Penúltimo capítulo.
Mal
perdedor.
Parte
I
Narra
Nicole.
Abro los ojos
lentamente, notando como sus fuertes brazos llenos de tatuajes rozan la piel de
mis extremidades. Aspiro fuerte, saboreando el entorno meloso que yace en el
aire. Si el amor tuviera un olor, de seguro que sería éste. Vuelvo a aspirar,
llegando a la conclusión que todo huele a él y a mí, y a lo que surgió ayer
entre caricias y besos. Huele a nosotros,
pienso idiotamente, como nunca me había sentido. Me giro, desperezándome.
Quiero ver su cara. No sólo su cara, sino todos sus rasgos. Deseo definirlos
con las trazas de mis dedos sobre su piel, quiero dibujar sus contornos.
Empiezo a contornear sus figuras con la yema de mis dedos, cuando me doy cuenta
que nadie ve lo que yo veo. Nadie nunca antes ha sido capaz de llegar y ver que
él sólo finge todo el tiempo. Su actuación es tan buena que incluso él, que se
ha metido tanto en su papel, se lo ha llegado a creer. Se ve a sí mismo como un
monstruo sin corazón cuando en realidad tiene uno, uno de bien grande. Si tan
sólo pudiera hacerles entender que él no es como su padre… quizás tenga sangre
McCann, pero Justin no se crio de tal forma. He llegado a comprender que no es
más que un chico con una realidad difícil de digerir, y algo que lo bloquea. Yo
sólo quería que ellos lo aceptaran, que ellos entendieran esto…
Mi madre pareció
entender, o hacerse a la idea, por lo menos. Mi hermano, en cambio… Decir que
fue un desastre me sabe a poco. Y mi padre…ojalá pudiera intentar hacerle ver
que se equivocaba en ciertas cosas.
En cierto modo, todas las
personas tenemos un lado no deseado en nuestro interior, siempre hay algo que
nos ensombrece. Ambos lados de la moneda —la
luz y la oscuridad, el bien y el mal—
son estrictamente necesarios para ser como somos. Ambos lados nos dictan como
ser, porque ambos lados somos nosotros mismos. No existe cara sin cruz. No hay
sólo bien, o sólo mal. Son directamente proporcionales, se necesitan una con la
otra. Por esa razón, si lo pienso bien, puede que Justin haya hecho cosas
terribles en su pasado y haya sido alguien al que temer, pero no lo quiero de
otra forma porque todo es un paquete, sin todo eso él no sería como es.
Y quizás yo no me
hubiera enamorado de él.
Quería que mi padre
supiera eso, pero no me voy a quedar estancada en su recuerdo. Sé que tampoco él
hubiera querido esto.
Vuelvo a observar su
cara, soltando una lágrima. Quería que él
te conociera…, pienso con el corazón compungido. De golpe, como si supiera
que le estoy hablando a él de alguna forma, abre sus ojos adormilado.
-¿Me he movido demasiado
y te he despertado?- pregunta con la voz ronca y grabe por el sueño, dirige su
mano derecha hasta sus ojos y lo frota con pereza.
-No, Justin. No te has
movido- le digo esbozando una sonrisa por las ocurrencias que tiene. Aunque él
se percata de que algo va mal.
-Eh, ¿qué ocurre,
nena?- frunce el ceño al preguntarlo.
Pero yo no quiero
atosigarle, yo no quiero estropear este momento bonito. ¿Qué puede ser más
bonito que despertar con Justin a mi lado abrazándome? Nada.
-Nada, Justin- me
excuso-. Sólo estaba mirando tu cara y me he acordado de que todavía no he
estrenado apenas la alucinante cámara que me compraste.
-¿Y ya es hora de
usarla?- adivina con la cara risueña.
-Si- asiento rápido, le
doy un casto beso en los labios y me levanto revoltosa de la cama,
descubriéndole un lapso.
Voy hasta el armario
dónde guardamos la cámara con todos los accesorios que el loco que tengo por
novio me compró. No cupe de emoción cuando fuimos a esa tienda. Fue simplemente
increíble. Me compró la cámara que llevaba tanto tiempo soñando con comprarme,
con todos sus accesorios adicionales y ahora, puedo decir, que tengo la mejor
cámara del mundo. Puede parecer algo superficial pero ahora podré seguir
observando el mundo desde un objetivo y, teniendo en cuenta que todo mi material
se quedó en mi casa, es mucho más que una cámara. Es mi única manera de
realizar lo que más me gusta en este mundo.
Deslizo la mano por la
cubierta de la caja negra en la que viene, suspiro. ¿Y qué mejor modelo que
Justin? La abro, dispuesta a hacerle un par— muchas— fotos
reflejando como es él, de la forma en la que sólo yo lo he visto.
La saco, agarrándola
con fuerza. No puedo permitir que le ocurra nada. Alegremente vuelvo a ir hasta
la cama, dónde Justin me observa con media cara pegada a la almohada.
-Eh, cierra los ojos-
le ordeno, divertida-. Así parecerá que sigues dormido.
-¡Pero no estoy
dormido!- se queja, haciendo un mohín.
-“Parecerá”- hago
comillas con mis dedos, dejando la cámara en la mesita de noche-. ¿Aprecias la
diferencia?
Suelta una risotada
antes de hacerme caso, pero no sin antes murmurar- Mandona.
-Calla, idiota- le
reprocho, dándole una colleja. Entonces, vuelvo a coger la cámara y empiezo a
captar todo lo que yo veo: su belleza. Le hago una foto, la miro y me sonrojo.
Es seguramente la mejor foto que he hecho él, no por como es, sino por lo que
representa.
