viernes, 29 de marzo de 2013

Capítulo 15: ''Tú no eres nadie''





Y ESE ORGASMO BUENOOOOOOOOO, JUSTIN? JERJER ME VISTE, EH?




Narra Justin.
Todos esperamos delante de la casa en línea a que el gran jefe llegue de una vez por todas. Jeremy se está retrasando un poco, pero nadie comenta nada. Intuyo que en menos de diez minutos aparecerá por la puerta de la parcela dispuesto a poner orden por aquí.
No le quiero aquí. Se está tan bien cuando él no está, sin nadie que te controle, sin nadie que te diga lo que debes hacer. Y encima está ella.
¿Qué habrá pensado Jeremy para Nicole? ¿La matará? ¿Tendrá algún plan?
Espero que no le haga daño. Me estoy acostumbrando a su presencia, nuestro plan está fluyendo a la perfección y no querría que todo lo que he pasado con ella estos días se vaya a la mierda. Parece confiar en mí, y espero que eso siga siendo así.
-Ya llegan. Ya están aquí- oigo decir una voz detrás de mí.
Han tardado menos de lo que esperaba…
Para mí agrado, Nicole está encerrada en su habitación fuera de peligro, fuera de su distracción, fuera de toda esta mierda.
Espero con nerviosismo viendo como el Mercedes negro metalizado, con los cristales tintados, se acerca a nuestra posición.
« Relájate, sólo es tu padre », me recuerda mi puñetero demonio. ‘’¡Cállate! Él no es nada de eso’’, le grito violento esperando no haber vocalizado ni una palabra.
Las ruedas derrapan contra la calzada produciendo un ruido estridente. Cuando los coches se detienen, salen sus ocupantes. Jeremy encorva su basto cuerpo, pone un pie sobre el suelo y aparece ante nuestros ojos con una extraña sonrisa. Alfredo sale de la otra parte del coche y los demás miembros de sus respectivos coches, incluida Anna. Miro de soslayo a Ryan, quien ya está pendiente de como ella cantonea sus caderas al acercarse, y aprieta la mandíbula al percatar que Anna esboza una sonrisa, iluminando sus ojos caramelo, al ver a Carlos esperándola impaciente. Le dice con los labios ‘’Hola, tonto’’, antes de que sus mejillas se tiñan de un rosado muy característico en ella. Ryan la observa furioso.
‘’Ay amigo, y luego dices que ella no es nada para ti…’’, pienso riéndome entre dientes.
-Bienvenido, Jeremy- le saluda Martin. ‘’Pelota asqueroso’’
-¿Cómo han ido las cosas en mi ausencia?- cuestiona amistoso.
Parece relajado, alegre, por lo tanto intuyo que los negocios en la costa este han ido según lo previsto. Punto positivo, así quizá su ira se ha ido a pasear un rato.
-Bien, aunque hay mucha novedad de la que debemos informarte-comenta Welch, asomando una sonrisilla entre dientes que tiene muy mala pinta. Quiere joderme y sé perfectamente que se refiere a Nicole.
¡Cállate, cabrón!
-Te aseguro que ninguno del que ya no esté informado- contesta Jeremy, impasible. Me mira durante unos segundos antes de ordenar- Entremos a dentro, señores. Hay mucho que explicar sobre la costa este.
De inmediato todos los hombres, con mi padre el primero, van yendo hacia el interior de la casa. Sólo restamos Chaz, Ryan, Carlos, Anna y yo.
Me dirijo hacia Anna y le tiendo un abrazo largo. Ella es una de mis pocas amigas, en las que puedo confiar, y mentiría si niego haberla echado de menos.
-¿Qué hay, Anna?-le saludo, con una sonrisa amplia en mis labios.
-Nada nuevo, Justin- dice ella, risueña. Me da un beso en la mejilla izquierda-. ¿Y vosotros la habéis liado mucho por aquí?- se aparta.
Chaz suelta una risotada sonora y comenta- Pregúntale a Justin.
-Ui, ui, ui. Me dais miedo- y se echa a reír.
-Ya sabes lo locos que estamos- dice Ryan, intentando captar su atención.
-Sí, a veces demasiado- contesta, dándole dos besos a él.
Ryan y Anna se conocen desde siempre, prácticamente hemos crecido todos juntos, pero desde ya hace tiempo y por motivos de la vida, actúan siempre extraño. Se puede sentir esa tensión en el ambiente, pero ambos conviven con ella día tras día. Yo estoy prácticamente seguro que si los dos admitiesen lo que sienten el uno por el otro, serían más que felices y con un poco de suerte Ryan dejaría la bebida.
No es que Carlos me caiga mal, ni nada de eso, porque ellos dos hacen una bonita pareja. Pero Ryan es mi amigo desde la infancia y sé que aunque él no lo reconozca, Anna significa mucho para él y es imprescindible en su vida, al igual que sé que tiene una pequeña espina clavada en lo más hondo de sus sentimientos por no haber podido arreglar lo que un día les separó, aunque él nunca lo haya reconocido y alague que eso es pasado trayéndole sin cuidado.
-¿Y tú qué, grano en el culo?-se acerca a Chaz, que se comportan como si fueran hermanos.
-Jodiendo como siempre-le contesta mientras le planta un amplio abrazo y dos besos.
Le dice algo al oído y ella se echa a reír.
Luego, Anna se dirige tímida hacia Carlos, quien espera mirándole embobado.
-¿Me has echado de menos?-le pregunta ella, coqueta y disimulando lo que ya es rojo en sus mofletes.
-¿Cómo no iba a hacerlo?- le contesta él, tan dulce como siempre había visto que fuera con ella. Juntaron sus labios y se dieron un largo beso, mientras ella acariciaba la nuca de él y él bajaba sus manos por su espalda.
Ryan les miró y, dolido, decidió seguir a los demás y a Jeremy. Ryan era terco como él solo sabía serlo y al girarse puso una cara de indiferencia, de asco.
Me jode un poco, porque yo sé que Ryan la quiere pero no se la merece. Es que, ¿mírales? Anna y Carlos se ven tan bien juntos, que entrometerlos sería como hacer estallar un volcán.
Aunque quiera lo mejor para mi amigo, Anna también es mi amiga, y sé que ella no se merece a un asqueroso ambicioso y borracho como es Ryan. Él, a no ser que cambie radicalmente, no va saber darle lo que necesita. Ella necesita una relación estable, una persona que esté ahí siempre, tranquilidad, y Ryan es completamente lo opuesto; es tozudo, impulsivo, violento, borracho y la relación más larga que ha tenido fue con ella misma y no es que terminaran muy bien, que digamos. Ella pareció aprender la lección, y desde entonces las cosas están como están.

