sábado, 27 de abril de 2013

Capítulo 18: ''Un sentimiento llamado «no sé» ''


Work hard, play hard.






Parte I



Narra Nicole.

-¿Estas bien? ¿Sana? ¿Te han hecho algo? ¿Te duele algo?- Anna me ametralla a preguntas, con el semblante lleno de preocupación, mientras me resguarda entre sus brazos.
Serán las cuatro o cinco de la tarde y ambas estamos encerradas en casa. Anna hace apenas media hora que ha vuelto de hacer esos ‘recados’ que debía hacer en el centro comercial y yo he estado aquí desde lo ocurrido en el callejón. Al llegar me he tumbado en la cama, cansada y exhausta, cayendo adormilada sobre las sábanas. He cerrado los ojos intentando dormirme pero no paro de recordar sus ojos; esos ojos llenos de rabia, de violencia en su interior, ¿Cómo puede él albergar tal sentimiento tan profundo, tan arraigado? No era por el simple hecho de la situación, sino por algo más. Su mirada confirmaba que dentro de él hay algo que no funciona, que no está bien. Al agarrar al chico le salió de lo más hondo un instinto animal que asustaba. A veces realmente asusta. ¿Por qué se comporta así?

Y encima él, ahora, está cabreado conmigo… Al llegar ha salido del coche dando un portazo sonoro y sin mediar palabra, se ha escabullido escaleras arriba. ¿Por qué se enfada conmigo? ¿Qué culpa tengo yo? A veces es tan extraño, bipolar… «¿Complicado?»

Ryan de igual modo está molesto conmigo; pero de él ya me lo esperaba y en realidad, me trae sin cuidado. Ryan es desagradable, malhumorado, excéntrico y nunca, en mi vida, le voy a caer bien.

Y Chaz…él se ha comportado como nunca antes le había visto comportarse; estaba callado, despistado, mirando hacia no sé dónde todo el rato y sobretodo cabizbajo, como si estuviera manteniendo un monólogo interior todo el rato.

-Anna, tranquila. Estoy bien-le sonrío con la mejor sonrisa que puedo conseguir en estos momentos.

No es que me encuentre mal, ni que esté todavía asustada. Es que no he podido hacer nada al respecto. Nada de lo que he aprendido en la academia me ha servido; no he podido bloquear a esos tíos, no he podido pegarles, ni siquiera he podido escapar. Me siento…tremendamente inútil. ¿Por qué no he sido capaz de reaccionar, de librarme de ellos? Si Justin no hubiera aparecido, y con él Ryan, no sé lo que podría haber pasado. Sólo de pensarlo me estremezco en mi sitio, visiblemente incómoda.

Anna se acomoda en el filo de la cama, acaricia mi espalda y cruza sus brazos sobre su regazo.

-Uf, menos mal. Ryan me ha contado sobre lo del callejón. Chaz está fatal, se siente culpable…-al decir esto, me aleja de mi pequeña comida de olla personal y la escruto con la mirada. ¿Chaz se siente culpable? ¿Por eso estaba así durante el trayecto de vuelta?
 -¿Culpable?-le interrumpo- ¿Por qué se siente así?
-Pues, porque él estaba ahí y se fue- evidencía.
-Pero no es su culpa- me intento explicar- O sea, él no ha hecho nada malo.
-Nicki, si te hubiera pasado algo grave, él hubiera tenido la culpa. Justin le dejó contigo…

Oh, mierda. ¿Justin le ha dicho algo al respecto? ¿Le habrán penalizado?

-Espero que Justin no le haya echado bronca, ¿no?
-No, no lo ha hecho. Pero están tensos, ya sabes…-rueda los ojos hacia abajo como queriendo insinuar algo.
-No, no sé. ¿Qué ocurre?
-No soy nadie para meterme en esto- se excusa, queriendo cambiar de tema- De todos modos no tiene importancia.

¿A qué se refiere? ¿Qué está pasando que no estoy enterada? ¡Esto es tan frustrante!