Me subo en su torso, a
horcajadas. Enfoco todo su costado, sus brazos descansados pero fuertes, el
hueco de su cuello, su mandíbula, su perfil —nariz respingona, ceño relajado, pestañas largas y
frondosas, labios rechonchos y rosados, barbilla suave—, el pelo naciente en su
nuca, corto, sedoso pero a la vez rasposo, su cabello alborotado en la cresta,
el borde que sus patillas marcan delimitando el final de su rostro, su oreja.
Le tomo otra foto. Y otra, pero esta vez, descubro un poco más su
cuerpo, dejando ver su torso— sus abdominales comprimidas, el hueso de su
pequeña cintura marcando la denominada línea de la “V”, sus costillas
marcándose bajo su piel —, e inmediatamente, quiero besar cada parte de su cuerpo para hacerle
sentir todo lo querido que pueda hacerle sentir.
-Creo que ya vale de
hacerme fotos- se queja, dejando su postura de estatua yacida, cogiéndome las
caderas y tratando de balancearme, juguetón. Aprovecho para fotografiar cada
movimiento, disparando seguidamente, como si fuera un cortometraje y estas
fueran sus diapositivas del dibujo que describe cada movimiento leve de Justin.
Rompo a reír, tratando de que no me quite la cámara. Aún eso, él no se rinde en
su intento de que le deje de fotografiar, alarga la mano para poder atraparla,
sin embargo, yo soy mucho más rápida y me alzo con agilidad sobre mis pies,
quedando al tanteo del colchón y, por supuesto, del juego traicionero de las
manos de Justin.
-¡Ah, para, para!-
empiezo a chillar por si se rompe cuando se incorpora, alcanza mis costados y
empieza a martirizarme con unas dichosas cosquillas que, obviamente, me hacen
retorcerme hacia abajo y acabar abajo.
-¡Já!- exclama, tan
pronto me coge la cámara y la deja en la mesita. Mi largo pelo cae en cascada
hacia un lado, estoy encima de él casi rozando su abdominal inferior y Justin
queda incorporado acercando así su rostro más al mío. El tiempo se para por
unos instantes, en el momento en que sus besos me rozan suavemente. Oh.
A partir de ahí no somos
más que una maraña de gestos apasionados, besos robados con fuego, movimientos
bruscos. Le muerdo la mandíbula, él me muerde el lóbulo de la oreja. Beso sus
labios con fuerza, su lengua lucha contra la mía ferozmente. Me pego más a su
cuerpo, él clava sus garras en mi cintura. Atrapo sus brazos, sus manos
manosean mi trasero.
Oímos un chasquido
leve, pero no le prestamos la menor atención. Hay cosas más importantes que ésa
ahora mismo. Sin embargo, la puerta se abre intencionadamente y hay alguien al
otro lado del umbral.
-Perdón, perdón,
perdón- se disculpa Pattie al darse cuenta que evidentemente ha interrumpido
una escena “un tanto incómoda” por su parte.
-¡Mamá!- ruge Justin,
en un tono impertinente y de sorpresa.
Aunque no oímos pasos
de alejamiento, se apresura a cerrar la puerta.
¡Su madre! Dios, me
quiero morir. ¿Por qué sólo me puede pasar a mí esto?
-¡Justin!- le echo
bronca, en un chillido agudo al ver que va a permitir que su madre se vaya.
-Auch, ¿qué?
-¿No te atreverás a
echarla, verdad? Ya es bastante que nos haya pillada así.
Suelta una risita. Ah,
qué bien, se ha despertado chistoso el niño. A mí, en cambio, no me hace ni
puñetera gracia.
-Nena, tampoco
estábamos haciendo nada malo- vuelve a carcajearse.
Será
idiota.
-¡Justin! Sólo dile que
pase otra vez- le recrimino, completamente colorada.
-Vale, vale- no evita
volver a reírse. Lo fulmino asesinamente por lo que de golpe se calla, cogiendo
aire-. ¡Mamá, vuelve!
Inmediatamente la
puerta se vuelve a abrir. Yo me posiciono correctamente en la cama, bajo las
sábanas. Pattie asoma la cabeza cómicamente antes de abrirla de par en par e
incluso más roja que yo, entra adentro.
-Sólo venía a deciros
que me voy a la ciudad a visitar a una amiga. No voy a estar durante todo el
día, a pesar de que sea el cumpleaños de Ryan- explica-. Aunque no quiera
celebrarlo, como siempre, Anna ha insistido y quiere preparar un pastel para
festejarlo un poco, ya sabéis. Debéis llevároslo un rato a dar un paseo o lo que
sea en cuanto despierte, ¿entendido?
-Vale mamá-contesta
Justin, sonriendo como un niño pequeño.
Pattie se dispone a
irse antes de volver a girar y mirarnos severa con un todo dulce, comprensivo-
No os olvidéis de utilizar protección, por favor.
Y ahí tengo ganas de
morirme lentamente. El color de mis mejillas empieza a elevarse
considerablemente, teniendo ganas sólo de escabullirme entre las sábanas y no
salir jamás. En cambio, el idiota a veces inmaduro e impulsivo de Justin,
sonríe a su madre y le contesta- Tranquila mamá, nosotros nos cuidamos.
Tierra
trágame.
No pierdo tiempo cuando
veo a Pattie desaparecer finalmente. Con la máxima fuerza que tengo, pego a
Justin en la espalda. De su garganta, se oye un sonido de desaprobación.
-¿Por qué me pegas
ahora? ¿Qué se supone que he hecho?
-¿Qué has hecho? ¿En
serio?- abro los ojos de par en par, sin salir de mi asombro- ¡Eres idiota
Justin! ¿Cómo pudiste decirle eso?
-¿Lo de…?- formula más
para sí mismo, entendiendo mi “enfado”- ¡Venga Nicole! ¿Te creías que mi madre
se pensaba que siendo mi novia contaríamos caramelos por la noche?
