viernes, 16 de agosto de 2013

Capítulo 32: "La casa del lago"


On your shoulder I can reach in endless sky, feels like paradise.






La casa del lago.
Parte I



Narra Ryan.


Sus dedos me acarician lentamente el pecho e inmediatamente me doy cuenta que un peso sobre mi entrepierna es presente, cayendo por cada costado de mi cadera. Uhm, ella se ha levantado con ganas de jugar un rato. Empieza a cantonear su cintura para delante y para atrás. Noto su entrepierna como roza mi miembro por encima del pantalón de pijama.
-¿Sabes? Voy a potenciar lo de dormir desnudos- murmura, clavando sus uñas en mi abdominal bajo, rozando la tela del pijama.
Las comisuras de mis labios se elevan en respuesta. Todavía medio dormido, me incorporo para buscar sus labios. Los beso y murmuro contra ellos- Yo debería denunciar que sea legal tener novias tan sexys. ¿Me aceptaran la denuncia?
-Uhm, creo que no- se ríe por debajo de la nariz-. Y aunque lo consiguieses, no me alejaría de ti ni loca- pone su dedo índice sobre mi pecho y antes de que pueda volver a besarla, me empuja hacia atrás-. Eh, aquí ahora mando yo.

Sonríe traviesa; una de las sonrisas más calientes y sexys que he visto nunca inunda su cara, alumbrando esos ojos oscuros como el carbón. Lo mejor de todo es que esa sonrisa es mía, sólo mía. 
Gruño contrariado pero le dejo hacer. Básicamente porque este juego que se lleva entre manos es verdaderamente excitante. Además, siempre que la dejo tomar el control yo me lo paso de muerte, así que, ¿Por qué no? Me encanta mandona y autoritaria. Se desliza hacia abajo, por la longitud de mis piernas, mientras observa que no me vuelva a levantar.

-Relaja, amor. Te veo muy tenso- murmura, doblando su espalda hacia abajo. Acaricia el borde del pantalón con la punta de su nariz y procede a bajármelo lentamente, recreándose en su bajada para torturarme en silencio. Expiro y aspiro aire pesadamente.
Esta mujer..., pienso con un tono gracioso.
Sin embargo, solo me baja los pantalones. Mis bóxers siguen ahí, molestos como siempre en estas situaciones, presionando mi miembro contra mi piel cuando sólo quiere ser liberado. Noto con urgencia como lo desea, como mi corazón envía más sangre de la necesaria a esa parte de mi cuerpo y yo solo quiero darle este capricho. Tanto mi miembro como yo lo queremos. Si fuera por mí ya me estaría hundiendo en ella, pero hoy quiere ser ella quien mande y yo no voy a hacerle el feo de no dejarla. Aparte, esto es muy divertido e interesante.
Con su larga uña dibuja un caminito serpentino sobre el bulto de mis bóxers, clavándola ligeramente. Me muerdo el labio, haciendo todo lo posible para ser paciente, tranquilo, recordándome que todo lo bueno llega al final. Sigue su jueguecito deslizando lentamente la última prenda que queda sobre toda mi cintura, sin prisas. ¡Por fin, maldita sea!, pienso aliviado cuando queda totalmente liberado al aire cargado y espeso de nuestra habitación. Ríe tímida cuando ve mi expresión. La miro con lujuria y deseo impresos con fuego en mis ojos. Mía, solo mía de esta, de tantas otras formas.

Posiciona mi miembro entre sus dedos, acariciándolo suavemente como si fuera a romperse. Sube y baja su mano, arriba y abajo, profundizando sus manos en mi pene. Siento como éste se hincha cada vez más alrededor de sus dedos, llenándolos. Noto como se pulsa más fuerte. Aspiro fuerte. Agh. Entonces, sin previo aviso se tumba más y pone la punta de su lengua en mi glande, humedeciéndolo. Extiende su lengua por toda mi longitud, mojándolo. Yo tan sólo puedo más que suspirar pesadamente lleno de excitación y placer. Su lengua es una maravilla. De golpe, abre bien la boca y rodea mi miembro con ella succionando como si fuera una piruleta. Alzo un poco la cabeza, lo justo para poder verla hacer su faena. Sonrío de lado, gimo cuando ella se mete todo el miembro dentro de su boca, completamente. Noto así el fondo de su garganta. Vuelve a sacárselo, lo mira golosa y vuelve a hacer lo mismo, varias veces.
-Ahora me toca a mí- susurra con una voz más grave de lo habitual y vuelve en sus pasos. Se posiciona encima de mi cadera, rozando arriba y abajo. Noto la piel de sus braguitas contra mi pene, queriendo no, deseando que se las quite de una maldita vez y me deje entrar. 
-Me molestan mucho esas braguitas, nena- consigo decir, entre gruñidos y suspiros.
-A mí también- responde ella con los ojos llenos de travesura. 

Se levanta sobre sus pies con cuidado. La veo totalmente expuesta frente a mí, pareciéndome lo más precioso e inimaginable que he visto nunca. Es hermosa, en cada una de sus formas. Miro el lunar que tiene en la cadera, ronroneo. Amo ese lunar, tan incitante, tan tentador, tan para sólo mis ojos. Es algo simple, solo una manchita en su piel muchas veces escondida entre el borde del pantalón pero para mí, la mejor mancha de todo su cuerpo. Trago saliva, sintiendo el regustillo de la impaciencia como inunda mi garganta. Sus braguitas se escurren hacia sus rodillas tan pronto se mordisquea el labio inferior bastamente y cantonea contra cada lado como si bailara. Se desprende de ellas completamente y vuelve a dejar caer su peso sobre mí. Esta vez, sus movimientos van acompañados de la humedad creciente en su sexo. Noto su clítoris rozando mi miembro y me muerdo la mejilla por dentro. Está muy, muy, mojada. 
-Hazlo ya, nena- mascullo harto de este juego. Quiero sentirla, ahora, ya, con urgencia.
El palpamiento de mi pene ya es prácticamente doloroso. Al oírme, entiende que ya no aguanto más así que lo agarra con fuerza e inmediatamente lo inserta en su interior con ansias. Gime tan pronto subo la cadera para hundirme completamente en un movimiento veloz. Gruño, las paredes dulces de su interior me contornean. Me impulsa la cadera hacia abajo para que salga de ella. En seguida, empieza a moverse de arriba a abajo, saboreando cada vez más lo duro que está mi miembro. Gime, ahogando un "Agh" apenas inaudible. 
Sus movimientos se incrementan regalándome lo más íntimo que una persona puede darte. Gruño, pero quiero ver que quien se lo esté regalando soy yo, no ella. Así que, me incorporo obligándole a salirse de mí. Le doy la vuelta y ambos quedamos sobre las rodillas, su espalda contra mi barriga. Ella abre las piernas ligeramente para que me vuelva a sumergir en ella. Lo hago, deslizando al mismo tiempo una mano desde su hombro hasta su codo, después paso a su barriga bajando hasta su sexo. Noto como su piel se eriza con mi contacto y eso inunda completamente de placer mi ego, mi yo, porque es alucinante que después de todo ella reaccione así cuando la toque, que su piel haya olvidado el miedo, todo.
La beso en la nuca con delicadeza, embistiéndola poco a poco, sin prisas. Presiono su clítoris fuerte, empiezo a masajear esa parte haciendo que ella gima cada vez más. Gruño contra su oreja, muerdo el lóbulo. 
Las paredes de su interior presionan fuerte contra mí. Sonríe de lado, gimo fuerte contra su oreja otra vez. Sé que está a punto de llegar y yo también dado que siento espasmos, mi pene se hincha y mis ojos quieren tornarse blancos del éxtasis total. Ella es una Diosa. Ella es mía. 

Baja su cintura hacía abajo debido a que se está quedando sin fuerzas. Me obliga a sentarme sobre mis pies, de rodillas, y ella sigue el baile con su cintura, subiendo y bajando. Beso su cuello, lo mordisqueo. Sus piernas flaquean, sus manos agarran mis dedos aferrados contra su cintura, y entonces lo siento. Siento como ella se libera contra mi longitud, como se deja llevar solo para mí y solo pensar en ello, saber que yo he hecho tal cosa provoca que el siguiente, casi de inmediato, sea yo.
-Oh, sí, Ryan- ahoga ella, apretándome la mano con fuerza. Se va a caer ya que queda débil entre mis brazos.
-Agh...-gimo yo al tiempo que la lleno por completo.

Ella se desploma, exhausta; yo la rodeo con mis brazos. Con cuidado volvemos a una posición normal, saliendo ya de ella. No puedo dejar de abrazarla, besarle la espalda mientras ella queda protegida contra mi cuerpo sin decir nada. Yo siempre la protegeré, contra cualquier cosa. No pienso dejar que nadie la toque con malas intenciones porque ella es mi punto fuerte: si la tocan, los derrumbo. Ella es todo por lo que merece la pena luchar. Anna es todo lo que tengo.
-Te amo- le susurro, besando su cabeza.
-Yo muchísimo más- sujeta con más fuerza el lazo de manos que hemos creado, dulcemente, sin ser conocedora de lo que realmente significa para mí. Ella nunca se podrá llegar a imaginar lo que siente mi corazón cuando estoy con ella, más ahora que sé que no hay forma de que la alejen de mi persona.