No quiero tocar más el tema. Algo me dice que hay mucho más en esto, pero Anna no parece querer comentar nada al respecto.
Entonces, recuerdo un especial momento de esta mañana en el centro comercial: estábamos todos juntos, Chaz contaba un chiste como llevaba haciendo durante toda la comida y de pronto sonó el móvil de Anna. Anna lo atendió a regañadientes por no poder acabar de escuchar a Chaz y su chiste que al final resultó ser el peor chiste del mundo—, preguntó quién era y derivó a ser Carlos. De golpe le cambió la cara; esbozó una sonrisa de oreja a oreja y sus mejillas se tornaron pálidamente rosadas. Mientras hablaban, observé como Ryan miraba a Anna con rabia, después al aparato y sin poder darse cuenta de sus actos, apretó la mandíbula con tal fuerza que pensé que se la iba a descolocar él solito. Me lo quedé mirando queriendo descifrar que pasaba ahí. ¿Por qué él se ponía de esa forma? ¿Acaso Anna le gustaba? Justo antes de colgar, Anna dijo un corto ‘te quiero’ a Carlos provocando que los ojos de Ryan ardieran en celos y volviera la vista para poner atención sobre Chaz otra vez.   

-¿Y tú con Ryan, qué pasa?- le pregunto, sabiendo que algo está pasando entre ellos dos. Desde ese hecho he estado toda la comida fijándome en ellos y se ve claramente que ambos se mueren de ganas de estar juntos. ¿Por qué no lo están? No es que Ryan me caiga precisamente bien, pero si Anna está con Carlos sin verdaderamente quererle, está cometiendo un error. 
-¿Yo con Ryan?- gira la mirada, como buscando una salida rápida de mi cercanía.
-¡Oh por Dios, Anna! Sabes a lo que me refiero-arqueo las cejas-. Obviamente él te gusta.
-¿Gustarme? ¿Ryan? ¿Estás loca o qué?- y sé, inmediatamente, que aunque lo intente disimular ya le están sudando las manos. La he pillado y haré que confiese.
-Lo haces y por lo que veo, mucho- comento mi veredicto en voz alta.
Ella no puede engañarme.
-¿Mucho? ¿Pero qué dices tú ahora?- se encara, demasiado nerviosa para no estar de acuerdo, para que no sea ‘nada’.
-Anna, por favor. ¡Soy de confianza!
-No me gusta y punto. Se acabó la conversación- finaliza, aparentemente quemada. ¿Pasó algo entre ellos dos en el pasado que prefiere no recordar?
Se levanta de la cama, dispuesta a marcharse. He tocado algo delicado, lo noto.

¿Y si él le hizo daño…? Pobre Anna. Pero, entonces, ¿por qué se comportan de este modo? ¿Él no se habría olvidado de ella ya o es demasiado posesivo?

-¿Él te hizo algo?-pregunto, imaginándome la situación. Anna para en seco, evaluando la circunstancia, aprieta los puños y se vuelve a sentar. Sus ojos, tan alegres siempre, se han vuelto grises. De inmediato, me arrepiento de haber insistido. Ella está siendo tan buena conmigo…
-¿Sabes? Él siempre me está haciendo algo- la miro sin entender nada. ¿A qué se refiere?-; desde que se levanta y se toma ese maldito batido de proteínas hasta cuando se acuesta sin decirme un maldito ‘buenas noches’. ¿Sabes lo que es eso?
-No- niego-. ¿Por qué no os lo decís?
-¿El qué? ¿Decirnos el qué?
-Que os gustáis. ¡Se ve a quilometros! Te conozco desde hace dos días y se ve claramente que os gustáis, y mucho.
-Yo a él, no- me responde, tajante.
-¿Cómo qué no? Si te ve con Carlos y se muere de envidia.
-¡Porque no me tiene! Pero ya está-reprocha, olvidando que nada de lo que dice es obvio para mí.
-Eso no tiene sentido.      
-¡Sí que lo tiene!- grita, sulfurada- A ver, es muy simple. ¡Ryan es muy simple! Él no me quiere, ni siquiera le gusto-se lía con sus propias palabras-. Bueno, eso quizá sí, pero no es suficiente. Cuando me tuvo no me supo valorar, no supo hacer que todo saliera bien. A veces pienso que ni siquiera lo intentó y ahora que estoy feliz, que estoy con Carlos, que todo marcha bien, él vuelve. Él siempre vuelve, ¿sabes? Sin ni siquiera haberse marchado. Ahora quiere solamente por el simple hecho de no tenerme, pero si me rindo y caigo otra vez, volverá a pasar lo mismo. Siempre pasa lo mismo…
-¿Así que estuvisteis juntos?-Anna asiente- ¿Y qué pasó exactamente?
-Ryan la cagó demasiado. Cruzó una línea que no podía permitir que la cruzara-hinca sus tristes ojos en los míos y se sincera- ¿Le quería demasiado, sabes? ¿Tanto? Qué me daba igual si él hacía algo mal cien veces, porque yo estaría ahí ciento una. Hasta que un día me harté, después me acerqué a Carlos y vi que las cosas podían ser diferentes y quise huir de toda esa mierda.