-Ya lo sé, ¿vale? Es
sólo que…-mis mejillas se tiñen aún más de rosa, pero ya no estoy tan segura si
es de vergüenza o de que estoy echando humo por su aparente
no-me-importa-que-mi-madre-sepa-que-hemos-follado-en-esta-cama comportamiento-
No tenías por qué hacerlo tan evidente, ¿sabes?
-Ay, Nicole,
Nicole…Relax, mi madre me tuvo con dieciocho. No podemos decir que haya sido
una santa, precisamente- explica, divertido, tan pronto me besa en la mejilla
dulcemente-. Es lo más normal.
-Te odio- mascullo,
mirando sus profundos ojos miel en los que, sinceramente, no me desagradaría
para nada volver a perderme. Aunque sigo molesta, mis labios no pierden la
oportunidad de darles un corto beso. Me rodea con sus brazos.
-Creo que deberíamos ir
a levantar a mi putilla y llevarlo a algún sitio- anuncia el fin de nuestro
tiempo de burbuja en la habitación.
-Ya, por cierto, podías
haberme avisado que era su cumpleaños- protesto indignada.
-Ryan nunca ha querido
celebrarlo, y tampoco le apasiona que se lo digamos a mucha gente.
-¿Por qué?- pregunto
extrañada. La vida de estos chicos es realmente complicada, misteriosa.
-Su madre murió en el
parto, así que supongo que es un día un poco complicado para él.
-¿Todos tenéis una
historia trágica o qué?
-Supongo que estamos
jodidos, pero eh, creo que Anna tiene una gran idea.
-Yo también lo creo. No
puede no querer celebrar su cumpleaños- hago un mohín al decirlo.
De pronto Justin se
levanta y me insta a ir a la habitación de Ryan, el cual sólo está en
calzoncillos y completamente dormido.
Suelto una risita al
verlo así porque su boca está abierta, prácticamente babeando. Noto que su
respiración es dificultosa, quizás porque está obstruyendo su boca con la almohada.
Lo levantamos, con las
claramente respuestas bordes, gritos, gruñidos y una colleja por parte de
Justin. Cuando conseguimos sacarlo de la cama, lo arrastramos hasta la calle
vestido y arreglado para un “día loco de bolera” —cita textual de Justin—. Yo sólo me limito a reír por ello.
Mal
perdedor.
Parte
II
Narra Ryan.
Ambos me han arrastrado
a la bolera desde antes que consiguiera desperezarme al salir de la cama, y
sinceramente, como me estén preparando algo por el día de mi cumpleaños, los
mato. Aunque, pensándolo bien, Justin sabe que odio celebrarlo así que no creo
que tenga esos planes para hoy.
De todas formas, no me
fío ni un pelo. No le veo la gracia a cumplir años, sólo me recuerda que cada
vez soy más mayor y no en tanto tiempo deberé decir que en vez de mayor, me
estaré haciendo viejo. Y eso no me hace nada de gracia. Todo esto sin comentar
que además debo añadir el paso del tiempo para otra cuenta: la muerte de mi
madre. Quizás no debería sentirme así pues nunca la llegué a conocer, pero la
echo en falta todos los días. Me hubiera encantado presentarle a Anna, de
seguro que se habría enamorado de ella como yo—no literalmente hablando, claro—.
-Eso ha sido una paliza brutal, hermano. Admítelo- me mofo de él tan
pronto tumbamos nuestra calle.
-No te flipes Ryan, no me has ganado por tanto- protesta con el ceño
fruncido.
-Los dos habéis olvidado la paliza que os he metido yo antes de que
jugarais una vosotros dos solitos- nos reprocha Nicole, orgullosa de sí misma.
-¡Venga ya, Nicki! Te hemos dejado ganar por ser novata- le contesto.
-Eso es, nena. Somos los mejores jugando a los bolos. Nadie nos puede
ganar excepto nosotros mismos- me sigue Justin.
Esa es la pura verdad pero también es que Nicole juega malditamente
bien, a pesar de ser la primera vez que jugaba. Ha sido increíble.
-Mira que sois malos perdedores- murmulla de vuelta. Justin, por un
momento, endurece la mirada severamente.
Abrimos la puerta al llegar y sorpresa, Anna me chilla un fuerte
“¡Felicidades Ryan!” en cuanto entramos. La voy a matar; pero la adoro por
ello.
El recibidor está lleno de globitos de colores rozando el techo y de
tiras de colorines balanceándose en suspense hasta el suelo. Sobre su cabeza,
descansa un gorrito puntiagudo de color azul celeste con purpurina. Sus ojos
centellen debajo, expectantes a mi reacción. Y aunque quiero matarla por no
hacerme caso, sólo puedo hacer más que sonreír, ir hasta ella y plantarle un
fuerte abrazo.
-Te quiero matar por esto- le susurro al oído.
-Lo sé, por eso lo he hecho- contesta emocionada, aunque un tono de
picardía es visible en su voz.
-Bueno parejita, ¿vamos
a comer pastel o no?- chafa el momento el bocazas de Justin.
-Antes de que se coman
entre ellos…-murmura Nicole, por detrás.
-Oye, oye, que nosotros
aguantamos ayer los gemidos de placer y los “oh sí, oh”, eh-les recrimina Anna.
Así se habla, nena, pienso orgulloso
de toda ella. Nicole encoleriza de vergüenza y Justin se ríe por debajo de la
nariz.
-¿Pastel?- pregunto,
clavando mi mirada contenta en la suya todavía más.
-Pastel. Como sé que te
encantan los pasteles que hago, he hecho uno para hoy.
-Nena, a mí me gusta
todo lo que haces- le contesto con segundas intenciones.