La alarma azota mi mente con la realidad. Mierda. ¡No he utilizado protección! Abro los ojos de golpe, realmente alarmado. Esto puede ser un gran problema.
-Anna, se me ha olvidado el…-no llego a acabar la frase antes de que ella la finaliza por mí.
-¡¿El condón?!- se alarma también, revolviéndose nerviosa entre mis brazos- ¡Mierda Ryan! ¡El condón!
-Lo siento, nena, yo…yo…yo sólo la cagué- me disculpo de algo que no tiene disculpa. Yo debo tener cuidado, es mi polla. ¿Es que no lograré nunca estar más de media hora sin meter la pata?
Anna de pronto suelta una risotada sonora, dejándome patidifuso. ¿Por qué se ríe? ¿Qué está pasando aquí?
-Benson, desde hace tiempo tomo pastillas para no quedarme embarazada- anuncia entre risas.
¡Yo a esta mujer la mato!, pienso encolerizado.
-¡Casi me da un ataque al corazón!- protesto, indignado por su broma de mal gusto; por lo menos para mí.
-Pues yo me meo- consigue decir ella mientras sigue descojonándose entre mis brazos. Sin pensármelo dos veces, empiezo a hacerle cosquillas lo que incrementa su risa innumerablemente- ¡Para, para, idiota!
-Ahora te jodes- mascullo yo, empeñado en devolvérsela.





***




Pattie se ha despedido de nosotros minutos antes alegando que tiene que hacer unas compras en el mercado municipal del centro, o quizá vaya finalmente a Downie para efectuarlas debido a que le apetece ir a comprarse ropa. Downie es la ciudad más cercana que hay de Stratford, bastante más grande que éste y con una avenida llena de las más exquisitas marcas de moda. A parte, tiene un centro comercial con, obviamente, muchas tiendas de ropa. La hemos despedido con la mano, le hemos prometido que cuidaríamos de la casa.
-¿Qué tal si mancillamos esta casa?- pregunta Anna con una risueña mirada que no puede significar nada bueno. Su ceja derecha se arquea al tiempo que mete su dedo índice sobre sus labios, mordiéndoselo levemente. Deja caer todo su peso sobre sus codos clavados en el mármol de la isla de la cocina. Yo la observo desde el otro lado, dónde hay taburetes para sentarte.
-Uhm, nunca vas a aprender a ser una chica buena, ¿verdad?- pregunto con retintín, conociendo la respuesta. Ella nunca va a ser buena al completo. Quizás es lo que más me gusta de ella. Tan dulce y tan explosiva en su interior.
-Quizás te lo muestre después de desayunar- responde ella con un deje sensual en su voz. Se dirige a la nevera, la abre, y coge el tetrabrik de leche semidesnatada.
Enarca una ceja al ver de qué tipo de leche es. A Anna siempre le ha gustado más la entera que la semi. Hace un poco de ascos pero de igual modo la vierte en su vaso hasta que alcanza el medio, más o menos.
Los golpes de unos pies presurosos al bajar por las escaleras, nos sobresaltan. Oigo como llegan hasta el recibidor, oigo el “pi” del tecleo del teléfono. Entonces la voz de Justin, adormilada, resuena por todo el recibidor. Está hablando con su abuelo sobre ocupar la casa del lago hoy. Sonrío de lado. Quiere llevar a Nicole para que la vea, lo que significa que hoy tenemos la casa para Anna y yo solos, completamente, sin que nadie nos moleste.
Los pasos vuelven a resonar sobre el parquet pero esta vez vienen en dirección dónde estamos nosotros. Aparece en la cocina, con el pelo alborotado de dormir y el pijama demasiado caído asomando sus calzoncillos en casi toda su totalidad.
-¿Qué, hoy iremos a la casa del lago, Justin?- pregunto, sonriendo lacónico. Sus cejas se crispan interrogativamente mientras evalúa soñoliento la situación. Nunca ha sido muy lúcido por las mañanas, necesitando siempre más de tres cuartos de hora para estar perfectamente operativo.
Asiente, tan pronto sigue su camino hasta la nevera. Palpa la plata del aparato donde normalmente se deja la leche pero no lo encuentra dado que Anna todavía no lo ha devuelto.
-¡Eh! Aquí, dormilón- le indica ésta, abriendo los ojos divertida. Justin escanea su entorno, la losa de mármol de la isla, aclocando sus ojos en finas líneas. Al verla, abre la boca como comprendiendo lo que está sucediendo. Suelto una risotada. Si ahora viniesen dos tipos a patearle el culo seguramente él ni se enteraría y mucho menos reaccionaria en respuesta.
-Entonces, ¿la vas a llevar a la casa del lago?- pregunto por segunda vez. Justin alza la cabeza, despreocupándose de verter la lecha con suficiencia. Parece oírme con claridad.
-Sí, ¿qué pasa?
-Estaréis solos…-mascullo, sonriendo ladino. Anna me mira con la boca abierta. Ambos saben a qué me refiero pero es que aunque sea Nicole es típico en nosotros. Vamos, los tíos hablamos de estas cosas continuamente.
-¡Ryan!- me llama la atención ella, contrariado por el hecho de qué le esté preguntando sobre tal cosa.
-Hey, ¿qué tiene de malo preguntar?- formulo, confuso. Nunca había sido ningún problema. Supongo que también era porque nunca era referente a ninguna amiga suya.
-Sólo podéis hablar de estas cosas sin mi presencia. Si os vais a poner tipo macho gallito, por favor, esperaros a qué esté fuera de rango auditivo- pide, aparentemente molesta. La miro con fascinación. Me encanta cuando se enfurruña; sus cejas negras se curvan provocando unas diminutas arrugas en su entrecejo.
-Nena, así de molesta estás súper sexy- mascullo.
Anna rueda los ojos ante mi comentario, formando una cúpula oscura bajo el fondo blanco como si fuera una exhalación. Coge su vaso de leche y se marcha, sin añadir ningún otro comentario, de la cocina.
-Ahora que está fuera de rango auditivo, dime. ¿Tienes planeado…?-comienzo mi pregunta, no queriendo parecer grosero con mi amigo, pero él me interrumpe a la defensiva como si algo verdaderamente malo fuera a escapar de entre mis labios.
-Ryan, no me la voy a follar hoy.
-No me refería a… follar. Me refería a hacerle el amor- aclaro con la voz cabreada. Sé lo que él siente por ella aunque tan siquiera lo acepte en voz alta todavía, y sé que no se la va simplemente a follar. Eso sería muy sucio por su parte. Aparte de algo imposible.
-¿Hacer el amor?- cuestiona él, como si no supiera nada del tema- Yo no…
-¡Venga ya!- suelto un gritito, brusco. Esto es ridículo, pienso intuyendo lo que iba a soltar- ¿Ahora me vas a decir que no puedes hacerle el amor porque no la amas?
-Yo…ehm, sí- reconoce, bajando los ojos hasta su vaso repetidas veces.
¿Por qué se encabezona en seguir engañándose a sí mismo?
-Justin, madura. Esto es imbécil. La amas y ya es hora de que te lo reconozcas a ti mismo.
-¡Yo me lo reconozco!- protesta, su voz muestra un deje de irritación constante- Es sólo que no soy capaz de decirlo- explica. Hay cierto arrepentimiento, amargura, en su voz-. Ella aún no lo sabe porque cada vez que intento abrir la boca para soltarlo, me tiembla el pulso, las piernas me fallan y siento un puto nudo asqueroso en la garganta. En ese momento sólo tengo ganas de fumar un cigarrillo y enviarlo todo a la mierda. Es…frustrante.
Suelto una risotada sin piedad frente su aclaración. Yo también he pasado por eso. Lo entiendo a la perfección. Él sólo tiene miedo al compromiso, a estar unido de cierta forma a una persona, porque siempre se puede romper. En nuestra vida, trabajo, hemos aprendido a no depender de nadie. Enamorarse, en cambio, es depender total y completamente de una persona. Ella puede hacer lo que le plazca contigo, que tú no vas a hacer absolutamente nada para evitarlo.
-Justin, sólo tienes miedo.
-¿Miedo?- niega con la cabeza de inmediato, frunciendo el ceño con desaprobación- Yo no tengo miedo.
-Ay, sí que lo tienes. Sólo que eres demasiado tozudo para admitirlo- digo de vuelta, dando dos breves golpes sobre el mármol oscuro de la cocina produciendo un sonido seco y agudo.







La casa del lago.
Parte II





Narra Justin.