***

Jeremy está en el centro de la habitación con todos los integrantes de la banda rodeándole. Alfredo le pregunta algo, a lo que él le responde contento.
-Jeremy- saludo. Siempre entre nosotros hay una tensión en el aire, que parece que se puede dibujar sobre ella, incluso rajar con un cuchillo.
-Justin- me responde. Solo con verme su expresión ya se ha vuelto dura, impasible, incluso cabreado. ¿No han ido bien los negocios? En estos momentos dudo ante mi premonición.
-¿Qué tal han ido los negocios?- pregunto, cortando el aire espeso. Los demás se mantienen callados, expectantes de nuestra conversación. Todos son conscientes de que mi relación con mi padre nunca ha sido paternal, ni siquiera nos llevamos; él es el que intenta atarme a una vida que yo no quiero que sea mía, ni verme envuelto, y yo soy ese chico canadiense que quiere escapar y no sabe cómo, ni porque. Total, ¿qué tengo en Canadá? Nada, sólo mi madre.
Sonríe malicioso con una encuadernación infernal, que para su persona, es lo más parecido a una sonrisa lánguida que sus labios serán jamás capaces de crear. Me infunde pavor. ¿Cuáles son sus retorcidos planes?
-He conseguido el pacto que necesitábamos en la costa este con Barry y tenemos asegurado el traspaso de cocaína por el golfo de Méjico.
-¿Barry te ha dado lo que necesitábamos?-pregunta Wells.
-Sí, claro que sí. No fue gran problema arrancárselo de las manos- sonríe entre diente y cuando acaba de decir esto mismo, estoy seguro que Barry ha muerto.
-Bien. Ahora que ya sabéis que han ido bien las cosas, necesito hablar con mi hijo. Justin- dice- vayamos a mi despacho. Tenemos muchas cosas de las que hablar.
Camino hacia delante, y justo al pasar por mi lado, hace chocar su hombro con el mío en modo de amenaza.
«¿Nos está desafiando, Yo?» En efecto.
Rudo me giro y le sigo. Encuentro la mirada de Alfredo, esperanzadora; Chaz, amigable como siempre y por acabar Frankie que sonríe ladino. ¿Qué coño le pasa a ese tío conmigo? Le odio. No me fío de él ni un pelo.