Se muerde el labio,
mientras nos encabeza hasta la cocina. Es tan malditamente sexy. Nos pide que
no abramos los ojos hasta que ella lo diga puesto que tiene que sacarlo de la
nevera. Uhm, así que será frío,
adivino mientras que me dispongo a hacer lo que me pide. Todos cerramos los
ojos expectantes e inmediatamente mi oído trata de captar todos los movimientos
que ella hace. Oigo sus piernas moverse hasta la nevera, después, el sonido de
la goma al separarse y de la resistencia del vacío. Dicho pastel debe estar en
una bandeja de cristal dado que oigo el sonido vidriado cuando raspa con la
bandeja del aparato. A continuación, abre uno de los cajones de los armarios de
la cocina, saca algo. Pronto sé que es un mechero pues oigo el clic al
prenderlo, incluso el chasquido del fuego. Entonces, percibo como se vuelve a
acercar a nosotros.
-Ya podéis abrirlos-
anuncia. Con muchas ganas de saber qué tipo de pastel ha preparado—y de devorarlo rápidamente— abro los
ojos, nunca esperando lo que captan. Abro la boca de par en par antes de que
una risotada sonora emerja de mi boca.
No tardan en unirse Justin y Nicole, riendo cual posesos. La verdad es
que el pastel es la clave, literalmente. Nunca me canso de verme sorprendido
por ella, se cómo es y de las paridas y tonterías que llega a hacer para que
nos riamos. Es toda una bromista—con bastante fundamente, hay que admitir—,
porque como ella dice: ¿Qué es una vida sin risa?
El pastel es un bizcocho blando y jugoso de limón con una cobertura
fondant de color crema anaranjada. En la esquina izquierda hay tres moras rojas
azucaradas incrustadas en la superficie con una “R” de chocolate tumbada encima
de ellas. Más abajo, la figura de un gran pene de chocolate en relieve—intuyo
que también de bizcocho, pero recubierto de chocolate negro— con un poco de
semen blanco goteando. Por último, grandes letras de palo de chocolate anuncian
el gran mensaje de la tarta: “NO TE DEJARÉ NADA”, refiriéndose a mi semen. Las
velas con el número 21 en rojo encendidas en la esquina derecha.
Continúo riéndome como loco después de varios segundos bastante largos.
Anna se está aguantando pero poco a poco se une también a nuestra retahíla de
carcajadas. Está mujer no tiene remedio,
pienso antes de soplar las velas con fuerza.
-¡Felicidades Ryan!- dicen ellas dos al unísono.
-¡No crezcas putilla!- chilla Justin, todavía partiéndose el culo.
Anna deja la tarta encima de la encimera. Mis brazos no tardan en
rodearla calurosamente y otorgarle un beso húmedo en los labios.
-¿Captas la indirecta?- susurra en mi oído al separarse.
-La pondremos en práctica después- murmuro ronco de vuelta.
Justin vuelve a estallar en carcajadas por oírnos y yo le pego una
colleja.
-Yo no quiero estar aquí mientras “lo ponéis en práctica”- comenta
haciendo comillas.
-Así que después de comer un poco de tarta, nos iremos mejor- hace
hincapié a la idea Nicole.
-Mejor, así podremos tener un rato a solas- dice Anna sacándoles la
lengua, risueña.
***
La estrujo entre mis brazos fuertemente. Ella es lo más valioso que
tengo. Respiro el aroma de sus cabellos, embriagándome por el olor. Su cuerpo
descansa sobre mis piernas mientras tomamos el pastel paulatinamente.
-¿El pene es para ti o para mí?- pregunto, bromeando. Casi nos hemos
acabado lo que quedaba del pastel, que era mucho.
-Ya sé que te encanta, pero el pene siempre es para mí- contesta tan
pronto lo coge, desenganchándolo del bizcocho en sí y empezándoselo a comer.
Suelto una risita idiota, agarrando de igual forma el último trozo de
pastel que queda. En un bocado, prácticamente me meto medio trozo en la boca.
-¿Sabes Ryan? Siempre he querido que tengamos una tradición- me confiesa
ella, ladeando la cabeza para poder mirarme a los ojos.
La recopilación de música que ha puesto en cuanto se fueron Nicole y
Justin sigue sonando lentamente, marcando un ritmo en sintonía con el latido de
nuestros corazones. La voz de Kellin Quinn se abre paso entre la melodía
pausada. Iris inunda la cocina con
cada uno de sus ritmos y su letra. And I’d give up forever
to touch you, ‘cause I know that you feel me somehow…
-¿Una tradición? ¿Así para hacerla siempre?- pregunto, bastante
idiotamente cabe decir.
-Sí, Ryan… Siempre he pensado que sería muy bonito- murmura, su voz
destila esperanza, dulzura, suavidad.
You’re
the closest to heaven that I’ll ever be.
Y solo escuchando esa frase, entiendo que es exactamente lo que siento.
Ya sé qué tradición podemos tener. Sonrío en cuanto se me ocurre tal
cursilería. Me levanto de la silla de golpe, con cuidado posando mis manos en
su cadera para empujarla hacia el suelo, y le tiendo la mano.
-¿Bailas conmigo?- le pregunto, mientras asomo una sonrisa triunfante.
Anna me mira coqueta, aceptando mi invitación.
-Claro, Benson.
Coloco mis manos en su cadera y ella pone las suyas alrededor de mi
cuello. Nuestros pies se empiezan a mover al son de la radiante música. ‘Cause I don’t think that they’d understand. When
everything’s made to be broken… Mi cabeza se coloca en el hueco de su cuello, ella hace igual. Su olor
me embriaga una vez más, proporcionándome el confort que siempre he necesitado.
Con ella me siento seguro: por primera vez en mi vida entiendo que quizás no
siento la necesidad tan fuerte de protegerla, sino de sentirme protegido con
ella. Nadie había sido de esta forma conmigo antes; tan comprensiva, tan
paciente, tan tolerante.
-Esta puede ser nuestra tradición, nena- susurro en su oreja, notando
como su piel se eriza bajo mi contacto.
