lunes, 25 de febrero de 2013

Capítulo 12: ''¿Otra opinión, quizás?''





JAJAJAJAJAJAJ ESA GRINGA SE HA CORRIDO TÍO. ESTÁ TO' PERRACA.




Narra Nicole.

Mientras me desata de la cama, pienso en las nuevas oportunidades que me brinda este pacto con el mismísimo diablo.
Libertad. Esto es lo que aporta. Esto, y la capacidad de poder investigar sin que nadie se dé cuenta. Invisible a la mirada de todos, a la mirada de él.
No sólo puedo disfrutar de un colchón y una almohada, que ya es un pedazo del paraíso si no de luz solar, paseos por el jardín…pero, sobre todo, oportunidades. Miles y miles de oportunidades para estudiar el terreno de batalla, formular un plan y esperar el mejor momento para escapar. Sin duda, lo de ayer, fue lo mejor que me podría haber pasado en los tres largos días que llevo atrapada en esta celda de muebles caros y tapicería aterciopelada.
Sigo sin disponer de un sujetador así que sigo sintiéndome incómoda frente a Justin. Coo ayer, vuelve a mirar el contorno de mis pechos disimuladamente al arquearme y desentumecer mi dolorida espalda, haciendo que mis mejillas se tiñan de un rosa palo sin poder remediarlo. Odio que suceda esto. No quiero que me mire, no así, y no sólo por el mejor hecho de que me miro si no porque mi cuerpo no puede disimular la vergüenza que le da que lo haga, sucumbe a traicionarme, y aparece ese estúpido sonrosado sobre mis pómulos.

-¿Quieres la chaqueta de ayer?-pregunta, sin dejar de mirarme. Para, por favor. Deja de mirarme, pienso irritada.
Asiento sin denotar que estoy molesta.
Justin va al armario que hay a su derecha, saca la chaqueta morada y me la tiende. Al ponérmela me reconforta saber que ya no se me marcan tanto los pezones. Mis labios esbozan una sonrisa traicionera, acto que yo no estaba dispuesta a realizar, y suspiro por lo suave que es la chaqueta. Debo de haber hecho una mueca graciosa o algo por el estilo ya que noto una liviana sonrisa dibujándose en sus carnosos labios. Intenta limitarla, cortarla, pero aún sus intentos consigo distinguir un atisbo de fraternidad en un mundo todavía oscuro para mí.
« Necesitas pertenecer a ese mundo », me sugiere mi asqueroso subconsciente quien entorna sus ojos en símbolo de obviedad y realiza un movimiento de manos para que siga. Aunque la odie con todas mis fuerzas, tan persistente siempre, ella tiene razón: necesito pertenecer aunque sea un poco a este mundo; conseguir información para Josh y para mi padre. Así, ellos podrán derrocar esta maldita secta, del mismo modo que yo volvería a estar con ellos, y finalmente, enviar a esos cerdos entre rejas que desde ya hace tiempo es donde deberían haber permanecido.

-Sígueme, ni se te ocurra separarte de mí- y noto, que aunque él intenta parecer familiar—aún no sé la razón, ni por qué— no se fía de mí.
Le miro dudosa y entonces Justin me agarra por el brazo obligándome a seguirle.

Durante nuestro trayecto hacía el jardín que ya pude saborear ayer, no me separo de su lado en ningún momento, pues sus fuertes brazos no me lo permiten. Al bajar las anchas escaleras que dan a parar a la gran sala que tienen por recibidor y que conecta al exterior, el comedor, o la sala de estar y muchas más habitaciones que no puedo adivinar para que sirven, puedo admirar la gran belleza de esta dichosa prisión.
Es de una belleza espectacular; más bien se trata de una mansión que de una casa y realmente, da gozo caminar por sus pasillos de oscura madera. Está exquisitamente decorada con el mejor mobiliario, con las mejores luces, cuadros, espejos; lo mejor de lo mejor.
Me doy cuenta que se nota que esta familia mueve grandes cantidades de dinero, de esos no cabe duda, y todos estos lujos sólo son la confirmación de ello.

En un momento de admiración, Justin me mira y al ver lo patidifusa que estoy, sonríe también. ¿Qué ha movido ese cambio de comportamiento en él? ¿Y ese trato? No me fío en absoluto de él. Le tengo cierto miedo, admito por mis adentros. A parte, ¿qué hace cambiar a una persona tan repentinamente de parecer? ¿Qué le ha movido a él?
Quiero saber todo, y mucho más. Deseo saber sus debilidades, sus puntos flojos, sus carencias para después atacar. Quiero destruirle lentamente y para eso debo convertirme en su mayor confianza, en su amiga íntima. Como tantas veces me ha dicho mi madre: no te hieren los desconocidos que no crees amigos, sino los enemigos que crees amigos.

Al entrar en el comedor, me encuentro con unos cuantos ojos acusadores observándome. Me tenso; no me gusta para nada tener a tanta gente escrutándome con la mirada. Puedo reconocer ciertos rostros: María, Ryan, Chaz, y el hombre que me atrapó con el cuchillo en mi cuello. Le fulmino con la mirada, tensando los músculos del cuello y a la vez notando el dolor. Él se da cuenta de ellos, pues ríe con malicia.
Que ganas tengo de ir hacia él, y hacer que pruebe su propia medicina. Pero no puedo, debo controlarme. «Ya les llegará su hora a todos estos cabrones», me recuerda mi yo más listo.

-Justin, ¿a dónde vas con esa?- pregunta éste. Oh Dios, tengo tantísimas ganas de matarte…
-Tengo un nombre- advierto prepotente.
-Y a mí qué, niña-me contesta tajante.
-¿Niña? ¿A quién llamas niña, subnormal? -se me suben los humos, pero una de las cosas que más me joden es que me llamen de cualquier forma: cría y con más razón si es una persona que me ha intentado matar rebanándome el cuello.