Sus labios se vuelven una fina línea llena de enfado y contrariedad. Los rayos de Sol que emergen del final de la calle se estampan contra sus cabellos rompiendo su color oscuro para darle una tonalidad más clara. Clava su mirada en la mía, enfurruñada. Hace un leve puchero con sus labios; el labio inferior se curva hacia abajo sobresaliendo escandalosamente.
-¿A dónde me llevas?- exige saber- Odio los misterios, Justin.
-Éste te va a gustar. Venga- sigo en mi cabezonería de no contarle a dónde la llevo. Quiero que sea una sorpresa.
-Ya van dos sorpresas en lo que llevamos en Stratford. ¡Me vas a matar!- protesta, cruzándose de brazos en completa negación. Sus mejillas arden en enfado, volviéndose rojas.
-Lo mejor para mi chica- murmuro, crispando mis labios en una sonrisa orgullosa.
-Ya te vale, Justin. Eso es un golpe bajo- dice, antes de ir derecha a la puerta del copiloto y abrirla.
-¿Qué es un golpe bajo?
-Qué utilices frases ingeniosas para salir de estas situaciones- contesta, metiéndose en el interior del vehículo.
Agacho la mirada, negando divertido. Pero algo extraño siento en el ambiente matinal. Una incertidumbre, como la que suelo sentir en las misiones en Miami, inunda mi ser. Miro arriba y abajo de la calle. Estamos completamente solos. Únicamente hay alguna vecina en el balcón, tendiendo la ropa o apartando trastos y el jardinero de la primera casa de la bajada. Pero entonces, ¿por qué me siento observado? Siento dos ojos clavados en mí, calculando mis movimientos. Meneo la cabeza. Esto no es posible, me estoy volviendo paranoico, me reprocho a mí mismo queriendo olvidar este agudo sentimiento que acaba de apuntarme.
«La paranoia nunca ha sido una de tus cualidades, Yo»
Me sobresalto, abriendo los ojos como bolas de billar. ¿Por qué vuelve? Pensaba que había conseguido aplacarlo. Llevaba días sin aparecer. ¿Por qué ahora? No había aparecido todavía en Stratford. La sangre se me congela. Si Él vuelve, todo se irá a la mierda. Yo no quiero que forme parte de mi vida, ya no.
-Lárgate. Éste ya no es lugar para ti- me sorprendo al contestar bajito casi para que nadie oiga pero brusco como si mi garganta quemara. Creerán que se me ha ido el tarro. Nicole creerá que se me ha ido completamente la cabeza si me pilla hablando sólo.
Mi diablo esboza una mueca de sobresalto. No se lo esperaba…yo, tampoco. Sin embargo, de inmediato, el desconcierto abandona su oscuro rostro como un flash de luz fugaz, como si fuera no creíble pensar que él pudiera albergar tal sentimiento de perdición. Me fulmina con los ojos. Siento el ronroneo de sus pulmones al respirar, siento los latidos de su corazón envenenado, siento su saliva gorjear en su boca. Mi ser es real, tanto, como que los pájaros extienden sus alas para volar. Él, corta las mías con tenazas. «Te equivocas, Yo. Siempre juntos, ¿recuerdas? Tú eres mi lugar, y siempre lo serás», murmura riendo lacónico, endiablado, cavando algo: un hoyo pleno de miserias para que me entierre.





***




La casa del lago no es más que una pequeña cabaña de madera al lado de la orilla del pequeño lago proveniente de las aguas del río Avon, atrapadas entre la cuenca profunda de éste y de la maleza de la vegetación pinar de la zona. Es la típica cabaña de dos medias plantas: una a ras de suelo dónde se encuentran las dos habitaciones individuales, la sala de estar con sofá cama y el pequeño cuarto de ducha con bañera; y la otra planta, sobre el techo de las habitaciones, sólo ataviada con una cocina simple, una mesa para comer y unas pequeñas escaleras para descender a la inferior. El porche permanece alzado en el aire por unas escaleras de madera con barandilla; dos ventanas pequeñas de cortinas amarillo plátano franquean la larguirucha puerta de entrada, cerrada con llave. Bajo las escaleras, en la parte posterior, se vislumbran las dos ventanas de las habitaciones. Por la parte trasera de la cabaña, al otro lado, hay una gran cristalera que da paso al patio trasero, al pequeño embarcadero personal y a las aguas del lago en sí.
Sostengo mis manos sobre sus ojos, tratando de que no vea nada. Observo como olisquea el ambiente dado que sus fosas se abren hacia arriba. Suelto una risita, es gracioso verla así. Tiendo un beso corto sobre su cuello ahora que está indefensa. Un escalofrío sacude su cuerpo. Vuelvo a reír.
-¿Qué te hace tanta gracia?- pregunta, risueña. Agarra mis manos con las suyas, acariciándolas pero con ganas que alejarlas para poder observar qué narices le oculto.
-Tú- respondo tan pronto desato mis manos de su cara, permitiéndole ver la cabaña. Estamos justo al frente con los árboles zarandeándose a ambos laterales e impregnando el ambiente de un olor a pino, madera mojada y frescura. Es curioso: pese a estar en verano, este lugar siempre tiende a tener mucha humedad como si fuera permanentemente otoño.
-Uau- llega a murmurar. Abre los brazos lateralmente, abarcando todo el aire que puede-. Es preciosa, Justin. ¿De quién es?
-De mi abuelo- explico-. Pero sin duda hoy es enteramente nuestra.
-¿Nuestra?- esboza una sonrisa tierna, de niña. Corre hasta la barandilla de madera, posa su mano y la desliza por la rugosa superficie sintiendo las vetas de los años- Me encanta.
-Me alegro de ello, nena- me alcanzo a su lado, le beso la mejilla con suavidad-. ¿Entramos?
Nicole asiente. Empiezo a buscar las llaves por los bolsillos de mi pantalón y cuando las encuentro, subimos las escaleras y abro la puerta de entrada.
Ante nuestros ojos se extiende una parte abierta en forma de “L” inversa, cayendo en picado a la planta inferior, compuesta por una mesa de comedor cuadrada, con sus respectivas seis sillas, al lado izquierdo; en el derecho la zona de la cocina, con sus muebles de madera, su encimera de mármol blanco, su pica doble con un grifo en arco, la nevera y el microondas. No hay horno dado que mi abuelo no pensó que fuera a ser necesario. Encima de lo que es el techo del cuarto de baño está situada la despensa.
-Es curiosa la cabaña- dice ella, evaluando el lugar.
-Lo sé. Mi abuela y mi madre lo planificaron todo y mi abuelo lo construyó.
-¿La construyó él mismo?- pregunta, llena de fascinación por el trabajo realizado.
Asiento- Sí, un verano. Tíos y nietos ayudamos.
Tiendo mi mano con los ojos vidriosos. Muerdo mi labio inferior.
-Ven- zafa mi mano-. Vayamos al patio trasero.
La conduzco bajando las escaleras para acabar en la planta inferior. Un sofá verde con una mesita de pino delante, la chimenea de leña, y una alfombra persa con motivos verdes y ocres coronan la sala. Sobre la mesa hay un plato cuadrado de cerámica con varias revistas de pesca apiladas como una torre. Deben ser de mi abuelo. Creo que hay dos nuevas, pienso divertido por la gran afición que tiene mi abuelo con todo lo relacionado con peces y cómo pescarlos.
-Éste es el comedor y esas dos puertas de allí las habitaciones- señalo las dos puertas colaterales, justo debajo del suelo de la cocina y de las escaleras-. Eso de ahí es el cuarto de baño- señalo, también, a la única puerta que falta.
-Acogedor- murmura más para sí misma que para que le preste atención. Creo que lo ha pensado en voz alta.
Sin dejar su mano, corro la cortina amarillenta y abro la cristalera. Quiero enseñarle el patio trasero y el embarcadero: la joya de la casa del lago.
-Y ésta es la mejor parte- anuncio cuando el lugar se abre ante nuestros ojos-. El patio con embarcadero incluido.
Los ojos de Nicole centellean como luciérnagas, permitiéndome saber que le ha encantado.
-¡Como mola, Justin!- chilla con euforia de una niña que llega a un parque de atracciones por primera vez u obtiene un regalo por navidad debajo del árbol. Suelto una risotada.
Me desprendo de ella, empiezo a caminar hacia la plataforma de tablones de madera descolorida tan pronto comienzo a desprenderme de mis zapatos, dejándolos sobre el césped que pincha las plantas de mis pies.
-¿Vienes?- le pregunto, sonriendo travieso. Me quito la camiseta por la cabeza, quedándome con el torso al aire y empiezo a desabrochar el botón de mis pantalones.
-¿Al agua?- me responde con otra pregunta, asombrada- ¿Con ropa?
-Yo me voy a quedar en calzoncillos, tú verás- mascullo cuando deslizo la última prenda que queda, a parte de éstos y echo a correr hasta el último tablón.
De un salto de cabeza, me sumerjo en el agua provocando un gran zambombazo de gotas por todas partes.





***




Observo como las diminutas gotas bajan por sus hombros empapándolo todo a su paso. Se escurren por su piel y por su camiseta, incitándome a que quiera comerme a Nicole poco a poco. Esta visión: la de ella bajo los árboles frondosos del lago, con toda la carita mojada, con ese brillo en los ojos es casi celestial. No ha querido quitarse la camiseta pero sí que se ha metido sin pantalones al lago. Respira, rápido y clava su mirada en mí. Observo sus labios. Me incitan a morderlos. Sinceramente, es una tontería resistirse dado que ya no hace falta que lo haga, tengo todo el derecho a besarla cuantas veces quiera ahora. La acerco a mi cuerpo con la mano sobre su cintura, fuerte, y me muerdo el labio al tiempo que me arrimo a ella. Sonríe tímida de medio lado; esa sonrisa me mata por dentro. Extiende sus brazos rodeándome el cuello. Empieza a acariciar el corto cabello que nace en mi nuca, jugueteando con él. Siento como mi cuerpo se acalora por segundos produciéndome una sensación de sofoco. Sin embargo, estamos empapados de arriba a abajo.


