Maratón [1/2]
Capítulo 33
Traición.
Parte I
Narra
Nicole.
Todavía
mantengo un vago recuerdo del momento en el que mi mundo se ha congelado horas
antes que se repito una y otra vez acrecentando su impacto sobre mí. Me he
quedado completamente de piedra, sin ser capaz de articular gesto alguno, tan
siquiera el automático reflejo de respirar. Mi mundo se ha parado alrededor
produciendo una atmosfera que me ha recordado al almíbar: reluciente de
existencia pero espesamente pegajosa, sin dejarte espacio para moverte. Creo con
certeza que mi corazón ha rechazado bombear sangre de igual modo que mis
músculos se han visto agarrotados por una sensación de desolación máxima, por
un escalofrío ensordecedor palpitando por cada célula de mi cuerpo. La
sensación de neblina en mis ojos ha hecho que olvidara que sostenía entre mis
manos el teléfono, precipitándose al suelo en un golpe seco. Se podría haber
roto, pero no me importaba en absoluto. Sólo era un mero cacharro, al fin y al
cabo. Mi mente sólo procesaba una cosa: la resonancia entre las paredes de mi
cráneo haciendo eco de las palabras mortíferas de Tatiana. “Tu padre ha
muerto”. Se repite en bucle todo el tiempo, emponzoñándome más de esta forma
tan extraña. Nunca me había sentido como si fuera realmente tarea fácil
quebrarme, romperme en trocitos hasta la inexistencia; esta fatídica noticia lo
ha logrado. Me siento hecha de un cristal endeble que se aferra a la idea de no
quedar quebrantado pero que no para de caer en picado directo a grandes rocas
afiladas.
Sabía
que era una posibilidad en la baraja, tentando al destino, pero nunca creí que
fuera posible. Todavía no me hago a la idea y creo que nunca me la haré. ¿Cómo
puedo aceptar que mi padre ha muerto? Ya no está. No me di cuenta que se estaba
labrando un camino, el cual llevaba al hecho de que no habría más papá al que
recurrir cuando estuviera asustada.
Papá has muerto.
Es
curiosos como reaccionamos en estos casos. No observamos que la vida llega a su
fin, que todo río llega al mar y se desvanece, que toda gota cae al suelo y se
rompe, que toda tragedia tiene un bonito principio y un triste desenlace. Todo
el mundo sabe que cualquier persona muere en un momento u otro, a veces
intencionada otras accidentalmente pero el final de la vida nos acecha a cada
segundo del día. Lo que pasa es que no lo observamos como una posibilidad
debido a que la vida nos envenena con cada esperanza que puede; la vida es una
dulce mentira de la no queremos nunca escapar y la muerte una cruda verdad de
la que difícilmente podemos huir.
Ahora,
en este justo instante me pregunto si he hecho las cosas bien y si la muerte de
mi padre no es culpa mía en cierto modo. ¿Dónde
he estado yo cuando papá me necesitaba? ¿Por qué no he visitado más a papá? Una pizca de remordimiento se avalancha en mis
pensamientos. ¿Y si hubiera hecho algo?
¿Por qué no fui a verle antes de marcharnos de Miami? La respuesta es
obvia: tan siquiera me acordé de cómo estaba. Sólo tenía mente para Justin. Y
dicha verdad me golpea como si estuviera en un combate de boxeo y el guante del
contrincante estallara en mi cara. No
puede ser. ¿Cómo pude olvidarlo? Era mi padre, a pesar de todas las
disputas, de lo alejado que lo sentí a veces de mí, de lo poco que me
comprendía o que conocía realmente de mis gustos o aficiones. Pero era mi padre
ante todo y yo simplemente lo defraudé, le fallé.
Metida
en el coche, todavía siento esa sensación áspera de caída. Puede parecer drama
pero es de todo menos eso. Realmente me siento que voy a desfallecer; voy a
seguir cayendo. Siento que estoy perdida a pesar de que lo tengo a él, tratando
con todas sus fuerzas que yo vuelva al estado de normalidad mínima y haciendo
todo lo posible para que no me hunda. Pero yo ya estoy hundida.
Oigo
los aullidos en su voz, en un intento para que le preste atención. Pero mis
ojos no se desvían de su trayectoria perdida en el frío cristal frontal del
coche. Sólo es una voz, sólo una simple voz como alejada de mí, de todo lo que
importa. Sólo importa como observo el cristal, como las luces cálidas de las
farolas de la calle hacen reflejos en él, como juegan sobre su superficie. Hubo
un tiempo donde las luces anaranjadas me proporcionaban paz, ternura,
acercamiento, calidez, luz; en este instante parece que ese detalle ha perdido
toda su calurosa esencia. Esos alaridos se repiten por segunda vez, ahora más
nítidos.
Puede…puede
que mis oídos me permitan distinguir algo. Aunque, ¿acaso importa? No.
-Nicole,
por favor, mírame- la voz surge como un rugido dulce, ronco. Su rostro se
encorva en preocupación, queriendo hacer que me sienta mejor. Sin embargo ahora
mismo no hay nada posible en eso. Acabo de perder a mi padre, maldita sea-.
Necesito saber que todavía estás aquí, conmigo.
¿Tiene
miedo de que me quede así de hoy para delante? Porque no me parece tan mala
idea al fin y al cabo… El eco de una voz distante se hace eco en el fondo de mi
consciente. Martillea mi cráneo dándose paso entre los recuerdos de mis años
más niños. Papá.
Mi rodilla pica tanto, escuece de una
manera, que hace que se me salten las lágrimas. Busco con urgencia a mí
alrededor los brazos de mi padre. Necesito a papá. Necesito a papá. Empiezo a
berrear por dicho dolor. Sin embargo, mi espirito orgulloso e independiente no
puede dejar de recordarme qué no quiero ser una niña, quiero ser mayor y las
persona mayores no lloran por una caída. Las personas mayores no lloran por
nada, son fuertes, o eso dice papá. Alzo la mirada hasta el árbol malo que me
ha dejado caer. No tenía idea de que si salía mal fuera a ser tan doloroso. Me
lo había dicho, me digo, que no me subiera al árbol pero como me repite papá
como un loro: soy demasiado tozuda y acabo haciendo lo que me viene en gana. Me
duele, mucho. Lloro; las lágrimas empapan mis mejillas rosadas de líquido
salado. Doblo la rodilla para verla mejor. Siempre veo a mi mamá fruncir el
ceño cuando mira mis heridas. ¿Debería fruncirlo? Hay sangre. Doy un golpe
sobre el acolchado suelo de hojas secas. Vuelvo a mirar al árbol, doblando el
entrecejo. Era alto, pienso, quizá papá llevaba razón.
-¿Qué, te has caído Nicki?- me pregunta
irónico, sonriendo como cuando gana una apuesta con tío James.
Asiento, dejando de lado a mi lado que
quiere ser mayor, hago un mohín y me sorbo fuerte la nariz. No quiero que él me
vea llorar. A papá no le gusta que lloremos.
Se tumba a mi lado, dirige su mirada
evaluando la situación- Te dije que no subieras, Nicki.
-Ya- respondo seca, intentando disimular
que me duele, me duele horrores. No me gusta que papá me recuerde lo que ya ha
dicho. Papá no es divertido ahora.
Posa su mano en mi pequeña pierna, la
acaricia y sube hasta la rodilla. Evalúa con detenimiento el rasguño, pensando
quizá que no es tan grave para que me ponga así. Papá siempre dice que soy una
exagerada. Sorprendiéndome, sopla con dulzura sobre la herida lanzando aire
fresquito sobre la ardiente herida.
-Nicki, no se gana ni se consigue nada
en la vida sin dolor. Sé fuerte, siempre.
El recuerdo, las palabras de mi
padre, empiezan a hacer hincapié en mi mollera. Respiro hondo, tratando de
encontrar la paz en mí misma. Pero todavía siento el regustillo de culpabilidad
en la garganta. Es mi culpa, todo ha sido culpa mía.
«No. Sabes que no es así. Recapacita. No podrías haber
hecho nada». Mi subconsciente
habla fuerte, despejando un lapso la neblina. No quiere que me pierda. Quizá
lleve razón.
¿Cómo lo hubiera parado aunque hubiera sabido que se iba a morir?
La muerte es de las pocas damas a las que no lograremos jamás engañar.
Vuelvo a oír esas palabras suplicantes. Me piden que vuelva a él,
que me recupere. No es borde, brusco; sino su sonido es dulce como el algodón
de azúcar pero buscan las mías, esperanzado de que el primer shock se me pase.
Lo que no sabe es que no amaina despejarse. Una tinción de preocupación,
angustia, se nota palpable. No quiero causarle dolor viéndome así. Sin embargo,
me es imposible reaccionar positivamente.
-Nicki, por favor, di algo- su voz viene a mí como una oleada
calurosa azotándome en el rostro. Olfateo el ambiente que antes parecía
ambiguo. Huele a ambientador barato de coche, a asientos nuevos y a un
olorcillo a vainilla leve.
-Nicole, por favor. No puede verte así- murmura con la voz rota,
entre suspiros ahogados.
De pronto, siento como algo aclama que le conteste. No entiendo
por qué ahora sí, pero necesito hacerlo. Necesito que él sepa que sigo aquí
aunque me haya alejado un poco. No hay derecho que Justin se preocupe por mí;
no quiero que nadie lo haga. No lo merezco.
Ladeo la cabeza para mirar sus facciones: labios gruesos, rosados,
presionados en una fina línea, arrugas pronunciadas en la frente, ojos cerrados
hasta parecer canicas miel o caramelos sabor Cola Cola, mejillas sonrojadas,
pelo despeinado en varios cuernos y remolinos sobre la cabeza.
-Justin…-susurro, en un hilo de voz casi inexistente.
-Joder, menos mal- exclama
cerrando los ojos un momento en consideración. A continuación los abre y
entrelaza sus brazos alrededor de mi cuerpo proporcionándome la temperatura que
parece haber huido de mi cuerpo-. Estás helada, Nicole. Y estamos en Verano-
besa mi cabeza con suavidad, se separa un poco y me mira-. Creo que dejé una
chaqueta mía detrás- murmulla, ladeando la cabeza e inspeccionando la parte
trasera del vehículo. Sonríe, así que adivino que sí que hay prenda. Extiende
la mano, la coge con fuerza y la sostiene entre sus dedos hasta que la posa
sobre mis hombros. Huele a Justin, pienso
distraída unos segundos entre los remolinos de su agraciado y meloso aroma,
saboreándolos con mis canales olfativos. Mhm,
qué bien huele…
-Justin…-mascullo cuando vuelve
a envolverse alrededor mío. Me otorga calor cálido, cariño, soporte con sólo un
gesto.