Intento zafarme del brazo de Justin que me sujeta, todo por tal de encararme con ese hombre. ¿Niña? ¿A quién coño llama niña?

-Eh, tranquila- se apresura a decirme Justin, acunando mi cara entre sus manos- Tranquilízate. Nuestro trato, recuerda.
El corazón se me para de golpe en un instante. Noto un rubor creciente en mis mejillas, y cómo mi barbilla se está acalorando. ¿Por qué me coge así? ¡No! ¡Fuera! «Te gusta, no mientas», interviene una voz que nunca antes había participado en mi debate interior, alguien que antes no existía para mí. « ¿Quién eres? ¡Largo! Ella sólo me debe escucha a mí», le reprocha mi subconsciente. ¿Quién es esa voz? ¿Otra opinión, quizás?

-Pues que no me llame algo que no soy- respondo, sólo para evitar la reacción que mi cuerpo ha creado en respuesta a su suave y dulce contacto.

Justin resopla airado y mira al chico, severo. Separa las manos de mí, dejándome extasiada por unos segundos, y provocándome una falta de ellos. «Vuelve. No te vayas. Tócame», vuelve a participar ella, haciendo entender que yo quiero que me toque. No lo quiero, ¿Por qué lo insinúa?

-¡Cállate Welch! La llevaré donde me dé la gana y haré con ella lo que me dé la gana- le grita Justin, enfadado- Y discúlpate.
-¡¿Cómo?!- todos reprimen unas carcajadas. El tal Welch no entiende nada y mira a Justin como si fuera de otro planeta.
-Lo que oyes. Quiero que te disculpes. ¡Ya estoy hasta los huevos de tus tonterías!
-No voy a hacerlo- se niega rotundamente.
-Tú mismo, Welch. Tú sabrás donde te metes.
Un poco de sudor empieza a supurar de la frente del gallito de Welch, y él rápidamente rectifica.
-Perdona, Nicole- me pide disculpas, sumiso a las órdenes del gran Justin. Yo le sonrío victoriosa preguntándome sorprendida porque conoce mi nombre. ¿Tendrán informes de mi familia con datos personales? Debo averiguarlo.

Abandonamos la situación y nos dirigimos al jardín.
Su expresión se ha tornado dura. Está cabreado, lo puedo notar.

-¿Estás cabreado?-pregunto con cuidado, más bien miedo.
-¿Cabreado?-pregunta irónicamente- Teníamos un trato, Nicole. Y ya lo has incumplido. ¿Qué debería hacer yo ahora? ¿Encerrarte? ¿Pegarte una paliza?

Sus ojos son fuego, y yo, el cuerpo helado que deben deshacer con cada mirada.

-Lo siento- me disculpo abatida, sumisa también a sus puñeteras órdenes y deseos.

Es por una buena causa, por una buena causa, por una buena causa…, me repito una y otra vez.
-No me vuelvas a desobedecer nunca más, ¿has entendido?- suspira- Por tu bien- concluye.

Me vuelvo a sentir viva. El sol tuesta mi piel clara, el viento ondula mi cabello, el olor a tierra llena mis fosas nasales. La libertad por segundos guía mi corazón.
El jardín está decorado con mil y una flores de colores, diferentes arbustos y árboles, hierba fresca como lecho... Es de una extensión considerable y permanece encarcelado por muros de piedra que delimitan su extensión. Sin duda alguna, es una mansión ostentosa. En medio, hay una piscina también grande y profunda.
Estamos callados, sin decir nada y yo siento la necesidad de preguntarle sobre si tienen informes y porque ese tal Welch conoce mi nombre.
-Justin…- le llamo, sacándole de su profundo silencio- ¿Por qué ese tipo, es tal…?
-¿Welch?
-Sí, ese. ¿Por qué conoce mi nombre?
-Nicole, todos conocemos tu nombre. Eres la hija del detective Williams- afirma.
-¿Tenéis informes de nosotros?
-¿De tu familia?- aparenta ser reacio a comentar algo, a abrirse pero yo no me voy a dar por vencida. Si tengo que ir poquito a poquito, lo iré.
-Sí, de mi familia. ¿Nos teníais vigilados?
Duda, escrutando mis intenciones.
-Sí, sí que estabais vigilados, constantemente y sí, sí que tenemos informes. Yo ya sabía quién eras antes de lo del almacén, aunque no había mucha información sobre ti, tampoco.
-¿Por qué?- siento curiosidad por saber.
-Digamos que no eres de las principales. No tenías vínculos muy fuertes con el FBI hasta este verano con tus prácticas.
-Era irrelevante- casi musito.
-Sí, lo eras. Aunque ahora creo que ya no tanto- lanza una indirecta que no logro entender. ¿A qué se refiere con que cree que ya no tanto? ¿Qué me estás diciendo, Justin? No lo comprendo y no doy con la solución a la duda planteada.
Cuando procedo a preguntarle— más bien interrogarle—, una voz que reconozco con facilidad intenta captar su atención. Ryan, el retractado Ryan.
-Dime Ryan- pide respuestas a su llamada.
-Llama tu padre- le explica, cortado y serio. Justin asiente.
Jeremy McCann, pienso.
Se gira a mí y me advierte- No intentes escaparte, y no hables con nadie- y se va con paso ligero siguiendo a Ryan hacia el interior de dicha mansión.
Le observo desaparecer entre los árboles, y me quedo completamente sola. Me siento a esperar a que volviese y de mientras, observo el panorama sobre todo los muros.
Son altos y de piedra maciza. Fáciles de escalar.  «Bien, punto positivo», grita mi subconsciente con el puño en alto.
Advierto a gente esparcida aquí y allí. Parecen gente del personal de jardinería o de mantenimiento, a parte otros vestidos de color oscuro pero en minoría. Observo a los jardineros: tienen algo extraño. Estos tipos no son jardineros. A primera vista no parecen ir armados, pero yo soy totalmente consciente y segura de que si lo están. Estarán con los ojos modo halcón veinticuatro horas diarias, y más aún si yo estoy en la casa. Cuento los vigilantes: 5 en total, en todo el perímetro. Me sabe a poco para una mansión de estas dimensiones. Recuento los jardineros y los de mantenimiento: 10. ¿Quién necesita tantos jardineros y gente de mantenimiento? Nadie, ni siquiera para este jardín.
Eso solamente puede significar una cosa: Jeremy no quiere que se note que ahí hay vigilancia; quiere pasar desapercibido. Lo que significa que no nos podíamos encontrar muy alejados de núcleos o urbanizaciones, ni estamos perdidos en algún bosque. A parte, no percibo olor a pino.