Junto mis labios con los suyos con urgencia. Primero es un beso tierno. Luego, bajo mis manos hasta su trasero, lo aprieto, y así ella gime en mi boca abriéndola lo suficiente para que pueda introducir mi lengua. Comienza la lucha entre ambos por el dominio total de la situación. Ella es una ruda tozuda; yo soy un mandón egoísta. El beso consigue dejarme sin aliento y es que la deseo tanto… Pido a Dios que me de fuerzas para esperar, para ser paciente porque juro que me estoy muriendo lentamente de las ganas que tengo.

Estoy acostumbrado a no esperar a nadie, hacer lo que me apetezca; como siempre he hecho con las mujeres con las que he estado: desearlas rápido para apaciguar mis ganas, mis calentones, y después desear que me dejaran tranquilo, que dejaran de ocupar mi piel con sus caricias. 

Ella es totalmente diferente. De ella no me canso, yo no quiero que ella se aleje. La quiero todos los días por las mañanas, a la hora de acostarnos o incluso cuando esté vaga en el sofá de casa o enfadada gritándome porque he metido la pata. La quiero de todas las formas y maneras porque, simplemente, nunca dejara de ser Nicole; da igual cómo lo mires. 
Me separo de ella en busca de aire.
-Vayamos a dentro, nena- murmuro falto de respiración, ella asiente.



Travieso, la alzo por el trasero colocando mis manos en sus muslos. Ella enrolla sus piernas en mi cintura, pulsando contra mi entrepierna. Me muerdo la mejilla por dentro. Contrólate, Justin, me recuerdo a mí mismo, Todo a su debido tiempo. No fuerces. 

Encamino de vuelta a dentro de la cabaña por la gran cristalera del comedor. Seguimos profundizando el beso, eufóricos por cómo se están desarrollando los hechos. Voy con cuidado de no caer pese tener la mayor de las distracciones contra mi cuerpo. Cuando llego a la altura de la cristalera, corro la cortina amarillo plátano que se ondea por la brisa del bosque y despego un momento mis labios de los de ella. Todo a nuestro alrededor huele a madera de pino y a como la humedad impregna las hojas muertas del suelo. 
Atrapo sólo su labio superior en un movimiento brusco, luego el inferior y finalmente vuelvo a hundir mis labios en los suyos, buscando su deliciosa lengua. 
Con torpeza, palpo mí alrededor encontrando en primer lugar la pequeña mesa de roble que hay junto a la chimenea. Segundos después palpo el mullido colchón del sofá y como puedo me incorporo sobre él. Aprisiono a Nicole bajo mi peso mientras continuamos siendo una maraña de caricias y besos desenfrenados. Nuestras respiraciones pierden su normalidad por la falta de aire y por el roce de nuestros cuerpos. Acaricia mi espalda desnuda, rozando mi piel con sus uñas. Me pongo cada vez más duro notando como mi miembro ya no cabe en mi bóxer. Le muerdo el labio, seguidamente, dirijo mis besos húmedos por su mandíbula. Ella ahoga un gemido. Decido probar algo, darle más emoción al asunto. La voy a esperar, pero, ¿Por qué no jugar un rato? 
Con la sangre bullendo indecisión, deslizo mis manos por debajo de la tela de sus braguitas y cuelo el de dedo índice y anular hasta su feminidad. Para mi sorpresa, ella es receptiva y dobla su pierna derecha permitiéndome más acceso. Sonrío en el beso. Empiezo a formar círculos sobre su clítoris, tentándola a querer mucho más que unas simples caricias en un sitio tan íntimo. Gime, abriendo un lapso la boca. Verla así, tan a mi merced me llena de excitación. Yo soy el único que la va a llevar al éxtasis a partir de ahora. No voy a presionarla a hacer nada, tengo una vida por delante con ella así que no corre prisa. 

-Justin...- murmura con dificultad, sus piernas empiezan a flaquear bajo mi cuerpo.
Ella está llegando. Sin embargo, reúne las fuerzas que puede, se quita la camiseta en un movimiento rápido pero torpe, dejándome ver como el sujetador negro empapado moldea sus pechos. Dejo un rastro de besos por su cuello, su piel se eriza bajo las yemas de mis dedos; hecho que me vuelve loco. Saco mis manos de debajo de sus bragas, dirigiéndolas a sus pechos. Los libero para exponerlos bajo mi salvaje mirada. Ella es muy hermosa, cada curva, cada centímetro de su piel, de su cuerpo, es precioso.

Me mira consternada, enfurruñada, con la misma mirada que pondría un niño o niña pequeña después de quitarle el mejor de los dulces; en este caso, una dulce pero sensual niña de cabellos oscuros y mirada gris como el cielo en vísperas de una tormenta. 

-Tranquila, nena, ahora acabo lo que he empezado- murmuro divertido, sabiendo que ahora mismo debe odiarme por dejarla a medias, casi llegando al punto álgido. Una mueca de preocupación inunda sus facciones, esos ojos grises delatan que no está totalmente de acuerdo-. No me refería a eso. Puedo esperar el tiempo que sea necesario. Tenemos toda una vida, Nicole- la calmo con la pura realidad; una realidad demasiado de cuento de hadas pero aunque suene cursi, deseo que esta vez dichos cuentos se cumplan y no queden en meras palabras vacías, en promesas que no se cumplirán.



Sonríe complacida, tranquila, y deletrea en silencio un "gracias" que hace que me estremezca de orgullo. Estoy sabiendo hacer las cosas bien. No hay nada mejor que saber esto.

Ella consigue relajarse, permitiéndome que haga con ella lo que quiera dentro de los límites establecidos. Desprendo el broche del sujetador con dificultad siempre y cuando no quiera despegar mis labios de los suyos. Cuando lo consigo, la lanzo lejos y paro atención a sus pechos: tan firmes, tan erectos. Los manoseo, apretándolos. Ella gime coqueta, observando mis movimientos. Prosigo bajando a su parte inferior. Opto por bajar sus bragas al completo, hasta la altura de sus rodillas. Por fin puedo observarla en su plenitud, totalmente expuesta ante mí y eso es simplemente delicioso. Escaneo el momento para que perdure en mi memoria. Ella observa cada uno de mis movimientos, curiosa, por encima de su pequeña pero respingona nariz. 

-Eres preciosa- la alabo, tumbándome completamente sobre ella otra vez. Ríe, sonrojándose. Beso castamente la comisura de sus labios antes de cercar otra dirección.
Mis manos se enfrascan en el trabajo de hundirse poco a poco en ella, mientras que puedo observar cómo se arquea su cuerpo al sentirlos dentro. Acaricio sus paredes interiores por los lados antes de volver a salir. Repito la operación varias veces mirando su alabada reacción: como su cintura se eleva anhelando el contacto, como sus muslos tiemblan llenos de excitación, como su boca se entreabre gimiendo sordamente debido al placer que mis dedos le provocan. Empiezo a notar sus espasmos, como sus paredes se contraen contra mis dedos en busca de la liberación y para ayudarla a conseguirlo, saboreo una de sus erectos pezones, mordisqueándolos.
-Agh, Ju...Justin- gime mi nombre antes de notar como se corre entre mis dedos, arqueándose y tirando su cabeza hacia atrás, sin respirar por unos segundos.



Su cuerpo vuelve a la posición inicial tan pronto su respiración se relaja en aspiraciones acompasadas. Subo dando pequeños besos por su barriga, formando un caminito contradireccion de como el que hacen las gotas de agua al precipitarse por el cristal de una ventana.



-¿Te ha gustado, nena?- pregunto sarcástico al llegar a la altura de su boca. Sus labios se crispan en una leve sonrisa ladeada. Besa mis labios y se dirige a mi oreja. La muerde ligeramente.

-Ahora te toca a ti-susurra pegando su aliento en mi cuello.



De súbito, noto bullir mi interior de plena sorpresa. Deseo sus caricias tanto como ella ha gemido las mías. Se pone de pie lo más rápido que sus piernas flaqueando se lo permiten. Me ordena que me levante con la mirada. Sumiso, le hago caso. Me siento bien en el sofá, muy pancho. El creciente bulto sigue prisionero bajo la tela de mis calzoncillos y yo estoy muriendo por liberarlo. Con mucha seguridad en sí misma, se posiciona entre mis piernas e impaciente, y empieza a descenderlos por mis piernas. Sonrío travieso, por verla de este modo. Su sonrisa marca sensualidad y golosinería en su rostro. Viéndola así me pregunto con cuántos hombres habrá estado. Vale que no haya mantenido relaciones sexuales con ninguno, o eso creo por sus ganas de esperar, pero no cabe duda que no soy el primero al que lleva a su límite. No sé si debo alegrarme dado que provoca una ola creciente de celosía en mis venas. Me apena no ser el único que la ha llevado al clímax.



Abre los ojos cuando lo ve expuesto ante ella, gritando en silencio que va a explotar. Se muerde el labio inferior haciendo que sienta cosquillas en la barriga. 