-Shh…-susurra contra el lóbulo
de mi oreja- Ahora iremos al aeropuerto y cogeremos el primer vuelo que haya
para Miami, ¿vale?- asiento prácticamente sin decir palabra- No te vuelvas a
ir, por favor- suplica cuando ve que hago ademán de perderme otra vez entre las
dumas de mis pensamientos. Alzo la mirada, clavando mis ojos en los suyos:
pozos de miel oscura gorgoteando preocupación. Asiento otra vez, asomando una
sonrisa de medio punto. No sé si seré capaz de hacerlo, pero sólo trato de
tranquilizarlo. Alargo mi mano helada hasta la suya, cálida y la atrapo entre
mis dedos. Aprieto. Quiero que entienda que sigo aquí. Acepta mi mano con
gusto, regalándome una sonrisa esperanzadora y, después, mete las llaves hasta
producir el contacto necesario para encender el vehículo; volvemos a casa.
***
Mi ángulo de visión se
distorsiona, las manos me flaquean. Enfoco, desenfoco. Enfoco, desenfoco. Me
gusta hacer esto. Llevo sin articular palabra desde que hemos embarcado.
Reconozco impaciencia en el rostro de Justin. Se pasa los dedos entre las
greñas de su cresta, despeinándola todavía más. Sus ojos están entrecerrados
por el cansancio. Ha sido un tonto, pienso
pensando en lo cabezota qué es. Cuando hemos embarcado me ha pedido que
durmiera, que debía descansar. Como yo no podía hacerlo porque no concebía el
sueño, él ha aguantado todo el viaje sin dormir para hacerme compañía en
silencio. Es un tonto, vuelvo a
pensar enternecida por todo lo que está haciendo por mí dentro de sus límites.
-No es muy puntual, ¿verdad?-
pregunta, repiqueteando el pie en el suelo.
Papá, papá…
Sin quererlo, Justin acaba de
producir el tic más común de mi padre: el que también tenemos mi hermano y yo.
Se me oprime el pecho, retorciéndose. Pero ya no duele. Creo que me estoy
acostumbrando a que mi corazón dé estos vuelcos rechinantes de sopetón, los
cuales me privan de aire.
-No suele ser impuntual-
murmuro, casi sin ser auditivamente perceptible. Sin embargo, Justin se percata
de ello y sonríe ampliamente. Son las primeras palabras que he emitido en
horas.
-Pues hoy no es el caso- replica
molesto por el hecho de que Tatiana esté tardando en llegar.
-¿Qué no es el caso?- formula
una voz tras de mí, contenta pero a la vez dolida. Me volteo para ver a mi
amiga con el pelo suelto. Está guapísima cogida de la mano de Christian, quien
sonríe al verme. Los observo con detenimiento: el pelo oscuro de ella cae sobre
su pecho en preciosas retorcidas ondas hasta su cintura. Una sonrisa fría, por
todo lo sucedido, adorna su cara. Oh,
cuánto la he echado de menos. Observo como los azules ojos de él se dirigen
hacia ella. Siempre me di cuenta de esto. Oh, ¿Cómo no percatarme? Sólo con
mirar como Chris la miraba y la mira, sabía que para él era mucho más que una
amiga: su mundo. Sonrío por mis adentros cuando me doy cuenta qué lleva puesto
Tatiana: la camiseta negra con el logo de su grupo favorito de hard rock que compramos después de
patearnos todas las tiendecillas de la feria local des distrito.
-¡Nicole, cuánto te he echado de
menos!- murmura antes de precipitarse a mis brazos. Acudo en su llamada porque
realmente tenía ganas de verla.
-Tati…
-Nicki, no sabes cuánto lo
siento- dice tan pronto ahueca su cabeza entre mi cuello.
- Lo sé, claro que lo sé.
Me separo de ella y miro a
Chris. Quedaron las cosas bien entre nosotros pero todavía lo veo alejado.
Christian reacciona como nunca lo hubiera pensado, tiende la mano a Justin en
un gesto amable, gentil y amistoso. Chocan los puños como sólo los tíos saben
hacerlo.
-Me alegro de que hayáis vuelto,
aunque sea por…ya sabes- musita, sonrojándose levemente.
Sonrío, debido a que sé qué
significa dejar el orgullo a un lado, aceptar a Justin. Se puede ver a lo lejos
que no se fía de él, pero le está dando una oportunidad la cual es merecedor.
-Gracias Chris- digo rápido,
arrapándolo a mi cuerpo y estrechándolo.
-No me las des. Eres mi amiga- al
oírlo, beso su mejilla. Malditos celos, pienso
mientras veo como Justin aprieta la mandíbula y traga saliva.
***
No recordaba ya lo gracioso de
este lugar. Ya hacía tiempo que no pisaba el cementerio, desde la muerte de mi
último abuelo. Pensé que pasarían largos años antes de que volviera a hacerlo,
pero me equivoqué. La muerte de mi padre ha hecho que vuelva a contemplar
tristemente la belleza de este lugar. Sí, belleza. Siempre me cautivo la
sensación extraña cuando entraba a este recinto para visitar las tumbas de mis
abuelos. Bueno, más bien mi madre quería venir a visitarlos, yo no. Nunca quise
porque a pesar de lo que este recinto albergaba, de todo el sufrimiento, el
final de la vida…todo, me parecía hermoso. Y me sentía mal por ello.
Observo como los presentes a la
ceremonia esperan recogidos delante del foso excavado en la tierra húmeda del
cementerio. El ataúd de madera oscura descansa ante la abertura, esperando a
qué sea su hora de descender hasta sus profundidades y ser olvidada para
siempre. Las ramas del sauce llorón ondean el viento frío que ha llegado para
despedir a mi padre. Dicho viento juega con la tela de las banderas patrióticas
que hay a ambos lados de la zona reservada para dicha despedida. Compañeros del
cuerpo de policía esperan en el lado izquierdo bien uniformados, empuñando sus
armas alargadas, esperando el momento para honrar al hombre que han perdido.
Veo el rostro pálido de mi madre mientras que llora en silencio la perdida más
grande que ha tenido en años. Siempre fue una mujer sensible pero mi padre le
enseño que nunca se debe llorar, hay que ser fuerte. Ella lo ha sido todo este
tiempo. Sin embargo, toda persona tiene un límite y parece ser que éste hecho
lo ha sido para ella. Sus ojos azules claros, ahora acuosos y sin luz, observan
la corona de flores que hay delante de la tumba. Pero no miran las flores,
miran la foto en blanco y negro del hombre que ha amado toda su vida y que
ahora ha perdido para siempre. Los asistentes, junto con el rostro inescrutable
de mi hermano, prestan atención a las palabras de consuelo que recita el
reverendo que hay situado justo detrás de la caja, con un atril delante. Todos
van vestido de negro, resaltando sus semblantes pálidos y fríos por el dolor.
Miro a mi hermano con detenimiento desde lo lejos. No puedo acercarme, no puedo
llorar al hombre que me lo enseño todo, a mi padre, con tranquilidad porque
toda esa gente incluido mi hermano ahora mismo me odian. Sobre todo él. Lo
abandoné. Los he abandonado a todos. Su mano agarra con firmeza el hombro de mi
madre, otorgándole consuelo. Yo quisiera ayudarla pero no es posible.
-Cuando se vayan todos, nos
acercaremos- me explica Justin, agarrándome la cintura por detrás y ahuecando
su rostro en el hueco de mi cuello. Siento su aliento pegado a mi cuello. Intenta
consolarme como puede, y sobre todo trata de que no me vaya. No otra vez.
Asiento perpleja por cómo está
llevando las cosas. Parece que lo siente pese a ser uno de sus enemigos. Yo
sólo quiero llorarle. Lo necesito. Me sorprende la frialdad en la mirada de
Josh, como se muestra impasible, sin dolor. Papá nos enseñó bien pero nunca he
comprendido hasta qué punto. Parece que no le haya afectado lo más mínimo,
aunque yo sé que ahora mismo debe estar odiándome con todo su corazón.
Los traicioné.
La ceremonia está llegando a su
fin. El reverendo dice sus últimas palabras al sonido de la trompeta y de los
disparos por parte de los soldados y policías. Es su forma de mostrar respeto
infinito ante el gran Detective Williams. Papá, para mí. Mi madre se agacha un
poco para lanzar un clavel blanco sobre la madera, despidiéndose así de él.
Advierto que un “te quiero” mudo emerge de sus labios en apenas un susurro. Josh
la ayuda a volverse a levantar cuando se dispone a hacerlo y, de inmediato, tío
James acude a ella. Josh le dice algo antes de que James acompañe a mi madre al
coche para volver a casa. Las ondas de su cabello rubio claro se pierden entre
la multitud que ya vuelve a sus respectivas vidas. Josh, en cambio, permanece
unos minutos mientras los responsables del cementerio ponen la losa de mármol
blanco, con la placa de bronce.
Ya se ha acabado el funeral
aunque mi hermano sigue permaneciendo inmóvil y en silencio delante de la
lápida incluso después de que dichos responsables abandonen el lugar por la
carretera de graba blanca.
Espero a que se marche también
mi hermano con el corazón en el puño. Oh, por Dios. Esto es más duro de lo que
nunca imaginé. Siento como Justin aprieta mi cintura, dándome fuerzas. Respiro
hondo, lo miró un momento ladeando la cabeza. Sus ojos miel me miran como si
fuera la cosa más bonita que han visto jamás. Me enternecería si no estuviera
en esta horrenda situación. Maldita sea, pienso
ofuscada, ¿Por qué todo tiene que ir tan
mal? Entonces, cuando ya no creo que las cosas pueden ir a parar: sucede.
Josh levanta la mirada hacia nuestra dirección, como si unas grandes luces de
Neón atraparan su atención. Me percato horrorizada de la situación cuando mi
hermano nos mira con una cara que nunca antes había visto dirigida a mí. Dicha
cara es la que siempre veía que ponía y pone cuando atesta el golpe final a un
enemigo, a un criminal. Ahora, justo en este momento nos fulmina a ambos con tal
mirada. Se me congela la sangre. Nada podía ir peor; ahora sí. Un brillo oscuro
se apodera de él. Yo lo sé. Josh me odia; nos odia a los dos. A Justin por ser
quien es y porque seguramente lo culpara de la muerte de papá; a mí porque
cuando yo debía luchar contra este primero, me alié con él. Me alié con el
enemigo: alta traición.
Todavía siento la palpitación del momento aporreando
mis oídos, el nudo en mi garganta oprimiendo mi respiración cuando Josh empieza
a caminar hacia nosotros, con paso decidido, sin perder el rumbo. Sus ojos
centelleantes no nos pierden de vista. De inmediato, Justin se posiciona
delante de mí, cogiéndome de la mano con fuerza.
-¡¿Qué cojones hacéis aquí?!-
ruge con voracidad, tanto, que me corta el aliento. Es como si estuviera
delante de alguien de dos metros mirándome amenazante, sintiéndome más
pequeñita a cada instante. Simplemente, no tengo voz.