El despacho de Jeremy está al fondo de la primera planta, escondido y en la penumbra, como su persona. Es una sala espaciosa con el suelo recubierto de parquet, armarios de caoba oscuro. Las paredes están forradas de madera en color blanco haciendo volutas en las esquinas y cuadrados de diferentes medidas pintados en color crema, en cada placa de madera. Hay algún cuadro esparcido allí y allá. Sobre todo son obras abstractas con colores oscuros. Siempre he estado seguro que sólo los tiene para dar una vista señorial al despacho, que sin ellos se vería aburrido, soso y desaliñado. Estoy seguro porque Jeremy nunca ha sido un hombre de belleza y arte, sino un ser oscuro y mediático. En una de las esquinas, hay un juego de armarios de madera oscura barnizada; estanterías con archivos y documentos prohibidos, confidencias, traiciones y amasijos de papeles llenos de delitos desmesurados, todo esto suavizado por colecciones de literatura e enciclopedias para decorar ya que sólo tragan y tragan polvo a borbotones. En medio de la sala se encuentra el escritorio en sí, con su mesa alargada y ancha llena de papeles y un portátil, obviamente también la silla baja adornada de cuero negro. En el lado opuesto, una chimenea y, justo delante, dos sofás largos del estilo de la silla y en medio una pequeña mesita con velas de incienso negras de decoración. Les besa los pies una alfombra de terciopelo blanco.
Jeremy abre con la llave su bastión, el cual siempre permanece clausurado en su ausencia. Entra, enciende las luces y va directo a su escritorio. Deja su chaqueta en el respaldo de su sillón. Se acerca al mueble-bar, saca dos vasos, Whisky y lo sirve con hielo.
-Ven, vamos a brindar- me incita. Yo obedezco y me pongo a su lado.
Con la tenue luz que fluye en el ambiente parece aún más sacado de algún cuento tenebroso.
Me tiende el vaso redondo. Lo cojo y espero.
-Gracias- agradezco, no queriendo faltarle al respeto.
-No hay porqué darlas- parece de buen humor.
-¿Puedo preguntar porque razón brindamos?-cuestiono desafiándole, sin quererlo, con la mirada. No aparta sus ojos serpentinos en ningún momento.
-Por los buenos negocios cerrados en la costa este y en el golfo, y por tu impecable debut en la intersección del viernes y, por supuesto, de ayer- contesta, bebiendo un poco de alcohol de su vaso mientras que levanta la mirada y me observa, impasible.
-Creí que insinuaste que había sido un completo desastre- recuerdo la llamada telefónica.
-Pensé que lo había sido, hasta que me dijiste que no volviste con las manos vacías- aclara-. No solamente cerraste el pacto y conseguiste el maletín, sino que encima regresaste con un regalito entre las manos, ¿no es así?- sus ojos se encienden con furia, para después despreciar a Nicole de una forma injusta- Esa zorra de la hija del detective- aprieto la mandíbula y el vaso que sostengo entre mis dedos. Adivino que quizá puedo romperlo y suavizo el tacto-. Bien hecho. Felicidades, hijo- felicita mi hazaña cometida y un sentimiento de culpabilidad recorre cada fibra de mi ser-Brindemos pues-alza su vaso a la espera de mi euforia. Una euforia que nunca llega. Se ha de conformar con el tintineo del cristal al chocar y un asentimiento forzado.
«Bien, lo hemos conseguido, Yo. La aprobación de tu padre, al fin…», chilla con ansias mi demonio encadenado haciendo que mi corazón lata fuerte.
¡No! No me siento bien. ¿Por qué? ¡Maldita sea! ¿Por qué no me puedo alegrar?
Pienso que ya hemos acabado, que me va a dejar marchar, que no tengo que aguantar nada más. Pero entonces ocurre, como algo nacido de dentro esperando ser descubierto, como una revelación, añade- Quiero que me traigas a esa zorra ahora mismo. ¡Ya!- me ordena.
Salgo corriendo de esa maldita habitación; con el pulso en la garganta, los puños apretados con fuerza, los dientes mordiéndome la lengua para no gritar. Deseaba decirle que no se atreva a tocar a Nicole, pero me callo. Cierro la boca con fuerza por la razón de que mi naturaleza se asemeja a la suya, porque yo también soy el malo, ¿cierto? «Eres peor que él, Yo. Ambos lo somos…» Y me derrumbo, me desplomo sobre mis rodillas, toco el suelo y con la rabia contenida de toda una vida de silencios obligados y un montón de mierda a tu alrededor sin una basura donde deshacerte de ella, evoco un puñetazo contra el suelo haciendo que vibre un ápice. «Esto mismo debes hacerle a esa puta»
Me enderezo y voy en busca de la próxima víctima ilusa de Jeremy, mi asqueroso padre.
-¿Estás despierta?- pregunto mientras que mis nudillos acarician con brutalidad la madera de la puerta donde se encuentra Nicole.
-Sí, estoy despierta- me responde, apagada.
Abro después de su admisión y entro. La encuentro tumbada en la cama, y se incorpora de inmediato sentándose en el filo del mullido colchón.
-¿Te encuentras bien?- me intereso, dulce. En estos momentos no quiero ser duro. Jeremy ya lo será con ella llegado el momento.
-Sí me encuentro bien- asiente triste. ¿Qué le ocurre? ¿Porque está así, triste, apagada, sin vida?
-Jeremy quiere verte ahora, así que debes acompañarme.
-De acuerdo- responde cabizbaja.
Le acompaño hasta el despacho de Jeremy, donde él espera, de mientras la observo en la penumbra que me permite el pasillo y pienso en cómo voy a resolver el problema que me consterna: debo, quiero protegerla.
«No, Yo. No debes, ella debe saber lo que es el dolor»