Puede que esté en alguna urbanización residencial de gente de dinero. El problema es que, en Miami, hay bastantes urbanizaciones como esta, y no sé en cual me encuentro.

No pasa nada, ya tienes algo por lo menos, me esperanzo.

-Hola- una voz dulce e irreal en este lugar, me habla- ¿Quién eres?
Giro a mirar de dónde proviene esa voz. No veo a nadie.
-¿Quién habla? ¿Dónde estás?
Justo en este momento, una niña de cabellos marrón claro casi rubios y ojos pardos, aparece entre unos arbustos con un caballito rosa entre sus diminutos dedos. Tiene una mirada y un rostro muy dulces, y supongo que no llega a tener más de 4 o 5 añitos. ¿Qué se supone que hace aquí esta niña? ¿De quién se trata?
-¿Eres la novia de Justin?- me pregunta, sin fiarse mucho de mí. Puede que con miedo.
-¿Yo? ¿Novia de Justin?- no puedo oprimir una sonrisa. Que tierna es esta niña- No pequeña, no lo soy-aclaro. Ni ganas, pienso.
-Jo, pues eres muy guapa-me halaga.
Me echo a reír. ¿Quién será esta niña?
-Gracias, tú también- le devuelvo el halagó, el cual hace que ella se tape la cara con las dos manitas y se sonroje- ¿Cómo te llamas, eh?
-Jazzy. Me llamo Jazzy- pronuncia con dificultad.
-Encantada de conocerte Jazzy- le tiendo la mano y ella la estrecha- Yo soy Nicole Williams
-Si no eres la novia de Justin, ¿quién eres?-vuelve a preguntar.
-Soy, ehm...-no sé qué decirle. ¿Le digo que Justin me ha secuestrado? Ella no parece saber nada, y me parece feo contarle algo así. Además ella parece tener en muy buena estima a Justin y yo no me siento con corazón de romperle esa idealización- Soy una amiga- me excuso al fin.
-¿Una amiga?-formula, sin entender.
-Sí, una amiga, pequeña-repito.
-Es raro, Justin no suele tener amigas...-se extraña.
-¿Por qué?- siento curiosidad.
La pequeña se encoge de hombros y musita- No sé... con las chicas de la casa no se lleva bien, menos con Anna que es buena conmigo y las chicas que he visto con él siempre se dan besos en la boca- sonríe al acabar.
Le sonrío y enternezco al ver el amor que desprende esta niña pequeña.
-Y tú, ¿de que conoces a Justin?- siento gran curiosidad por saber qué papel exactamente juega Jazzy.
-Soy su hermanita-dice con entusiasmo- Y él, el mejor hermano del mundo mundial- abre los brazos de par en par y yo suelto una risotada.
Al recobrar la compostura advierto que me he quedado pasmada. ¿Justin tiene una hermana pequeña?  No constaba en los informes de la policía. ¿Por qué? ¿De dónde ha salido esta niña de ojos verdosos? ¿Por qué la policía no tiene ningún expediente confirmando su existencia?
-¿Tan bueno es?- ciertamente, me cuesta creerlo. A mí me infunde asco y pavor, y a ella amor. ¡Qué ironía!
-Sí- asiente-¿Tú tienes hermanos, Nicole?
-Sí, también tengo un hermano mayor pero nos llevamos menos años que tú con Justin- le explico a la niñita.
-Es que yo no soy de su mamá- me suelta.
¿No es de su mamá? ¿Entonces, Jeremy, se ha vuelto a casar? ¡Tampoco era consciente de ello! ¿Por qué no figuraba tampoco en los informes? ¡Maldita sea! Qué poca información posee el FBI, en realidad.
-¿No eres de su mamá?- formulo retórica. Quiero saber más, mucho más. Yo completaré esos informes con toda la información que pueda recopilar el tiempo que tarde en escapar.
-No-niega con la cabezita- Mi papá se casó antes con la mamá de Justin y luego, con mi mamá.
-¿Tienes algún otro hermanito, Jazzy?
-Sí- asiente otra vez, con mucha energía- Jaxon, es mi hermanito pequeño. Tiene dos añitos.

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PERDOOOOOOOOOOOOON, PERDOOOOOOOOOON, Y MILES, MILES DE PERDONES MÁS, JO:(((((((((((( pero tanto deberes, exámenes, como falta de inspiración han podido conmigo la semana pasado y os vengo a traer el capítulo 12 con cierta incertidumbre ya que mi cabeza no para de darle vueltas y vueltas a la idea de la trama, los personajes y los romances EJEJEJEJEJEJEJEJE Ya sabéis, el trato entre Nicole y Justin, es complicado, electrizante, misterioso e.e

Bah, ya no os aburro más y os dejo para que leáis. Loveya. Adióh.