¿Carlos es tu vía de escape, verdad Anna?

-¿Pero…?
-Huir no es fácil. Sigo estando aquí…
Cuando acaba de pronunciar estas palabras, sé que todavía hay más por decir pero también sé que Anna no está preparada para contármelas y le entiendo dado que yo tampoco lo haría.




***





Alguien toca a la puerta. Anna mira hacia ella y yo procedo a levantarme para abrirla. Cuando lo hago, me encuentro a Justin esperando justo delante. Lleva una camiseta blanca con el símbolo Hollister en rojo y el logotipo de la marca, unas bermudas claras, unas bambas Adidas rojas y una gorra negra con una ‘K’ azul marino delante.

Me mira directamente a los ojos, sigue enfadado pero ya se ha relajado, antes de hablar- Nicole, quiero hablar contigo abajo.
Sondeo sus ojos color miel, intentando buscar un resquicio del animal que he visto hace apenas unas horas pero ya no logro encontrar nada. Ahora Justin parece él.

-¿Y conmigo?-pregunta Anna desde el interior de la habitación.
-Sí, baja también. Nos acompañarás.
-¿A dónde?-pregunta ella, mostrando una mueca de confusión.
¿Qué trama Justin?
-Ya lo veréis, impacientes- se burla, esbozando una risita de niño travieso.
Una pizca de diversión se cuela entre su rostro sin sensibilidad. Me alegro plenamente de que ya no esté como cuando hemos llegado.
Al llegar al comedor, tumbamos a uno de los pasillos laterales—al derecho—y entramos en una parte de la casa que todavía no he visto. Es un largo pasillo, lleno de puertas cada un metro más o menos y lleno de obras de arte. Justin para en frente de una de las puertas, nos cede el paso y nos metemos en ella.

Me encuentro con Ryan de frente que sigue malhumorado y a Chaz, cual rostro muestra resignación y arrepentimiento.

Debo hablar con él. No puede pensar que él ha tenido la culpa de lo del callejón.

-A ver, ¿Qué sucede Justin?-comienza hablar Ryan, frunciendo el ceño.
¿Ryan no sabe nada? Esto empieza a no tener sentido. ¿Chaz tampoco sabrá de qué va todo esto?

Desvío la mirada hacia Chaz quien todavía no ha levantado cabeza y a quien se le ve demasiado destrozado. ¿Todo esto por esa chorrada?

Justin nos escruta con delicadeza a todos los presentes aquí, al mirarme se moja el labio inferior con la punta de su lengua y baja la mirada hacia sus pies. ¿Otro que está raro?

-Nicole, tengo algo que decirte- vuelve a repetir.
-Lo sé. ¿Qué es Justin?

Justin toma un largo soplo de aire, llena sus pulmones y escupe, cauteloso-El detective Williams y Josh están en el Jackson Memorial.
Y justo cuando acaba de decir esas lapidantes palabras, me da un vuelco al corazón. Mierda, mierda. ¡Mierda! Están en el hospital. Lo sabía. Ellos no están bien, ¿verdad?

-¿En el Jackson Memorial?-murmuro, casi más como monólogo. Mi garganta se prensa sin dejar pasar aire, mis ojos se ensanchan abriéndose lo que nunca se han abierto antes.
-Sí, Nicole. Están en el hospital porque…
-¿Están bien?-le interrumpo, desesperada por saber de ellos-Dime que están bien, por favor- coloco ambas manos sobre mi boca cuando observo que Justin palidece y se masajea las manos buscando las palabras correctas para decirme.
-Veras, tu padre…

Para un momento, clavando sus ojos en los míos, tan profundo que me provoca miedo. Aun eso, me echo para delante exigiendo una explicación de lo ocurrido.

-¡¿Qué, Justin?! ¿Qué coño les ha pasado?-escupo con rabia, conteniendo las lágrimas que desean brotar de mis ojos sin remedio.
No puedo imaginar a mi padre herido y mucho menos a Josh. Ellos deberían estar a salvo; en casa. ¿Cómo me ha podido pasar a mí esto? ¿No había nadie más?
-Nicole, tranquilízate, por favor- me insta.

Mi respiración se estremece y empiezo a sudar. Me lanzo hacia él y le doy un golpe en el pecho mientras que procedo a llorar.

