Y ESE ORGASMO BUENOOOOOOOOO, JUSTIN? JERJER ME VISTE, EH?
Narra Justin.
Todos esperamos delante de la casa en línea a que el gran
jefe llegue de una vez por todas. Jeremy se está retrasando un poco, pero nadie
comenta nada. Intuyo que en menos de diez minutos aparecerá por la puerta de la
parcela dispuesto a poner orden por aquí.
No le quiero aquí. Se está tan bien cuando él no está,
sin nadie que te controle, sin nadie que te diga lo que debes hacer. Y encima
está ella.
¿Qué habrá pensado Jeremy para Nicole? ¿La matará?
¿Tendrá algún plan?
Espero que no le haga daño. Me estoy acostumbrando a su
presencia, nuestro plan está fluyendo a la perfección y no querría que todo lo
que he pasado con ella estos días se vaya a la mierda. Parece confiar en mí, y
espero que eso siga siendo así.
-Ya llegan. Ya están aquí- oigo decir una voz detrás de
mí.
Han tardado menos de lo que esperaba…
Para mí agrado, Nicole está encerrada en su habitación
fuera de peligro, fuera de su distracción, fuera de toda esta mierda.
Espero con nerviosismo viendo como el Mercedes negro
metalizado, con los cristales tintados, se acerca a nuestra posición.
« Relájate, sólo es tu padre », me recuerda mi
puñetero demonio. ‘’¡Cállate! Él no es nada de eso’’, le grito violento esperando
no haber vocalizado ni una palabra.
Las ruedas derrapan
contra la calzada produciendo un ruido estridente. Cuando los coches se
detienen, salen sus ocupantes. Jeremy encorva su basto cuerpo, pone un pie
sobre el suelo y aparece ante nuestros ojos con una extraña sonrisa. Alfredo
sale de la otra parte del coche y los demás miembros de sus respectivos coches,
incluida Anna. Miro de soslayo a Ryan, quien ya está pendiente de como ella
cantonea sus caderas al acercarse, y aprieta la mandíbula al percatar que Anna
esboza una sonrisa, iluminando sus ojos caramelo, al ver a Carlos esperándola
impaciente. Le dice con los labios ‘’Hola, tonto’’, antes de que sus mejillas
se tiñan de un rosado muy característico en ella. Ryan la observa furioso.
‘’Ay amigo, y
luego dices que ella no es nada para ti…’’, pienso riéndome entre dientes.
-Bienvenido,
Jeremy- le saluda Martin. ‘’Pelota asqueroso’’
-¿Cómo han ido las
cosas en mi ausencia?- cuestiona amistoso.
Parece relajado,
alegre, por lo tanto intuyo que los negocios en la costa este han ido según lo
previsto. Punto positivo, así quizá su ira se ha ido a pasear un rato.
-Bien, aunque hay
mucha novedad de la que debemos informarte-comenta Welch, asomando una
sonrisilla entre dientes que tiene muy mala pinta. Quiere joderme y sé
perfectamente que se refiere a Nicole.
¡Cállate, cabrón!
-Te aseguro que
ninguno del que ya no esté informado- contesta Jeremy, impasible. Me mira
durante unos segundos antes de ordenar- Entremos a dentro, señores. Hay mucho
que explicar sobre la costa este.
De inmediato todos
los hombres, con mi padre el primero, van yendo hacia el interior de la casa.
Sólo restamos Chaz, Ryan, Carlos, Anna y yo.
Me dirijo hacia
Anna y le tiendo un abrazo largo. Ella es una de mis pocas amigas, en las que
puedo confiar, y mentiría si niego haberla echado de menos.
-¿Qué hay,
Anna?-le saludo, con una sonrisa amplia en mis labios.
-Nada nuevo,
Justin- dice ella, risueña. Me da un beso en la mejilla izquierda-. ¿Y vosotros
la habéis liado mucho por aquí?- se aparta.
Chaz suelta una
risotada sonora y comenta- Pregúntale a Justin.
-Ui, ui, ui. Me
dais miedo- y se echa a reír.
-Ya sabes lo locos
que estamos- dice Ryan, intentando captar su atención.
-Sí, a veces
demasiado- contesta, dándole dos besos a él.
