba y abajo, profundizando sus manos
en mi pene. Siento como éste se hincha cada vez más alrededor de sus dedos, llenándolos.
Noto como se pulsa más fuerte. Aspiro fuerte. Agh. Entonces, sin previo aviso
se tumba más y pone la punta de su lengua en mi glande, humedeciéndolo.
Extiende su lengua por toda mi longitud, mojándolo. Yo tan sólo puedo más que
suspirar pesadamente lleno de excitación y placer. Su lengua es una maravilla.
De golpe, abre bien la boca y rodea mi miembro con ella succionando como si
fuera una piruleta. Alzo un poco la cabeza, lo justo para poder verla hacer su
faena. Sonrío de lado, gimo cuando ella se mete todo el miembro dentro de su
boca, completamente. Noto así el fondo de su garganta. Vuelve a sacárselo, lo
mira golosa y vuelve a hacer lo mismo, varias veces.
-Ahora me toca a mí- susurra con una voz más grave de lo habitual y vuelve
en sus pasos. Se posiciona encima de mi cadera, rozando arriba y abajo. Noto la
piel de sus braguitas contra mi pene, queriendo no, deseando que se las quite
de una maldita vez y me deje entrar.
-Me molestan mucho esas braguitas, nena- consigo decir, entre gruñidos y
suspiros.
-A mí también- responde ella con los ojos llenos de travesura.
Se levanta sobre sus pies con cuidado. La veo totalmente expuesta frente a
mí, pareciéndome lo más precioso e inimaginable que he visto nunca. Es hermosa,
en cada una de sus formas. Miro el lunar que tiene en la cadera, ronroneo. Amo
ese lunar, tan incitante, tan tentador, tan para sólo mis ojos. Es algo simple,
solo una manchita en su piel muchas veces escondida entre el borde del pantalón
pero para mí, la mejor mancha de todo su cuerpo. Trago saliva, sintiendo el
regustillo de la impaciencia como inunda mi garganta. Sus braguitas se escurren
hacia sus rodillas tan pronto se mordisquea el labio inferior bastamente y
cantonea contra cada lado como si bailara. Se desprende de ellas completamente
y vuelve a dejar caer su peso sobre mí. Esta vez, sus movimientos van acompañados
de la humedad creciente en su sexo. Noto su clítoris rozando mi miembro y me
muerdo la mejilla por dentro. Está muy, muy, mojada.
-Hazlo ya, nena- mascullo harto de este juego. Quiero sentirla, ahora, ya,
con urgencia.
El palpamiento de mi pene ya es prácticamente doloroso. Al oírme, entiende
que ya no aguanto más así que lo agarra con fuerza e inmediatamente lo inserta
en su interior con ansias. Gime tan pronto subo la cadera para hundirme
completamente en un movimiento veloz. Gruño, las paredes dulces de su interior
me contornean. Me impulsa la cadera hacia abajo para que salga de ella. En
seguida, empieza a moverse de arriba a abajo, saboreando cada vez más lo duro
que está mi miembro. Gime, ahogando un "Agh" apenas inaudible.
Sus movimientos se incrementan regalándome lo más íntimo que una persona puede
darte. Gruño, pero quiero ver que quien se lo esté regalando soy yo, no ella.
Así que, me incorporo obligándole a salirse de mí. Le doy la vuelta y ambos
quedamos sobre las rodillas, su espalda contra mi barriga. Ella abre las
piernas ligeramente para que me vuelva a sumergir en ella. Lo hago, deslizando
al mismo tiempo una mano desde su hombro hasta su codo, después paso a su
barriga bajando hasta su sexo. Noto como su piel se eriza con mi contacto y eso
inunda completamente de placer mi ego, mi yo, porque es alucinante que después
de todo ella reaccione así cuando la toque, que su piel haya olvidado el miedo,
todo.
La beso en la nuca con delicadeza, embistiéndola poco a poco, sin prisas.
Presiono su clítoris fuerte, empiezo a masajear esa parte haciendo que ella
gima cada vez más. Gruño contra su oreja, muerdo el lóbulo.
Las paredes de su interior presionan fuerte contra mí. Sonríe de lado, gimo
fuerte contra su oreja otra vez. Sé que está a punto de llegar y yo también
dado que siento espasmos, mi pene se hincha y mis ojos quieren tornarse blancos
del éxtasis total. Ella es una Diosa. Ella es mía.
Baja su cintura hacía abajo debido a que se está quedando sin fuerzas. Me
obliga a sentarme sobre mis pies, de rodillas, y ella sigue el baile con su
cintura, subiendo y bajando. Beso su cuello, lo mordisqueo. Sus piernas
flaquean, sus manos agarran mis dedos aferrados contra su cintura, y entonces
lo siento. Siento como ella se libera contra mi longitud, como se deja llevar
solo para mí y solo pensar en ello, saber que yo he hecho tal cosa provoca que
el siguiente, casi de inmediato, sea yo.
-Oh, sí, Ryan- ahoga ella, apretándome la mano con fuerza. Se va a caer ya
que queda débil entre mis brazos.
-Agh...-gimo yo al tiempo que la lleno por completo.