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{Las que leáis, porfis, dejad un comentario, bueno o malo ya que da igual, porque esto me ayuda a mejorar día a día y a saber que opina la gente sobre mi historia}




domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 11: ''<< Puede ser toda tuya. Toda nuestra >>''





Y cada día soy más consciente de que tú eres de las cosas en este mundo que merecen la pena de verdad.




Narra Justin.


Puñetazo con el brazo izquierdo. Puñetazo con el derecho. Otra vez el derecho. Otro, otro, otro. Cambio a izquierdo.
Siento la adrenalina corriendo por mis venas. Otra vez, golpe. Estoy un poco mareado por la noche de ayer, pero necesito ejercitarme un poco o acabaré siendo inútil. Además, sudar ayuda.
Cada vez pego los golpes más fuertes. Quiero aislarme de todo. Necesito hacerlo, más bien. Pese mi condición y la posibilidad de haber olvidado lo que pasó ayer, lo recuerdo todo. Rememoro en mi memoria lo ocurrido con Ner. Llevaba tiempo sin verla. Le he echado de menos, mucho. Mi lucifer se ríe entre dientes. Ayer se divirtió mucho. Me acuerdo, de igual modo, de la conversación con Ryan. Espero que él no evoque nada de lo sucedido o lo dicho en esa charla. Deseo que no haya rememorado nada. Bueno, quizás lo de la rubia sí pero nada más. No creo ser capaz de hacer daño a esa chica de esta forma. No se lo merece en absoluto. Puede que sea una policía y que pertenezca a la familia Williams, pero nadie en este mundo se merece que jueguen con sus sentimientos de esa forma. Por ejemplo, Ner y yo sabemos lo que compartimos. Los dos somos completamente conscientes que lo nuestro sólo es sexo. No hay sentimientos, nadie quiere y mucho menos ama al otro. Nunca osaría engañar a una chica, o a Ner, diciendo que la quiero cuando no es cierto. Pero si Ryan se acuerda, deberé hacerlo con Nicole ya que lo que yo pacto, lo cumplo.

Mierda. Debería haberlo considerado antes de aceptar la ‘‘apuesta’’. Ahora ya no hay vuelta atrás, ya no hay más opciones que realizar lo acordado. <<Será gracioso, Yo. Ella sufrirá>> ¿Y a ti quién te ha dicho que yo quiero verle sufrir? ¿Quién soy yo para hacer eso? <<Tú eres yo>> Yo no soy tú. Me niego a serlo. << No puedes elegir. Así has nacido, conmigo en el interior. Tú eres Yo>>

<<Tú eres Yo. Tú eres Yo. Tú eres Yo>> Sigue susurrando al tiempo que yo golpeo acelerando los movimientos y la fuerza utilizada.

No quiero ser él, pero él tiene razón. Yo soy él.

-¡Justin!-chilla una voz alejándome de mi lucha interior.
Me giro y observo como Chaz se acerca a mí después de haber irrumpido en el gimnasio de casa.
-¿Dónde se supone que te metiste ayer, Chaz? Tuvimos que volver sin ti-le pregunto, irritado. Él sigue presente. Me deshago de los guantes de boxeo y con una toalla que llevo enrollada en  los hombros, me seco el sudor de mi frente.
-No, la pregunta correcta es: ¿Dónde cojones os metisteis vosotros dos?-me replica.
-Pues, ¡¿dónde íbamos a estar?! Ryan estuvo con la rubia de la recepción prácticamente toda la noche. Yo estuve jugando al Poker y después me encontré con Ner.
-¿Ganaste a Wayland?
-Claro que le gané. Ese tipo mucho dice y poco hace. No sabe jugar.
-¿Cuánto le sacaste?
-Más de 20.000 dólares- digo.
-Uau. No está nada mal.
-¿No está nada mal, dices? Está genial y porque me fui qué sino seguramente le hubiera sacado más.
-¡Pues haberte quedado, idiota!
-Mary me intimidaba-le explico.
-¿Te intimidaba?-reprime una risotada.
-Sí, esa tía cada vez está más loca. Intentó que me acostara con ella.
-¿Lo hiciste?
-¡Claro que no!
-Ah, no sé. Capaz eres- musita.
-Me fui con Ner…-murmuro no con la total intención de que Chaz cayera en la cuenta.
-¿Con Ner, eh?-ríe ladino. Chaz siempre ha insinuado que Ner y yo tenemos algo más.
-Chaz, no empecemos. Sólo es sexo.
-Sí, sí…sólo sexo.
-Bah, cállate- le digo.
-Justin, debemos hablar con todo el equipo sobre lo del topo- sugiere.
-No creo que sea buena idea- segura.
-¿Por qué?- Chaz no lo entiende. Si le decimos a alguien que sospechamos que hay un topo, éste se esconderá aún más. Quiero pillarle, no ahuyentarle.
-Chaz, no debe saber nada nadie. Sólo tú, Ryan y yo.
-Así no vamos a saber quién es. Tú tienes el marrón con la tipa esa, y si husmeamos Ryan y yo se notará mucho.
-Tienes razón.
Pienso en alguien del que me fíe y en el cuál pueda confiar. Alguien que siempre haya sido leal, que lleve aquí mucho tiempo. Alguien, preferiblemente, que no sea de la banda.

¡Carlos o María!

-¡Ya sé! pueden hacerlo Carlos o María- exclamo como iluminado.
-¿María? ¡Ni de coña, Justin!- niega con la cabeza Chaz.
-¿Por qué?-pregunto. Ciertamente, a mí no me parece tan mala idea.
-¿En serio, Justin? A veces eres tonto- dice serio- ¿De verdad que quieres exponer a María a ese juego? ¡Justin, por favor! ¿Tú eres tonto o qué?