Justin no opone resistencia pese verse claramente que está molesto conmigo.

-Justin, ¿qué les ha pasado?-golpeo por segunda vez su pecho, y él me sujeta con sus manos para que no me desmorone- ¿Qué les ha pasado?
-Nicole, Josh está bien. Le dispararon, tiene alguna contusión cerebral y poco más. En menos de una semana le darán el alta, ya que la herida de bala no es nada profunda.
-Uf, vale-suspiro, si no más para calmarme- ¿y mi padre?
-El detective es el complicado- omite mencionar que es mi padre.
-Oh, Dios, ¿Qué le pasa a mi padre?
-Está en la UCI porque está gravemente herido y en coma- me explica.

De inmediato, siento como toda mi alma baja de la cabeza a los pies. Caigo en picado en algo denominado impotencia y creo no poder salir de ella. Si tan sólo les hubiera ayudado más, ellos no estarían así. Oh, papá… Lo siento mucho… Y empiezo a llorar considerablemente.
Justin me aguanta sobre su pecho mientras yo lloro, y escucho sus latidos, y oigo como Anna murmura cosas inteligibles, como Ryan lanza bufidos y como Chaz zapatea con la punta de su bamba el suelo e intento calmarme pese a todo, para que ellos no me vean ser débil.

Por mi padre. Por Josh. Por mí.

Transcurren varios segundos hasta que me recompongo completamente. Me limpio los ojos con el dorso de la mano, cojo aire y enderezo la espalda. Me sorbo la nariz como una niña pequeña.

-Lo siento, Nicole…-se disculpa Justin. Le miro a los ojos—los cuáles aparentan dolor— y siento que me está mintiendo.

Si tuviera que decir la cosa que más odio en esta vida, sería que me mientan en la cara. Y él lo está haciendo en este justo momento.

Paso la lengua por el filo de mis dientes sintiendo como rozan punzantes y me muerdo la punta. ¿Cómo he podido ser tan ingenua? ¿Cómo me he podido relajar? Mi padre podría haber muerto; puede que lo haga; y yo estoy aquí, jugando a polis y cacos.

-¿Lo sientes? ¿De verdad que lo sientes? ¡No seas hipócrita!- le chillo- Tú querías esto. ¡Tu puta familia quería esto! Tú-le señalo con mi dedo, mientras que empiezo a calentarme- y tú-ahora a Ryan-, tú también-a Chaz y por último a Anna-e incluso tú. ¡Todos lo habéis estado buscando siempre!
-No sabes lo que dices- me replica-. No hacemos esto porque sí. Son ellos los que nos buscan siempre.
-¡Es su trabajo! Para eso son policías.
-¡Y este es el nuestro!-me chilla, esta vez, Ryan.
-¡Lo sé y os odio por ello!-les escupo mientras que me alejo de allí.





***





‘’Toc, toc’’

No pienso ir a abrir la puerta.

‘’Toc, toc’’

-Abre, por favor- me suplica Justin desde el otro lado.

No pienso ir a abrirle, y menos a él.

Estoy completamente desmoronada, con los ojos hundidos en lágrimas y sin ganas de nada aparte de llorar. No puedo hacer nada por ellos, tan siquiera verlos…

Escondida entre mis rodillas dobladas, hundo la cabeza. Mis piernas me resguardan de todo.

¿Por qué no le he podido ayudar? Papá…

Oigo como Justin intenta forzar la puerta, pero yo he colocado una silla bajo el pomo. Con fuerza, Justin impacta su cuerpo contra la madera, impulsando la silla y abriendo la entrada.

No me inmuto. Sólo quiero llorar y olvidarme de toda esta situación. Dormir sería la mejor solución.

Justin se acerca, coloca su mano en mi rodilla y se sienta en frente mío.

-¿Qué quieres Justin?-le pregunto, todavía enterrada entre mis piernas y cubriéndome el rostro con mis brazos.
-Verte dejar de llorar- contesta.
-Vete, Justin. Largo que aquí.
-No me voy a ir a ningún lado hasta que dejes de llorar y me escuches.
Resentida, alzo la mirada y le veo clavado en mí, expectante.
-Ya está. Ya puedes largarte.
-Necesito que me escuches.
Bufo, asqueada por su persistencia pero decido escucharle, pues así se largara de una vez y me dejará sola.
-Habla.
Justin coge aire antes de decir-Ya sé que me odias y me culpas de lo que les ha pasado al detective y a Josh, y aunque esto no sirva para nada, necesito hacerlo por ti. He decidido llevarte al Jackson Memorial a verlos, sólo con una condición, no puedes hablarles, ¿aceptas?
Le miro confundida, sin entender nada. ¿Por qué hace esto? ¿Qué más le da a él que yo esté mal?
-¿Por qué haces esto?
-Ya te lo he dicho. No quiero verte llorar.