-¿Bailar esta canción?- pregunta trémula.
Or
the moment of truth in your lies…
-Bailar antes de acostarnos esta canción, siempre, aunque las cosas
vayan mal entre nosotros. Es como decir que aunque las cosas puedan flaquear,
seguiremos sintiendo la necesidad de bailarla, de amarnos- explico, dando a
entender qué es lo que quiero que signifique esta canción para nosotros.
Seguimos agarrados, entrelazados entre notas, entre movimientos
pausados. Toda una vida por delante y toda la vida para bailar la canción.
Cuando finaliza, me separo de ella y la beso apasionadamente. Mi lengua
juega con la suya, como si llevaran largo tiempo sin encontrarse. Se preguntan
cómo están la una a la otra, se explican sus necesidades y se piensan como
hacer el momento más divertido todavía.
-¿Probamos la indirecta?- me susurra lujuriosa, sin apenas aire, cuando
sus labios se separan de los míos.
-Encantado, nena- respondo, la empujo suavemente contra los armarios
bajos mientras la beso. Ella gime al sentir como arrimo más mi cuerpo. Sus
manos van a mis caderas, invitándome a que reduzca mucho más el espacio.
La alzo en un movimiento brusco sobre la encimera. Entonces, me dispongo
a morder su cuello y a lamer cada centímetro de su piel hasta el borde de su
escote. Ella sabe que ahora más que nunca molesta la ropa una barbaridad pues
no tarda en quitarse con rapidez la camiseta, dejando expuestos sus apetitosos
pechos en un precioso y malditamente sensual sujetador de encaje negro. Agh, no
me puede estar haciendo esto. Me pongo duro al instante cuando ella encima
añade un sensual mordisco en mi mandíbula mientras toquetea el pelo de mi nuca.
Mi sangre empieza en fuerte ebullición en el interior de mis venas, mi corazón
bombea con fuerza cuando ella empieza a bajar sus manos hasta el borde de mi
pantalón, insistente. La creciente erección comienza a hacer presencia dolorosa
bajo mis calzoncillos. Gruño fuerte cuando ella desabrocha poco a poco mi
cremallera. Mis tejanos caen hacia el suelo.
-Házmelo duro Ryan- susurra poniendo énfasis en cada sílaba.
Dicho y hecho. Mis movimientos son rápidos cuando se trata de
desabrochar sus pantalones y bajarlos como puedo hacia abajo. Lo siguiente es
mi camiseta, elevándola con mis brazos hasta mi cabeza, lanzándola lejos de mi
cuerpo. Anna gime sensual cuando paso mi dedo índice sobre la tela de sus
braguitas, cerca de su punto. Río de lado antes de que ella me incite con la
mirada que lo desea ya dentro cuando lleva su mano hacia mi entrepierna
voluptuosa y la empieza a acariciar sobre la tela de mis calzoncillos. Santa
mierda. Araña mi piel cuando los baja hacia abajo, liberándolo. Se muerde el
labio y atrapa mi cara entre sus manos para dirigir mi cuello más cerca de su
boca. Lo muerde y lo succiona. Entonces ya está, no puedo esperar más. Me
incorporo otra vez a mi posición inicial y hago paso a mis caderas entre sus
piernas que se rodean a mi cintura. Mi pene se hunde en su humedad y puedo asegurar
que es el Cielo en la Tierra para mí. Lo meto brusco, arrancando un grito de
placer de su garganta. Agh, por Dios.
Las embestidas son fuertes y para nada delicadas. Se trata de meter y
sacar, repetidas veces y bruscamente. ¿Me lo ha pedido, no? Pues voy a hacer
que se corra rápido, “haciéndolo duro”.
-Ryan…-gime mi nombre como si fuera un elixir para mí. Ella es mi
perdición en todos los aspectos.
Con mis manos, bajo la superficie del sujetador que tapa sus pechos,
elevándolos de inmediato hacia arriba. Los muerdo con ellos y empiezo a jugar con
mis dedos en su clítoris. Tres juegos al mismo tiempo: mi miembro en su
interior, mi lengua estimulando sus pezones erectos y mis dedos jugando con su
punto vulnerable, no tardan en pasarle factura. Pero resiste.
-Córrete conmigo- murmura como puede entre suspiro ahogados,
respiraciones frenéticas.
Para conseguir lo que quiere, aprieta su estrechez alrededor de mi
longitud y acompaña mis movimientos con la elevación de su cadera. La mueca de
su placer, sumado a lo estrecha que se ha puesto en cuestión de segundos son
más que suficientes para que las convulsiones se abran paso entre mi
resistencia y me libere cálidamente en su interior.
-Agh… ¡Agh!- grito roncamente cuando el placer del orgasmo me extasía
todos los sentidos taponando mis oídos.
Mal
perdedor.
Parte
III
Narra Nicole.
No puede haber mejor día que este. Me hallo entusiasmada con mi cámara
nueva, tomando fotos por doquier: a las calles y a la gente de Straford, la
gran plaza central, el ayuntamiento, a Justin sonriendo, a Justin caminando,
nuestras manos entrelazadas, a nosotros mismos dándonos un beso, a la gran
feria que nos hemos encontrado por sorpresa instalada en uno de los barrios más
bonitos de la ciudad. Está siendo una velada extraordinaria, mientras dejamos
un poco de intimidad a los dos tortolitos para que hagan guarrerías en casa,
paseando relajados y cogidos de la mano. Aquí no hay nada de lo que
preocuparnos. No hay malos. No hay mafia. No hay problemas.
Observo muy atentamente las paraditas, fijándome principalmente en las
pulseras y los atrapa-sueños. Encuentro uno en particular que me llama la
atención. Está al vaivén de una cuerda, iluminado por las luces de fondo y es
simplemente bello de observar. Los pequeños cristales de colores que hay en los
hilos de dentro del circulo principal, fragmentan la luz que reciben en rayos
de colores diversos. Me lo quedo mirando, pensativa, cuando decido tomarle una
foto.