-Nicki también tiene derecho a
despedirse de su padre- contesta Justin, impasible aunque siento como su pulso
se acelera por la excitación y la tensión del momento.
No lo veo de pleno, pero antes
de que pueda decir nada, el puño apretado de Josh arremata contra la mandíbula
de Justin produciendo un chasquido. Justin se tambalea hacia un lado. No me da
tiempo a reaccionar antes de que mi hermano propine una fuerte patada en su
rodilla haciendo que el caiga al suelo como si fuera un trapo. Entonces, es mi
turno. Aparta de un puntapié al cuerpo retorcido de Justin en el suelo y se
acerca a mí.
-Como te atreves, Nicole-
escupe, a apenas centímetros de mí-. ¿Para qué vuelves? Tú ya no eres
bienvenida aquí- cada palabra está más teñida de odio y asco que la anterior.
Noto como sus brazos están tensos a cada lado de su torso, como su pecho sube y
baja. Se está conteniendo, lo sé.
Voy a volver a desfallecerme.
Esto duele demasiado.
-Josh, por favor…- suplico, no
soportando la idea que el hermano que una vez tuve, que mi hermanito, me esté
diciendo esto. Lo he perdido. He perdido todo lo que antes tenía.
-No hay nada qué decir. Ya no.
Me abandonaste. Abandonaste a papá, a mamá. Me abandonaste a…a mí y nunca te lo
voy a perdonar- parece que su voz se traba, sin saber bien, bien, qué decir- No
quiero volver a verte. Lárgate con tu basura y no vuelvas jamás.
-Josh, yo…por favor, tú no lo
entiendes- murmuro. Mi hermano no tiene ni idea de lo que es Justin para mí,
debería aceptar que yo estuviera con él porque yo lo amo.
-¿Tú qué? ¿Ahora me vas a decir
que te has enamorado de esta mierda de aquí?- exclama, desviando la mirada al
quid de la cuestión para volver a mirarme de hito en hito- ¿Me vas a decir que
lo amas?
-Tú…
-No, Nicole. No hay nada qué
puedas decir para arreglar esto, porque, ¿sabes qué? No se traiciona a la
familia, nunca, y tú lo has hecho.
-Tú estás traicionándome a mí
por no entender lo que siento. Por no aceptarlo.
-¡Es que no puedo aceptarlo!-
grita, abalanzándose hacía mi dirección. Me empuja violentamente, entonces,
Justin vuelve en sí de golpe y arremata contra él. Pero no le hace daño- ¡No te
atrevas a tocarme, pedazo de mierda!- chilla esta vez hacia él, volviéndose y
atestándole repetidos golpes en la barriga- ¿Qué te ofrece este capullo,
Nicole? ¡Es un asesino!
Justin no se mueve. No va a
defenderse y de pronto veo como el control de la situación se me ha ido de las
manos. No puedo pegarle a Josh, es mi hermano por el amor de Dios, pero no
puedo dejar que acabe con Justin.
-¡Josh, para! ¡Te lo suplico,
para!
-¡Merece morir!- masculla alto
cuando lanza un gancho de derecha sobre su nariz. Justin se retuerce de dolor,
una mueca de impotencia y entumecimiento recorre cada ápice de su rostro. Cae
al suelo, por segunda vez mientras mi hermano continúa lanzándole puñetazos por
doquier.
-¡Para, para!- berreo al borde
del llanto mientras me lanzo sobre de él para intentar parae sus golpes,
adormecerlo, pero no puedo. Josh es más fuerte, no tiene intención de pararse y
yo no puedo pegarle. Mi llanto se hace más audible y su cuerpo se relaja.
Alza la mirada observando como
agarro su antebrazo derecho para pararle y rodeo su espalda para detener su
hombro derecho.
-Por favor…-vuelvo a repetir,
sollozando.
-Te quiero Nicole…pero ya no
eres mi hermana- masculla casi inteligible tan pronto suelta mi agarre rudo, lo
deja tranquilo y se incorpora para levantarse.
Una vez arriba, lo miro
directamente a los ojos buscando su perdón.
-Quiero que sepas que tú has
matado a papá- murmura. Ya no tiene rabia en la mirada, solo apesadumbre,
dolor, como si su mundo se hubiera desmoronado tan rápido que no hubiera tenido
tiempo de asimilarlo, de entender el porqué de cada cosa.
Retrocede dos pasos mientras se
da cuenta de la situación que ha creado él solito, de hito en hito. Finalmente,
echa a correr de vuelta a su coche y desaparece de nuestra vista.
Adivino que será la última vez
que veré a mi hermano. Y a mi familia.
Corro a socorrer al hombre
adolorido que yace justo a mi lado. Trata de ponerse recto, de que sus brazos y
sus piernas no fallen, poder levantarse. Lo auxilio para poder ir de vuelta al
coche. Necesita atención médica: su pómulo está hinchado, su labio tiene rajas
sanguinolentas en varios puntos, su nariz esconde lo que es sangre rojo oscuro
gorgoteando, su ceja está petada. Parece dolerle con brutalidad el estómago por
los repetidos golpes, y creo que también el costado. Su rodilla no está rota
pero es endeble al caminar.
-Deja que te ayude.
-No- niega rudo-. Puedo sólo.
Sus piernas doloridas se mueven
de vuelta al coche. Lo sigo detrás. Cuando alcanzo el coche alquilado, negro
oscuro, abro el maletero y busco entre mi bolso. Encuentro una ampollita de
agua, dos muestras de colonia barata en botecitos alargados y enanos, y un
paquete de clínex.
-Ven, por favor. Deja que te
cure, Justin- pido, señalando que se siente en el asiento del copiloto-. Hay
que limpiar esas heridas…- Obedece, aunque no de muy buena gana. Lo que ha
hecho…la fuerza de voluntad que ha debido buscar en él para no devolverse a mi
hermano ha debido ser tremenda. No sólo está dolido física sino también
mentalmente, pues sus instintos habrán sido los de aplacarlo rápido, deshacerse
de él pero su cabeza, su corazón quizá de igual modo, sabían que no me iba a
agradar eso. No lo ha machacado por mí. No es que mi hermano no sea un
excelente luchador pero he visto como es Justin cuando esa cosa oscura se
apodera de sus actos, y es mucho más que implacable: invencible.
Con cuidado, mojo uno de los
pañuelos de papel con el agua de la botella sin que se derrame. Desplazo mi
mano hasta que la superficie empapada de humedad roce sus heridas y su sangre,
limpiándolas. Sus ojos se pierden detrás de mis hombros pero no me importa. Sé
que se le pasará. Sólo ocurre que una parte que lo compone está enfadado
consigo mismo. Cuando termino de limpiar las heridas procedo a ponerle colonia.
Desearía que fuera alcohol para desinfectar pero es lo único que tenemos hasta
que volvamos al hotel. Titubeo un instante antes de poner la sustancia líquida
en el pañuelo: es fragancia femenina. Omito el hecho de que olerá a mujer por
un buen rato, pues sigo con mi cometido de desinfectar sus heridas. Noto como
olfatea.
-Huelo a colonia de chica-
murmura, con un toque de galantería en su voz. Suena divertido pese a que su
ceño sigue fruncido. Si no le dolieran tanto sé de buen grado que sus labios
serían una fina línea.
Río, un lapso aliviada de que no
esté todo el mundo en contra mío hoy. Si lo pierdo a él también,…yo…me quedaría
sin nada en el mundo.
***
Deslizo mis dedos sobre la fría
superficie, notando el relieve alzado del nombre de mi padre, de su fecha de
nacimiento y la de su defunción: Frank Michael Williams. 9 de Diciembre de
1964, 6 de Agosto del 2013.
-Lo siento, papá- sollozo antes
de romper a llorar desconsoladamente sobre su tumba. No estaba preparada. No
debía morir todavía. ¿Por qué? Maldita sea.
Yo debía convencer de que había
bondad, había luz en Justin. Qué no todos son iguales y que yo había visto esa
grandeza de corazón en el chico que ellos siempre habían despreciado, incluso
haber querido su muerte. Yo lo iba a lograr e iba a acabar todo bien pero
parece que ha salido estúpidamente al revés.
-Josh estaba muy alterado. Me
dijo que estarías aquí- dice una voz dulce detrás de mí: mamá. Volteo para
mirarla con los ojos llenos de lágrimas sobre mis mejillas-. Siempre fuiste una
llorona.
-Hoy tengo un motivo por el que
llorar…yo…
-Lo sientes. Lo sé- murmura,
acercándose. No recuerdo como era su aspecto la última vez que la vi pero juro
que no era el mismo. Ella ha envejecido treinta años por lo menos: sus ojos son
más pequeños, sin vida, sin ese brillo que siempre emanaba a borbotones de
ellos. Incluso sus cabellos lucen desgastados, enmarañados. Su tez es más
blanca que la leche, unas prominentes ojeras ascienden sobre sus pómulos, ya
sin rosado. Noto su mano más huesuda cuando la posa sobre mi hombro al
descubierto-. No estoy enfadada, cielo.
-¿No lo estás?- murmuro,
buscando su consuelo. Yo la necesito. Necesito a mi madre.
-Claro que no. Aunque no lo
comprendo, pero yo…yo quiero tratar de hacerlo.
-¡Mamá!- exclamo cuando me da
paso para poder abrazarla, la agarro como nunca la he agarrado entre mis
brazos.
-Cariño mío, te he echado
muchísimo de menos. Pensaba, oh Dios me salve, si te hubiera pasado algo, yo…-
su tono en súplica; no a mí, sino a alguien de allí arriba pidiendo que la
escuchen.
-Shh, estoy bien. He estado bien
todo este tiempo- contesto mientras acaricia la melena que se desprende por mi
cabeza, con terneza. Pensé que nunca sentiría más estas caricias.
-Escucha Nicole- murmura una vez
acuna mi cara entre sus manos-. Eres mi niña, ¿entiendes? No estoy enfadada
contigo pero quiero que me lo expliques todo. Quiero tratar de entender que ha
pasado todo este tiempo. Estoy harta de no saber toda la verdad al completo. Ya
he perdido al amor de mi vida por ello, no quiero perder también a mi hija.
-¿Estará papá enfadado conmigo?
¿Me odia, mamá?- no omito preguntar mas eso es lo único que cabe en mi cabeza
ahora.
-No, pequeña, no. Tu padre desde
el cielo verá todo lo que está pasando y te comprenderá. Él nunca podrá
odiarte, Nicole. Somos tu familia.
-Josh me odia, mamá. Él lo hace.
-Tu hermano siempre ha sido un
cabra loca y un pasional. A veces olvida que debe pensar- me anima, apretujando
mi cabeza contra su pecho, otorgándome todo el cariño que en estos momentos su
débil cuerpo pue dar. Yo no paro de lloriquear cual niña de tres años-. Todo se
arreglará, ya lo verás.