***






-Lo único que debéis hacer es entrar por la salida de emergencia y buscar la planta del detective y de Josh, ¿entendido?

Justin y yo asentimos.

-¿Las cámaras estarán preparadas para cuándo entremos?
-Esto es más complicado de lo que parece así que llévate esto- Chaz nos tiende un pinganillo diminuto-. Por aquí os diré cuando podréis entrar y cuando deberéis parar. No sigáis andando si no os doy la señal, sino estaréis en las cámaras de seguridad y el FBI sabrá que hemos ido allí.
-Qué sí, Chaz, qué sí…-repite Justin, cansino.

Me sale una risita tonta y Chaz le enseña el dedo de en medio a Justin, bromeando.

Justin le pega una colleja y salimos de la furgoneta que se sitúa aparcada en una callejuela cercana al hospital.

-Porque nos pueden descubrir que si no iba a te la devolvía, por tonto-masculla Chaz, mientras Justin cierra la puerta.
-Sí, sí…Será por eso- finaliza, mientras suelta una risotada sarcástica.

Al final sólo hemos venido Chaz, Justin y yo. Ryan, descontento con lo que está haciendo Justin se ha quedado en la casa y Anna se ha quedado intentando relajarle, porque por lo que se ve estaba demasiado nervioso. Vamos, como siempre. A parte, después de mi arrebato ella estará molesta. Le he culpado injustamente por algo que ni siquiera ella ha presenciado…
Caminamos hasta un lado del hospital y buscamos las escaleras de la salida de emergencia. Justin, como no quiere la cosa, fuerza la cerradura y me cede el paso.

-No pises muy fuerte que si no se oye demasiado-me alerta al ser la escalera metálica.

Asiento y procedo a subir hacia arriba.
Justin me indica que subamos hasta la tercera planta y luego entraremos para coger el ascensor.

-Chaz, desactiva la primera cámara que haya en la tercera planta-ordena Justin.
-Allá voy-responde Chaz.

Justin vuelve a forzar la puerta y entramos en el hospital propiamente dicho.
Son las ocho de la tarde y todavía hay mucho movimiento por aquí. Antes de venir hacía aquí le he preguntado a Justin que porque no íbamos por la noche y él me ha respondido que es mucho más fácil pasar desapercibidos cuando hay gente que cuando no la hay. Bastante lógico.

-Entramos en el ascensor.
-Vale. Cámaras del ascensor… ¡suplantadas!
-¿Exactamente cómo lo haces?
-Os vuelvo invisibles ya que si las desactivo de verdad los seguratas se darán cuenta.
-¿Y cómo haces eso?
-Se llama magia, pequeña Nicole-bromea, soltando una risotada.
Una vez dentro del ascensor, nos apretujamos con los que hay dentro y cliqueamos la planta 11. Primero iremos a visitar a Josh, que está en la habitación 450.
Al salir, Chaz nos da paso y buscamos la 450.
Cuando nos encontramos justo delante, dudo en entrar.
-¿Y si está despierto, Justin? Josh me verá.
-No está despierto-me informa Chaz por el pinganillo, adelantándose a la solución de Justin.
-Ahí tienes tu respuesta.

Muevo la maneta con cuidado de no hacer ruido y hago ademán de entrar.
La sala de hospital del Jackson Memorial es fría y blanca; alejada de la realidad y perfectamente equipada. Un gran bulto debajo de las sábanas se retuerce y respira tranquilo.

Oh, Josh… Te echo tanto de menos…

Me acerco a mi hermano, mientras Justin parece querer esperar en el umbral de la puerta.

Rozo su brazo y una lágrima se me escurre entre las pestañas.

-¿Quieres quedarte a solas con él?
-Sí, por favor- le pido, con la respiración entrecortada.
-No le despiertas-me alerta usando un tono amenazante en su voz.
-Tranquilo, no lo haré.

Justin sale por la puerta y la cierra.