Al entrar, Jeremy la escanea de arriba a abajo. Siento nauseas al darme cuenta de que le gusta lo que ve y miedo al barajar la posibilidad de que la condene a ser su puta personal.
¡No voy a permitírselo! Jeremy no la tocará, por mis huevos.
-Así que tú eres la hija del maricón del detective Williams- esboza una sonrisa retorcida. Me percato de que Nicole tiene que apretar el puño y la mandíbula para no contestarle con unas groseras palabras, que de seguro se las merece. Esta chica que me había parecido tan indefensa entre las llamas del caserón abandonado, es sin duda, muy valiente.
-Sí, señor. Soy Nicole Williams, policía en prácticas de la brigada especial de Miami- enumera sus logros con pulidez, elevando su rostro y dejando ver sus preciosos ojos que echan, en estos momentos, humo. Pueden derretir acero si se lo propone.
-Uhm... ¿Así que policía en prácticas?-repite mi padre, casi riéndose.
En un soslayo de tiempo, mi padre la agarra por el mentón, desafiándole.
-Te aseguró que toda esa mierda no te vale aquí, perra- suelta. Mi cuerpo se tensa y tengo ganas de partirle la cara aquí mismo.
-A mí me vale- replica. ‘’No, por favor, mantente calladita...’’, suplico con miedo de que el bruto de Jeremy la mate aquí mismo.
No la mata, pero le suelta la mayor ostia que, de seguro, ha recibido su hermosa piel en la cara. Eleva la palma de su mano, extendida, y la deja precipitarse contra el vacío haciendo que colisione con su mejilla, la cual enrojece al momento dejando mostrar la gran mano del agresor.
Una punzada honda en mi corazón hace que sangre yo por dentro. Me echo para delante, dispuesto a pegar a quien sea por tal de no volver a ver lo que ha sucedido, de que ella no prenda daño alguno.
-Déjala- amenazo.
«Déjale, Yo. Ella se lo merece»
-¿Cómo que déjala?- formula mi padre lleno de ira.
-No la vuelvas a tocar- un estallido de mi voz le abofetea psíquicamente su cara.
-¿Así que quieres protegerla, eh, Justin?- pregunta, picándome- Ya sabes lo que significa esto.
Bajo la cabeza, ya ni seguro de lo que hago. ¿De verdad me la quiero jugar por ella? Recuerdo la apuesta, recuerdo el bofetón, recuerdo la punzada, recuerdo la escena del almacén. La miro, sorbiéndose la nariz para no llorar y esa señal en su bonita piel.
-Quiero que no le toques- contestan mis labios anticipándose a mis pensamientos.
Mi padre me abofetea a mi sonoramente, tan fuerte, que me tumba al suelo. Oigo un grito ahogado escurridizo de la garganta de Nicole. Me precipita una patada contra mi estómago y yo me retuerzo en el piso, sólo.
-Levántate Justin, sé un hombre- me incita. Me levanto de golpe y le miro rabioso.- No vuelvas a amenazarme, Justin. Eres mío. Todo lo que está en esta casa es de mi propiedad y yo decido si está o no está. No me toques mucho los huevos o te mataré- me recuerda cogiéndome el pelo y estrujándome contra la pared de un golpe seco- Recuérdalo siempre. Tú no eres nadie.
Ese hombre me matará y si yo muero esta noche, no podré protegerla, debo hacerlo así que me trago el orgullo que enmudece mi voz y acepto- Sí, señor.
«Bien hecho, Yo. Debemos estar vivos para divertirnos un poco» Sí. Sí…
Mi padre sonríe, victorioso. Sólo ha pretendido herir mi orgullo- Justin, voy a hacer algo que no he hecho nunca- se ‘’apiada’’-. Voy a perdonarte la vida porque eres mi hijo y porque, en cierto modo, serás mi sucesor- explica-. Estuve pensando que el peor castigo es que tengas que lidiar con esta zorra. Deberás ir con ella a todos lados y no debes dejar que escape jamás porque si no toda la responsabilidad caerá sobre ti, podrá ser todo lo que tú quieras que sea mientras que no escape y no vea a nadie de su familia o entorno. Ya sabes,-sonríe, verosímil- puedes utilizarla como puta. No quiero hacerme cargo, ni que vaya a mi cuenta nada relacionado con este deshecho humano y con la familia Williams- le escupe en la cara y chilla- ¡Largaos ya!
Agarro a Nicole de la mano y salgo escopeteado de esta habitación dirigiéndome con paso firme hacia la mía. Siento la necesidad de alejarla de este monstruo que desgarradoramente es mi padre, de esta oscuridad que quiere eclipsar la luz que desprende. Me meto con ella. Su respiración es agitada y está asustada. La vuelvo a intentar agarrar el brazo pero ella se aleja de un movimiento brusco y me mira atemorizada.
-No voy a hacerte daño-me cuesta respirar y hablar es para mí un suplicio.
-¿Cómo sé que eso es verdad? ¿No puedo ser ahora lo que tú quieras que sea, una puta?- me pregunta con un fondo oscuro de horror en su mirada.
-Yo no quiero eso- niego-. Eso es lo que cree Jeremy que quiero. No soy como él-aclaro.
«Cierto. Eres como yo, peor que él»
-A veces te pareces tanto a él…-murmura, casi inteligible. Está trastornada.
-No soy como él- repito intentando convencerme a mí mismo. «Sí, lo eres. Peor» Me acerco a ella, le acaricio la mejilla dolorida del bofetón. ''Yo jamás te haría daño...'', pienso pero no logro que salga de mi sofocada garganta.- ¿Te escuece?- ella asiente, muda- ¿Quieres que te eche un poco de pomada?- vuelvo a asentir, otra vez sin mediar palabra.
Voy hacia el baño, rebusco entre los cajones la pomada para el escozor y vuelvo a su lado. Le esparzo con sumo cuidado, mimo y delicadeza la pomada en la mejilla, temiendo que mis manos ásperas le irriten más su suave piel, y me fundo con su recelosa mirada. Impregnándome de ella e intentando adivinar que siente en este justo instante.