Ella se desploma, exhausta; yo la rodeo con mis brazos. Con
cuidado volvemos a una posición normal, saliendo ya de ella. No puedo dejar de
abrazarla, besarle la espalda mientras ella queda protegida contra mi cuerpo
sin decir nada. Yo siempre la protegeré, contra cualquier cosa. No pienso dejar
que nadie la toque con malas intenciones porque ella es mi punto fuerte: si la
tocan, los derrumbo. Ella es todo por lo que merece la pena luchar. Anna es
todo lo que tengo.
-Te amo- le susurro, besando su
cabeza.
-Yo muchísimo más- sujeta con más fuerza el lazo
de manos que hemos creado, dulcemente, sin ser conocedora de lo que realmente
significa para mí. Ella nunca se podrá llegar a imaginar lo que siente mi
corazón cuando estoy con ella, más ahora que sé que no hay forma de que la
alejen de mi persona.
La alarma azota mi mente con la
realidad. Mierda. ¡No he utilizado protección! Abro los ojos de golpe,
realmente alarmado. Esto puede ser un gran problema.
-Anna, se me ha olvidado el…-no
llego a acabar la frase antes de que ella la finaliza por mí.
-¡¿El condón?!- se alarma también, revolviéndose
nerviosa entre mis brazos- ¡Mierda Ryan! ¡El condón!
-Lo siento, nena, yo…yo…yo sólo la
cagué- me disculpo de algo que no tiene disculpa. Yo debo tener cuidado, es mi
polla. ¿Es que no lograré nunca estar más de media hora sin meter la pata?
Anna de pronto suelta una risotada
sonora, dejándome patidifuso. ¿Por qué se ríe? ¿Qué está pasando aquí?
-Benson, desde hace tiempo tomo
pastillas para no quedarme embarazada- anuncia entre risas.
¡Yo
a esta mujer la mato!, pienso encolerizado.
-¡Casi me da un ataque al corazón!-
protesto, indignado por su broma de mal gusto; por lo menos para mí.
-Pues yo me meo- consigue decir
ella mientras sigue descojonándose entre mis brazos. Sin pensármelo dos veces, empiezo
a hacerle cosquillas lo que incrementa su risa innumerablemente- ¡Para, para,
idiota!
-Ahora te jodes- mascullo yo,
empeñado en devolvérsela.
***
Pattie se ha
despedido de nosotros minutos antes alegando que tiene que hacer unas compras
en el mercado municipal del centro, o quizá vaya finalmente a Downie para
efectuarlas debido a que le apetece ir a comprarse ropa. Downie es la ciudad
más cercana que hay de Stratford, bastante más grande que éste y con una
avenida llena de las más exquisitas marcas de moda. A parte, tiene un centro
comercial con, obviamente, muchas tiendas de ropa. La hemos despedido con la
mano, le hemos prometido que cuidaríamos de la casa.
-¿Qué tal si
mancillamos esta casa?- pregunta Anna con una risueña mirada que no puede
significar nada bueno. Su ceja derecha se arquea al tiempo que mete su dedo
índice sobre sus labios, mordiéndoselo levemente. Deja caer todo su peso sobre
sus codos clavados en el mármol de la isla de la cocina. Yo la observo desde el
otro lado, dónde hay taburetes para sentarte.
-Uhm, nunca vas
a aprender a ser una chica buena, ¿verdad?- pregunto con retintín, conociendo
la respuesta. Ella nunca va a ser buena al completo. Quizás es lo que más me
gusta de ella. Tan dulce y tan explosiva en su interior.
-Quizás te lo muestre después de
desayunar- responde ella con un deje sensual en su voz. Se dirige a la nevera,
la abre, y coge el tetrabrik de leche semidesnatada.
Enarca una ceja al ver de qué tipo
de leche es. A Anna siempre le ha gustado más la entera que la semi. Hace un
poco de ascos pero de igual modo la vierte en su vaso hasta que alcanza el
medio, más o menos.
Los golpes de unos pies presurosos
al bajar por las escaleras, nos sobresaltan. Oigo como llegan hasta el
recibidor, oigo el “pi” del tecleo del teléfono. Entonces la voz de Justin,
adormilada, resuena por todo el recibidor. Está hablando con su abuelo sobre
ocupar la casa del lago hoy. Sonrío de lado. Quiere llevar a Nicole para que la
vea, lo que significa que hoy tenemos la casa para Anna y yo solos,
completamente, sin que nadie nos moleste.
Los pasos vuelven a resonar sobre
el parquet pero esta vez vienen en dirección dónde estamos nosotros. Aparece en
la cocina, con el pelo alborotado de dormir y el pijama demasiado caído
asomando sus calzoncillos en casi toda su totalidad.
-¿Qué, hoy iremos a la casa del
lago, Justin?- pregunto, sonriendo lacónico. Sus cejas se crispan
interrogativamente mientras evalúa soñoliento la situación. Nunca ha sido muy
lúcido por las mañanas, necesitando siempre más de tres cuartos de hora para
estar perfectamente operativo.
Asiente, tan pronto sigue su camino
hasta la nevera. Palpa la plata del aparato donde normalmente se deja la leche
pero no lo encuentra dado que Anna todavía no lo ha devuelto.