“Sé fuerte”.
***
-Entonces, ¿estáis juntos?-
pregunta mi madre, escrutándonos con la mirada. Se me ha hecho todo muy
incómodo, así que no imagino como debe haber sido para Justin el cual no para
de repiquetear su pie contra el suelo, una vez tras otra.
El aire del pequeño café moderno
a las afueras del norte de Miami se siente empalagoso. No sé en cual momento
empezamos a explicarle como ha transcurrido todo este tiempo y lo nuestro pero
ella no parece del todo defraudada con todo. ¿Quizá sea su vena romántica, la
cual tenemos todas las mujeres o simplemente por ser mi madre? No lo sé pero me
alegro mucho de ello.
Ambos asentimos.
-Mamá, sé que es algo difícil de
asimilar pero yo te…
-Definitivamente no es el tipo
de chico que yo hubiera elegido para ti, pero es el que tú has elegido-
murmura, más o menos sonriente-. Con eso me basta.
-Gracias, Sra. Williams, por
aceptarnos- agradece Justin con cara de no haber roto un plato en su vida.
-Mientras no me llames “señora”
todo irá muy bien entre nosotros- le dice mi madre, amistosa con una mezcla de
amenaza en tu voz.
***
Las sábanas quedan bajo nuestros
tobillos, sólo tapando nuestros pies. Es una manía muy propia de mí dado que no
puedo dormir teniendo mis pies al aire. A Justin no parece importarle. Hundo mi
rostro en la almohada, aspirando fuerte. Mi alrededor está sumido en el
silencio de una habitación de hotel de paredes verdes claro y sábanas crema,
cojines marrones y armarios claros.
-Gracias Justin, por todo-
murmuro.
-No hay que darlas. Sólo lucho
por lo que me importa- contesta mientras enfunda mi cintura con su brazo
izquierdo. Gime un poco saboreando la suavidad de la ropa de cama.
-Lo que sea- digo-. Pero no
deberías haber pasado por lo de hoy con Josh…
Nos quedamos un rato callados.
Me deleito con sus dedos acariciando la piel de mi cintura, trazando suavemente
círculos por todos lados, erizando el bello de mi espalda.
-Nicole…
-¿Mhm?
-¿Puedo pedirte algo?- formula
en apenas un susurro.
Ladeo mi cuerpo para quedarme
cara a cara con él, con media espalda pegada al colchón. Clava sus ojos en los
míos, calando hondo.
-¿Qué cosa?
-Dime que me amas- murmura
aspirando los centímetros que hay entre nuestras bocas.
Siento una punzada por
decírselo. De verdad quiero pero me hice la promesa a mí misma que no se lo
confesaría hasta que él lo hiciera. Necesito que Justin se abra a mí de esa
manera, sino todo habrá sido en balde…sólo habrán sido más que palos en ciego.
-No antes que tú.
Mira mi nariz, mis labios, hasta
devolver sus ojos a los míos. Noto como aspira aire fuerte, produciendo un
sonido gutural. Traga saliva e intenta con todas sus fuerzas soltarlo pero algo
lo interrumpe, sella sus labios en otra aspiración fuerte, titubeante.
¿Cómo podré tenerlo enteramente
mío si no es capaz de decirme un simple “Te amo”?
«Nunca será tuyo completamente», ríe maliciosa mi subconsciente. «Maldita zorra»
-No puedo- se disculpa.
Resentida, voy a darme la vuelta para volver a sumirme enfurruñada en parte
pero me para, fuerte, clavando sus dedos en mi carne-. Dime que me amas,
Nicole. Por favor- Justin suena necesitado, perdido, en apenas un susurro
penetrante.
-No puedo- respondo con su
propia medicina y entonces, aprieta por última vez con dureza, se da la vuelta,
abraza la almohada y se pierde entre sus sueños.
Maratón [2/2]
Capítulo 34
Celosía.
Parte I
Narra Justin.
Hace más o menos media hora que
nuestro vuelo ha aterrizado, agarro con fuerza el volante de vuelta a
Stratford. No quiero dirigirle la palabra. Estoy enfadado con ella aunque
todavía no estoy seguro de por qué. Quizá sea por el hecho de que todo esto se
nos viene abajo, de que me siento más culpable que nunca por la muerte de su
padre y debería sentirme feliz, feliz por haberme deshecho de ese lastre que
era el detective para mí.
Seamos realistas, lo que ha
pasado con Josh no es ni una quinta parte de lo que ocurriría si Williams
viviera y se hubiera enterado de lo nuestro. ¡Nunca nos aceptaría!, por nada en
el mundo. Todavía siento mi estómago dolorido, obviamente, y las costillas aún
me crujen. Creí que merecería la pena, pero ahora, no estoy tan seguro. Me deje
pegar hasta tal punto que los oídos me vibraban a cada golpe, entumeciéndome
cada vez más. Hubo un momento que incluso pensé que no me volvería a poner en
pie, sentía que era mi final y que Josh me castigaría hasta que suplicara por
mi propia muerte; todo con su hermana pequeña delante. Puede parecer animal
pero realmente no es tanto cuando piensas en ello: tiene todo el derecho a
odiarme con cada pedazo de su alma. Josh conoce las atrocidades que mi familia,
y yo, hemos cometido a lo largo de los años: las muertes, las mentiras, los
chantajes, los retorcidos planes; todo, todo para agrandarnos más, para ser más
ricos, más fuertes, más egoístas y crueles a cada paso que dábamos. Yo no
quiero seguir con esta fatídica tradición familiar, me niego a ser el siguiente
que cumpla tales expectativas. Quiero huir ahora que todavía tengo una mínima
posibilidad de ser olvidado. Al fin y al cabo sigo siendo “Justin, el hijo de
Jeremy McCann”.
Sin embargo, lo que más me está
comiendo por dentro lentamente es el hecho de que Nicole no me diga que me ama.
Me ha enfurecido muchísimo porque yo intento decírselo a cada instante: cuando
se prepara el café y mechones de pelo caen por su clavícula, cuando está
pensativa y terca, cuando se pierde en algún lugar que desconozco, cuando me
mira creyendo que yo no me doy cuenta, cuando se muerde el labio, cuando
intenta que la sábana no se escape entre sus pies y deje de tapárselos… ¡Pero
no soy capaz! No es que yo no quiera pues lo deseo fervientemente pero algo me
impide que lo diga, Él me impide que lo diga. Llevo toda la vida escondiéndome
en no sentir nada, en pretender que nada me importa en absoluto y cuando
alguien por fin lo hace de verdad, estoy muerto de miedo.
Creo que si la pierdo será lo
más doloroso que me podrá suceder.
-Ya hemos llegado- mascullo,
cuando aparco en la plaza sin ocupar delante de mi casa. Saco las llaves fuera
de su rendija, notando como el rumor del coche cesa.
-No hace falta que estés tan
malhumorado por eso, ¿sabes? Solamente estoy haciendo lo mismo que tú.
Ahogo una risa engreída. «No te importa, Yo»
-¿Te crees que me importa? Son
sólo unas estúpidas palabras- escupo, escudriñándola con la mirada antes de que
sus ojos parpadeen, agarre la maneta de la puerta y desaparezca rumbo a la
entrada de mi casa con el paso firme.
Suspiro frustrado, tirando la
cabeza hacia arriba. Con fuerza, propino un golpe con la mano abierta sobre el
cuero negro del volante. Y otro, y otro, y otro. Después, suspiro por última
vez, abro la puerta y voy hasta ella.
Ryan ya ha abierto la puerta.
-¿Ha entrado ya?- pregunto,
esperando que no se haya ido corriendo por lo que le he dicho.
-Sí, tío, ha subido arriba con
Anna- me informa, apartándose para que pueda pasar. Dejo las llaves sobre el
recibidor, lo aplasto con fuerza y bajo la mirada- ¿Sucede algo?
-Agh, nada. En realidad nada que
no me esperara. Todo ha sido una mierda. Lo único bueno es que su madre nos
acepta.
-¿Habéis hablado con su madre?-
una mueca amplia de sorpresa atraviesa su cara. Realmente no era algo que Ryan
pensaba en oír.
Asiento, para caer en la cuenta
de una cosa:- Por cierto, ¿y mi madre?
-Va a estar todo el día en la
ciudad- balbucea-. Ahora repíteme: ¿qué habéis hecho qué?
-Cuando fuimos al cementerio su
hermanos nos vio, me dio una paliza, hablaron cosas no muy bonitas y después su
madre apareció, nos invitó a beber algo y esperó a qué le explicásemos todo lo
que ha ocurrido.
Ryan no cabe en su desconcierto,
su cara deja evidencia de ello- ¿Y fue bien?
-Sí, ya te lo he dicho, nos
acepta.
-¡Eso es fantástico!- exclama
lleno de alegría.
-A mí no me parece la gran cosa-
contesto airado por lo que Ryan me propina un codazo intentando subirme la
moral.
-Venga ya, tío. ¡A mí no me
engañas!- suelta una risotada- Su madre te acepta. Le debiste caer bien.
-Sí, eso veo. Quizá no soy tan
malo como ellos creen.
***
Nicole y Anna apenas se fueron
hace unas horas. Ryan se ha ido a dormir puesto que está agotado según dice. Me
parece a mí que éstos dos han estado muy, muy ocupados toda esta noche.
Enfatizo el muy.
No sé qué hacer en esta casa
vacía mientras ellas están ocupadas en otras cosas. No puedo pensar en hacer o
decir nada más aparte de pedir disculpas a Nicole. No quiero que ella esté
enfadada conmigo, ni yo con ella. Debo arreglar la idiotez que le he dicho,
puesto que ella ya ha sufrido bastante. No quiero verla peor y encima le suelto
eso, ¡si es que soy idiota!
Miro las estanterías que hay en
el comedor. Hacía tiempo que no estaba en casa. Me pregunto si mamá todavía
guarda algún bombón escondido entre los libros. Recuerdo que de pequeño cuando
mis abuelos se mudaron a nuestra casa por un tiempo para ayudar a mi madre a
cuidar de mí, mi madre se vio enfrascada en la misión de esconder los bombones por
las estanterías, debajo del sofá, etz. Comenzó a hacerlo porque mi abuelo
encontraba siempre las cajas y se los zampaba. Mamá no quería que le subiese el
azúcar así que los escondía, pero poco a poco fue como una tradición y los
acabamos escondiendo siempre. Así que cuando mi madre decía: “¡Tiempo de
bombones!”, mis primos y yo empezábamos a buscar como locos por toda la casa en
busca de dichos bombones. Se volvió un juego, una tradición. Me pregunto si aún
la conserva.