-Ay Dios, Chaz. No sé, yo lo decía porque nos podemos fiar de ella y pasaría completamente desapercibida. Total, ella siempre está merodeando de aquí por allí por la casa. No destacaría, no sospecharían de ella- explico los motivos de mi inclinación por María para llevar a cabo ese encargo.
-No, Justin, no. Si el topo la pilla, no dudará en matarla y María no se sabe defender- contesta, muy preocupado.
Lo entiendo y le entiendo. Para Ryan, Chaz y para mí, María ha sido como una segunda madre casi más importante que la primera. Nos ha cuidado—y sigue cuidándonos—siempre y Chaz tiene razón, ella podría salir perjudicada en este traicionero juego.
-Entonces la única alternativa es Carlos- murmuro.
-¿Carlos?-inspecciona la idea de que sea él quien nos haga el favor de espiar.
-Sí, Chaz. Debe ser Carlos.
-No sé, Justin. ¿Crees que es buena idea?- formula, con el ceño fruncido.
-A ver, de Carlos podemos fiarnos, sin dejar de contar que es hijo de María- hago un parón instantáneo-. Además, Carlos es fuerte y siempre está dando tumbos por aquí, haciendo recados para su madre o ayudándole. Por estas razones nadie pensaría que está espiando a los miembros de la banda.

Rasca su mentón, pensativo. Reflexiona sobre lo que le he contado. Sé que sabe que tengo razón pero Chaz es precavido y nunca intuye por impulso. Es una de sus muchas virtudes.

-De acuerdo- acepta, aún no muy convencido-. Que lo haga Carlos pero hay que echarle algún vistazo. Tampoco quiero que le pase nada a él.
-Lo sé. Yo tampoco. Carlos lleva toda la vida con nosotros y María nunca nos perdonaría que le pasase algo a su hijo.
-Aparte Justin, Carlos es mi amigo.
-¡No si ya!- me río- Para ser tan callado tiene unas conversaciones demasiado interesantes y largas contigo.
-¿Celoso, Justin?
-Ui sí, mucho- contesto sarcástico.
-Ay, Justin, Justin. Ya te doy amor, hombre- bromea mientras se acerca para darme un abrazo en plan meloso. Chaz y sus tonterías, siempre en un pack.
-¡Quita, Chaz!- le grito, saliendo corriendo.
-Ven, hombre, no seas vergonzoso ahora-consigue decir entre risa y risa. Se descojona.

Corro hasta el vestuario situado al lado del gimnasio. Entro, me saco los pantalones de una vez, rápido, y me meto en la ducha que hay al final de todo.
Giro el grifo al agua fría. Un chorro de refrescante agua helada moja cada célula de mi piel produciéndome un bienestar que sólo puede existir en el paraíso.

Intento despejarme para después ir a la habitación de Ryan a despertarle. Debemos comentarle lo del plan y quiero certificar que está en buen estado. Ayer, cuando le arrastré hasta su cuarto, estaba hecho mierda. Siempre acaba fatal. No se tenía en pie y tuve que moverle yo todo el rato ya que no había localizado a Chaz para que me ayudara a llevarle. Lo dejé en su cama, boca abajo, y con la ventana abierta.
Quiero saber si todavía sigue vivo o le ha dado un chungo, qué tampoco me extrañaría.


***


-¿Ryan, estás despierto?- no hay respuesta. Vuelvo a probar- Ryan, tío. ¿Estás despierto, capullo?
-¡Justin, cabronazo, lárgate!
-Ryan, voy a entrar- anuncio. Sé que se va a cagar en todo lo que se menea ya que ahora mismo debe tener una resaca monumental, pero decido irrumpir en su reino personal.
-¡Cómo no te vayas, te reviento la boca!-me chilla, cabreado y con toda la almohada obstruyéndole la visión. Su voz se oye distorsionada.
-Oh, que agresivo, ¿no?-bromeo. Me parto de risa por dentro pero reprimo cualquier sonrisilla por fuera.
-Sí, tú hazte el graciosillo que al final vas a recibir, idiota-me amenaza.
-¿Tú, pegarme a mí? Venga, Ryan- le sigo el juego-. Tú no me puedes.

Contesta algo inteligible bajo la almohada y yo no le presto atención. De mientras, me acerco a la ventana que hay al lado izquierdo de la habitación, y subo la persiana de un golpe seco.

-Oh, Dios. ¡Justin, bájala! -luego, entre dientes añade- Capullo cabronazo…- como no le hago caso, vuelve a repetir-¡Que la bajes, digo!

El Sol mañanero entra de par en par por el cristal transparente, parece que nos está invitando a salir. La verdad, debemos ir a un par de sitios hoy: al banco a cobrar lo qué gané ayer a Wayland y a hablar con Morales sobre lo del miércoles. Es de suma importancia hablar con éste último ya que debo concretar los detalles de nuestro encuentro con Gozález.