-¡Eh! Aquí, dormilón- le indica
ésta, abriendo los ojos divertida. Justin escanea su entorno, la losa de mármol
de la isla, aclocando sus ojos en finas líneas. Al verla, abre la boca como
comprendiendo lo que está sucediendo. Suelto una risotada. Si ahora viniesen
dos tipos a patearle el culo seguramente él ni se enteraría y mucho menos
reaccionaria en respuesta.
-Entonces, ¿la vas a llevar a la
casa del lago?- pregunto por segunda vez. Justin alza la cabeza,
despreocupándose de verter la lecha con suficiencia. Parece oírme con claridad.
-Sí, ¿qué pasa?
-Estaréis solos…-mascullo,
sonriendo ladino. Anna me mira con la boca abierta. Ambos saben a qué me
refiero pero es que aunque sea Nicole es típico en nosotros. Vamos, los tíos
hablamos de estas cosas continuamente.
-¡Ryan!- me llama la atención ella,
contrariado por el hecho de qué le esté preguntando sobre tal cosa.
-Hey, ¿qué tiene de malo
preguntar?- formulo, confuso. Nunca había sido ningún problema. Supongo que
también era porque nunca era referente a ninguna amiga suya.
-Sólo podéis hablar de estas cosas
sin mi presencia. Si os vais a poner tipo macho gallito, por favor, esperaros a
qué esté fuera de rango auditivo- pide, aparentemente molesta. La miro con
fascinación. Me encanta cuando se enfurruña; sus cejas negras se curvan
provocando unas diminutas arrugas en su entrecejo.
-Nena, así de molesta estás súper
sexy- mascullo.
Anna rueda los ojos ante mi
comentario, formando una cúpula oscura bajo el fondo blanco como si fuera una
exhalación. Coge su vaso de leche y se marcha, sin añadir ningún otro
comentario, de la cocina.
-Ahora que está fuera de rango
auditivo, dime. ¿Tienes planeado…?-comienzo mi pregunta, no queriendo parecer
grosero con mi amigo, pero él me interrumpe a la defensiva como si algo
verdaderamente malo fuera a escapar de entre mis labios.
-Ryan, no me la voy a follar hoy.
-No me refería a… follar. Me
refería a hacerle el amor- aclaro con la voz cabreada. Sé lo que él siente por
ella aunque tan siquiera lo acepte en voz alta todavía, y sé que no se la va
simplemente a follar. Eso sería muy sucio por su parte. Aparte de algo
imposible.
-¿Hacer el amor?- cuestiona él,
como si no supiera nada del tema- Yo no…
-¡Venga ya!- suelto un gritito,
brusco. Esto es ridículo, pienso
intuyendo lo que iba a soltar- ¿Ahora me vas a decir que no puedes hacerle el
amor porque no la amas?
-Yo…ehm, sí- reconoce, bajando los
ojos hasta su vaso repetidas veces.
¿Por qué se encabezona en seguir
engañándose a sí mismo?
-Justin, madura. Esto es imbécil.
La amas y ya es hora de que te lo reconozcas a ti mismo.
-¡Yo me lo reconozco!- protesta, su
voz muestra un deje de irritación constante- Es sólo que no soy capaz de
decirlo- explica. Hay cierto arrepentimiento, amargura, en su voz-. Ella aún no
lo sabe porque cada vez que intento abrir la boca para soltarlo, me tiembla el
pulso, las piernas me fallan y siento un puto nudo asqueroso en la garganta. En
ese momento sólo tengo ganas de fumar un cigarrillo y enviarlo todo a la
mierda. Es…frustrante.
Suelto una risotada sin piedad
frente su aclaración. Yo también he pasado por eso. Lo entiendo a la
perfección. Él sólo tiene miedo al compromiso, a estar unido de cierta forma a
una persona, porque siempre se puede romper. En nuestra vida, trabajo, hemos
aprendido a no depender de nadie. Enamorarse, en cambio, es depender total y
completamente de una persona. Ella puede hacer lo que le plazca contigo, que tú
no vas a hacer absolutamente nada para evitarlo.
-Justin, sólo tienes miedo.
-¿Miedo?- niega con la cabeza de
inmediato, frunciendo el ceño con desaprobación- Yo no tengo miedo.
-Ay, sí que lo tienes. Sólo que
eres demasiado tozudo para admitirlo- digo de vuelta, dando dos breves golpes
sobre el mármol oscuro de la cocina produciendo un sonido seco y agudo.
La casa del lago.
Parte II
Narra Justin.
Sus labios se
vuelven una fina línea llena de enfado y contrariedad. Los rayos de Sol que
emergen del final de la calle se estampan contra sus cabellos rompiendo su
color oscuro para darle una tonalidad más clara. Clava su mirada en la mía,
enfurruñada. Hace un leve puchero con sus labios; el labio inferior se curva
hacia abajo sobresaliendo escandalosamente.
-¿A dónde me
llevas?- exige saber- Odio los misterios, Justin.
-Éste te va a
gustar. Venga- sigo en mi cabezonería de no contarle a dónde la llevo. Quiero
que sea una sorpresa.