Ryan y Anna se
conocen desde siempre, prácticamente hemos crecido todos juntos, pero desde ya
hace tiempo y por motivos de la vida, actúan siempre extraño. Se puede sentir
esa tensión en el ambiente, pero ambos conviven con ella día tras día. Yo estoy
prácticamente seguro que si los dos admitiesen lo que sienten el uno por el
otro, serían más que felices y con un poco de suerte Ryan dejaría la bebida.
No es que Carlos
me caiga mal, ni nada de eso, porque ellos dos hacen una bonita pareja. Pero
Ryan es mi amigo desde la infancia y sé que aunque él no lo reconozca, Anna
significa mucho para él y es imprescindible en su vida, al igual que sé que
tiene una pequeña espina clavada en lo más hondo de sus sentimientos por no
haber podido arreglar lo que un día les separó, aunque él nunca lo haya
reconocido y alague que eso es pasado trayéndole sin cuidado.
-¿Y tú qué, grano
en el culo?-se acerca a Chaz, que se comportan como si fueran hermanos.
-Jodiendo como
siempre-le contesta mientras le planta un amplio abrazo y dos besos.
Le dice algo al
oído y ella se echa a reír.
Luego, Anna se dirige
tímida hacia Carlos, quien espera mirándole embobado.
-¿Me has echado de
menos?-le pregunta ella, coqueta y disimulando lo que ya es rojo en sus
mofletes.
-¿Cómo no iba a
hacerlo?- le contesta él, tan dulce como siempre había visto que fuera con ella.
Juntaron sus labios y se dieron un largo beso, mientras ella acariciaba la nuca
de él y él bajaba sus manos por su espalda.
Ryan les miró y,
dolido, decidió seguir a los demás y a Jeremy. Ryan era terco como él solo
sabía serlo y al girarse puso una cara de indiferencia, de asco.
Me jode un poco,
porque yo sé que Ryan la quiere pero no se la merece. Es que, ¿mírales? Anna y
Carlos se ven tan bien juntos, que entrometerlos sería como hacer estallar un
volcán.
Aunque quiera lo
mejor para mi amigo, Anna también es mi amiga, y sé que ella no se merece a un
asqueroso ambicioso y borracho como es Ryan. Él, a no ser que cambie
radicalmente, no va saber darle lo que necesita. Ella necesita una relación
estable, una persona que esté ahí siempre, tranquilidad, y Ryan es
completamente lo opuesto; es tozudo, impulsivo, violento, borracho y la
relación más larga que ha tenido fue con ella misma y no es que terminaran muy
bien, que digamos. Ella pareció aprender la lección, y desde entonces las cosas
están como están.
***
Jeremy está en el
centro de la habitación con todos los integrantes de la banda rodeándole.
Alfredo le pregunta algo, a lo que él le responde contento.
-Jeremy- saludo.
Siempre entre nosotros hay una tensión en el aire, que parece que se puede dibujar
sobre ella, incluso rajar con un cuchillo.
-Justin- me responde.
Solo con verme su expresión ya se ha vuelto dura, impasible, incluso cabreado.
¿No han ido bien los negocios? En estos momentos dudo ante mi premonición.
-¿Qué tal han ido los
negocios?- pregunto, cortando el aire espeso. Los demás se mantienen callados,
expectantes de nuestra conversación. Todos son conscientes de que mi relación
con mi padre nunca ha sido paternal, ni siquiera nos llevamos; él es el que
intenta atarme a una vida que yo no quiero que sea mía, ni verme envuelto, y yo
soy ese chico canadiense que quiere escapar y no sabe cómo, ni porque. Total,
¿qué tengo en Canadá? Nada, sólo mi madre.
Sonríe malicioso con una
encuadernación infernal, que para su persona, es lo más parecido a una sonrisa
lánguida que sus labios serán jamás capaces de crear. Me infunde pavor. ¿Cuáles
son sus retorcidos planes?
-He conseguido el pacto
que necesitábamos en la costa este con Barry y tenemos asegurado el traspaso de
cocaína por el golfo de Méjico.
-¿Barry te ha dado lo que
necesitábamos?-pregunta Wells.
-Sí, claro que sí. No fue
gran problema arrancárselo de las manos- sonríe entre diente y cuando acaba de
decir esto mismo, estoy seguro que Barry ha muerto.
-Bien. Ahora que ya sabéis
que han ido bien las cosas, necesito hablar con mi hijo. Justin- dice- vayamos
a mi despacho. Tenemos muchas cosas de las que hablar.
Camino hacia delante, y
justo al pasar por mi lado, hace chocar su hombro con el mío en modo de
amenaza.