-¿Te gusta?- me pregunta Justin, mirando con atención como lo miro con
deseo, descubriendo que lo quiero en mi habitación.
-Realmente captó mi atención- murmuro, asintiendo.
Justin sonríe como un niño pequeño antes de echarle un grito a la mujer
india que rige la paradita- Señora, deme ese de ahí, por favor.
La señora se dispone a cogerlo, alejándolo de la luz, y lo mete en una
bolsita de papel marrón. Quiero volver a ponerlo en la luz para que vuelva a
crear ese efecto: era maravilloso.
-Serán 10 dólares, por favor- pide la mujer. Justin, que ya había sacado
su monedero para buscar dinero, se los da sin ningún problema y agarra la
bolsita que le tiende.
Nos alejamos un poco de la tienda, saliendo a un lado del paseo.
Seguimos caminando por varias horas viendo todo lo que tienen montado, algunas
pequeñas actuaciones de magia, algún malabarista por el camino hasta que
empiezo a tener algo de hambre.
-¿Te parece si compramos algodón de azúcar?- le pregunto al pasar por un
puesto con un señor preparando. Me lamo el labio inferior al oler el delicioso
aroma del azúcar quemándose. Agh, por Dios.
-Por mí perfecto, nena- murmura dirigiéndose ya para ahí.
Compramos dos nubes de algodón. Decido que sería precioso tomarnos una
foto así que se lo digo abiertamente.
-Justin, no lo muerdas aún- le pido antes de ver que ya le ha dado el
primer mordisco-. ¡Ah, eso no vale!- me quejo poniendo un puchero.
-¿Por qué? Yo quiero comérmelo-protesta.
-Quería hacerte una foto antes, tonto- le explico.
-Bueno, pues mira- gira el algodón de azúcar al revés y se lo pone
delante de la boca-. Hazme una tratando de darle un bocado.
Me separo un poco de él, lo justo para poder tomarle la foto a la
perfección. Se impaciente para verla cuando acabo de hacerle varias. Aprieto la
opción de multimedia para poder verlas y se las muestro. Se ve tan gracioso.
-Oh, estás tan adorable en ésta- exclamo cuando veo mi preferida. Es
Justin pero es sumamente feliz en esta foto, como si fuera un niño pequeño,
recordándome que todavía tiene esa parte infantil en su ser.
-Nicole, lo último que quiere oír un tío de una chica es que se ve
adorable- protesta molesto, frunciendo el ceño contrariado.
-Oh, eso es aún más adorable- exclamo por segunda vez simplemente para
fastidiarle un poco. Me callo que para mí siempre se ve adorable pues no quiero
crear un drama de esto. Río por tal pensamiento.
-¡Justin McCann!- chilla una voz femenina y muy pero que muy molesta
detrás de nosotros. Bajo la cámara, dirigiendo la mirada hacia dónde proviene
la voz para encontrarme—no muy para mi agrado— con una chica alta, con un largo
cabello alto, figura delgada y ojos azulados como el cielo.
-Shay, cuánto tiempo sin verte- dice Justin con un tono extraño de voz y
con un brillo en los ojos extraño también. ¿Qué le pasa a éste? ¿Y quién es
ella? ¿Una antigua novia, quizá?
-Y qué lo digas, Justin. Muy mal por tu parte no hacerme una
visita-protesta ella haciendo otro adorable puchero. ¿Por qué yo no puedo hacer
estas cosas y verme así? Yo a su lado parezco un pato descarriado al lado de un
despampanante cisne blanco.
«Él no te hará ninguna visita mientras yo esté aquí para evitarlo, créeme»
-Ya, Shay. Ya sabes, he estado ocupado- me mira a mí sonriente-. Te
presento a mi chica, Nicole.
«Toma ésa»
Shay abre la boca, y aunque por fuera no lo parezca, eso le ha sentado
como una patada en el estómago, lo sé. Mi detector de zorras me grita
desesperada que tengo una ahora mismo en frente mío.
-Yo soy Shay, encantada- se presenta cordialmente, dándome dos fríos y
falsos besos en las mejillas.
-Igualmente, Shay- contesto igual de cortante.
Ella realmente parece querer salir de este embrollo con rapidez, así que
propone casi sin pestañear- Justin, para que no tengas ninguna excusa más para
no verme, vente esta noche a la fiesta en casa de Mason- dirige la mirada hacía
mí-. También puedes traerte a Nicole.
¡Oh, claro que me llevará! ¿Quién se cree que es?
-Estaremos los dos ahí, gracias- digo retadora, fulminándola
profundamente con la mirada. Ella capta el desafío, al cual pone su mejor
sonrisa de cabeza hueca.
-¡Perfecto! Os veré allí. Tráete a tu amigo Ryan, también.
-Entendido. Adiós Shay- se despide Justin antes de que la veamos
desaparecer.
***
-¿Debería preocuparme por esa tal Shay?- pregunto, asomando una cara de
preocupación. Ella es mil veces más bonita, atlética y coqueta que yo. No
quiero que él…bueno, al fin y al cabo es un tío, y uno el cual nunca ha estado
atado a nadie.
-En mi opinión, no. Shay siempre ha estado detrás de Justin, por lo que
he podido ver las veces que he venido. Pero no han tenido nunca nada- informa
mientras sus dedos entrelazan mi pelo, estirando el cuero cabelludo de mi
cabeza, tratando de hacer una trenza en cascada.
-Pero es que tú no has visto como lo miraba- protesto, llena de
frustración.
-Eh, tranquila Nicki- me agarra otro mechón para seguir haciendo su
faena-. Justin no ha tenido novia en toda su vida, y tú ahora eres la suya,
¿eso debe significar algo, no crees?