-Ya van dos
sorpresas en lo que llevamos en Stratford. ¡Me vas a matar!- protesta,
cruzándose de brazos en completa negación. Sus mejillas arden en enfado,
volviéndose rojas.
-Lo mejor para mi
chica- murmuro, crispando mis labios en una sonrisa orgullosa.
-Ya te vale, Justin.
Eso es un golpe bajo- dice, antes de ir derecha a la puerta del copiloto y
abrirla.
-¿Qué es un golpe
bajo?
-Qué utilices frases
ingeniosas para salir de estas situaciones- contesta, metiéndose en el interior
del vehículo.
Agacho la mirada,
negando divertido. Pero algo extraño siento en el ambiente matinal. Una
incertidumbre, como la que suelo sentir en las misiones en Miami, inunda mi
ser. Miro arriba y abajo de la calle. Estamos completamente solos. Únicamente
hay alguna vecina en el balcón, tendiendo la ropa o apartando trastos y el
jardinero de la primera casa de la bajada. Pero entonces, ¿por qué me siento
observado? Siento dos ojos clavados en mí, calculando mis movimientos. Meneo la
cabeza. Esto no es posible, me estoy
volviendo paranoico, me reprocho a mí mismo queriendo olvidar este agudo
sentimiento que acaba de apuntarme.
«La paranoia nunca ha
sido una de tus cualidades, Yo»
Me sobresalto, abriendo los ojos como bolas de billar. ¿Por
qué vuelve? Pensaba que había conseguido aplacarlo. Llevaba días sin aparecer.
¿Por qué ahora? No había aparecido todavía en Stratford. La sangre se me
congela. Si Él vuelve, todo se irá a la mierda. Yo no quiero que forme parte de
mi vida, ya no.
-Lárgate. Éste ya no es lugar para ti- me sorprendo al
contestar bajito casi para que nadie oiga pero brusco como si mi garganta
quemara. Creerán que se me ha ido el tarro. Nicole creerá que se me ha ido
completamente la cabeza si me pilla hablando sólo.
Mi diablo esboza una mueca de sobresalto. No se lo esperaba…yo,
tampoco. Sin embargo, de inmediato, el desconcierto abandona su oscuro rostro
como un flash de luz fugaz, como si fuera no creíble pensar que él pudiera
albergar tal sentimiento de perdición. Me fulmina con los ojos. Siento el
ronroneo de sus pulmones al respirar, siento los latidos de su corazón
envenenado, siento su saliva gorjear en su boca. Mi ser es real, tanto, como
que los pájaros extienden sus alas para volar. Él, corta las mías con tenazas. «Te equivocas, Yo. Siempre juntos, ¿recuerdas? Tú eres
mi lugar, y siempre lo serás», murmura riendo lacónico, endiablado, cavando algo: un hoyo
pleno de miserias para que me entierre.
***
La
casa del lago no es más que una pequeña cabaña de madera al lado de la orilla
del pequeño lago proveniente de las aguas del río Avon, atrapadas entre la
cuenca profunda de éste y de la maleza de la vegetación pinar de la zona. Es la
típica cabaña de dos medias plantas: una a ras de suelo dónde se encuentran las
dos habitaciones individuales, la sala de estar con sofá cama y el pequeño
cuarto de ducha con bañera; y la otra planta, sobre el techo de las
habitaciones, sólo ataviada con una cocina simple, una mesa para comer y unas
pequeñas escaleras para descender a la inferior. El porche permanece alzado en
el aire por unas escaleras de madera con barandilla; dos ventanas pequeñas de
cortinas amarillo plátano franquean la larguirucha puerta de entrada, cerrada
con llave. Bajo las escaleras, en la parte posterior, se vislumbran las dos
ventanas de las habitaciones. Por la parte trasera de la cabaña, al otro lado,
hay una gran cristalera que da paso al patio trasero, al pequeño embarcadero
personal y a las aguas del lago en sí.
Sostengo
mis manos sobre sus ojos, tratando de que no vea nada. Observo como olisquea el
ambiente dado que sus fosas se abren hacia arriba. Suelto una risita, es
gracioso verla así. Tiendo un beso corto sobre su cuello ahora que está
indefensa. Un escalofrío sacude su cuerpo. Vuelvo a reír.
-¿Qué
te hace tanta gracia?- pregunta, risueña. Agarra mis manos con las suyas,
acariciándolas pero con ganas que alejarlas para poder observar qué narices le
oculto.
-Tú-
respondo tan pronto desato mis manos de su cara, permitiéndole ver la cabaña.
Estamos justo al frente con los árboles zarandeándose a ambos laterales e
impregnando el ambiente de un olor a pino, madera mojada y frescura. Es
curioso: pese a estar en verano, este lugar siempre tiende a tener mucha
humedad como si fuera permanentemente otoño.
-Uau-
llega a murmurar. Abre los brazos lateralmente, abarcando todo el aire que
puede-. Es preciosa, Justin. ¿De quién es?
-De
mi abuelo- explico-. Pero sin duda hoy es enteramente nuestra.