****************************************************
prrrrrrrrrrrrrrrrrrr. BON JORNO. JERJER. ESTE HA SIDO QUICK, EH? Lo sé *aplausos, flashes, silbidos* Lo sé, me amáis. Bueh, aquí está el 15 y espero que os guste jerjer A mi me ha molado mooooooooolto escribirlo*-* Ya sabéis, ASDFGHJKLÑ.


Porfis, comentad las que leéis tráh, tráh.

OBFUAAAAAAAAAAAAAAAA<3


miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo 14: ''Huracán.''






Recuerdo BT-BCN, las ganas que tenía de correr hasta el escenario y darle un abrazo, un beso, darle fuerzas para continuar, decirle que por muchas veces que se equivoque, que se caiga, voy a estar ahí para ayudarle a levantar, que voy a creer en él siempre, que le quiero, y sobre todo, para agradecerle por todo lo que ha hecho por nosotras/os indirectamente. I love you, Justin.




Narra Nicole.
Justin me ha encerrado otra vez en la habitación, y durante horas y horas estoy aburrida, esperando a que algo suceda y rememorando el momento que hemos vivido en el jardín, más exactamente el instante exacto cuando se acercó violentamente a mí y quedó a escasos centímetros de mi cuerpo.
He sentido... ¿cómo explicarlo? Una bomba. Una bomba explotando con todas mis teorías, un huracán arrasándolo todo a su paso sin preguntar si es conveniente que lo haga. Mariposas; millones y millones de esas pequeñas criaturas amenazando con acabar con mi estómago y mis nervios. Y, por encima de todo, miedo. Un miedo abrasador y lúgubre que me deja en una posición inferior respecto a él. ¿Lo peor? Que todo esto parece tener un efecto adictivo en mí ya que en estos momentos quiero correr hacia él y descubrir más de esa enigmática persona.
Entre pensamientos prohibidos, la puerta se abre; y allí está él, con su pelo alborotado y su mirada penetrante.
-¿Cómo te encuentras?- comienza.
-Bien- respondo seca.
-Sobre lo de antes, me refiero- no entiendo su pregunta.
-¿Qué? ¿A qué te refieres?
«Quizás, habéis sido ambos arrasados por el mismo huracán», enarca las cejas la intrusa. «¡No! Ella no debe distraerse con tonterías. Está aquí para escapar. ¡Cállate maldita intrusa!», le contesta mi subconsciente malhumorada. «Yo tengo mucho más peso que tú, zorra», se queda por encima.
-El apretón en la muñeca, ¿te duele o algo?- pregunta, alejándome de esa gilipollez de conversación en mi interior. Parece preocupado.
-No, sólo está rojo-explico.
Aun eso, él se acerca a mí y me pide con la mirada si puede mirar mi muñeca. Le tiendo el brazo observándole con detenimiento. Justin protege mi mano con la suya acariciando la palma de esta con el pulgar. Mira mi muñeca, aun enrojecida ya casi moratón, y suspira.
-Lo siento. A veces no controlo mi fuerza.
-No pasa nada. Sólo es un moratón.
Parece que las cosas se han relajado entre nosotros aunque todavía se puede sentir la tensión en el aire cerrado de la habitación.
-¿Quieres bajar a cenar?-se ofrece.
-¿A cenar?
-Sí, con nosotros.
-¿Con vosotros?
Asiente. ¿Por qué quiere que cene con ellos? Yo soy su rehén, no una amiga o un familiar.
«Uhm, las mesas son cómodas…», deja ir la desconocida. ¡¿Qué coño dice esta ahora?!
-¿Por qué?-formulo con cautela.
-¿No tienes hambre?- me ignora, cambiando levemente de tema.
-Sí- asiento, sin aun comprender esta nueva situación. Paseos y trato, lo entiendo. Cenar con ellos, ya no; pero bueno, siempre me puede ser útil.
-Pues entonces- se levanta ágil y me tiende la mano.
Vacilo unos segundos en el suelo, pero al final quiero permanecer en esta posición que parece ser buena para mí y me levanto con la ayuda de sus fuertes brazos. Quizá pueda sonsacar algo de información para mi investigación particular. Aparte, ¿qué gano enfureciendo a un tifón devastador?
Salimos de esta horrible habitación que ya me la conozco como la palma de mi mano y nos dirigimos al comedor. Todo el mundo me ve llegar y me miran estupefactos. Supongo que se preguntarán que hace la supuesta rehén sin esposar y bajando tan tranquilamente por las escaleras de camino a la cocina.
Yo sólo sigo a Justin. Y si Justin va a la cocina, yo también.
Al entrar en la cocina, pillamos a María y a Jazzy con las manos en la masa.
-Oh, os he pillado-comenta Justin- ¿Al final me habéis hecho caso, eh?- ríe.
Es muy tierno cuando habla con su hermana y eso me sorprende. Ciertamente, me sobrecogen sus cambios de temperamento. A veces duro e imparable, y otra veces, dulce y tierno.  Esas dos personalidades en una misma persona no encajan en absoluto.
No remedio en sonreír por debajo de la nariz al verles juguetear con las manos. Jazzy intenta chocar los puños con su hermano, el cual siempre que ella lo intenta, levanta las manos.
Yo los miro estupefacta y embobada hasta que siento unos ojos acosadores escrutándome en silencio. Muevo mi mirada por la cocina y veo a Ryan en una de las sillas, detrás de la mesa. En silencio. Sin omitir risa, palabra ni murmuro. Mirándome de arriba a abajo. Estudiándome, más bien. Agarra el vaso que tiene justo en frente suyo y le da un largo sorbo, impasible.
-¿Te gusta la tarta de chocolate, niña?-quiere saber María en un tono dulce y maternal.
-Sí, pero no sé si debe...
-Puedes comer lo que quieras- asegura Justin sin dejarme acabar la frase.
-Ehm, vale. Entonces sí- digo con ganas.
El pastel de chocolate que están haciendo Jazzy y María tiene una pinta realmente deliciosa y sólo con mirarlo un momento ya tengo ganas de comer un trozo aunque sea.
-¿Ayudo en algo?- pregunto. María me cae muy bien y Jazzy obviamente también; así que tampoco es plan de ser una irrespetuosa.
-No hace falta, niña- responde con una sonrisa María.
Justin está ayudando a la pequeña a meter el pastel en el horno.
Me siento en una de las sillas y al poco rato entra Chaz.
-Hola a todos-saludo éste. El chico de cabellos oscuros, flequillo caído hacia abajo, ancho de cuerpo y musculoso, alto pero no más que Justin y una sonrisa simpática desde el principio implantada en su cara, me mira de arriba a abajo- ¡Oh!-exclama-Tú otra vez por aquí- me tiende la mano para que la choque.
Yo no sé qué hacer. Ya sé que Chaz parece ser así, pero me resulta tan extraño tanta simpatía por parte de ellos. ¿Qué traman?
Me quedo perpleja, con la boca abierta de par en par.
-No eres muy espabilada, eh- bromea- Se hace así- instruye cogiendo mi brazo por la muñeca, haciendo cerrar mi mano en un puño firme y conduciendo ese mismo hacia su puño para impactar con él- Te recomiendo que cierres la boca o te entrarán moscas-recomienda y se sienta.
Yo me quedo ahí, siguiéndole con la mirada y con cara de tonta. Justin suelta una carcajada muy sonora y Jazzy le sigue entre risas. Oírles reír juntos me hace salir de mi perplejidad y volver al planeta Tierra. Chaz se une a las risas.
-¿Qué pasa, eh caco? ¿Te pensabas que no éramos majetes los mafiosos?-pregunta partiéndose el culo. El único que no ríe es Ryan, que sigue serio observando el panorama. María ya hace rato que se ríe entre dientes mientras que acaba de preparar la cena.
-No es eso, es sólo que...-no sé qué decir ni que hacer. Al fin y al cabo estoy en su territorio, y ahora pueden ser simpáticos y amables como tornarse violentos y asesinos de golpe.
-Es eso- enfatiza Chaz-, es sólo que no quieres reconocer que te has quedado pasmá por mi swag.
-Sí, será eso-le pico, risueña.
-Ah, ¿que no crees que tenga swag, eh?-se yergue bruto y por un momento puedo vislumbrar ese asesino sin piedad al fondo de los espejos del alma. Me cohíbo, y él lo nota-Tranquila, no voy a pegarte-bromea otra vez- Me caes bien. Tienes un punto positivo-ríe, amable.
-Gracias-agradezco y siento como me descargo de electricidad y tensión acumulada.