«¿Nos está desafiando, Yo?» En efecto.
Rudo me giro y le sigo.
Encuentro la mirada de Alfredo, esperanzadora; Chaz, amigable como siempre y
por acabar Frankie que sonríe ladino. ¿Qué coño le pasa a ese tío conmigo? Le
odio. No me fío de él ni un pelo.
El despacho de Jeremy
está al fondo de la primera planta, escondido y en la penumbra, como su
persona. Es una sala espaciosa con el suelo recubierto de parquet, armarios de
caoba oscuro. Las paredes están forradas de madera en color blanco haciendo
volutas en las esquinas y cuadrados de diferentes medidas pintados en color
crema, en cada placa de madera. Hay algún cuadro esparcido allí y allá. Sobre
todo son obras abstractas con colores oscuros. Siempre he estado seguro que sólo
los tiene para dar una vista señorial al despacho, que sin ellos se vería
aburrido, soso y desaliñado. Estoy seguro porque Jeremy nunca ha sido un hombre
de belleza y arte, sino un ser oscuro y mediático. En una de las esquinas, hay
un juego de armarios de madera oscura barnizada; estanterías con archivos y
documentos prohibidos, confidencias, traiciones y amasijos de papeles llenos de
delitos desmesurados, todo esto suavizado por colecciones de literatura e
enciclopedias para decorar ya que sólo tragan y tragan polvo a borbotones. En
medio de la sala se encuentra el escritorio en sí, con su mesa alargada y ancha
llena de papeles y un portátil, obviamente también la silla baja adornada de
cuero negro. En el lado opuesto, una chimenea y, justo delante, dos sofás
largos del estilo de la silla y en medio una pequeña mesita con velas de
incienso negras de decoración. Les besa los pies una alfombra de terciopelo
blanco.
Jeremy abre con la llave
su bastión, el cual siempre permanece clausurado en su ausencia. Entra,
enciende las luces y va directo a su escritorio. Deja su chaqueta en el
respaldo de su sillón. Se acerca al mueble-bar, saca dos vasos, Whisky y lo
sirve con hielo.
-Ven, vamos a brindar- me
incita. Yo obedezco y me pongo a su lado.
Con la tenue luz
que fluye en el ambiente parece aún más sacado de algún cuento tenebroso.
Me tiende el vaso
redondo. Lo cojo y espero.
-Gracias- agradezco, no
queriendo faltarle al respeto.
-No hay porqué darlas-
parece de buen humor.
-¿Puedo preguntar porque
razón brindamos?-cuestiono desafiándole, sin quererlo, con la mirada. No aparta
sus ojos serpentinos en ningún momento.
-Por los buenos negocios cerrados
en la costa este y en el golfo, y por tu impecable debut en la intersección del
viernes y, por supuesto, de ayer- contesta, bebiendo un poco de alcohol de su
vaso mientras que levanta la mirada y me observa, impasible.
-Creí que insinuaste que
había sido un completo desastre- recuerdo la llamada telefónica.
-Pensé que lo había sido,
hasta que me dijiste que no volviste con las manos vacías- aclara-. No
solamente cerraste el pacto y conseguiste el maletín, sino que encima
regresaste con un regalito entre las manos, ¿no es así?- sus ojos se encienden
con furia, para después despreciar a Nicole de una forma injusta- Esa zorra de
la hija del detective- aprieto la mandíbula y el vaso que sostengo entre mis
dedos. Adivino que quizá puedo romperlo y suavizo el tacto-. Bien hecho.
Felicidades, hijo- felicita mi hazaña cometida y un sentimiento de culpabilidad
recorre cada fibra de mi ser-Brindemos pues-alza su vaso a la espera de mi euforia.
Una euforia que nunca llega. Se ha de conformar con el tintineo del cristal al
chocar y un asentimiento forzado.
«Bien, lo hemos conseguido, Yo. La aprobación
de tu padre, al fin…», chilla con ansias mi
demonio encadenado haciendo que mi corazón lata fuerte.
¡No! No me siento bien.
¿Por qué? ¡Maldita sea! ¿Por qué no me puedo alegrar?
Pienso que ya hemos acabado,
que me va a dejar marchar, que no tengo que aguantar nada más. Pero entonces
ocurre, como algo nacido de dentro esperando ser descubierto, como una
revelación, añade- Quiero que me traigas a esa zorra ahora mismo. ¡Ya!- me
ordena.