-¿Nuestra?-
esboza una sonrisa tierna, de niña. Corre hasta la barandilla de madera, posa su
mano y la desliza por la rugosa superficie sintiendo las vetas de los años- Me
encanta.
-Me
alegro de ello, nena- me alcanzo a su lado, le beso la mejilla con suavidad-.
¿Entramos?
Nicole
asiente. Empiezo a buscar las llaves por los bolsillos de mi pantalón y cuando
las encuentro, subimos las escaleras y abro la puerta de entrada.
Ante
nuestros ojos se extiende una parte abierta en forma de “L” inversa, cayendo en
picado a la planta inferior, compuesta por una mesa de comedor cuadrada, con
sus respectivas seis sillas, al lado izquierdo; en el derecho la zona de la
cocina, con sus muebles de madera, su encimera de mármol blanco, su pica doble
con un grifo en arco, la nevera y el microondas. No hay horno dado que mi
abuelo no pensó que fuera a ser necesario. Encima de lo que es el techo del
cuarto de baño está situada la despensa.
-Es
curiosa la cabaña- dice ella, evaluando el lugar.
-Lo
sé. Mi abuela y mi madre lo planificaron todo y mi abuelo lo construyó.
-¿La
construyó él mismo?- pregunta, llena de fascinación por el trabajo realizado.
Asiento-
Sí, un verano. Tíos y nietos ayudamos.
Tiendo
mi mano con los ojos vidriosos. Muerdo mi labio inferior.
-Ven-
zafa mi mano-. Vayamos al patio trasero.
La
conduzco bajando las escaleras para acabar en la planta inferior. Un sofá verde
con una mesita de pino delante, la chimenea de leña, y una alfombra persa con
motivos verdes y ocres coronan la sala. Sobre la mesa hay un plato cuadrado de
cerámica con varias revistas de pesca apiladas como una torre. Deben ser de mi abuelo. Creo que hay dos nuevas, pienso divertido
por la gran afición que tiene mi abuelo con todo lo relacionado con peces y
cómo pescarlos.
-Éste
es el comedor y esas dos puertas de allí las habitaciones- señalo las dos
puertas colaterales, justo debajo del suelo de la cocina y de las escaleras-. Eso
de ahí es el cuarto de baño- señalo, también, a la única puerta que falta.
-Acogedor-
murmura más para sí misma que para que le preste atención. Creo que lo ha pensado
en voz alta.
Sin
dejar su mano, corro la cortina amarillenta y abro la cristalera. Quiero
enseñarle el patio trasero y el embarcadero: la joya de la casa del lago.
-Y
ésta es la mejor parte- anuncio cuando el lugar se abre ante nuestros ojos-. El
patio con embarcadero incluido.
Los
ojos de Nicole centellean como luciérnagas, permitiéndome saber que le ha
encantado.
-¡Como
mola, Justin!- chilla con euforia de una niña que llega a un parque de
atracciones por primera vez u obtiene un regalo por navidad debajo del árbol.
Suelto una risotada.
Me
desprendo de ella, empiezo a caminar hacia la plataforma de tablones de madera
descolorida tan pronto comienzo a desprenderme de mis zapatos, dejándolos sobre
el césped que pincha las plantas de mis pies.
-¿Vienes?-
le pregunto, sonriendo travieso. Me quito la camiseta por la cabeza, quedándome
con el torso al aire y empiezo a desabrochar el botón de mis pantalones.
-¿Al
agua?- me responde con otra pregunta, asombrada- ¿Con ropa?
-Yo
me voy a quedar en calzoncillos, tú verás- mascullo cuando deslizo la última
prenda que queda, a parte de éstos y echo a correr hasta el último tablón.
De
un salto de cabeza, me sumerjo en el agua provocando un gran zambombazo de
gotas por todas partes.
***
Observo como las
diminutas gotas bajan por sus hombros empapándolo todo a su paso. Se escurren
por su piel y por su camiseta, incitándome a que quiera comerme a Nicole poco a
poco. Esta visión: la de ella bajo los árboles frondosos del lago, con toda la
carita mojada, con ese brillo en los ojos es casi celestial. No ha querido
quitarse la camiseta pero sí que se ha metido sin pantalones al lago. Respira, rápido
y clava su mirada en mí. Observo sus labios. Me incitan a morderlos.
Sinceramente, es una tontería resistirse dado que ya no hace falta que lo haga,
tengo todo el derecho a besarla cuantas veces quiera ahora. La acerco a mi
cuerpo con la mano sobre su cintura, fuerte, y me muerdo el labio al tiempo que
me arrimo a ella. Sonríe tímida de medio lado; esa sonrisa me mata por dentro.
Extiende sus brazos rodeándome el cuello. Empieza a acariciar el corto cabello
que nace en mi nuca, jugueteando con él. Siento como mi cuerpo se acalora por
segundos produciéndome una sensación de sofoco. Sin embargo, estamos empapados
de arriba a abajo.
Junto mis labios con los suyos con urgencia.
Primero es un beso tierno. Luego, bajo mis manos hasta su trasero, lo aprieto,
y así ella gime en mi boca abriéndola lo suficiente para que pueda introducir
mi lengua. Comienza la lucha entre ambos por el dominio total de la situación.