-Es todo tuyo, nena- mascullo, riendo entre dientes. 



Relajo la cabeza sobre el respaldo de cojín cuando lo agarra entre sus dedos y empieza a jugar con él. Lo presiona, ascendiendo y descendiendo rítmicamente al tiempo que lo mira con deseo. Intuyo que lo quiere dentro de ella pero se hace la dura. Incrementa los movimientos, rodeándolo de arriba a abajo. 
Cada movimiento me lleva de camino a mi liberación. No voy a aguantar mucho. Sus caricias, pese a ser algo tan simple, son las mejores que he sentido nunca. Supongo que es porque no vienen de alguien por el que no siento nada, vienen de la persona que hace que todo mejore, que realmente me hace creer que todo va a salir bien, la persona que está a pesar de todo; la mujer a la que amo.

-Oh, Nicole...- dejo ir entre suspiros pesados. Ella realmente me está enloqueciendo.
Saca sus uñas sobre mi carne, hincándolas y ese roce hace que llegue a mi perdición. Elevo mi cadera en un último movimiento brusco. Veo de soslayo como sonríe maliciosa sabiendo que ha cumplido con su cometido. Cierro los ojos para sentir con más intensidad el orgasmo. Los destellos de luz atrapados bajo mis parpados, dibujan figuras sin sentido que se mueven en remolinos de colores vivos. Entonces siento como eyaculo hacia el exterior. El placer atraviesa mis sentidos haciendo que esos remolinos exploten inundando toda mi visión. Un sonido gutural emerge de mi garganta en forma de gemido ronco. He llegado a mi límite entre sacudidas. Sólo cuando logro calmar mi respiración, que se había apresurado, miro a Nicole que sonríe ampliamente. Por su mano resbala mi semen entre sus dedos, espeso y blanco. No evito sonrojarme interiormente aunque estoy seguro de que en mi exterior no he expresado nada de esa vergüenza tímida. 
Suspiro una vez más. Ella se levanta sobre sus rodillas y besa mis labios con delicadeza. Sin embargo, para mí no es suficiente, elevo mis brazos y mis manos se posan sobre sus mejillas, las acaricio con las yemas de mis anulares. La envuelvo en un beso lleno de voracidad, jugando con su gloriosa lengua, antes de volver a separarnos por falta de aire. 


-Creo que voy a ir a limpiarme esto- masculla, señalando con los ojos sus manos. 

Asiento, divertido y ella se levanta en dirección al lavabo, perdiéndose de mi vista.





La casa del lago.
Parte III




Narra Nicole.

Hoy ha sido simplemente perfecto. La casa del lago es el mejor lugar dónde he estado, sintiéndome libre. Sólo Justin y yo, sin problemas, sin miedo a exponernos o a que venga alguien a fastidiarlo todo. Por fin me siento bien con él, en algún lugar, sin miedo. Y lo del sofá…no puedo no sonrojarme al pensarlo. He estado con otros chicos, llegando a puntos diversos siempre quedándome en preliminares, pero con Justin es todo diferente. Es como si él fuera el primer hombre que posara sus manos sobre mi piel, como si pudiera lastimarme con sólo tocarme. Sin embargo, al mismo tiempo me otorga la fuerza para ser atrevida, para no vacilar ante nada.
Zarandeo la toalla en mi cabeza, tratando de quitar la humedad de mi cabello para poder dejar que los pocos atisbos de Sol que todavía perduran en el cielo acaben de secarlo cuando el estridente sonido de llamada de mi móvil empieza a inundar la habitación. Chasqueando la lengua, voy en su busca. Rebusco en mi bolso hasta encontrarlo, entonces miro la pantalla: es Tati. ¿Qué querrá?, pienso sin importancia antes de descolgar.
-¿Nicole? ¿Nicole?- pregunta con la voz rota. Me alarmo. Nada bueno puede presagiar esa voz que está poniendo. Sé que las cosas van mal antes de que me atreva a preguntar.
-¿Qué ocurre, Tati?
-Nicole, tu…tu padre…ha muerto- oigo al otro lado de la línea, prácticamente sollozando. Me quedo completamente paralizada, sin saber cómo reaccionar, qué hacer.



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HIIIIIIIIIIII LUVIES. Vengo a dejaros el 32 demasiado pronto, ¿verdad? No os acostumbréis ya que no es usual en mi JAJAJAJAJAJ srsly, no se que ha pazao'. Bueno, puede que haya sido porque éste ha sido chupado de escribir porque es todo porno, mayoritariamente. Sep, será eso JEJEJEJEJEJEJEJJEJEJ.

Os quería decir que la semana que viene no tendréis noticias mías porque me voy de vacaciones a galicia una semana y no tengo Internet pero iré escribiendo en bloc de notas cada 1500 caracteres (o sea, que me moriré de asco, ays) y cuando vuelva intentaré colgaros. A ver si tengo más de un capi y es un mini maratón EJEJEJEJJEJEJEJ i hope.

Gracias a las que comentáis y cohones a las demás, ¿me odiáis o qué? AAAAAAAAAAYS PERO PORQUE ME ODIAIS VIRGENSITAS MIAS YO OS AMO, ¿QUE NO SE NOTA? AAAAAAAAAAAYS TTvale oc, dejemos de dramatizar pero srsly EXIJO COMENTARIOS.

Y sacaput. Os dejo aquí. TONAIT AI GOU TO A PARY, YEAH A PARY, FM FLAIX PARY UEEEEEEEEEEE._.///////////////////////

lOVE YA.

Paula: ojalá me llevaras contigo a Sevilla y Cadiz, y si me dices que vas a Rota te hago un monumento, pero nah, mejor me quedo aquí que es mejor para mi corasonsito. Y el verano me va fenomenalmente, milof. Gasias por preguntar:3

PD: YA ME HE ACABADO CIUDAD DE HUESO Y NSDKJFVSHJCHJBVWJAFBJF. LLEVO FANGIRLEANDO UN DIA Y MEDIO*-* ES LA PUTA PERFECCIÓN.

{Si os gusta la novela que cuelgo en este blog, por favor, seguidlo y dejad un comentario shashi debajo. Mersiiiiii}

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sábado, 10 de agosto de 2013

Capítulo 31: "Hogar, dulce hogar"



Cause the truth hurts so much more...




"Hogar, dulce hogar"
Parte I




Narra Ryan.