Empiezo a separar los libros,
las revistas y los objetos decorativos que encuentro a mi paso, buscando alguno
de esos deliciosos bombones con cubierta verde. Sin duda, mis preferidos pero
en vez de eso encuentro algo mucho más escalofriante. Tratando de encontrar uno
de ésos, tiro sin querer al suelo una lamparita de cristales en forma de
mosaico.
-Mierda- murmuro, por haberla
tirado. Si está rota, mi madre me matará. Nunca entendí porque la guardó cuando
dejo de poder hacer luz, pero ella siempre ha dicho que le encanta el dibujo
que forman los cristales de diferentes colores así que nunca la hemos tirado.
Si la rompo, seré hombre muerto.
Voy a devolverla a su sitio
cuando me percato que algo negro se ha desprendido de ellos. Una cosa redonda y
enana a varios centímetros de diferencia. Justo en el momento en que mis dedos
lo capturan, sé con certeza lo que es: un micrófono.
Nos están vigilando, pienso de inmediato llenándome de horror
lentamente. ¡Nos han estado vigilando! ¿Por cuánto tiempo? ¿Quién lo está
haciendo? ¿Qué narices buscan?
-¡Ryan! ¡Ryan!- berreo
expulsando todo el aire que hay en mis pulmones- ¡Maldita sea, Ryan!
Me vuelvo loco. Si he encontrado
éste, debe de haber muchos más por la casa. Hay que encontrarlos. Y sobre todo,
¿Quién los ha estado poniendo? ¡Maldita sea! Sólo traigo más que problemas.
Había conseguido alejar toda esa mierda de mi madre, pero la mierda sólo
vuelve.
-¡Ryan!-antes de que pueda
volver a repetir su nombre, aparece por la puerta con los ojos medio
adormilados.
-¿Qué pasa, tío? Estaba
durmiendo.
Pongo mi mano cerrada en frente
suyo, a su dirección, y abro la palma despacio dejando ver el pequeño
aparatito.
-Esto es lo que pasa.
-¿No es lo que yo creo, verdad?-
me pregunta, preocupado.
-Sí, Ryan. Lo he encontrado
escondido en ésa lamparita- la señalo-. Alguien nos está vigilando.
-Mierda.
Celosía.
Parte II
Narra Nicole.
Necesitaba despejarme con Anna
por las calles de Stratford, definitivamente. Está siendo un cretino y él eso
lo sabe. Es increíble que se lo tome a mal cuando él mismo no se atreve a
decírmelo. ¡Es completamente injusto!
-¿Mejor?- me pregunta Anna,
sonriéndome mientras salimos de la quinta tienda de ropa que visitamos esta
tarde.
-Mucho mejor- confieso de
vuelta.
-Sólo tienes que darle tiempo,
¿sabes? A veces son demasiado inmaduros para pensar con claridad.
-Pero, Anna, es totalmente
injusto que se cabree por eso.
-Y tú quizás demasiado
orgullosa- dice directa.
-Lo sé, ¿vale? Lo sé. Soy
orgullosa y mientras que Justin no me diga que me quiere, yo no se lo diré.
-Me gusta eso. Ya va siendo hora
que espabile un poco- suelta antes de comenzar a reír.
-Oh, qué casualidad. ¿Dónde
estan Justin y Ryan hoy, eh?- pregunta una voz terca, aterciopelada y ronca.
Me giro de sopetón para
encontrarme con unos ojos verde bosque, oscuros como el follaje de los abetos.
Nos observan de arriba abajo, evaluando la situación que se les presente
mientras espera reclinado sobre la pared. ¿Acaso nos esperaba? Me recuerdan a
los ojos de ese tal Fillion: peligrosos, atrayentes, convincentes al mismo
tiempo. Cuando quieres alejarte de ellos te encuentras a ti misma
sorprendentemente pensando que realmente quieres seguir mirándolos. Son casi
enfermizos. Sus facciones, en cambio, son suaves. No es más que un tipo normal,
me digo, como todos los demás. Su nariz es ancha, respingona, pero casa
perfectamente con sus demás facciones como esas cejas anchas y negras, su
cabello de igual modo oscuro y ese labio inferior grueso.
-¿Qué quieres, Kyle?- me
sorprendo a mí misma preguntando, adelantándome un paso. No tengo miedo. No de
él. No es precisamente la primera vez que me topo con un tipo con un pasado
oscuro, ¿cierto?
-Recuerdas mi nombre. Qué
detalle por tu parte- su serpentina lengua se recrea en cada sonido. Se mueve a
un lado, poniéndose en frente mío, en silencio. Sus movimientos son como los de
un reptil: fríos, meditados, pausados.
-Te ha hecho una pregunta,
Ledocks- escupe Anna, desde la retaguardia pero pronto se pone a mi altura. Dos
contra uno.
-Tranquila, Mendler. Sólo pasaba
por aquí y he pensado qué sería buena idea preguntar por ellos.
Una gélida sonrisa se implanta
en su rostro, elevando el contraste entre el verde oscuro de sus ojos y su tez
blanca. Sé, de inmediato, que esa sonrisa no puede traer nada bueno.
-Ellos están en casa hoy, así
que fuera de nuestro camino Ledocks- respondo ruda, adoptando su apellido como
mejor forma para dirigirme a él.
-No eres la dueña de estas
calles, Nicole Williams. No sabes lo que hay aquí ni quien soy en realidad.
Me quedo helada.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Yo lo sé todo, Williams-
contesta con una sonrisa reptil antes de hacer ademán de irse en dirección
opuesta a la nuestra. Entonces, siento la necesidad de pararle. ¡No puedo
dejarle marchar así!
Camino varios pasos para donde
está él y lo agarro fuerte del brazo, clavando mis uñas. Voltea para mirarme un
segundo pero continúa andando, quitando mi sujeción.
-¡Eh Kyle, no he acabado
contigo!- exclamo retándolo, la única forma que se me ha ocurrido para captar
su atención.
-Pero yo sí. Y creo que es lo
único que importa aquí- responde con sorna.
-Nicole, déjalo estar. No merece
la pena- murmura Anna colocándose detrás de mí como coraza protectora.
Es más que captable que se cree
que no sé defenderme sola, que sabrá mi nombre pero no de dónde vengo y lo que
soy capaz de hacer.
-Has venido a decirnos algo y no
te marcharas hasta que lo digas- insto mi proposición.
Sus ojos hierben de excitación
cuando se acerca a mí con rapidez.
-Tienes razón. ¡Creo que eres
una puta mocosa que no sabe cómo funcionan las cosas en este pueblo!- ruge con
voracidad, elevando su voz a un límite que todavía era desconocido para mí.
-¡Tú tampoco la conoces,
Ledocks!- chilla Anna, quemada.
Mi cuerpo reacciona en
acto-reflejo, tensándose, cuando otra voz entra en juego.
-Creo que deberías dejarlas en
paz, Kyle. Mi primo estará atado de alguna forma contigo pero yo no. Te aseguro
que si tenemos que llevar esto a los puños, estaré dispuesto a llevarlo.
Veo como Mitch se coloca a mi
lado, empujando levemente a Kyle quien retrocede un paso. ¿Mitch ha dicho que
Justin está atado de alguna forma con Kyle? ¿Todo eso no quedó en el pasado? ¿A
qué se refiere?
-Oh, qué bonito. El otro Lauper
en acción- se burla éste.
-Lo digo muy en serio Kyle. No
creo que te convenga que la policía husmee mucho por aquí, ¿verdad? He oído que
el negocio se tambalea- vuelve a insistir Mitch, fulminándolo con la misma
mirada que miró Justin a Kyle la primera vez que los vi, en las canchas.
-Muy astuto, Lauper- sonríe
ladino-. Sólo le estaba diciendo a la Williams que Justin siempre ha sido un
muy mal perdedor- se dirige a mí, diciéndolo como si fuera lo más importante
que ha dicho, la clave de algo.
-¿A qué te refieres?- mi
curiosidad se apodera de mí. Pero dicen que la curiosidad mató al gato.
-Quizás deberías preguntarle a
tu querido Justin qué pasó la última vez que perdió una batalla- responde antes
de desaparecer por la calle, dejándome con la duda en la boca.
¿Qué pasó? ¿Debería preguntarle?
¿Por qué hay tanto misterio en su vida? A veces desearía tener un libro de todo
lo que ha pasado para poder saber, para poder entender todo lo que le ha ido
ocurriendo a lo largo de los años. Todo sería menos complicado.
-No le hagas ni caso. Kyle está
cabreado desde hace tiempo con Justin porque dejó de participar en sus peleas.
-Lo sé.
-¿Te lo ha contado?- pregunta
Anna, con los ojos bien abiertos.
-Sí, en parte sí- titubeo,
consternada-. ¿Podemos simplemente volver a casa?
-¿No os apetece tomar algo?-
pregunta Mitch, muy amigable. Anna me insinúa que diga que sí, pero yo sólo
quiero volver a casa ahora mismo.
-No, Mitch. Muchas gracias, de
veras pero no creo que sea buena idea.
-¿Por qué?
-Ehm…-balbuceo. La verdad es que
no puedo porque como se entere Justin se pondrá hecho una furia. Sin embargo,
no quiero decirle eso.
-No podemos. ¿Te acuerdas,
Nicki? Tengo que elegir ese vestido para esa cena y te pedí que me ayudaras-
inventa una excusa rápida Anna para salir del embrollo. ¡Ella es realmente buena en esto!, pienso llena de envidia por no
ser capaz de reaccionar ni inventar rápido en este momento.
-Es eso, sino iríamos encantadas
Mitch- en cuanto su ceja izquierda se enarca y suelta un suspiro divertido,
entiendo que él no se traga nada de lo que estamos diciendo.
-Ah, entonces ya nos veremos
otro día. Tened cuidado- se despide finalmente, con una sonrisa en la cara.
Cuando lo vemos tan lejos que no
nos podrá escuchar, estallamos ambas en carcajadas.
-Este pueblo no es para nada un
muermo, literalmente- reconozco, entre risa y risa.
-Mitch es encantador. Me duele
haberle dicho que no- dice Anna.
-Oh, ¿no me digas que te ha
gustado, Anna?
-Uhm, sí. Ahora mismo dejaré a
Ryan y me iré a darle contra la pared a éste- bromea.
Suelto una carcajada. Ella es
completamente idiota, y me encanta eso.
-Venga, volvamos a casa. Ya
basta de diversión por hoy.
-Si nos tomamos un chocolate
caliente cuando lleguemos a casa, lo acepto con gusto- pide dibujando un
puchero en sus labios.
-¡Pero si es verano!
-¿Y qué? Nunca es tarde para un
buen chocolate caliente, o pronto, cómo tú lo veas.
***
En cuanto entro en casa sé que
algo va mal, muy mal. Anna también lo percibe pues su cara se retuerce en
preocupación.
-¡Esa no es la solución! ¡Y tú
lo sabes!