Me siento...a gusto. Y eso se me hace raro.
De pronto, entra un chico de ojos oscuros, mirada llena de misterio y rizos rubios. Me mira severo y me regala su mejor cara de asco, seguramente reservada para momentos como este.
-¿Qué coño hace ésta aquí, McCann?-vocifera.
-¿Cuantas veces lo tengo que decir? ¡Es mi rehén! Yo hago lo que quiera con ella.
-A tu padre no le va a gustar nada- añade.
-¡Me da igual! Además tú no eres nadie para decirme esto, ¡Largo de aquí!
-Pero…-quiere añadir, pero alguien que nunca esperaría que actuase, actúa.
-¡Que te calles, Jones! ¡Tú no eres quien manda aquí! Manda Justin y si él quiere cenar con Nicole, cenará con ella. Sea rehén, sea lo que sea- chilla Ryan, aparentemente furioso.
-Informaré en persona al jefe. Ya verás que no estará nada contento con esto, y así te quietará de en medio, maldito bastardo.
-Ya está, te has pasado Jones. ¡Maldito bastardo, tú!- le grita Ryan y se lanza hacia él. Lo agarra con fuerza del cuello y se lo lleva hacia fuera. Les vemos desaparecer y Justin tiene el rostro blanco.
Me quedo muda de golpe, tensa y con ganas de salir corriendo. No parecen ir muy bien las cosas por la banda, nada bien. ¿Qué ocurre?
Justin suspira asfixiado por el momento y lo veo realmente superado por la situación que acababa de presenciar por parte del tal Jones.
María procura quebrar la tensión que se ha vertido sobre nuestras cabezas.
-Ya está lista la cena, ¿vamos?-anima ella.
Todo el mundo ha enmudecido. Nadie dice palabra y ella se queda mirándonos, inquieta.
-Venga niños, ¡que la cena se enfría!-chilla con su marcado acento Mejicano.

Pese al hecho de que ellos y yo somos genéticamente incompatibles y que nuestras vidas jamás debieron cruzarse en el mismo camino paso una velada agradable. Me siento alegrada de que Justin haya relajado las cosas, que haya ignorado las acusaciones de su compañero y que parece querer poner tregua a nuestras confrontaciones. ¿Lo que más me inquieta?
Intuyo que esto es una estrategia para que yo me relaje; pero yo no voy a permitir que esto mismo suceda.

***

Si no recuerdo mal hoy es el día en el que llega la mercancía; por lo que pude entender cuando estuve en la tienda del asqueroso de Morales. Espero que Justin entre por la puerta y me deje ir con ellos al intercambio. Por favor, me encantaría participar en esto. Las cosas se han relajado bastante entre Justin, Ryan, Chaz y yo. Con Chaz nunca ha habido problema pero con Ryan y Justin siempre hay un leve roce sobre lo que somos. Ryan parece ser imposible para mí, completamente opaco y no creo que mejore la relación. Justin y yo parecemos congeniar más, aunque se muestra reacio a hablar sobre él, a abrirse. El lado bueno de estos pequeños avances es que, por lo menos, tengo tiempo de investigar.
-Quiero que vengas con nosotros- dice una voz aterciopelada, suave.
«Justin…»
-De acuerdo. ¿De qué va a ir?
-Nunca se sabe con González, pero en teoría es un intercambio sencillo-explica, para después añadir entre dientes-. Si no os entrometéis…
-¿Si no os entrometéis?
-Vosotros. Los del FBI. Como la última vez.
-Si mi hermano y mi padre están bien, claro que actuaran- aseguro.
-Pues espero que no, sino esta vez no tendré piedad.
Y se me congela la sangre al ver su mirada. Espero que no vayan. ‘’Josh, papá, no vayáis’’, pienso, asustada.
-Venga, vístete. Ten- y me tiende una camiseta negra, y unos pantalones negros- Debo llevarte de compras, si vas a quedarte mucho tiempo aquí.
«Ni lo sueñes», comenta mi subconsciente.
Me visto en el cuarto de baño y acto seguido nos deslizamos hacia el comedor, donde esperan todos.
-Ya estamos listos, McCann- anuncia Martin.
-Muy bien. ¿Armas, dinero, todo en orden?
-Sí, Justin, armas preparadas- contesta Ryan, con una sonrisa en la cara.
¿De verdad que le gusta esto? ¿Cómo puede alguien disfrutar, sabiendo que va a hacer daño a gente? No lo voy a lograr entender nunca.
-Pues vamos, a los coches- comenta Welch. Le miro con recelo, no quiero que venga, aunque yo no tengo voz en nada de esto. ‘’Welch, como te despistes, iré a por ti’’, pienso relamiéndome los labios. Él parece darse cuenta, se gira y me sonríe malicioso con un regustillo oscuro.
Justin no parece agradarle que haya comentado.
-Debe salir todo perfecto, ¿entendido? No quiero fallos, no quiero sorpresas. Welch, Rumsfeld y Jones, vosotros inspeccionareis los alrededores para asegurarnos de que no hay policías, de que no hay bombas y de que González no nos la va intentar jugar.
-Entendido- asienten los tres, al unísono.
-Vamos- da paso Justin, un Justin autoritario, dominante.