Ella es una ruda tozuda; yo soy un mandón egoísta. El beso consigue dejarme sin
aliento y es que la deseo tanto… Pido a Dios que me de fuerzas para esperar,
para ser paciente porque juro que me estoy muriendo lentamente de las ganas que
tengo.
Estoy acostumbrado a
no esperar a nadie, hacer lo que me apetezca; como siempre he hecho con las
mujeres con las que he estado: desearlas rápido para apaciguar mis ganas, mis
calentones, y después desear que me dejaran tranquilo, que dejaran de ocupar mi
piel con sus caricias.
Ella es totalmente diferente. De ella no me
canso, yo no quiero que ella se aleje. La quiero todos los días por las
mañanas, a la hora de acostarnos o incluso cuando esté vaga en el sofá de casa
o enfadada gritándome porque he metido la pata. La quiero de todas las formas y
maneras porque, simplemente, nunca dejara de ser Nicole; da igual cómo lo
mires.
Me separo de ella en busca de aire.
-Vayamos a dentro, nena- murmuro falto de respiración,
ella asiente.
Travieso, la alzo
por el trasero colocando mis manos en sus muslos. Ella enrolla sus piernas en
mi cintura, pulsando contra mi entrepierna. Me muerdo la mejilla por dentro. Contrólate, Justin, me recuerdo a mí
mismo, Todo a su debido tiempo. No fuerces.
Encamino de vuelta a dentro de la cabaña por la
gran cristalera del comedor. Seguimos profundizando el beso, eufóricos por cómo
se están desarrollando los hechos. Voy con cuidado de no caer pese tener la
mayor de las distracciones contra mi cuerpo. Cuando llego a la altura de la
cristalera, corro la cortina amarillo plátano que se ondea por la brisa del
bosque y despego un momento mis labios de los de ella. Todo a nuestro alrededor
huele a madera de pino y a como la humedad impregna las hojas muertas del
suelo.
Atrapo sólo su labio superior en un movimiento brusco,
luego el inferior y finalmente vuelvo a hundir mis labios en los suyos,
buscando su deliciosa lengua.
Con torpeza, palpo mí alrededor encontrando en
primer lugar la pequeña mesa de roble que hay junto a la chimenea. Segundos
después palpo el mullido colchón del sofá y como puedo me incorporo sobre él.
Aprisiono a Nicole bajo mi peso mientras continuamos siendo una maraña de
caricias y besos desenfrenados. Nuestras respiraciones pierden su normalidad
por la falta de aire y por el roce de nuestros cuerpos. Acaricia mi espalda
desnuda, rozando mi piel con sus uñas. Me pongo cada vez más duro notando como
mi miembro ya no cabe en mi bóxer. Le muerdo el labio, seguidamente, dirijo mis
besos húmedos por su mandíbula. Ella ahoga un gemido. Decido probar algo, darle
más emoción al asunto. La voy a esperar, pero, ¿Por qué no jugar un rato?
Con la sangre bullendo indecisión, deslizo mis manos
por debajo de la tela de sus braguitas y cuelo el de dedo índice y anular hasta
su feminidad. Para mi sorpresa, ella es receptiva y dobla su pierna derecha permitiéndome
más acceso. Sonrío en el beso. Empiezo a formar círculos sobre su clítoris, tentándola
a querer mucho más que unas simples caricias en un sitio tan íntimo. Gime,
abriendo un lapso la boca. Verla así, tan a mi merced me llena de excitación.
Yo soy el único que la va a llevar al éxtasis a partir de ahora. No voy a
presionarla a hacer nada, tengo una vida por delante con ella así que no corre
prisa.
-Justin...- murmura
con dificultad, sus piernas empiezan a flaquear bajo mi cuerpo.
Ella está llegando.
Sin embargo, reúne las fuerzas que puede, se quita la camiseta en un movimiento
rápido pero torpe, dejándome ver como el sujetador negro empapado moldea sus
pechos. Dejo un rastro de besos por su cuello, su piel se eriza bajo las yemas
de mis dedos; hecho que me vuelve loco. Saco mis manos de debajo de sus bragas,
dirigiéndolas a sus pechos. Los libero para exponerlos bajo mi salvaje mirada.
Ella es muy hermosa, cada curva, cada centímetro de su piel, de su cuerpo, es
precioso.
Me mira consternada, enfurruñada, con la misma
mirada que pondría un niño o niña pequeña después de quitarle el mejor de los
dulces; en este caso, una dulce pero sensual niña de cabellos oscuros y mirada
gris como el cielo en vísperas de una tormenta.
-Tranquila, nena,
ahora acabo lo que he empezado- murmuro divertido, sabiendo que ahora mismo
debe odiarme por dejarla a medias, casi llegando al punto álgido. Una mueca de
preocupación inunda sus facciones, esos ojos grises delatan que no está
totalmente de acuerdo-. No me refería a eso. Puedo esperar el tiempo que sea
necesario. Tenemos toda una vida, Nicole- la calmo con la pura realidad; una
realidad demasiado de cuento de hadas pero aunque suene cursi, deseo que esta
vez dichos cuentos se cumplan y no queden en meras palabras vacías, en promesas
que no se cumplirán.