-¡Me importa una mierda, Ryan!-
ruge Justin desde el piso de arriba.
-Lo que tú digas- le propina
borde él, mientras mira al umbral de la puerta en cuanto nos oye-. Hola a las
dos.
-¿Qué está pasando, amor?-
pregunta Anna.
-Justin se está volviendo loco.
Sube a ver si se calma, antes que desmonte tu habitación- me dice a mí.
-Ehm, vale- respondo sin saber
por dónde van los tiros.
Sin preguntar nada más subo
hacia mi habitación. Al abrir la puerta, la encuentro toda desordenada y vacía.
Los cajones de la cómoda que me pertenecen han sido cuidadosamente vaciados con
brusquedad, el doble armario permanece abierto y veo a Justin enfrascado en
sacar todas mis camisas, mis pantalones, toda la ropa que he traído de él.
-¿Qué narices haces?
-Te vuelves a Miami con tu
familia- contesta fuerte sin apartar sus ojos de lo que está haciendo. No sé de
qué va esto. No sé qué ha pasado en nuestra ausencia pero de lo que estoy
segura es que no hay modo que vuelva con ellos.
-¡¿Qué?!- exclamo alarmada- ¡No
puedo irme!
Sus ojos me miran enfadado y
rugen de vuelta mientras da un golpe seco contra la madera blanca del armario-
¡Te vas a ir y punto!
-Pero yo no quiero irme Justin.
Tan siquiera puedo.
Zarandea el armario un momento
al moverse hasta mi altura. Siento su aroma impactar en mis mejillas, su torso
sube y baja de golpe.
-Me da igual lo que tú quieras.
Es hora de que te marches. ¿Qué no lo ves? No te quiero aquí, Nicole. No te
quiero aquí.
Zas. Debe estar bromeando,
¿verdad? No me puede echar de su vida. Yo…yo lo he dado todo por él. Lo he
perdido todo por estar a su lado.
-Pero, ¿qué ha pasado? ¿Qué he
hecho?
-¿Es que no te das cuenta? No puedes
estar conmigo Nicole- sus ojos se ciernen sobre los míos como si me abrigaran.
Están perdidos.
-Creo que ya he demostrado que
quiero estarlo- mascullo de vuelta, acercándome a él y acariciando los nudillos
de la mano que agarra con fuerza el armario.
-Has perdido a tu padre por mi
culpa. Yo lo he matado. Yo- sus palabras son firmes pero parecen romperse a
cada suspiro-. No quiero que los pierdas del todo Nicole.
-Ellos me han perdido a mí. Josh
me ha perdido a mí, no yo a él. ¡Y me da igual!- acuno su rostro en mis manos
en cuanto veo que su mirada cede y relaja sus músculos.
-Estás en peligro. Esta es la
única manera de que estés protegida: alejándote de mí.
-¿Todo esto es por Kyle, Justin?
¿Es por lo de esta tarde?- me exaspero de que no vea que me es imposible
alejarme de él, de ninguna de las manera.
-¡¿Kyle?! ¡¿Kyle?! ¿Qué mierdas
ha pasado con Kyle?- con sólo oír su nombre se enfurece y ese tinte oscuro
emerge en sus ojos. Esa cosa ha vuelto.
-Nada, Justin. Olvídalo- trato
de desenredar lo que he hecho porque siempre abro la boca más de la cuenta.
-¡No lo olvido!- aparta mis
manos de su barbilla, hincando sus uñas en mi piel. Me hace daño- ¿Qué ha hecho
Kyle esta vez?
-Justin, escúchame: tranquilo,
¿vale? Tranquilo. Kyle no nos quería hacer daño y Kyle estaba ahí…-de pronto
soy interrumpida por otro de sus gritos.
-¿Qué Mitch estaba ahí? ¿Qué
quieres decir con eso?- esta vez su voz no es dolorida, ni es preocupada, ni
enfadada, es sino un supurar de celosía.
-Sí, lo estaba, Justin. Pasó por
ahí y vio lo que estaba haciendo. Sólo ayudo, nada más- me quejo porque siempre
esté con la misma historia. ¿Es que no se fía de mí?
Agarra con fuerza mi cintura y
me estampa contra la madera del armario. Me bloquea con su cuerpo.
-Vas a volver a Miami y vas a quedarte
ahí. No quiero volver a verte. Es lo mejor, para ambos.
Sus palabras son como un aguijón
porque nunca sé que es lo que realmente ronda por su cabeza y no sé si
realmente está preocupado por mi seguridad o si es sólo otra mentira, una
excusa para alejarme de él.
-Tú realmente no quieres
protegerme, Justin. Tú sólo quieres dejarme, como a todas- escupo con un
regustillo a no sé qué sentimiento en cada una de sus vocales.
-¡No quiero que te hagan
daño!-grita, con los ojos bien abiertos.
-¡Me lo estás haciendo tú,
maldita sea!- le chillo desprendiéndome de su agarre. Siento que mis ojos
pinchan- Me lo estás haciendo ahora mismo, ¿qué no lo ves? No me ha importado
traicionar a mi propia familia por ti. ¡He perdido a mi hermano! Mi hermano me
odia por la decisión que he tomado y no estoy dispuesta a que no haya merecido
la pena. Así que ya me puedes estar diciendo porque cojones estos así.
-Sólo quiero que te vayas lejos.
-Pues hoy no es tu día de suerte
porque no tengo pensado marcharme.
-¡Han puesto unos putos
micrófonos por todas partes de la casa! ¡Nos han estado vigilando, Nicole! Y no
tengo ni idea de quien ha podido ser, ¿sabes? Y sólo pensar que han podido
entrar, sólo pensar que pueden hacerlo otra vez y haceros daño…hacerte daño…yo,
yo no puedo. No puedo permitir que te pase nada, Nicole. Ya mataron a Chaz por
mi culpa, no puedo ver morir a nadie más.
Nunca lo he visto tan perdido,
tan asustado.
-Pero…
-Sht. Déjame decirte esto,
Nicole- traga saliva con fuerza y vuelve a abrir los ojos-. Te amo y no puedo
permitir que te hagan daño. No quiero verte muerta entre mis brazos como vi a
Chaz. Yo sólo…-aprieta los ojos, entrecerrándolos con violencia.
« ¡Nos ha dicho que nos ama! », salta de alegría mi Yo más fogoso. De inmediato, me lanzo a sus
brazos y lo abrazo fuerte.
-Justin, no me van a hacer daño,
¿vale? Ni Kyle, ni tu padre, ni cualquier idiota mafioso. Sé defenderme y tú
estás conmigo. Pero te necesito a mi lado- susurro en su oído.
-Te odio por ser tan tozuda- me
dice una vez ya consigo mirarle a los ojos. Su pelo despeinado corona su
cabeza.
-Te amo por ser tan protector y
posesivo- respondo, besando cortamente sus labios.
-Me has dicho que me amas-
susurra, esbozando tímidamente una sonrisa de lado. Asiento, sintiendo como mis
mejillas se ruborizan. Baja sus manos por toda mi espalda hasta llegar a mi
cintura otra vez-. ¿Me lo vuelves a repetir?
-¿Me lo vas a repetir tú?- hago
un mohín.
-Todas las veces que quieras,
nena- masculla antes de dirigirse a mí oído y susurrar el te amo más dulce que jamás he escuchado. También el más verdadero.
Hago prisioneros a sus labios,
colocando mis manos en su nuca. Juego con el corto cabello de ella,
enroscándolo como puedo en mis dedos. Nuestras lenguas juegan la una con la
otra, saboreando lo más bonito que se pueden decir dos personas.
-Te amo, Justin- susurro ahogada
cuando consigo separarme apenas un segundo de su exigente lengua.
Escruto sus penetrantes ojos en
busca de algún indicio que me indique que no se arrepiente de lo que ha dicho,
ni de nada en absoluto. Sus manos fuertes me acercan a su delgada cintura de
hombre e, instintivamente, un escalofrío me recorre todo el cuerpo; de los pies
a la cabeza, parándose varios segundos más en mis muslos. Suspiro profundamente,
aspirando los milímetros que separan mi boca de la suya. Junto mis labios
delicadamente mientras estiro con fuerza de su pelo. Un gemido pesado emerge de
sus labios. Poco a poco, el beso se torna mucho más apasionado: más caricias
descendiendo por mis costados, más cabello estirado, más respiración
dificultosa, más latidos desenfrenados. Desciende sus grandes manos hasta mi
trasero e de inmediato siento las ganas de subirme a él. Lo quiero ahora. Ya no
hay nada que me frene. Con un salto, rodeo su cintura con ambas piernas y
Justin coloca sus manos bajo mi culo para que no me resbale.
-No creo que pueda parar-
murmura con la voz entrecortada, llena de excitación, cuando consigue separarse
un instante.
-Ya no quiero que lo hagas-
contesto de vuelta mientras vuelvo a juntar nuestras bocas, ruda. Un gemido se
escapa de mi boca cuando sus dientes atrapan mi labio inferior con dureza. Ya
está: está decidido. ¿Para qué esperar más? Me ha dicho que me ama, estaba
completamente ido porque temía que me pasara algo. Yo sé que todos sus
sentimientos son reales; me lo ha demostrado día a día desde que todo empezó y no
veo momento más perfecto que este.
Voltea de dirección para
tenderme sobre la mullida cama al tiempo que su boca dibuja un camino de besos
por mi mandíbula. Mi boca se limita a intentar captar todo el aire que puede,
aunque falla en su intento por momentos no enviando suficiente oxígeno a mi
cerebro. Pronto siento que su seductor rostro me arrastra, me alerta que
dejarme llevar es lo más indicado en estos momentos, así que lo hago… perdiéndome
a mí misma entre las dumas ocre-miel de sus ojos. Casi percibo como mi cuerpo
está atraído magnéticamente hacia el suyo; pidiendo, exigiendo, suplicando más.
Un bulto prominente se centra en
mi cintura haciéndome sonreír de lado. «Nosotras le ponemos cachondo», grita divertida y llena de emoción
mi Diosa interna. No evito pensar lo cómico de la situación. Estoy
extasiada por el momento pero mis manos titubean, tiemblan, porque en cierto
modo esto es totalmente nuevo para mí. Me empuja suavemente contra el colchón y
coloca sus manos a cada lado de mis hombros, su imponente presencia inmovilizándome
con todo su peso.
-¿Estás segura de esto?-
pregunta con delicadeza, mirando de hito en hito mi rostro.
-Sí- asiento cortadamente sin
meditarlo con detenimiento, porque sinceramente, ahora no quiero que nadie me
pregunte si estoy o no segura porque si no empezaré a preguntarme si es lo
correcto, si no debería esperar más, y el miedo me inundaría en una retahíla de
dudas estúpidas.