Me froto los ojos con una lentitud incalculable. La luz proveniente de la ventana daña mis ojos pero sus brazos alrededor de mi torso son lo suficiente placenteros como para olvidar ese odioso detalle en menos de un segundo. Me desperezo con cuidado; no deseo despertarla. Bostezo, calculando que deben ser las once y media a lo sumo. O quizá son y veintinueve, qué se yo. Muevo la sábana que reposa sobre mi pierna derecha, colocándola sobre la espalda de Anna y salgo de la cama lo más silencioso que puedo. Me deslizo por el frío suelo de mármol claro, que se agradece, hasta el balcón. La cristalera está abierta de par en par pues hace un calor horrible; no tanto como en Miami pero no pierde fuerza. Debido a unos ronroneos no previstos, me giro de sopetón para ver si ella sigue dormida. Volteo y ahí la veo sin inmutarse de nada. Se ve preciosa. Me vuelvo a girar. El Sol pega en mi cara, deslumbrándome. Quizá sean ya las doce. Me respaldo sobre la barandilla de hierro galvanizado, miro hacia abajo extendiéndose bajo mis ojos el jardín. Siempre me ha gustado esta casa; con su aroma a flores frescas, con su estúpido y ridículo pasillito de piedras planas de pizarra hasta la entrada del porche que todo el mundo omite al pasar por el césped, con su gran árbol a la entrada y su pequeño banco blanco a la sombra de éste. Son tantas cosas de Stratford que me gustan, pero sobre todo es esta casa. Suena anómalo pero lo envidio; con todo lo que su vida puede contener, lo envidio enormemente. Justin no sabe la suerte que tiene porque para muchos no hay hogar más que esa mansión vacía con paredes que parecen supurar los más terribles delitos. Yo no tengo ninguna escapatoria. No tengo un lugar donde poder refugiarme cuando hay tempestad ya que la tormenta se avecina la mayoría de veces en mi propio techo. Para mí, lo único que he conocido como “ mi casa” han sido esas paredes crema bajo el tostado Sol de Miami. Pero eso no se le puede considerar una casa, un hogar. ¿Cómo podría considerar tal cosa si hasta dentro hay que guardar tus espaldas?
Suspiro profundamente. Admito que siempre le he tenido infinita envidia porque él tenía un lugar al cual huir, cuando yo no podía. Yo no tenía nada.
Crecí bajo las miradas de consternación de mi padre pidiéndome día tras día que entrenara más, que creciera más rápido, que comiera más porque tenía que ser fuerte, que fuera el que mejor pegaba, el que mejor disparaba, el que mejor se desenvolvía en la mafia. Él sólo esperaba un “más” cada vez que me dirigía la mirada. Siempre más, cuando yo sólo quería un descanso de tanto en tanto.
Cuando Justin nos trajo por primera vez aquí por vacaciones, juro que ame todo esto desde el primer momento en que pise esta casa. Simplemente ese olor maternal que se mezclaba con el de galletas de mantequilla recién hechas y limpiacristales barato, ese montón de fotografías enmarcadas sobre el recibidor, esas macetas con plantas perfectamente regadas en cada rinconcito; ese olor a hogar. Y qué decir cuando a la mañana siguiente la madre de Justin nos esperaba con el desayuno preparado—tortitas con sirope de arce y chocolate deshecho y una taza de Cola Cao calentito— sobre la mesa. Nunca tuve nada de eso por lo tanto añoré cada instante entre estas paredes cuando marchamos. Ahora que estoy de vuelta, con todo aparentemente arreglado, estoy más que feliz.
Paseo la mirada por toda la calle tan tranquila como siempre. Veo a la vecina de enfrente tender la ropa en las cuerdas que tiene colocadas en su porción lateral de terreno antes de la valla que delimita su extensión. Dejo de prestarle atención cuando me doy cuenta de que Justin permanece sentado en el banco blanco, bajo el gran árbol.
Decido averiguar que rumia porque no es propio de él aislarse de esta forma. No cuando tiene a Nicole en su cama para perderse en ella un largo rato antes de que despertemos todos. Abandono el balcón, paso por entre la cama y la cómoda sin hacer el mínimo ruido y salgo de la habitación cerrando con cuidado. Bajo corriendo las escaleras adivinando que no hay nadie en casa más que nosotros dado que las llaves y el móvil de Pattie no están sobre el recibidor de la salida que hay situado justo antes de encontrarte con la puerta principal. Salgo al porche y voy corriendo hasta Justin. No ignoro el caminito de piedra para no hacerle el feo a Pattie; con lo bien cuidado que tiene el jardín no es plan ir pisando todo a mi paso.
-Eh, tío, ¿qué pasa?- lo llamo, captando su atención. Justin se gira a mirarme. Tiene los ojos cansados.
-Nada, ehm…-balbucea, indeciso- Kyle. Eso es lo que me pasa.
-Pasa del tema. Ya le dejaste todo claro a Kyle cuando te marchaste la última vez- le recuerdo, sentándome en el hueco libre que hay a su lado. El banco no es muy grande, sólo caben como mucho dos personas y estando apretadas.
-No estoy tan seguro de ello, Ryan- me explica con un destello de pánico en su voz-. Cuando me lo encontré el otro día no parecía que quisiera dejarlo estar. Me miró como solía hacerlo cuando se fijaba en algo.
-Sólo son tonterías. Creo que estás algo paranoico por lo de la bomba y eso- intento evadir el tema pero sé que si Justin está en lo cierto, Kyle va a ser un doloroso grano en el culo mientras estemos aquí.
-Conozco esa mirada tan propia de Kyle cuando ve negocios en algún sitio. No lo va a dejar estar. No tan fácilmente- masculla, sumiéndose de inmediato en sus propias palabras. Está completamente seguro de ello.
-Tranquilo Justin, no vamos a permitir que nos joda la estancia aquí, ¿entendido?- le doy un codazo amistoso. No quiero que se me venga abajo ahora- No cuando hemos conseguido librarnos de tu padre por un tiempo y no ahora que están nuestras chicas con nosotros aquí para pasar un tiempo solos. No ahora, ¿vale?
-No quiero recordar ese verano Ryan…No quiero que ella lo sepa- clava sus ojos en los míos, llenos de temor. Nunca lo había visto así. Nunca había conocido esta mirada en su persona: tan atormentada, tan desolada, tan desesperada.
-No tiene por qué saberlo. No hemos hablado de ello en mucho tiempo y no tiene por qué cambiar.
-Si Kyle se atreve a abrir la puta boca…-sus palabras caen de sus labios con una rabia acumulándose por segundos, hace fuerza sobre la base del banco, agarrándolo fuerte, haciendo que los nudillos de su mano se tornen blancos.
-Se la cerraremos sin dudar- aseguro, paciente; sabiendo que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que Kyle no joda todo esto. No ahora, no nunca. Ese cabrón no me va a joder el único rincón del planeta en el que me he sentido a salvo por completo.





***





Acaricio su barriga con la punta de mi nariz, suave, subiendo desde su ombligo hasta sus costillas. Dibujo un camino con giros, vueltas, remolinos por su piel. Pero todo se queda corto con su piel pues ella es el mejor camino para recorrer. Aspiro contra ella, embotellando en mi memoria su aroma por si se me vuelve a escapar de mis manos.
Siento como ahoga una risita tímida ya que contrae los músculos de debajo del diafragma. Subo hacia sus labios y los beso castamente. Sin embargo, ella se hace la dormida pese que ella está completamente despierta. Ella es una traidora.
Gruño sonoramente y muerdo su mejilla provocando que ella estalle en unas grandes carcajadas que inundan todo el aire de la habitación. Apuesto a que lo han oído hasta los vecinos.
-¡Calla, bruta!- exclamo, riéndome también. Entonces ella coge mi mentón con fuerza y muerde mi mandíbula- Oh, no te has atrevido a morderme- digo, juguetón.
-Uhm, creo que sí- me vacila virando sus ojos de una forma demasiado graciosa. Pongo cara seria aunque en verdad esta situación es bastante cómica.
Vuelvo a pegarle un mordisco pero esta vez en el cuello a lo que ella responde con un chillido entre lleno de placer y queriendo salir de mi amarre. Empiezo a hacerle cosquillas y a morderle la clavícula, mezclando ambas sensaciones por lo que ella no sabe si reír o gemir.
De pronto la puerta se abre, dando paso a una Nicole que se medio tapa los ojos con las manos y tantea el aire con una mano estirada, con la palma abierta, siendo más dramática de lo que ya es. Pone caras raras.
-No quiero ver nada. No quiero ver nada. ¡No me traumaticéis!- dramatiza, mirando claramente casi todo ya que se puede apreciar que ve entre sus dedos.
-No disimules Nicole. Todos aquí presentes sabemos que querías verme desnudo- bromeo, riéndome entre dientes cuando dejamos lo nuestra y miramos como hace el gilipollas.
-Ya te gustaría a ti, Benson. Pero no es el caso- responde entre risas con los ojos todavía debajo de sus manos.
-Ejem, ¿Y qué querías? Interrumpes cosas importantes- espeta Anna, entre riéndose y poniendo mala cara.
-Ah…pues- hace memoria de lo que venía a decir, o lo parece. Aunque lo más probable es que esté montando drama, como siempre-. Pattie pide vuestra asistencia en el comedor. Acaba de llegar con cruasanes de chocolate de la panadería.
-¿Cruasanes? ¿De chocolate? ¡¿Has dicho cruasanes de chocolates recién hechos?!- pego un bote levantándome. Uhm, se me ha despertado el apetito.
-Sí, esos mismos- contesta, divertida.
-Los cruasanes me acaban de chafar el plan- anuncia Anna sarcástica, antes de que ambas estallen en carcajadas. Qué buen despertar, pienso.
Hecho a correr escaleras abajo guiado por la promesa de encontrar unos deliciosos cruasanes de chocolate recién hechos de la panadería del centro. En mi opinión, la mejor panadería en la que alguna vez he comprado algo. Oficialmente amo a la madre de Justin.




"Hogar, dulce hogar"
Parte II



Narra Nicole.