Salgo corriendo de esa
maldita habitación; con el pulso en la garganta, los puños apretados con
fuerza, los dientes mordiéndome la lengua para no gritar. Deseaba decirle que
no se atreva a tocar a Nicole, pero me callo. Cierro la boca con fuerza por la
razón de que mi naturaleza se asemeja a la suya, porque yo también soy el malo,
¿cierto? «Eres peor que él, Yo. Ambos lo somos…» Y me derrumbo, me desplomo sobre mis rodillas, toco el suelo y
con la rabia contenida de toda una vida de silencios obligados y un montón de
mierda a tu alrededor sin una basura donde deshacerte de ella, evoco un
puñetazo contra el suelo haciendo que vibre un ápice. «Esto mismo debes
hacerle a esa puta»
Me enderezo y voy en
busca de la próxima víctima ilusa de Jeremy, mi asqueroso padre.
-¿Estás despierta?- pregunto
mientras que mis nudillos acarician con brutalidad la madera de la puerta donde
se encuentra Nicole.
-Sí, estoy despierta- me
responde, apagada.
Abro después de su
admisión y entro. La encuentro tumbada en la cama, y se incorpora de inmediato
sentándose en el filo del mullido colchón.
-¿Te encuentras bien?- me
intereso, dulce. En estos momentos no quiero ser duro. Jeremy ya lo será con
ella llegado el momento.
-Sí me encuentro bien-
asiente triste. ¿Qué le ocurre? ¿Porque está así, triste, apagada, sin vida?
-Jeremy quiere verte ahora,
así que debes acompañarme.
-De acuerdo- responde
cabizbaja.
Le acompaño hasta el
despacho de Jeremy, donde él espera, de mientras la observo en la penumbra que
me permite el pasillo y pienso en cómo voy a resolver el problema que me
consterna: debo, quiero protegerla.
«No, Yo. No debes, ella debe saber lo
que es el dolor»
Al entrar, Jeremy la
escanea de arriba a abajo. Siento nauseas al darme cuenta de que le gusta lo
que ve y miedo al barajar la posibilidad de que la condene a ser su puta
personal.
¡No voy a permitírselo!
Jeremy no la tocará, por mis huevos.
-Así que tú eres la hija
del maricón del detective Williams- esboza una sonrisa retorcida. Me percato de
que Nicole tiene que apretar el puño y la mandíbula para no contestarle con
unas groseras palabras, que de seguro se las merece. Esta chica que me había
parecido tan indefensa entre las llamas del caserón abandonado, es sin duda,
muy valiente.
-Sí, señor. Soy Nicole
Williams, policía en prácticas de la brigada especial de Miami- enumera sus
logros con pulidez, elevando su rostro y dejando ver sus preciosos ojos que echan,
en estos momentos, humo. Pueden derretir acero si se lo propone.
-Uhm... ¿Así que policía
en prácticas?-repite mi padre, casi riéndose.
En un soslayo de tiempo,
mi padre la agarra por el mentón, desafiándole.
-Te aseguró que toda esa
mierda no te vale aquí, perra- suelta. Mi cuerpo se tensa y tengo ganas de
partirle la cara aquí mismo.
-A mí me vale- replica. ‘’No,
por favor, mantente calladita...’’, suplico con miedo de que el bruto de
Jeremy la mate aquí mismo.
No la mata, pero le
suelta la mayor ostia que, de seguro, ha recibido su hermosa piel en la cara.
Eleva la palma de su mano, extendida, y la deja precipitarse contra el vacío
haciendo que colisione con su mejilla, la cual enrojece al momento dejando
mostrar la gran mano del agresor.
Una punzada honda en mi
corazón hace que sangre yo por dentro. Me echo para delante, dispuesto a pegar
a quien sea por tal de no volver a ver lo que ha sucedido, de que ella no
prenda daño alguno.
-Déjala- amenazo.
«Déjale, Yo. Ella se lo merece»
-¿Cómo que déjala?-
formula mi padre lleno de ira.
-No la vuelvas a tocar-
un estallido de mi voz le abofetea psíquicamente su cara.
-¿Así que quieres protegerla,
eh, Justin?- pregunta, picándome- Ya sabes lo que significa esto.