Sonríe complacida,
tranquila, y deletrea en silencio un "gracias" que hace que me
estremezca de orgullo. Estoy sabiendo hacer las cosas bien. No hay nada mejor
que saber esto.
Ella consigue relajarse, permitiéndome que haga
con ella lo que quiera dentro de los límites establecidos. Desprendo el broche
del sujetador con dificultad siempre y cuando no quiera despegar mis labios de
los suyos. Cuando lo consigo, la lanzo lejos y paro atención a sus pechos: tan
firmes, tan erectos. Los manoseo, apretándolos. Ella gime coqueta, observando
mis movimientos. Prosigo bajando a su parte inferior. Opto por bajar sus bragas
al completo, hasta la altura de sus rodillas. Por fin puedo observarla en su
plenitud, totalmente expuesta ante mí y eso es simplemente delicioso. Escaneo
el momento para que perdure en mi memoria. Ella observa cada uno de mis
movimientos, curiosa, por encima de su pequeña pero respingona nariz.
-Eres preciosa- la alabo,
tumbándome completamente sobre ella otra vez. Ríe, sonrojándose. Beso
castamente la comisura de sus labios antes de cercar otra dirección.
Mis manos se
enfrascan en el trabajo de hundirse poco a poco en ella, mientras que puedo observar
cómo se arquea su cuerpo al sentirlos dentro. Acaricio sus paredes interiores
por los lados antes de volver a salir. Repito la operación varias veces mirando
su alabada reacción: como su cintura se eleva anhelando el contacto, como sus
muslos tiemblan llenos de excitación, como su boca se entreabre gimiendo
sordamente debido al placer que mis dedos le provocan. Empiezo a notar sus
espasmos, como sus paredes se contraen contra mis dedos en busca de la liberación
y para ayudarla a conseguirlo, saboreo una de sus erectos pezones, mordisqueándolos.
-Agh, Ju...Justin- gime
mi nombre antes de notar como se corre entre mis dedos, arqueándose y tirando
su cabeza hacia atrás, sin respirar por unos segundos.
Su cuerpo vuelve a
la posición inicial tan pronto su respiración se relaja en aspiraciones
acompasadas. Subo dando pequeños besos por su barriga, formando un caminito
contradireccion de como el que hacen las gotas de agua al precipitarse por el
cristal de una ventana.
-¿Te ha gustado,
nena?- pregunto sarcástico al llegar a la altura de su boca. Sus labios se
crispan en una leve sonrisa ladeada. Besa mis labios y se dirige a mi oreja. La
muerde ligeramente.
-Ahora te toca a ti-susurra pegando su aliento
en mi cuello.
De súbito, noto
bullir mi interior de plena sorpresa. Deseo sus caricias tanto como ella ha
gemido las mías. Se pone de pie
lo más rápido que sus piernas flaqueando se lo permiten. Me ordena que me
levante con la mirada. Sumiso, le hago caso. Me siento bien en el sofá, muy
pancho. El creciente bulto sigue prisionero bajo la tela de mis calzoncillos y
yo estoy muriendo por liberarlo. Con mucha seguridad en sí misma, se posiciona
entre mis piernas e impaciente, y empieza a descenderlos por mis piernas.
Sonrío travieso, por verla de este modo. Su sonrisa marca sensualidad y golosinería
en su rostro. Viéndola así me pregunto con cuántos hombres habrá estado. Vale
que no haya mantenido relaciones sexuales con ninguno, o eso creo por sus ganas
de esperar, pero no cabe duda que no soy el primero al que lleva a su límite.
No sé si debo alegrarme dado que provoca una ola creciente de celosía en mis
venas. Me apena no ser el único que la ha llevado al clímax.
Abre los ojos cuando lo ve expuesto ante ella,
gritando en silencio que va a explotar. Se muerde el labio inferior haciendo
que sienta cosquillas en la barriga.
-Es todo tuyo, nena- mascullo, riendo entre
dientes.
Relajo la cabeza sobre el respaldo de cojín cuando
lo agarra entre sus dedos y empieza a jugar con él. Lo presiona, ascendiendo y
descendiendo rítmicamente al tiempo que lo mira con deseo. Intuyo que lo quiere
dentro de ella pero se hace la dura. Incrementa los movimientos, rodeándolo de
arriba a abajo.
Cada movimiento me lleva de camino a mi liberación. No voy a aguantar mucho.
Sus caricias, pese a ser algo tan simple, son las mejores que he sentido nunca.
Supongo que es porque no vienen de alguien por el que no siento nada, vienen de
la persona que hace que todo mejore, que realmente me hace creer que todo va a
salir bien, la persona que está a pesar de todo; la mujer a la que amo.
-Oh, Nicole...- dejo ir entre suspiros pesados. Ella realmente me está
enloqueciendo.
Saca sus uñas sobre mi carne, hincándolas y ese roce hace que llegue a mi perdición.