Le observo durante todo el camino, conduce Ryan y él es el copiloto. Yo estoy en la parte trasera con Chaz a mi lado. Están los tres callados, algo muy raro en ellos.
Nos dirigimos al puerto de Miami. Son las doce de la noche y hay una pequeña brisa que humedece el ambiente. Paramos el coche en una esquina, entre el muelle 5 y el 6.
-¿Por qué paramos aquí, Justin?-pregunto.
-Debemos esperar a que Welch, Jones y Rumsfeld revisen el perímetro. El encuentro es en el muelle 2.
‘’ ¿Por qué en el muelle 2 y no en otro?’’, pienso.
Esperamos cinco o diez minutos hasta que Justin recibe una llamada.
-¿Welch?... ¿Estáis seguros?...Vale, vale. Procedemos- y cuelga.
-¿Arranco ya, Justin?-abre la boca Ryan, quien ha permanecido callado todo el trayecto.
Justin asiente, omitiendo palabras.

***
Ahora ya entiendo porque en el muelle 2. El puerto de Miami se construyó en dos periodos, en el primero se construyeron los muelles del 1 al 7, más tarde éstos quedaron como secundarios y se construyeron los muelles del 7 al 20. Así pues, los primeros muelles construidos están prácticamente inutilizados y pocas mercancías llegan a sus aguas. De igual modo, hay menos vigilancia, si no es nula, y los guardacostas no vigilan tanto.

Espero agarrada de Justin por el hombro. «Su fuerte brazo…», comenta la que ya no es tan intrusa. ‘’Bah, cállate. Nadie te ha preguntado’’, contesto interiormente. La llamada ‘’intrusa’’ ya lleva varios días conmigo, desde que parece haber dos opiniones en mí, que compiten en la mía propia. A veces, son exasperantes ya que pocas veces se ponen de acuerdo.
-Tranquila, ¿vale? No va a pasar nada- me sonríe Justin, quien me ha agarrado la mano que sujeta su brazo y acaricia mis nudillos con delicadeza.
«No me sueltes, no lo hagas»
-Ya sé que no va a pasar nada- le respondo, asqueada por mi dichosa voz inapropiada.
Justin pone mala cara y me siento culpable. «Bruta, el pobre te lo decía a buenas», me reprocha ella. ‘’Calla, tú eres quien me pone nerviosa’’ «Lo sé, pero acostúmbrate» ‘’Pues que mala costumbre’’, me quejo.
-Buenas noches, McCann-participa una voz que me resulta familiar.
«González», me advierte mi subconsciente.
-González- asiente Justin a modo de saludo.
El cubano carraspea, y mira hacia atrás. Me mira, se ríe.
-¿Y ella quién es?
-Alguien- le desafía con la mirada-. A ti no te importa.
-Bueno, McCann. Está rebuena- comenta González. Siento náuseas. Me agarro más a Justin y él lo percibe ya que me aprieta más contra él.
-¿Hablaste con Morales?- omite comentario alguno sobre su atrevimiento.
-Sí, me habló de que querías hacerme una visita- vacila.
-Lo hubiera hecho con mucho gusto si hubiese sido necesario.
-Pues tranquilo, amigo. Todo está en orden. Los remolcadores llegarán en cosa de cinco minutos. ¿Y los verdes?
Justin asiente a Chaz, que permanece encerrado entre Phil y Martin, por protección al maletín. Se hace camino y se desliza en silencio hasta nosotros. Tiende el maletín y González se lanza hacia él. Justin lo bloquea con el brazo que tiene libre, no obstruido por mí, y gruñe.
-Todavía no. Un trato es un trato. Hasta que no tenga tu parte, tú no tendrás la mía.
-Hay, McCann, ¿no te fías de mí, amigo?- bromea un momento, receloso por no poder agarrar su dinero.
-¿Respondo a la pregunta?
Se me escapa una sonrisa entre dientes, aunque es casi inaudible. Justin me ciñe con fuerza la mano alentándome a no volver a reírme, pese que nadie se haya dado cuenta.