-Vale, vale. Llámame paranoica.
Anna suelta una risotada sonora- Te entiendo. Yo también estaría echando
humo si alguien se acerca a Ryan. Literalmente, le arrancaría los ovarios de
cuajo.
-Uy, qué agresiva hija- bromeo, estando completamente de acuerdo con
ella.
Nos quedamos un momento calladas. Miro mi reflejo en el espejo. Me gusta
cómo voy, más yo que otras veces.
-¿Puedo preguntarte algo?- formula Anna, como con cuidado.
-Dispara- la animo. Realmente no tengo secretos para ella.
-¿Por qué decidiste acercarte, abrirte, a Justin? Ya sabes, cómo a no
ser tan tu familia, tan FBI con ganas de matar a un mafioso, y tratarlo como
amigo- dispara violentamente, como si llevara mucho tiempo guardándose todas
esas preguntas.
-Ehm…-pienso mi respuesta y pienso si debo decirlo o no- La verdad es
que en un principio fue porque quería obtener información para el FBI. Al
conocer a Jazzy me di cuenta que los informes que teníamos en el departamento
eran una mierda, no estaban nada al día y faltaban cosas. Así que decidí que ya
que estaba recluida en esa casa, sacaría el máximo provecho obteniendo
información de todo tipo.
-Uau. La verdad es que bien pensado-admite ella-. Era un buen plan.
Supongo que no funcionó, ¿no?
-Para nada. Creo que soy un desastre recopilando información- bromeo.
Entonces, se me ocurre que quizá sería buena idea descubrir por qué él, y quizá
Anna lo sepa-. ¿Por qué Justin?
-Bueno, para serte sincera todo se resume a una estúpida apuesta.
-¿Me apostaron?- pregunta desconcertada.
-Sí, y la idea salió de mi novio. No le gustabas demasiado- murmura,
acabando la trenza por completo-. Pero eso es pasado, Nicki, no se lo tengas en
cuenta. Ryan ahora te quiere, te lo puedo asegurar. Y Justin, ¿qué decir? Nunca
lo había visto así por nadie más que tú.
-Lo sé, sólo era mera curiosidad.
***
La fiesta está totalmente llena, por no decir a rebosar de gente. Antiguos
compañeros de clase, nuevos adolescentes locos bailan, hablan, juegan, beben y
fuman en la casa de Mason, el cual he tenido el placer de conocer hace cosa de
media hora. Mason es un chico alto, con el pelo oscuro y los ojos claros, porte
fuerte y fornido. El típico jugador de futbol americano de un instituto, he
pensado en cuanto lo he visto. Justin sólo me lo ha corroborado, aunque yo
estaba más que segura en cuanto lo he visto acercarse a nosotros. He podido ver
que Justin y Mason tienen una relación muy sana, de amigos que se llevan bien y
no hay malos rollos. Justin se ha puesto tenso cuando Mason me ha alagado un
par de veces pero ha mantenido sus celos a raya. Punto positivo para él,
claramente.
A Anna la he perdido hace tiempo puesto que se ha rencontrado con un par
de amigas que hizo la primera vez que estuvo en Stratford. Ryan ha desaparecido
por una de las habitaciones que han acabado siendo adoptada como sala de
juegos, pues hay una gran masa de gente alrededor de una mesa redonda mirando
como juegan a las cartas los participantes, y apostando. Anna ha hecho un voto
de confianza con él para que pueda beber alcohol hoy. Yo sólo deseo que no se
líe esta noche, y que Ryan no la cague. Realmente se lo pido a Dios.
No he visto a Shay acercarse a Justin en toda la noche mas, básicamente,
Justin no se ha separado de mí en todo lo que llevamos de fiesta. Me alegro por
ello pues quiero a esa zorra lo más lejos de mi chico posible.
El DJ pincha la última música del momento, volviendo locos a la gente de
la fiesta que se amontona alrededor de la piscina y dentro del comedor. La casa
de Mason es muy grande, notándose que es un niño de papá, pero agradable por lo
que he podido comprobar. Justin me ha contado que su padre tiene una empresa de
madera importante de la zona, así que sí, tienen dinero. Por lo menos lo suficiente para permitirse estos lujos, pienso
observando la pedazo fiesta que ha montado en su propia casa.
La música me rodea y bailo con Justin Wake Me Up, de Avicii. Todo
el mundo entona la canción a pleno pulmón y el DJ se vuelve loco pinchando, remezclando
y pidiendo que alcemos las palmas.
-Veo que tu chica se sabe mover. No me imagino como será en la cama-
masculla una voz rugosa desde nuestro lateral izquierdo.
Y ahí lo tenemos, con sus ojos serpentinos centelleantes, a la espera de
una presa a la cual cazar. Permanece respaldado en el marco de la puerta,
captando todos nuestro movimientos desde un plano priviligiado.
-Kyle, modera tus palabras. Es mi chica, una sola palabra como esa y…-amenaza
Justin, volteándose violento hacia él.
No, por favor. Todo marchaba maravillosamente bien.
-¿Y qué? ¿Me matarás a golpes?- pregunta Kyle, con sorna. Se percibe a
quilómetros que se divierto con esto, con todo lo malo que hace.
-Calla tu sucia boca- increpa Justin, más molesto de lo que cabría
esperar. Lo miro a sus ojos; esa oscuridad quiere emerger pero no lo hace. La
está aplacando, sin embargo, percibo algo más: miedo. Su puño apretado, las
venas de sus brazos firmemente marcadas bajo sus tatuajes.
-Eso se te da bien, ¿no McCann?- pregunta con esa burla en su voz por
segunda vez.
Algo en esa frase capta mi atención, qué lo relaciono con lo que ha
dicho antes. ¿A qué se refiere Kyle? ¿A qué está jugando? Debo adivinarlo.