Elevo mi cadera en un último movimiento brusco. Veo de soslayo como sonríe
maliciosa sabiendo que ha cumplido con su cometido. Cierro los ojos para sentir
con más intensidad el orgasmo. Los destellos de luz atrapados bajo mis
parpados, dibujan figuras sin sentido que se mueven en remolinos de colores
vivos. Entonces siento como eyaculo hacia el exterior. El placer atraviesa mis
sentidos haciendo que esos remolinos exploten inundando toda mi visión. Un
sonido gutural emerge de mi garganta en forma de gemido ronco. He llegado a mi
límite entre sacudidas. Sólo cuando logro calmar mi respiración, que se había
apresurado, miro a Nicole que sonríe ampliamente. Por su mano resbala mi semen
entre sus dedos, espeso y blanco. No evito sonrojarme interiormente aunque
estoy seguro de que en mi exterior no he expresado nada de esa vergüenza
tímida.
Suspiro una vez más. Ella se levanta sobre sus
rodillas y besa mis labios con delicadeza. Sin embargo, para mí no es
suficiente, elevo mis brazos y mis manos se posan sobre sus mejillas, las
acaricio con las yemas de mis anulares. La envuelvo en un beso lleno de voracidad,
jugando con su gloriosa lengua, antes de volver a separarnos por falta de aire.
-Creo que voy a ir a limpiarme esto- masculla,
señalando con los ojos sus manos.
Asiento, divertido y ella se levanta en dirección
al lavabo, perdiéndose de mi vista.
La casa del lago.
Parte III
Narra
Nicole.
Hoy ha sido simplemente perfecto. La casa del lago
es el mejor lugar dónde he estado, sintiéndome libre. Sólo Justin y yo, sin
problemas, sin miedo a exponernos o a que venga alguien a fastidiarlo todo. Por
fin me siento bien con él, en algún lugar, sin miedo. Y lo del sofá…no puedo no
sonrojarme al pensarlo. He estado con otros chicos, llegando a puntos diversos
siempre quedándome en preliminares, pero con Justin es todo diferente. Es como
si él fuera el primer hombre que posara sus manos sobre mi piel, como si
pudiera lastimarme con sólo tocarme. Sin embargo, al mismo tiempo me otorga la
fuerza para ser atrevida, para no vacilar ante nada.
Zarandeo la toalla en mi cabeza, tratando de quitar
la humedad de mi cabello para poder dejar que los pocos atisbos de Sol que
todavía perduran en el cielo acaben de secarlo cuando el estridente sonido de
llamada de mi móvil empieza a inundar la habitación. Chasqueando la lengua, voy
en su busca. Rebusco en mi bolso hasta encontrarlo, entonces miro la pantalla:
es Tati. ¿Qué querrá?, pienso sin importancia
antes de descolgar.
-¿Nicole? ¿Nicole?- pregunta con la voz rota. Me
alarmo. Nada bueno puede presagiar esa voz que está poniendo. Sé que las cosas
van mal antes de que me atreva a preguntar.
-¿Qué ocurre, Tati?
-Nicole, tu…tu padre…ha muerto- oigo al otro lado de
la línea, prácticamente sollozando. Me quedo completamente paralizada, sin
saber cómo reaccionar, qué hacer.
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HIIIIIIIIIIII LUVIES. Vengo a dejaros el 32 demasiado pronto, ¿verdad? No os acostumbréis ya que no es usual en mi JAJAJAJAJAJ srsly, no se que ha pazao'. Bueno, puede que haya sido porque éste ha sido chupado de escribir porque es todo porno, mayoritariamente. Sep, será eso JEJEJEJEJEJEJEJJEJEJ.
Os quería decir que la semana que viene no tendréis noticias mías porque me voy de vacaciones a galicia una semana y no tengo Internet pero iré escribiendo en bloc de notas cada 1500 caracteres (o sea, que me moriré de asco, ays) y cuando vuelva intentaré colgaros. A ver si tengo más de un capi y es un mini maratón EJEJEJEJJEJEJEJ i hope.
Gracias a las que comentáis y cohones a las demás, ¿me odiáis o qué? AAAAAAAAAAYS PERO PORQUE ME ODIAIS VIRGENSITAS MIAS YO OS AMO, ¿QUE NO SE NOTA? AAAAAAAAAAAYS TTvale oc, dejemos de dramatizar pero srsly EXIJO COMENTARIOS.
Y sacaput. Os dejo aquí. TONAIT AI GOU TO A PARY, YEAH A PARY, FM FLAIX PARY UEEEEEEEEEEE._.///////////////////////
lOVE YA.
Paula: ojalá me llevaras contigo a Sevilla y Cadiz, y si me dices que vas a Rota te hago un monumento, pero nah, mejor me quedo aquí que es mejor para mi corasonsito. Y el verano me va fenomenalmente, milof. Gasias por preguntar:3
PD: YA ME HE ACABADO CIUDAD DE HUESO Y NSDKJFVSHJCHJBVWJAFBJF. LLEVO FANGIRLEANDO UN DIA Y MEDIO*-* ES LA PUTA PERFECCIÓN.
{Si os gusta la novela que cuelgo en este blog, por favor, seguidlo y dejad un comentario shashi debajo. Mersiiiiii}
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