-Ryan, levántate. Tenemos cosas que hacer.
-Que te jodan, McCann.
Odio cuando me llaman por mi apellido. ¿Tan complicado es llamarme Justin? Ryan lo sabe y lo está utilizando en mi contra.
-Justin- le recuerdo.
-McCann.
-Ryan, Justin. Qué me llames Justin.
-McCann, baja la puta persiana- Ryan…te la estás ganando. Ahora tengo ganas de matarte.
-Si no te emborracharas tanto ahora no estarías así. Es tu culpa, no la mía- puntualizo.
-Vale, no me emborracharé más pero baja la puta persiana de una puta vez.
-¿Cuál es la palabra mágica?- le intento picar.
Ryan en vez de decir algo o insultarme, opta por lanzarme su almohada pero yo la logro esquivar.
-No me has dado, cabrón.
-McCann, dónde voy a darte va a ser en las pelotas.
-Antes debes levantarte.
-Ja, Ja, Ja- imita una risa sarcástica-. Muy gracioso. Me parto, McCann.
-Te estás ganando una buena ostia, yo te aviso.
-Quien avisa no es traidor- suelta esa párida que de seguro que ni él sabe a lo que viene.
-Bah, dejémoslo- comento, cansado de toda esta tontería- Quiero que te des una ducha, que te vistas y que vayas a la sala de reuniones. ¿De acuerdo?
-¿Para qué coño necesitas que vaya a esa sala? Justin, mírame. Estoy hecho asco-se queja como si fuera un niño de tres años. A veces Ryan es exasperante.
-Necesito que lo hagas y punto. ¡No es mi culpa que no sepas controlarte!
Ryan frunce el ceño pero es consciente, de sobras, que tengo razón así que no rechista nada y empieza a incorporarse, muy despacio.
-No olvides nuestro trato, McCann- menciona, como si fuera iluminado por alguien exterior, sin venir a cuento.
Decido largarme de la habitación, que tiene un regustillo a sudor y alcohol, y huyo a la cocina para tomar algo rápido y esperarles.


***


Su pelo escondía lo que eran dos pequeños pezones bajo la camiseta. Ella se sentía intimidada, vergonzosa, y agachó la cabeza mirándose los pies. Venga chica, eres preciosa. No te avergüences. Tuve ganas de decírselo pero no tuve valor. << ¿Qué coño haces, Yo? Ella se merece sentirse despreciable, sucia, asquerosa. Porque eso es lo que es >> Mi diablo cogió mis palabras y las agarró con un triple nudo al fondo de mi garganta. Ya no era posible para mí el consolarla. Él me posee; de todas las maneras y formas posibles. Él guía lo que digo, lo que hago, cómo soy.
Mis pensamientos se tornan oscuros, deshechos de memorias, mezclas entre experiencias vividas con Ner a cortos momentos con Nicole. La imagino en la misma posición en la que se encontró ayer Ner en la Sala 8.
Le muerdo el lóbulo de la oreja, saboreando el sabor de su cálida piel, recorro cada ápice de su espalda, virgen de toda ropa, le imprimo una hilera de besos cortos, mordiscos… mientras que ella gime.

-Justin, ya estoy aquí. ¿Y Chaz?- me pregunta la que parece ser la voz de Ryan. Se le oye cansado, y con una resaca monumental.
-Chaz ha ido a buscar a Carlos.
Respondo al tiempo que me recompongo del pequeño sueño, pensamiento negro, que he tenido en menos de cinco minutos. ¿Qué coño ha significado eso? Mejor lo olvido. Creo que será lo mejor, últimamente no voy muy cuerdo.
-¿A Carlos? ¿Para qué?-me pregunta, sin entender nada. Ahora recuerdo que Ryan no tiene ni idea de nada.
-A ver, te hago un resumen rápido- cojo aire-. Debemos investigar quién es el topo y la única manera es que alguien merodee por la casa con cuidado y sin ser visto…
-¿Y ese queréis que sea Carlos?- me interrumpe, lascivo.
Asiento enérgico.
-No, de ninguna manera.
-¿Por qué?-pregunto. No lo entiendo. ¿Qué malo tiene, Carlos?
-¿Acaso habéis considerado la posibilidad de que sea él el topo?
-¡Claro que no! No digas estupideces, Ryan. Que Carlos no te caiga bien no es motivo de que lo culpes de esto, sabes que no tienes razón- le reprocho.
-Yo no he dicho que Carlos no me caiga bien.
-Ryan, admite de una vez por todas que desde que Carlos tiene algo con Anna, no lo soportas.
-¿Anna? ¿Y qué coño pinta aquí Anna?- sus ojos denotan una rabia incalculable, y parece sacar humo por las orejas. ¡Ya estamos! He tocado un tema delicado…
Me rindo porque sé que es una tontería atacar en este campo. Ryan nunca reconocerá que siente algo por Anna, y que odia a Carlos desde que parecen estar enrollados. Supongo que eso puede con él.
-Nada, Ryan. Déjalo.

En ese momento, Chaz entra de un portazo en la habitación y le prosigue Carlos. Mira temeroso, supongo sopesando qué le vamos a plantear. Ryan le fulmina con la mirada aunque él no se da cuenta de ello. Si las miradas matasen, Carlos llevaría muerto ya hace mucho tiempo.

-Ya está aquí, Justin- anuncia Chaz.
-A ver, ¿qué se supone que me vais a plantear? ¿Un trato?- el inteligente Carlos abre la boca y da en el clavo.
-A mí me parece una gilipollez pero a estos dos les agrada- comenta Ryan. Carlos le mira, cuestionando si está utilizando un tono irónico o solamente le detesta.
-Queremos que hagas de topo para nosotros. Obviamente, te pagaremos- le explico.
-¿De topo? ¿Por qué, ocurre algo?
Asiento y procedo a explicar- Alguien sopló lo del almacén y queremos saber quién es para hacerle confesar y matarle. Si nosotros rondamos por ahí mirando e investigando, el topo se dará cuenta. Nadie sospechará de ti.
-De acuerdo. Con una condición- nos mira muy fijamente a los ojos.
-¿Cuál?-preguntamos Chaz y yo. Ryan hace una mueca de desaprobación.
-Si descubro quien es el topo, mi madre y yo podremos largarnos de aquí para siempre. Sin deudas, sin trampas, y sin que tu padre nos busque.