Bajo la cabeza, ya ni
seguro de lo que hago. ¿De verdad me la quiero jugar por ella? Recuerdo la
apuesta, recuerdo el bofetón, recuerdo la punzada, recuerdo la escena del
almacén. La miro, sorbiéndose la nariz para no llorar y esa señal en su bonita
piel.
-Quiero que no le toques-
contestan mis labios anticipándose a mis pensamientos.
Mi padre me abofetea a mi
sonoramente, tan fuerte, que me tumba al suelo. Oigo un grito ahogado
escurridizo de la garganta de Nicole. Me precipita una patada contra mi
estómago y yo me retuerzo en el piso, sólo.
-Levántate Justin, sé un
hombre- me incita. Me levanto de golpe y le miro rabioso.- No vuelvas a
amenazarme, Justin. Eres mío. Todo lo que está en esta casa es de mi propiedad
y yo decido si está o no está. No me toques mucho los huevos o te mataré- me
recuerda cogiéndome el pelo y estrujándome contra la pared de un golpe seco-
Recuérdalo siempre. Tú no eres nadie.
Ese hombre me matará y si
yo muero esta noche, no podré protegerla, debo hacerlo así que me trago el
orgullo que enmudece mi voz y acepto- Sí, señor.
«Bien hecho, Yo. Debemos estar vivos
para divertirnos un poco» Sí. Sí…
Mi padre sonríe,
victorioso. Sólo ha pretendido herir mi orgullo- Justin, voy a hacer algo que
no he hecho nunca- se ‘’apiada’’-. Voy a perdonarte la vida porque eres mi hijo
y porque, en cierto modo, serás mi sucesor- explica-. Estuve pensando que el
peor castigo es que tengas que lidiar con esta zorra. Deberás ir con ella a
todos lados y no debes dejar que escape jamás porque si no toda la
responsabilidad caerá sobre ti, podrá ser todo lo que tú quieras que sea
mientras que no escape y no vea a nadie de su familia o entorno. Ya
sabes,-sonríe, verosímil- puedes utilizarla como puta. No quiero hacerme cargo,
ni que vaya a mi cuenta nada relacionado con este deshecho humano y con la familia
Williams- le escupe en la cara y chilla- ¡Largaos ya!
Agarro a Nicole de la
mano y salgo escopeteado de esta habitación dirigiéndome con paso firme hacia
la mía. Siento la necesidad de alejarla de este monstruo que desgarradoramente
es mi padre, de esta oscuridad que quiere eclipsar la luz que desprende. Me
meto con ella. Su respiración es agitada y está asustada. La vuelvo a intentar
agarrar el brazo pero ella se aleja de un movimiento brusco y me mira atemorizada.
-No voy a hacerte daño-me
cuesta respirar y hablar es para mí un suplicio.
-¿Cómo sé que eso es
verdad? ¿No puedo ser ahora lo que tú quieras que sea, una puta?- me pregunta
con un fondo oscuro de horror en su mirada.
-Yo no quiero eso- niego-.
Eso es lo que cree Jeremy que quiero. No soy como él-aclaro.
«Cierto. Eres como yo, peor que él»
-A veces te pareces tanto
a él…-murmura, casi inteligible. Está trastornada.
-No soy como él- repito
intentando convencerme a mí mismo. «Sí,
lo eres. Peor» Me acerco a ella, le
acaricio la mejilla dolorida del bofetón. ''Yo jamás te haría daño...'',
pienso pero no logro que salga de mi sofocada garganta.- ¿Te escuece?- ella
asiente, muda- ¿Quieres que te eche un poco de pomada?- vuelvo a asentir, otra
vez sin mediar palabra.
Voy hacia el baño,
rebusco entre los cajones la pomada para el escozor y vuelvo a su lado. Le
esparzo con sumo cuidado, mimo y delicadeza la pomada en la mejilla, temiendo
que mis manos ásperas le irriten más su suave piel, y me fundo con su recelosa
mirada. Impregnándome de ella e intentando adivinar que siente en este justo
instante.
****************************************************
prrrrrrrrrrrrrrrrrrr. BON JORNO. JERJER. ESTE HA SIDO QUICK, EH? Lo sé *aplausos, flashes, silbidos* Lo sé, me amáis. Bueh, aquí está el 15 y espero que os guste jerjer A mi me ha molado mooooooooolto escribirlo*-* Ya sabéis, ASDFGHJKLÑ.
Porfis, comentad las que leéis tráh, tráh.
OBFUAAAAAAAAAAAAAAAA<3