La casa de los abuelos de Justin está situada en la urbanización vieja de Stratford, pasado el centro de la pequeña ciudad. No es muy diferente a la urbanización donde se encuentra la de él, pero se nota que ésta fue formada en un tiempo anterior. La calle es menos amplia, con una acera pequeña a cada lado y farolas negras recargadas cada cien metros. Las viviendas no poseen tanta extensión de terreno y son de estilos más antiguos, con verjas más logradas haciendo adornos con volutas, hojas de parras y vueltas.
Hemos venido dando un paseo mientras Pattie explica historietas sobre cuando era pequeña, como jugaba entre esas calles, como su hermano mayor se metió una tarde con una niña del barrio porque no la dejaba jugar a la comba con las demás niñas, como un anochecer de invierno se escapó de su casa porque le habían negado el postre por no haber puesto la mesa y acabó huyendo a la biblioteca de la esquina donde la Sra. Hallman que la regentaba cerraba tarde. Al verla, le ofreció una taza de chocolate caliente y la invitó a pasar para que no pasara frío en la calle. Justo al empezar a contar, Justin ha puesto una mueca de cansinidad adivinando así que no es la primera vez que Pattie cuenta estas historias, le he pegado un codazo de vuelta advirtiéndole que no la cortara de hablar, que quería escuchar porque es tan agradable escucharla hablar sobre su infancia, lo explica tan dulcemente que consigues figurarte como era de pequeña.
Llegamos a una calle adoquinada, de uso peatonal y nos estancamos delante de la parcela de una vivienda de tres pisos con la fachada pintada de color marrón chocolate y los salientes de color crema, tirando para vainilla. El pequeño jardín está fraccionado en dos partes por el paso de gres hasta la puerta principal, que está en un rellano superior alcanzado por una escalera balaustres blanca. Abrimos la cancela que no está cerrada con llave y pasamos hasta la puerta principal, subiendo las escaleras. Esperamos en el pequeño porche a que nos abran. La puerta es blanca con un vidrio de medio punto con diferentes colores ambarinos en la parte superior.
Justin me coge de la mano tan pronto me sonríe ampliamente. Sus dientes asoman por entre sus labios, dibujando una de sus mejores sonrisas. Está muy feliz por poder presentarme a toda su familia y yo estoy más que contenta porque lo haga.
Cuando llevamos apenas un minuto esperando, nos abre una mujer que es clavadita a Pattie pero más mayor y con más quilos por la edad. Abre sonriente, con esa característica sonrisa de la madre de Justin. Ahora ya sé de dónde la ha sacado. Sus ojos nos escrutan a todos, con felicidad, y los posa directamente sobre su nieto.
-¡Ay niño!- exclama antes de impulsar sus brazos sobre él proporcionándole un abrazo digo de una abuela como Dios manda- Cuando tiempo sin verte, por Dios.
La abuela empieza a besar las mejillas de Justin como si fuera un niño pequeño. Justin empieza a sonrojarse.
-¡Ya basta abuela!- protesta mientras con la palma se restriega las majillas besadas- Ya basta…
-No basta no. ¡Llevo demasiado tiempo sin verte, niño!-dice, entonces, lo suelta y se gira para nosotros- ¿Y esta chica de aquí quien es, eh?
-Ella es Nicole. Mi novia- me presenta Justin a su abuela. Sólo de oír la pronunciación de esas dos palabras tan simples en los labios de él es como toda el gozo del mundo golpeándote en un segundo. Mis mejillas se vuelven rosas al instante.
La abuela me mira con los ojos bien abiertos para después tenderme un abrazo muy amplio- Ay niña, eres la primera que me presenta. Es muy guapa eh, Justin- me alaga, mirándolo con los ojos como tramando algo.
-Encantada de conocerla…-antes de que pueda decir algo demasiado formal, me interrumpe.
-Diane. ¡Ni se te ocurra llamarme Sra. Lauper! No soy tan mayor- avisa entre risas. En cualquier otra persona sonaría molesta, en ella, igual que si lo hubiera dicho su hija, suena extrañamente dulce.
-Encantada Diane- rectifico.
Diane sonríe tan pronto da dos besos a todos los presentes empezando por su hija y acabando por Ryan que estaba esperando el último.
-Ay, cuanto me alegro de veros a todos- dice mientras nos da paso a la gran casa-. Pasad, pasad. No os quedéis ahí, hijos míos.
La casa de los abuelos de Justin es todavía más acogedora por dentro. Me recuerda bastante a las casas de las películas cuando justo al entrar encuentras un gran pasillo-recibidor con una escalera que conduce a los pisos superiores en el lado izquierdo. Una moqueta desciende por los escalones proporcionando un estilo más señorial. Tres puertas flanquean las paredes: una al fondo delante, la cocina, otra al lado derecho, el comedor, y otra justo detrás de la bajante de las escaleras, el mini lavabo. Entre la puerta de la cocina y la del comedor, hay un armario de media altura con un espejo redondo dorado encima. Dos marcos de fotos de madera oscura y un jarrón naranja de rosas rojas descansa sobre el mármol blanco moteado de dicho armario.
-Ryan te veo más gordito, hijo- le reprocha la abuela, riendo entre dientes.
-¿Más gordito? ¿Yo? Dirás más sexy que lo usual- contesta con su ego inflado. Anna le pega una colleja reprochándole ese comentario. Ryan añade, en cierto modo corrigiendo-.Y si estoy más gordito ahora es sólo por el pedazo de desayuno de esta mañana.
-Esa, te reconozco, que ha sido buena- insta Pattie echándose a reir.
-Pelota- murmura “bajito” Justin para que todos lo oigamos.
-Sí, sí. Envidia. Qué ya no sabes halagar como yo. ¡Envidioso!- juntos son un puro teatro de los grandes. Río, verdaderamente divertida.
 Encaminamos hasta el comedor y nos sentamos en el sofá verde oscuro que hay situado en el centro de la estancia; delante descansa una mesita de madera oscura. El comedor es una sala no más grande que la entrada, con la televisión sobre un mueble bajo en la pared derecha conforme entras por la puerta. La chimenea descansa en la pared delantera con unas grandes estanterías repletas de libros justo al lado. La pared izquierda es una gran ventana, de esquina a esquina, a cuadrados delimitados por un marco delgado blanco de aluminio. El saliente de la ventana está preparado con sillones y cojines para que te puedas sentar, como si fuera un sofá.
Diane desaparece por la puerta en busca de algo para tomar; minutos después vuelve a aparecer con una bandeja llena de pastitas saladas y té fresco de melocotón.
-Oye, abuela, ¿el abuelo dónde está?- pregunta Justin, con un brillo en los ojos de niño. Tiene ganas de verlo y eso me enternece.
-Esta mañana se ha ido al lago a pescar con Mitch- explica ella mientras sirve el té en los vasos.
-¿Están en la ciudad?
-Sí- asiente-. Volvieron de Winnipeg hace dos días. Van a pasar aquí las vacaciones.






***





Realmente me siento acogida aunque todavía tengo cierto miedo a que sólo esté siendo bien recibida por cortesía. Eso me asusta. No quiero que nadie me compadezca porque si me he metido en esto es porque estoy cien por cien segura que va a salir bien y porque en la vida hay que arriesgar; arriesgar para ganar. Yo lo he arriesgado todo por él. He perdido a mi familia por Justin, pero sé que con él podré formar la nuestra. Lo demás por ahora me da igual. Me da igual tener que pasarla putas, tener que lidiar con cabrones como los que nos hemos ido encontrando porque todo eso quedará minimizado por la razón de que podré dormir abrazada a Justin todas las noches. Lo que sí me hiela más la sangre, lo que sí me tiene en vela a veces, es que esto sólo sea pensado por mí, que Justin no me quiera en realidad. Espero que no porque si no yo…no sé qué pasará conmigo.
Llevamos prácticamente una hora hablando amigablemente. Tengo cuidado con lo que digo cuando preguntan por Miami porque no sé qué es lo que saben realmente. ¿Saben que Justin está allí con la mafia o sólo saben que está con su padre por problemas de custodia o algo así?
-¡Ya hemos vuelto!- chilla una voz áspera, rugosa, de persona mayor.
Justin se levanta de inmediato al escucharlo y se dirige a la entrada. Todos nos levantamos justo después y vamos para allí. Alcanzo ver como Justin abraza a su abuelo fuertemente y su abuelo parece disimular las diminutas lágrimas de emoción que ya emergen de sus ojos ahora prácticamente cerrados.
Al lado descansa de pie con una gran nevera de playa un chico alto, poco más que Justin, de espaldas anchas. Lo miro suponiendo que es el tal Mitch, el primo. Su mirada se cruza con la mía por error y esboza una amplia sonrisa como de bienvenida produciéndosele unos adorables hoyuelos a cada lado, más marcado en el lado derecho. Entonces me doy cuenta: tiene la misma sonrisa que Justin. No es exactamente igual, eso hay que decirlo, pero la suya también es encantadora, segura de sí misma, y sobre todo algo característico: siempre parece esconder más de lo que muestra.
El pelo del chico es rubio acaramelado, pero mucho más claro que el de Justin. Lo lleva corto por los lados pero con un ligero flequillo cayendo por su frente, estirado hacia el lado izquierdo tomando de referencia mi posición. Su rostro es mucho más cuadrado, menos alargado que el de Justin pero tiene unos labios mucho más anchos y gruesos. Su cara es inmaculada, sin ninguna peca y una nariz respingona, amplia, corona el centro de su rostro. Observo sus ojos azules cristalinos, pero tan o incluso más penetrantes que los de Justin. Pero no tan amenazantes, ni con esa oscuridad en ellos. Mitch es claro, convincente, con sólo mirarlo.
-Soy Mitch- se presenta tan pronto me da dos besos-. ¿Y tú eres…?
-Nicole- respondo, rápida. Sus labios impactan en cada mejilla con brutalidad y a la vez delicadeza. Sonrío de lado; todo su perfume profundiza mis fosas nasales haciendo que tenga ganas de aspirar todavía más. Huele muy bien.
-Bonito nombre- murmura, clavando sus ojos en mí.
-Ella es mi novia, Mitch- masculla Justin, pasando su brazo por mi hombro, posesivo. No evito reírme por debajo de la nariz. ¿Se ha puesto celoso, quizá?-. Aunque veo que ya la has conocido.
-Sí- asiente éste, para nada intimidado por el rebufado de celosía de su primo aquí presente-. Ya he podido conocerla.
-¡Pero papá era así de grande!-exclama otra voz que no reconozco entrando por la puerta. Extiende los brazos a una distancia en concreto proporcionando la información referida a como de grande era algo que todavía desconozco.
Un niño de unos diez años como mucho, rubio también, ojos oscuros y con una sonrisa demasiado traviesa entre por la entrada seguido de el que supongo que es su padre.
-No, Wren. Eso es imposible. No ha habido peces así de grandes- hace lo mismo que su hijo, exagerando quizás un poco- en el lago nunca.
-Así no papá, así- vuelve a dibujar la medida en el aire.
-Qué te digo que eso es imposible- asegura el padre: un hombre un poco más mayor que Pattie, con el pelo oscuro y canoso. Tiene el pelo oscuro como el de Pattie y los ojos azulados como los de Mitch, una barbita incipiente en el mentón, nariz de tabique ancho, ojos pequeños pero vívidos y frente ancha dado que ya empieza a tener las entradas pronunciadas. De seguro que está tomándole el pelo al pobre niño porque esboza una delgada sonrisa torcida con el lado derecho mucho más levantado que le hace parecer más amigable todavía.
-¡Justin!- chilla el niño acercándose a darle un abrazo. Parece ser que los únicos que no han demostrado su cariño mutuo son Mitch y Justin, cosa que me desilusiona un poco porque creo que es debido a lo excesivamente celoso que es a veces.
-Hola, Dennis- saluda Pattie a su hermano dándole un gran abrazo.