***

¡Prrrr, prrr! Las bocinas de los remolcadores se disimulan entre las brumas de una calurosa noche de verano. Un barco de grandes dimensiones ancla en el muelle 2; Justin se torna relajado. ‘’Lo has conseguido, Justin’’, pienso alentándole en silencio. Su brazo deja de oprimir mi mano contra su costado, deja de acariciar su piel contra mi piel y le siento en falta. «Aprieta más», pide esa dichosa Diosa.
-Aquí están, McCann- anuncia González-. Mi palabra es mi palabra, amigo…
Justin resopla, y pone una mueca irónica. Algo me dice que no le cae nada bien González. ¿Puede que sea por el comentario del otro de la última vez? ¿Bitongo fue? Puede que Justin todavía siga molesto por eso.
Un hombre de pelo blanco, avanzada edad, arrugas en la frente y nariz aguileña, baja por las escalerillas de dicho remolcador.
-Un placer- tiende su mano a Justin, quien con gusto la aprieta-. La mercancía está adentro, ¿dónde tenemos que descargarla?
-Mi compañero vendrá en menos de dos minutos-le explica él.
Yo les observo en silencio, fijándome principalmente en Justin y vigilando a González por la retaguardia.
-Buen trabajo, Riviera- le felicita éste, con una cara cómplice de dicho trabajo. Se enorgullece.
La furgoneta llega en menos de lo previsto, Wells sale de la cabina y nos saluda a todos. Se dirige a abrir las puertas de ésta.
-Venga, a descargar- chilla Riviera.
Inmediatamente después del grito, dos hombres de etnia sudamericana salen de la cabina del remolcador y se dirigen a la parte trasera del barco donde descansa lo que parece una gran mole oculta bajo una lona oscura. Descubren un gran contenedor azulde esos enormes que se pueden encontrar en los grandes mercantes partiendo de los más importantes puertos— y de dos enganches laterales lo amarran a la gran grúa móvil que hay en la parte trasera del remolcador. En menos de tres minutos, ésta mueve el contenedor hasta el cemento, justo delante de nosotros y los dos hombres proceden a descargar la mercancía.
Escruto impaciente por saber de qué se trata, ¿qué es lo que compra, Justin? ¿Cuál es su siguiente movimiento? ¿De qué se trata tal mercancía y por qué es tan importante? Oí comentar a mi padre en el centro de unidades que era un nuevo producto que revolucionaría el mercado negro de las drogas. ¿Qué aspecto tendrá?
-Antes de meter las cajas en la furgoneta, quiero ver el contenido- pide Justin.
No confía en ellos y eso me agrada. Debo reconocer que es bueno en su trabajo; impasible, callado, serio, amenazante, duro, marca territorio y desconfía de todos, incluso de sus propios compañeros. No he podido ignorar que tanto como Welch, Martin y Jones no son para nada de su agrado. Será de los mejores en esto algún día, lo sé. Y me apeno al pensarlo.
«¿Qué pena verdad? Es algo imposible» ‘’ ¿Es algo imposible? ¿De qué hablas?’’, me pregunto a mí misma. Oh Dios, ahora en este justo momento, no, por favor. «Déjala en paz», le exige mi subconsciente. La primera vez que me alegro que aparezca. ¡Bravo! «Yo sólo digo lo que es obvio. ¿Acaso si  fuera un chico normal, no te fijarías en él?» ‘’Mejor te ignoro, no voy a seguir por ahí’’, y vuelvo al muelle, a lo que de verdad importa.
-La mercancía está bien, McCann. Yo mismo la revisé- se enoja González. Se ve irritado.
-Prefiero verificarlo por mí mismo. Gracias- añade él.
Sin rechistar, Riviera abre el contenedor, saca una caja y enseña el material. Dentro del contenedor hay más de cien cajas con pequeñas cajitas blancas en su interior. La droga. Riviera le tiende una caja blanca a Justin, quien la abre sin preguntar y descubre unas píldoras transparentes con un líquido amarillento.
Justin inspecciona la píldora, callado.
-De acuerdo. Está todo en orden. ¡Cargadlo todo en la furgoneta!- da la orden- Phil, Joe, ayudadles.
Los cuatro hombres ayudan a cargar las innumerables cajas que caben en la capacidad de dicho contenedor. Tardan aproximadamente quince minutos. Y por suerte la furgoneta logra cerrar sus puertas.

-¿Todo listo?-pregunta Chaz.
Ryan, que había supervisado todo a raja tabla, asiente.
-González, aquí está todo. La parte de los remolcadores y tú parte- dice Justin. Chaz le tiende el maletín, y González relamiéndose los labios lo acepta de buen gusto.

************************************************************
JELOOOOOOOOOOU._./////////// Lo sé, lo sé, dos semanas blahblahblah. Prrrr, pero vamóh que aquí está el 14 y espero que os guste mucho. ¿ Fuisteis a BT-BCN o Madrid? Nosep, si fuisteis contadme la experiencia. La mía fue ASDFGHJKLÑ, o sea se, increíble, alucinante, hilarious, sin palabras. JERJER.

Ya sé que soy muuuuuuuuuuuy pesada, pero tío hay casi 2000 visitas y sólo comenta mi hermana gemela separada al nacer del sur y esto no puede ser. Así que por favor, si entráis, si leéis, porfis, COMENTAD. No es taaaaaaaaaaaaaan difícil, enga'.

Por cierto Anna, ¿QUÉ LE HA PASADO A TU MÓVIL  ¿QUÉ TE PASA A TI? ¿TE HAN RAPTADO LOS ALIENS? ¿JUSTIN TE HA AMORDAZADO Y ENCARCELADO? ¿ESTÁIS FUCKEANDO? OH, QUE GUARRISHA e.e MEEEEEEEEEEEH, TE ECHO DE MENOS:((( No, ahora en serio, CONEEEEEEEEEECTATE, PRRR<3

Las que tengáis Twitter por favor, dadle a esto RETWEET y las que tengáis Tumblr a esto  REBLOG  y seguidme si eso, que sigo de vuelta:)


Os loveo, tktktktktktktktk's<3