***


Nada cubre su cuerpo. Sus curvas, sus piernas, su barriga están al descubierto. Es hermosa, desde su cabeza hasta la punta de sus pies. Ciertamente es bella y un pedazo apetecible.
<<Puede ser toda tuya. Toda nuestra>>
Pienso en esa opción. He hecho una apuesta y la voy a cumplir. Un trato es un trato y Justin McCann nunca quiebra un trato.

Le acaricio el tobillo, subo por la pierna inferior, rozo su rodilla que se amolda a mi mano, y llego a su muslo todavía herido. Observo la herida, roja y ardiente. Todavía necesita cuidados, puede andar por supuesto, pero todavía necesita atención médica.

Decido ir en busca de un botiquín al cuarto de baño que hay en la planta inferior. Me voy de la habitación dejando su piel olvidada.

Ya con el botiquín en mano me dirijo a su cuarto por segunda vez consecutiva. Antes de picar la puerta con suavidad, me percato de una cosa. Un sonido tenue que proviene del interior agudiza mi oído. Ella, está cantando. ¿Qué hace cantando? Esa canción la conozco. Oigo como su lengua se recrea en cada una de sus palabras poniendo la correcta entonación, la correcta dejadez en su voz haciendo que la canción sea algo bello de recordar. Mi lengua también quiere unirse a esos sonidos porque, más que nada, conoce la canción a la perfección pero no oso hacerlo.

Abro el pestillo, cerrado con llave y abro la puerta.

- Love you cause' you are every single star in the constellation, that's  lightening my heart…- al percatarse de que acabo de entrar, se calla.
-¿Special gift from Jah, wherever you are. Girl you got more presence that a hundred Santa Clauses?- pregunto, riéndome intentando parecer amistoso.
Ella me mira desconcertada como si no le encajase nada de todo esto y cierto es, que ni siquiera yo sé muy bien lo que estoy haciendo; si me estoy equivocando o no.
-Sí, así continua la canción. ¿Cómo es que la conoces?
Me río.
-No eres la única qué sabe de música aquí- le insto.
Ella se encoje de hombros.
-No pensé que te podía gustar este estilo- contesta, indiferente.
-Lo hace aunque no es mi predilecta.
-Entiendo, ¿eres más de Hip Hop o Rap?
Niego- No, en realidad me gusta un poco de todo.
Se integra un silencio incomodo entre nosotros. Sé que está intentando mantener la calma aunque quiera matarme aquí mismo. Yo debo hacer lo mismo. Por la apuesta, por la banda.
<<Sigue así, Yo. Utiliza tus encantos…>>
Le ordeno que se siente en el filo de la cama y extienda su pierna. Limpio su herida y la desinfecto. Quiero abordarle con un trato para empezar mi plan pero no sé cómo entrarle.
-¿Qué pasa?- cuestiona, impaciente por conocer la naturaleza de mi visita.
-Tengo una propuesta para ti.  Pido que me escuches- le miro severo y ella se tensa en respuesta. Está asustada.
-¿Qué trato?
-Uno que creo que te gustará.
-¿De qué trata?- me interrumpe.
-Eres mi rehén, pero no puedes estar aquí todo el día metida- comento- No es sano- busco una excusa rápida. Quiero que confíe en mí poco a poco pero que no parezca muy brusco sino ella se dará cuenta de que todo esto es una trampa, que le estoy engañando.
-¿Sano?- insta perpleja. La ignoro.
-¿Quieres poder salir por el jardín? Ya sabes, dar una vuelta…
-¿A cambio de qué?- no cree que sea tan fácil. Chica lista.
-Simplemente, a cambio de que durante estos días no montes muchos jaleos- aclaro. Como veo que no dice nada, sigo- Mira, ya sé que no estás cómoda y que esto es una putada. Te puedo entender, pero ahora estás secuestrada. Así de simple, y por ello te tienes que comportar. No te voy a matar, ni a forzarte a hacer nada, ni a pegarte, ni a torturarte. No creo que vaya a ser necesario, o eso espero. Así que, hasta que llegue mi padre y decida qué debo hacer contigo, ¿te importaría ser normal y comportarte?
-¿Normal? ¿Comportarme? Estoy secuestrada, por lo tanto nada es normal-concluye.
-Nicole, yo te permitiré una cierta libertad sólo con la condición de que no intentes escaparte. -¿Sin nada más? ¿Sin interrogatorios, amenazas de muerte, ni nada por el estilo?
-Sin nada más- aseguro decidido.
-Trato hecho- acepta- ¿Ahora podré salir?

Asiento.

-¿Quieres otra chaqueta o sudadera?- no evito mirar el contorno de sus pechos. No lleva sujetador desde ayer y se le marcan los pezones.
Ella se sonroja y mira directamente al suelo. Siempre hace lo mismo.
¿Por qué lo haces?, pienso.
-Ehm…-ella duda, sin saber qué contestar- Sí, será mejor.

Voy a mi habitación a por una sudadera. La única que creo que le puede ir mejor es una chaqueta morada con la cremallera blanca.

Al volver a su lado, se la tiendo y ella la acepta, sin vacilar.

-Gracias- musita.
-Te irá un poco grande pero es lo único que se puede acercar a tu talla- explico.
-No pasa nada. Me gusta la ropa ancha.
Me relajo por su afirmación y se me asoma una sonrisa estúpida por la cara.

<< ¿Qué mierda de sonrisa es esa, Yo? >>


La conduzco hasta el jardín y damos una pequeña vuelta entre los árboles, las flores y los arbustos. Esquivo encontrarme con cualquiera de los de la casa, sobre todo con mis hermanos pequeños— Jazzy y Jaxon—. Ella está callada, quiero intentar establecer una conversación.