-¿Qué se te da bien, Justin?- me adelanto a mis pensamientos.
-Nada, Nicole. No tiene importancia- dice, crudo. De inmediato sé que me
está ocultando algo.
Tus ojos te delatan, Justin.
-Oh, no por favor. Está muy mal mentirle a “tu chica”- Kyle se incorpora
hacia delante haciendo comillas con sus manos en las últimas dos palabras.
-¡Cállate Kyle!- ruge Justin, la ferocidad en su voz apenas se percibe
por la altísima música pero la tensión prácticamente se puede rasgar.
-Seguro que ella quiere saber lo mal perdedor que eres- toda la atención
se dirige a mí. La curiosidad me está matando; claro que quiero saber.
Kyle se acerca, pero de inmediato Justin pone su mano izquierda sobre su
pecho prohibiéndole el acceso a mi cercanía.
-Relaja McCann, yo sólo quiero que sepa que mierda hiciste la última vez
que estuviste en Stratford- murmura, mirándome con sus ojos réptiles. En un
instante varias corazonadas me taladran las sienes y recuerdo sus palabras el
otro día en la calle, cuando Mitch acudió a nuestra ayuda: “Quizás deberías preguntarle a tu querido Justin qué pasó la última vez
que perdió una batalla”
-¿Qué pasó Justin?- formulo, absorta en los misteriosos ojos de Kyle. No
le tengo miedo.
-¿En resumen? Despachó al otro luchador fuera del ring porque no pudo
abatirlo- responde Kyle con la pieza de la historia que me falta, antes de que
pueda hacerlo Justin.
¿Justin mató a una persona porque sí? Siempre pensé que él mataba porque
su padre se lo ordenaba, no porque…porque él mismo quisiera.
-Escucha Nicole, me volví loco. Me arrepiento de ese día todos los días.
Había conseguido olvidarlo pero siempre me persigue. Yo…
-Sht, cállate. Sólo quiero que nos vayamos a un lugar sin ruido y me lo
cuentes todo.
-De acuerdo- acepta, en cierto modo aliviado.
-Y tú- me vuelvo para Kyle, quien me mira sin entender nada. ¿No te
creías que fuera a ser tan abiertamente tolerante con esa bomba, verdad?-, deja
de intentar joder a mi novio. Toda esa mierda quedó en el pasado y te aseguro
que si vuelvo a saber de ti, voy a ser yo misma quien patee tu culo fuera de
esta ciudad.
Kyle abre la boca, pero pronto endurece su mandíbula.
-No te has atrevido a decir eso- escupe, enrabiado. No se esperaba esto
en absoluto.
-Oh sí, me parece que sí. A no ser que tengas un problema auditivo, que
sumado a otras cosas entendería todo aquí- me burlo de él en su cara-. Te dije
que no sabías nada de mí- digo volteándome de inmediato para irnos. No quiero
volver a ver esos ojos en mi vida. Y por su bien, puede asegurarse que sea así.
-Ya has oído Kyle, mi chica y yo te mataremos como intentar meter mierda
otra vez en lo nuestro- escupe Justin, con una sonrisa burlona en la cara.
***
La noche se refleja en sus ojos. Hemos tenido que volver a casa y ahora
estamos sentados en el banco blanco que hay justo al lado del gran sauce. El
pacífico silencio nos rodea a ambos, aletargándonos. Pero quiero saberlo.
Quiero saber todo lo relacionado con Justin.
-Cuéntame Justin- exijo, dulcemente. No quiero que se vea presionado.
Lanza un largo suspiro pero comienza sin preámbulos- Estaba en el
negocio con Kyle. Yo era buen luchador y pocas veces perdía, pero ese tío me
ganó esa batalla.
-¿Y por eso lo mataste?- abro la boca sin ser consciente de que esto no
debe ser fácil para él. «Estúpida»
-Nicole, no me he perdonado por eso
aún, y creo que nunca lo he hecho. No puedo deshacerme simplemente de ello
porque se metió en mí. Una vez me preguntaste qué era eso en mí que hacía
volverme violento e impulsivo- coge aire con fuerza, y entrecierra sus ojos-.
Empezó a aparecer en cuanto fui con mi padre y me enseño todo lo que era su
vida, su negocio. Pude aplacarlo pero cada vez estaba más presente y se fue
haciendo otra parte de mí. No puedo simplemente deshacerme de ella, porque soy
yo de algún modo. Y mucho más desde la noche que me cargué a aquel tipo a
puñetazos. Él no era como los hombres que había matado por mi padre, él era un
tipo normal. Yo lo maté, y esa cosa se hizo permanente en mi cabeza.
*****************************************************************
Holiiiiiiitas._.//// Bueno chicas, esto llega literalmente a su fin. Sólo quedan último capítulo y prólogo. No tengo mucho que decir a parte de que espero que os haya gustado y que estéis impacientes por el desenlace de esta historia. No os alarméis, mi viaje con vosotras espero que no acabe aquí porque ya estoy preparando un shoot (máximo 20 capítulos) con otra historia bastante diferente mientras que mi cabeza loca tiene tiempo para pensar en la trama de la segunda temporada de Alaylm, Past Never Ends (abreviado, PNE *no lo leáis rapido, no lo leáis rápido*)
Aviso que la escena sex hard en la encimera es porque basicamente mi hermana separada al nacer del sur está altamente necesitada y me pidió que su personaje requería de una escena de estas, pueh aquí está guarrisha, tkm.
Gracias a todas por vuestro apoyo (aunque muchas son lectoras fantasmillas) y espero que el shoot que voy a colgar os encante y que esperéis ansiosas la segunda temporada.
loveya.
{Si os gusta la novela que cuelgo en este blog, por favor, seguidlo y dejad un comentario shashi debajo. Mersiiiiii}
Las lectoras que tengáis Twittah por favor, dadle RT a este TWEET.