Las comisuras de sus labios se
ensanchan en una preciosa sonrisa, asomando sus blancos dientes. Observo un
momento sus suaves facciones ahora y comprendo que Justin es lo mejor que me ha
podido pasar en la vida, a pesar de todo lo malo que puede conllevar dicha
elección. Yo lo amo, ¿cuán importa todo lo demás?
Araño su espalda por encima de
su camiseta blanca bajando hacia abajo para poder desprenderme de ella. Debe
arquearse hacia atrás y olvidarme un segundo para poder culminar mi tarea con éxito.
Entonces su torso desnudo se extiende ante mis ojos. Las yemas de mis dedos no
tardan en recorrerlo paulatinamente en cuanto vuelve a posicionarse
correctamente sobre mí. La medalla de plata que le regaló su madre cae desde su
cuello hasta mis pechos todavía cubiertos. Me digo a mi misma que la ropa es
malditamente molesta ahora. Como si me leyera la mente, posiciona sus manos a
cada lado de mis costados y sube, produciéndome cosquillas, la camiseta hacia
arriba hasta quedar justo debajo de mis pechos. Con una delicadeza
incalculable, besa desde mi ombligo hasta el borde de ella en zigzag. En este
punto la incertidumbre amenaza con matarme lentamente dado que la sangre me
bulle en deseo, mi respiración busca lo suya sobre mi piel y cada vez que sus
labios se separan de mi barriga, el bello se me eriza en su búsqueda.
-Te amo tanto- murmura contra mi
piel, alzando sus preciosos ojos. Agarro el pelo de su coronilla con fuerza,
sintiendo en mis huesos sus caricias. Ahora mismo estoy completamente muda por
la situación; ambos no nos atrevemos a romper el momento salvo para decirnos
cuanto nos amamos. Porque ahora podemos decir que lo hacemos.
Impacientada, me quito yo misma
la camiseta arrugada por la cabeza y lo miro llena de lujuria contenida. Como
si hubiera estado esperando platónicamente este momento, me muerdo el labio
sonriendo insinuante.
-¿A qué esperas?- formulo, llena
de deseo carnal. Suelta una risotada ronca, como si se atragantara. En
cualquier otro momento me hubiera reído de él ya que el sonido es bastante
gracioso, pero ahora suena condenadamente sexy. Provoca un pinchazo en mi
entrepierna, hecho que nota Justin dado que cierro en acto-reflejo las piernas
un poco, aprisionándolo más. Vuelve a sonreír de lado, antes de ponerse en
faena con mi sujetador. Lo quita con suavidad. Desplaza, tentándome, la placa
de metal frío sobre mis pezones cuando quedan por fin al descubierto. Gimo leve
debido a que quiere torturarme antes de que su lengua moje esas delicadas
zonas. Absorbe mi aroma al morderlos, sintiendo como se endurecen con su rudo
contacto. Desplaza con su mano derecha la maleta que había colocado para meter
mi ropa cuando quería enviarme de vuelta a casa mientras besa mis labios. Esta
vez son mis dientes quienes muerden su labio inferior al reírme de ello. Me
impulsa al centro de la cama, en un movimiento torpe, como si estuviera
nervioso.
Clavo mis uñas en su abdominal
bajo mientras empujo con las piernas su cintura contra mi entrepierna, tratando
de que pierda el control de toda situación. Lo quiero completamente loco por
mí. Una oleada de calor atraviesa todo mi cuerpo. Ambos debemos haber sentido
lo mismo dado que tanto Justin como yo nos fundimos en un gemido ronco, lleno
de deseo. La atracción sexual de nuestros cuerpos necesita explotar con
urgencia para poder comenzar de verdad, confirmando que ambos esperábamos este
momento con nerviosismo. Mis manos sienten sacudidas de dicha efervescencia
cuando trato de desabrochar la cremallera de sus tejanos. Los ojos de Justin se
clavan en los míos, bien abiertos. Miro los músculos de su brazo izquierdo
tensarse a un lado de mi cabeza cuando su otra mano acude en ayuda a mis
patosos movimientos. Cuando con la ayuda del otro conseguimos deslizar hacia
abajo la pesada prenda, sólo nos impide culminar lo que queremos la fina tela
de sus calzoncillos. El bulto de su entrepierna es enorme y no omito tragar
saliva al darme cuenta de ello. Soy idiota debido a que ya lo he visto, ya lo
he tocado pero esto, por alguna extraña razón, es completamente diferente. Llega
el turno a mis pantalones, los cuales Justin, con un movimiento grácil, los
baja sin ningún problema. Maldita sea, él es tan experto en esta materia. Yo…ahora
mismo me siento idiota pero calurosamente caliente. En un estallido de coraje,
me quito yo las bragas con rapidez: estoy completamente expuesta frente a sus
ojos. Por un momento siento vergüenza, recordándome así que eso es estúpido. «No puedo esperar más» Lo quiero dentro ya.
-No quiero hacerte daño-
balbucea, lleno de desconcierto. Dirijo mis manos a su mejilla, acariciándola con
todo el amor y el consuelo que puedo, que quiero demostrarle día a día.
-Lo quiero Justin. Dolerá, pero
no me importa. Quiero esto- insto antes de darle un beso corto en sus labios.
Pero Justin profundiza el beso, en busca de todo mi sabor.
Se incorpora y palpa los cajones
de la mesita al lado de la cama para encontrar un paquetito plateado. Lo rasga
con facilidad, baja sus calzoncillos hasta debajo de su culo. Noto su erecto
miembro contra mi muslo antes de que se levante un lapso, se coloque el condón
alrededor y vuelva a su posición inicial.
-¿Lista?- pregunta por última
vez. Asiento enérgicamente. Oh, claro que estoy lista para esto.
Con ayuda de sus manos, guía su
miembro duro como la piedra dentro de mí, explorando el camino que sólo sus
dedos habían explorado. Observa como mi espalda se arquea hacia arriba al notar
su poco a poco conseguida plenitud. Agh, duele. Un gemido agonizante emerge de
lo hondo de mi garganta. No pensaba que dolería tanto.
-Lo siento, Nicole. El dolor se
irá, no te preocupes- explica con la voz llena de preocupación. Quiero
responderle que lo sé, que sé que se irá y que no me importa. Pero mis cuerdas
bucales permanecen anuladas por todas las sacudidas contrapuestas de mi cuerpo.
Sale, vuelve a entrar con lentitud. Las paredes se van dilatando y modelando a
su miembro, dolorosamente pero lo hacen. Sale, vuelve a entrar pero esta vez su
cuerpo se relaja un poco, dejándose caer más encima de mí. Mi cabeza queda
ahuecada en su hombro, al lado de su oreja, cuando gimo por tercera vez. En
cambio, ahora un remolino de algo más placentero atraviesa toda mi longitud
interior. Sale, vuelve a entrar: como si fuera un molde mi cuerpo lo recibe con
los brazos abiertos, o quizá debería decir con las sensaciones disparadas, dado
que un aguijón de placer se clava al fondo de mi ser eclipsando el dolor
arrastrado por la grandeza de su pene. Entra, sale. Dentro, fuera. Incrementa
los movimientos anhelando más rapidez.
-Te amo, te amo, te amo, te amo…-susurra
besando la punta de mi nariz, luego mis labios cuando al dar una embestida más
fuerte, prácticamente ruda, ve caer una gran lágrima por mis mejillas. Hunde
sus codos a cada lado de mi cabeza esta vez, acercando su rostro. El pelo
despeinado que se desprende hacia abajo, me hace cosquillas en la frente.
Entra, sale. Repitiendo el
movimiento incontables veces para mí, trato de concentrarme al máximo en
aspirar aire entrecortadamente. Un burbujeo de deseo, dolor, placer,
incertidumbre, nerviosismo arremolinan en mi interior. Sigue con su operación,
bajando una de sus manos hasta mi estrecha cintura y clavando los dedos en mi
carne. Dentro, fuera. Agh…se siente bien, desconcertante. No sé muy bien en qué
prestar más atención, al dolor que siento leve o al placer que recorre mis
muslos, impulsándolos hacia arriba para encontrarme con Justin más rápido, más
fuerte, más impacientemente.
Todavía duele, pero es un dolor
dulce. Agh, lo deseo tanto…
-Nicole, yo ya…ya- murmura
pesadamente contra mi oreja-. Llega para mí- exige ronco.
Y es como un “¡Click!” en mi
interior. Lo justo necesario para que mi cuerpo interior estalle alrededor de
sus palabras, por el sonido de ellas. Un huracán de placer sube desde el punto
más interior hasta fuera, rozando mi clítoris, subiendo por mi barriga,
llegando a mis pechos, mi garganta, mi cabeza. Placer, ondas de él sacudiéndome,
rompiéndose como el cristal al impactar contra un muro de piedra maciza,
llevándome al completo éxtasis en mayúsculas.
-¡Justin!- chillo su nombre,
provocando que él mismo se pierda en lo mismo que me estoy perdiendo yo.
Acelera sus movimientos, más bruscamente. Sus respiraciones llegan a un punto
casi frenéticamente incontables. Un “Agh” ahogado es lo único que emerge de su
garganta en el justo momento que siento como algo caliente, cubierto por una
superficie resbaladiza, se libera dentro de mí en varios segundos antes de
desplomarse sobre mi cuerpo adolorido.
Su cabeza descansa sobre mi
pecho desnudo. Con las pocas fuerzas que me quedan, aún con el placer y el
dolor resonando en mis tímpanos, beso su sudorosa frente. Nuestros cuerpos se
funden en un amasijo de respiraciones aceleradas en descenso, pulso tratando de
llegar a la calma.
-¿Te ha dolido mucho?- formula
preocupado, alzando su cara entorno a una preocupación sin fundamento.
-Ha sido perfecto.
***************************************************************
¿Cuánto tiempo, eh? MILES DE SOOOOOOOOORRYS, en serio jo. Es que me fui de vacaciones como ya explique y fue un nonstop everyday, ¿sabéis? Acabe muerta. Total, que no pude escribir apenas nada y cuando volví tuve que hacer una cosa de un club de lectura que llevo en mi instituto nuevo. Así que tampoco pude hasta esta semana en la que os he escrito dos por mis tardanzas y supongo que os habrá gustado mucho EJEJEJEJEJEJEJJEiu nou güat ai min e.e (que guarrishas somoh todas)
¿HABEÍS IDO A VER CoB? YO MORÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII AAAAAAAAH HDEAWLJHFKLWAHFWLKASHFAKHFKQF ¿Y ALGUNA DIRECTIONER POR AQUÍ? PORQUE FUI A VER THIS IS US Y OMFG, QUERÍA FUCKEARME EL AIRE TODO EL RATO Y LLORÉ EN MUCHAS PARTES, ENCIMA AHÍ TODA LA SALA CANTANDO Y BAILANDO LAS CANCIONES. MORÍ ESA TARDE, porque encima soy idiota y me fui toda una tarde al cine. Vi las dos pelis (This Is Us y City Of Bones) de un tirón, o sea priero vi CoB y luego me colé a This is Us. Vamoh que sólo decir que para mi salud eso no es conveniente. Casi me da un ataque, srsly.