-¿Te duele la pierna todavía?
-No, ya está mucho mejor. Gracias, Justin.
‘’Justin’’. Me gusta cómo suena pronunciado por sus carnosos labios.
Le sonrío.
-¿A qué viene tanta sonrisa? ¿Te estás riendo de mí?
-No, claro que no. Ha sido lo que has dicho.
-¿El qué?- no comprende.
-Me has llamado por mi nombre.
-Sí, ¿y qué?
-Me ha gustado- reconozco en voz alta.
-Ah, oye… ¿Por qué no te gusta que te llamen ‘’McCann’’?
No quiero decírselo pero siento que si lo hago, si me abro un ápice a ella, ella se relajará y hará todo esto más fácil, más fluido.

-Porque eso me recuerda de quien soy hijo.

Pienso que va a seguir interrogándome pero ella se sume en un silencio y no me exige ninguna explicación. Respeta mi silencio.

-¿Entramos ya?
-Vale- acepta y volvemos a adentrarnos en la casa.


***


La pocilga que Morales tiene como tienda de anticuario lo que podría ser considerado vertedero municipal. Fuera del local, la basura se amontona a su alrededor y obstruye lo que parece una entrada lateral. Obviamente, la supuesta tienda sólo es una mera tapadera a lo que realmente se cuece en el interior de este pequeño edificio de dos plantas. Abajo se atienden las comandas, arriba se realiza la producción de droga casera y la plantación en cámaras climatizadas de completos bosques de marihuana.
Una prueba de ello es el cuarteto que acaba de salir por la puerta— dos hombres de raza negra, una latina y otro de etnia polaca por la fisonomía de su cara—. El polaco sujeta en sus manos una bolsa de plástico llena de una substancia en polvo de color blanco. Intuyo que es cocaína, aunque también podría ser anfetaminas para disolver en alguna bebida. No estoy muy seguro ya que ambas son de un color parecido. Nos miran cómplices de lo que creen que vamos a hacer en este local; prometen con la mirada que no dirán nada a cambio de que nosotros tampoco lo hagamos. No lo dicen, pero esa mirada lo indica.

Nicole, que permanece a mi lado, produce un escalofrío y siento la misma necesidad que cuándo su vida corría peligro en el almacén abandonado donde nos conocimos. Siento la necesidad de protegerla. Por esta razón como si mis músculos fueran autosuficientes, agarran el brazo de Nicole y la acerco todavía más a mí. Le aprieto la muñeca y siento como gime. Le estoy haciendo daño. Aflojo y ella suspira.

Ese gemido… << Nuestra >>

-No te apartes de mí, ¿entendido?
-No tenía la menor intención de hacerlo- y me sonríe consoladoramente.

Ryan enarca una ceja por nuestra proximidad, y se revuelve inquieto. Soy consciente de que a pesar de que el trato lo sugirió él se sentirá incomodo los primeros días dado sus granas de retorcerle el pescuezo a Nicole. Chaz, al contrario y a pesar de no estar informado del juego que nos traemos entre manos nosotros dos, se mantiene al margen.

Dentro, el panorama no es mucho diferente que en el exterior. Basura, polvo, suciedad y humedad reinan entre el silencio y las baratijas colgadas y expuestas hacia el público; un público nada interesado en adquirir ninguno de estos artilugios.

-¡McCann! ¿Qué hace usted aquí?- nos recibe Morales desde detrás del mostrador, rodeado por el humo de su ya inexistente cigarro- ¿Vienes acompañado por…?- Morales fija su atención en la morena que sostengo, y se humedece los labios-… ¿quién es ella?
-Una amiga, Morales.
Su mirada le recorre de arriba abajo e inmediatamente sé que narices está pensando. Tengo ganas de potar. Es repulsivo pensar en lo que le haría Morales a esta chica. Debo protegerle de asquerosos e hijos de puta como éste.

Este mundo no es para ella. Es demasiado débil.

Nicole, en cambio, le mira desafiante sin incomodarse en absoluto por los intentos de desnudarle ahí mismo con la mirada de Morales.

-Morales, veníamos para saber si González ha informado de algo relacionado con el envío del miércoles.
-Bueno, McCann quizás el jefe ha tenido algún problemilla de nada…-deja caer en el aire.
-¿Problemilla? ¿Qué tipo de problemilla?-se impone Ryan, abrasándole en silencio.
-Los policías os oyeron el viernes y vigilarán el puerto mucho más. Tenemos problemas con los remolcadores. No están dispuestos a hacerlo…
-¡Me importa una mierda lo que quieran los remolcadores! González y yo hicimos un trato- grito dejando caer todo mi peso sobre el tablón que hace la función de mostrador. Se oye como la madera cede con mi peso.
-Ya, pero ¿qué quieres que haga yo? Yo sólo soy un intermediario- se queja él, sudando por la frente.
-De acuerdo, Morales. Ya que sólo eres un intermediario, dale a González este mensaje: como el miércoles no esté lo acordado en el sitio acordado me ocuparé personalmente de hacerle una visita.
-Vale, McCann. Le informaré de ello- dice mientras traga saliva.

Dicho esto, abandonamos el lugar por donde hemos venido con un Ryan no muy convencido y con una Nicole un poco asustada.



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HOLIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIS. Bueno, aquí tenéis el capítulo 11 de ALAYLM, y de verdad, espero que os guste. Poco a poco se va poniendo más interesante y la tensión aumentará. QUE GANITAS*-*

Informaros que esta novela a parte del rollo romántico entre Justin y Nicole, que lo habrá por supuesto, también es policíaca y por lo tanto hay una trama que hay que seguir donde puede suceder cualquier cosa e.e

Porfis, las que tengáis Twitter dadle RT a este TWEET y las que tengáis Tumblr darle REBLOG a esto para así que esta novela se vaya haciendo más conocida y haya más lectores. Muchas gracias por leer.

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