***

Sus brazos rodean mi cintura haciendo que sonríe como tonta de inmediato. El aroma de su piel más la de su perfume masculino me rodea en breves segundos. Huele a Justin; muerdo mi labio inferior y ladeo la cabeza. Lo miro directamente a los ojos, unos ojos ahora inseguros y no sé por qué. Beso sus carnosos labios, otorgándole un poco de inseguridad. ¿Aún sigue molesto por lo de Mitch? ¡Oh por Dios!
-Justin, no pensaras que…
-Le gustas a Mitch- masculla, interrumpiéndome.
-¿Y qué? Yo no estoy interesada en él- aseguro, volviendo a besar sus labios. Frunce el ceño. Sé que no le convence mi respuesta- Eh, déjate de ser celoso conmigo porque no tienes motivos.
Sonríe de lado, tierno.
-Tienes razón. ¿Sabes? Tengo una sorpresa- murmura contra mi cuello.
La piel se me eriza por la cercanía de sus labios en esta parte del cuerpo. Agh.
-Uhm, me das miedo- susurro.
-Debo dártelo, nena- masculla, dando un corto beso sobre mi cuello.




"Hogar, dulce hogar"
Parte III





Narra Justin.


Salvo porque Mitch parece estar muy interesado en mi chica, el día de hoy ha sido fantástico. No puedo estar más contento y ahora me toca hacerla feliz a ella. No es gran cosa la que tengo pensada, pero se me ocurrió ayer por la noche y pensé que le haría feliz. Ella no sabe que hay una aquí especialmente dedicado a eso, me encantaría que la viese y se comprara lo que quiera. Sé que le gustará, aunque no sea un detallazo.
-¿A dónde vamos, Justin?- me pregunta impaciente mientas caminamos por el centro de Stratford. Las calles están bastante activas ya que son las ocho de la tarde. Menos mal que el calor deja de apretar sobre las siete porque si no la falta de árboles en este tramo sería insoportable.
-Ya lo verás, impaciente- le reprocho. Ella pone un puchero, dándome ganas de morder sus labios al instante cero.
-Es que quiero saberlo, jo- pone carita de niña pequeña enterneciéndome más de lo necesario. Se ve tan mona, tan adorable y a la vez tan caliente. Agh.
A medida que nos acercamos me pongo nervioso. Sé que es una chorrada ponerme pero yo estoy ilusionado por eso, y como a ella no le ilusione tendré ganas de esconder la cabeza bajo tierra como los avestruces por un tiempo.
Cuando veo ya el cartel negro con las letras doradas de la tienda lateralmente y con reflejos por el Sol, la despisto haciéndole dar una vuelta sobre sí misma para quedar justo en frente de la tienda. Ella abre la boca de par en par.
-Me acordé que sólo se dedicaba a la fotografía y pensé que te gustaría pasarte un rato.
-¡Ah, Justin! Esto es perfecto- sus ojos brillan con fuerzas, da saltitos y noto como el gozo me va a hacer engordar hasta explotar.
-Pues creo que te va a gustar más si te digo que vamos a entrar y te vas a comprar la cámara o lo que sea que más te guste- le anuncio, sonriéndole ampliamente.
-No podría- niega con la cabeza notando como su cabezonería va a dar un rato por saco.
-Va, en serio. Dejaste tus cámaras en tu casa y no vas a sobrevivir con la mierdecilla de Anna. Necesitas una cámara buena- la intento convencer. Sé que la fotografía es una de sus pasiones porque me lo contó y yo no quiero que ella se quede sin poder hacer lo que más le gusta.
-Uhm- se hace la pensativa, le acaricio el brazo de arriba abajo poniendo un puchero-, vale. Pero con una condición.
-Dispara- le doy paso a su loca idea.
-Me tienes que dejar hacerte todas las fotos que quiera, ¿trato hecho?- extiende la mano como si de verdad estuviera haciendo un gran pacto de negocios. Río por sus ocurrencias tan pronto la estrecho con fuerza.
-Trato hecho- digo, impulso la mano que agarro hacia mí, pongo la otra envolviendo su cuello y la beso fuerte en los labios.







***






El estridente sonido de mi teléfono móvil suena mientras estamos cenando. Me levanto de la cama a regañadientes y me dirijo hasta el pasillo para poder hablar con quien quiera que me esté llamando sin molestar a todos.
-¿Diga?- contesto a la llamada en el momento en el que me encuentro ya fuera de su alcance auditivo.
-¡Cómo te has atrevido!- vocifera en el otro lado de la línea la voz que reconozco como la de mi padre. Bufo. Mierda. Si me está llamando así de enfadado y los negocios se cerraron… creo que sabe lo que le dije a Erin. Entonces, ¿se han marchado ya? No puedo evitar contentarme porque al fin y al cabo me han hecho caso.
-¿De qué hablas?- contesto, tajante. Me hago de cierta manera el loco.
-No hagas como que no sabes nada. Sé que tú le has dicho a Erin que se marche. Y con ella a mis hijos.
-No he tenido que decirle mucho para que lo haga.
-¿Qué? Claro que has hecho. Sino ella no se hubiera marchado de mi lado.
-¿Ah, no? ¿Estás tan seguro, papá?- le pregunto, irónico, recalcando agriamente la palabra “papá” sonando como una amenaza. Llevaba sin llamarle papá desde los siete años- Porque el problema no es lo que yo le haya dicho yo, sino tú. Nadie duda en huir cuando se trata de estar a tu lado.
-Ella nunca se hubiera ido. Lo sé- masculla, acallándose lentamente. Lo oigo dolido, con las defensas bajas; como nunca lo había oído.

-Pues yo empezaría a dudar de ello. Porque Erin se ha marchado como lo hizo también mamá. Nadie quiere estar a tu lado, a ver si te enteras.





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JAAAAAAAAAAI BITCHES SHASHIS._./// Son las 0:26 y yo os cuelgo un capitula, ea. Sé que no es muy largo pero porque os tengo que decir una cosita....ALAYLM llega a su final, sí, queridas mías. Quedan como mucho 10 capítulos para que todo se acabe así que todo lo que tiene que pasar lo tengo distribuido y los capitulos seran lo que dé eso, ¿okeys? okeys. Bueno, he estado muy viciada últimamente a Pretty Little Liars y OMFG hoy he acabado la segunda temporada EJEJEJEJEJEJJEJEJEJquuiero más, más, daaaaaaaaaaaaaame más EJEJEJEJ. Ahora mismo tengo cara de posesa, para más información:''''''''''''''')

Uy sí, en el capi 29 hubo un anónimo que me preguntó cuantos años tenía y si los nombres para las dos parejas de oro habían sido elegidos a proposito. No me acordé de contestarle y lo hice ayer pero no sé si lo habrá visto así que anonimo mío te lo respondo por aquí: Tengo 15 años y acabo de acabar 4t de la ESO, soy de las peques porque los cumplo el 3 de Diciembre (UEEEEEE YEAH LAS PEQUES MOLAMOS._.///y todos lo sabéis pero no lo reconoceis, tsé). Lo de los nombres, te cuento; a la prota le puse Nicole porque mi mejor amiga le encanta desde siempre ese nombre y tuvo el honor de elegirlo, después Anna Casadó (la que comenta mucho) que es mi otra mejor amiga pues vio que quedaba de perlas con el nombre y de ahí salió "Jicole", así que no fue intencionado. Despues Anna-Ryan: quería que Anna saliera de alguna forma, al igual que mi mejor amiga mencionada antes se llama Tatiana y también sale, así que la puse y la junte con Ryan. También fue ella quien vio que Ryanna quedaba bien y gracioso. Así que no, ninguno de los dos ha sido a propósito.

Paula, te quiedow. Me encanta cuando comentas kljavhajkhfdjkashgkja. Anna, lo mismo te digo biiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitch. tecaemó a las dos.

Ahora os presento a las nuevas incorporaciones:

Mitch Lauper


Wren Lauper


Dennis Lauper


Diane y Michael Lauper


Espero que os haya gustado molto el capítulo, que no os parezca aburrido y COMENTAD COHONEH, que salto de ilusiong cuando lo hacéis. EJEJEJEJ. tks.

Os dejo ya que zoi una pesá y me voy a leer Cazadores de Sombras, ciudad de hueso*-*

Loveya.

{Si os gusta la novela que cuelgo en este blog, por favor, seguidlo y dejad un comentario shashi debajo. Mersiiiiii}

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