Paula: Holi cielo. Nope, sólo me he leído el primer libro y ahora en cuanto pueda atacaré el siguiente. En verdad, empecé a leerme el primero el año pasado pero aparecieron Los Juegos del Hambre, que morí con la peli, pues quise leerme el libro y lo dejé aparcado. Como siempre pasa los libros son 8207429737 mejores que las peli y acabé leyendome los tres de un tirón. Después empecé el instituro y olvidé cazadores, jo. Lo curioso es que dejé el libro a casi el final, antes de que vayan a buscar a Jace a la prisión esa rara y bueno, cuando me enteré que iba a salir la peli pues decidí leermelo otra vez y acabarlo, por fin. AHORA ESTOY MURIENDO POR LEERME EL SEGUNDO KDASKFDHSALKHFD porque ciertamente, he fangirleando mucho ays. ¿Has visto la peli? ¿Qué opinas? A mi me gustó, aunque creo que Lilly (con perdon por si eres fans o alguien lee esto y es fan) no me gusta nada como actua, lo veo super falso pero bueno, así que no me gusta mucho como ha salido en la peli. Jamie, muero con el literalmente (Jace) y como han hecho la peli en si yo creo que queda muy pobre, lian el final un huevo, con otros espacios que no son, cambian lo de Simon no sé porque pero bueno (lo de cuando van al hotel dumort y el deberia ser una rata) y odio que me cambien cosas de tiempo, pero por lo demás muy jklaJKDLHwlkd.
Anónimos despavoridos gasias por comentar:3 ¡OS ADORO MILLONES! srsly:'''''''') Y a la que le preocupa tanto que esto acabe, sí, esta llegando al final ya queda poquita, sí, a mi también me da penilla, sep, habrá otra segunda temporada pero por en medio aprovechare para colgar un shoot que empecé hace tiempo en tw y no acabé: When I Look At You (es fanfic total). No durará mucho, lo justo para que me de tiempo a mi a montar toda la trama de la segunda temporada que avanzo, tengo dos títulos en mente o Taking Chances o Past Never Ends. Lo que, por cierto, es bastante graciosos porque la primera se abrevia a TC (no tiene nada de divertido) pero la segunda se abrevia a PNE (que si lo lees rapido y de golpe es como si dijeras: PENE) JAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJMEMEEEEEEEEEEO. NO ME LLEVEIS POR IDIOTA PUAJAJAJAJAdejadme._.
{Si os gusta la novela que cuelgo en este blog, por favor, seguidlo y dejad un comentario shashi debajo. Mersiiiiii}
Las lectoras que tengáis Twittah por favor, dadle RT a este TWEET.
HOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLA.
ResponderEliminarQUE CAPITULAZOS MÁS PERFECTOS, AY.
NO SÉ COMO SIGO VIVA.
ES QUE ASDFGHJKL.
ME HAS ALEGRADO EL DIA CON LO DE QUE VA A HABER SEGUNDA TEMPORADA. JE JE JE. QUE FELICIDAD.
ESPERO EL SIGUIENTE CAP!
BESITOS CIELO<3
HOLAAAAAAAA! Primero de todo, muero muchísimo con los capítulos asdfghj y asdfgh y que Perfecto todo. Obviamente no lo de su padre, no me tomes por insensible (que se me han saltado las lágrimas, ojo). A mí CoB no me gustó, la verdad, al principio parecía que sí, pero lo peor fue el final, que hicieron allí un no sé qué que yo qué sé y bué, Lilly tampoco me gusta, había momentos en los que era súper falsa, y yo quería a Alex Pettyffer como Jace así que con Jamie pueh bué, no es que me gustara mucho, aunque había ocasiones en las que moría un poco (mis hormonas, qué quieres). El segundo te va a encantar(y los demás, aunque el 5 es el que menos me gustó) yo me los voy a releer todos porque YOLO. Y sobre el nombre, me gusta más PNE. No porque sea pene JAJAJAJAJ me gusta más, jeje.
ResponderEliminarPUEEEES ESO, que me ha encantado. TE QUIEROOOOO.
Hola :)
ResponderEliminarAquí tienes una nueva lectora, si quieres, puedes pasarte por mi blog :D
letmetellyouastori.blogspot.com
Holiiitaaaahhhhhhh pueh a veh, empiezo comentándote la parte de abajo del capítulo, okiz? oky
ResponderEliminarEreh una fursia, te odio, no por no subir en quién sabe cuánto tiempo sino por hacerme creer que no habría segunda temporada, tu ereh imbesih o ereh imbesih? no se juega con los sentimientos de una lectora ¬¬
Lily Jane Collin es perfecta y actúa perfectamente bien y si no os gusta comedme el pie. En la única cosa que tengo queja es que, por ejemplo, en 'Sin salida', cuando tiene que entrarle el pánico a su personaje no lo hace muy bien pero eso era a principios de su carrera, en CoB lo hace muy bien así que callados las dos y reservad vuestras opiniones para hablarlas entre vosotras, ok? ok (me refiero a ti y a Paula e.e) os lo digo con amor eh <3
Ya te dije que ver CoB y this is us en la misma tarde no era bueno para ti pero tu me ignoraste, como siempre u.u también he visto this is us y es jkfbljasdbhhieaejnfjsdfbnnse me los como :3
Sobre los títulos yo elijo Past Never Ends porque, a parte de que supongo que estará más relacionado con lo que pasará (oh si, te leo la mente y ya sé lo que pasará en la segunda temp e.e) pues ya me imagino diciendo: "Hey, ¿Hoy subirás pene?" porque sí, la voy a llamar pene. Bueno, la frase no es muy graciosa pero imagínate esto: un puto que se folla a dos o tres tias por noche y que siempre lo da todo en cada follada. Un día se levanta y va hacia la cocina, se sienta en una mesa y mira hacia abajo (la noche anterior hizo un trío con dos tías y luego se folló a su secretaria(?)) se queda pensativo y dice "¿Hoy subirás, pene?" HAHHAAHHAHAHHAHHHAHHA o, también esto: Una tía vive en un apartamento y alquila el sótano a otra tía que lleva un puticlub de jigolós. A veces, cuando la tía que tiene el piso se aburre, la tía del sótano le sube a un par de tíos buenos para que se divierta. Un día, la tía que vive arriba, se levanta, va hacia la escalera que lleva al sótano y grita des del piso de arriba "¿Hoy subirás penes?" HAHAHHAHHAHAHHAHAHAHAHAHAHHA ay se me va la olla...pero sé que te ha gustado, no lo niegues e.e
Ay mai, te acuerdas de lo de "Adri's Pen(E:)" HAHAHHAHHAHA me meo :') esa es otra razón por la que la 2da temporada debe llamarse Past Never ends, porque así cuando tu me digas "Hoy subiré PNE" yo te podré decir algo como "PNE? Te refieres a Adr's Pen(E:)?" hahahahhha okno ._. que sino Tati nos pega (no te pongas celosa mai lof que yo te tkm :*
Bien, pues ahora te hablo del capítulo en sí, empiezo con mi crítica técnica:
Ohmaigá, no tengo ninguna queja, te ha salido increíblemente increíble, ¿Tu sabes el cambio que has hecho en tu forma de escribir? No te digo ya des de u smile sino des del primer capítulo de esta novela, has hecho un cambio grandioso, srsly y para bien, no hace falta decírlo. Bueno, ya sabes que te odio por escribir como los dioses, if iu nou güat ai min.
La estructura y ezo pueh muy bien pero hay alguna que otra falta pero no son faltas ortográficas sino faltas al escribir y supongo (quiero pensar) que las escribiste cuando escribías en las notas del móvil porque es más fácil equivocarte escribiendo en el móvil que en el ordenador.
Bien, ahora el contenido:
Eliminarasdfghuierhlguibisucfbuweidbhcfuiegvfbuilhblwc ivweyfbcuwer hija de fruta que ereh, dah te odio. La primera parte me la he leído tropecientas veces porque no sé cuantas veces me la enviaste pero me la leí todas esas veces más esta (ahora otra vez para poder comentarte bien).
Josh tiene problemas de ira, al igual que Justin...vete a saber tú lo que harían si les dejases encerrados en una habitación cuando ambos están encolerizados -Fosharían sin parar, por atrás oh zi, porno gay, dale. Okno-
Si tuviese a la caca esa, cosa mierda monstruo repugnante, que tiene Justin en la cabeza, delante de mí primero le torturaría a lo Saw y luego...nada, dejaría que muriese desangrado, que sufriese. Esa cosa debe morir por el bien de la humanidad así como murió Voldemort.
Lo del micro...hm...apuesto a que es de su padre o de quien puso la bomba en la casa.
Wiwiwiwiwi, tiempo de chicas Nicole&Anna e.e wiwiwiwi ay pero claro, el puto de Kyle tiene celos porque es Forever Alone y tiene que venir a amargar la tarde, pues no, que le folle un pez que se quede preñado y tenga que vivir debajo del agua para criar a sus hijos. Que le den.
Ay Mitch que cuqui :3 jfisknjfinjfijwe me lo como jekwfwfgnlerhuii le fosho, le doy duro contra el muro grrrr y los celos de Justin...meh, es cuqui también pero podría controlarse el chavah o podría dar su exceso de testosterona a las personas que quieren hacerse un cambio de sexo.
Ayyyyyyyyyyy que boniiiitoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo han tenidoo sersooooooooooooooooooooooooooooooooo, bueno no, HAN HECHO EL AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOORRRRRRRRRRRRRRRRR jfbnjerbgilwejhfijehio que cuquis son por dioah, ay :3 *-*
Puede que durante todo este tiempo Pattie no es que haya 'evitado' estar en casa es que la han secuestrado o...la han abducido o...sabe lo que hacen en la casa (follar) y no quiere presenciarlo o...es solo que a ti te da la real gana de echarla de casa, aunque sea suya.
Exijo una escena porno de Ryanna, la escena de la cocina o la de la piscina, o las dos pero lo exijo como tu lectora VIP ok? pues ok.
Eso es todo, aquí tienes mi Bíblia que tanto me pedías a veh si ahora me dejas leer tranquila mujeh, anda, que aproveche la comida (porque supongo que lo leerás antes de comer) y hablamos luego. Tkm cerezitah <3 :*
PD: lo cuelgo justo cuando sales de clase (14.30 en punto) oh zi que potra la mía. No voy a revisar el comentario así que si hay faltas se zorry.
PD2: justo lo iba a publicar todo y me sale que es demasiado extenso y blahblahblah, que le den por culo .l.