Miro a mi hermano, tan fuerte como es él siempre, en esta cama y el corazón se me encoge. Yo no quiero que él esté aquí. Yo quiero poder abrazarle y poder decirle que estoy bien, que aunque no estoy con él, Justin está cuidando de mí y Anna, María y Chaz también, que quizás ellos se equivocaron en algunas cosas… Aunque en otras estaban totalmente en lo cierto.
¿Cómo puedo decirle que estoy bien, que no debe preocuparse? Aunque sé que lo hará igualmente.

Piensa, Nicki, piensa…

Me olvido por completo de que Chaz puede estar viéndome a través de las cámaras, y en un impulso, busco desesperada una libreta, un papel, aunque sea un trozo.

Justo al lado de la cama hay una pequeña mesita, en la cual hay una servilleta pequeña de café y decido apuntar en ella.
Rebusco por los cajones de la mesita y gracias a Dios que encuentro un pequeño bolígrafo de tinta negra. Con rapidez, escribo las palabras: ‘’Josh, estoy bien. Te quiero’’ y deposito el papel escondido entre sus brazos. Por suerte no le despierto.

Sin pensármelo dos veces, le doy un suave beso en la frente y salgo de la sala para encontrarme con Justin esperando fuera, sentado en el suelo.

-¿Ya estás?
-Sí- asiento- Ahora quiero ver a mi padre.
-Por supuesto-frunce los labios y se levanta en un movimiento rápido.
Quiero alejarme lejos de la habitación 450 para que Justin no vea la nota, si no sé qué me matará.
-Da paso Chaz. Vamos a la 15.
-Vale, Justin- contesta, extraño y nervioso- Ya podéis.
Nos dirigimos al ascensor. Entramos y esta vez vamos solos.
El aire se vuelve espeso, electrizante. Le miro de soslayo. Justin es tan enigmático, misterioso que atrae como si fuera un imán para mí…
-Gracias por lo que estás haciendo-le digo.
-No me las des. Es lo mínimo que puedo hacer por ti.
-¿Por qué has querido hacer esto?
-Ya te lo he dicho en la habitación. No quiero verte llorar.

«¿Sólo por eso, Justin? No nos digas eso. Yo quiero escuchar algo más…», comenta la Voz mordiéndose el labio inferior y mirando atrevidamente.

-¿Y aparte de eso?- digo, impulsada por ella y ese hormigueo creciente en mi estómago.

Justin se queda callado un momento, pestañea y me mira de lado- No lo sé- masculla, prácticamente inteligible.

Va a añadir algo más pero llegamos a nuestro destino y las puertas se abren, mostrándonos a toda la planta 15, la UCI del J. Memorial.

-¿Perdone, la habitación 570?- formula Justin a la primera enfermera que pasa por delante suyo.

La chica lo observa antes de sonreír. Sé, de inmediato, que le ha gustado lo que ve ya que coqueta le posa su mano en el brazo izquierdo de él y con el otro le muestra que debemos ir por el pasillo izquierdo.

-Ves por este pasillo y gira a la derecha, ahí encontraras todas las habitaciones desde la 550 a la 70.
-Muchas gracias-y Justin le regala una de sus típicas sonrisas para matar vivo al personal.
-No hay de qué. Si necesitas más ayuda, estoy aquí para lo que sea-le insta, clavándole un poco las uñas y sonriéndole sensualmente.
Siento una punzada extraña en la barriga, como si fuera una alerta.
«¡Aléjate de él, zorra! McCann es mío»
-No lo dudes-le contesta él antes de marcharnos por donde nos ha indicado.

Le miro mientras camino a su lado y siento la necesidad de decir algo al respecto pero si lo hago seguramente daré una visión equivocada de mí y él pensará que estoy interesada en él, cosa que no es verdad.

«Eso no te lo crees ni tú»

Cállate, bocazas.

Cuando llegamos a la habitación de mi padre el alma se me cae, precipitándose en caída libre hacia el suelo y sin poder levantar cabeza nunca más. ¿Quién es él? Realmente no le reconozco ahí tendido sobre la cama; pálido, inmóvil, tan vegetativo. Lo observo con detenimiento. Su cara se deforma en un bulto sobre la ceja izquierda, lleno de topiónic y con una áspera venda al borde envolviendo con sumo cuidado toda su cabeza. El labio hinchado y con un corte aún sin costra y también con ese líquido amarillento con marrón oscuro seco sobre él.

Su respiración es dificultosa y debido a las pulsaciones estables que marca la máquina sé que está vivo, sino con este aspecto y con esa respiración creería que está al borde de la muerte.

Oh, papá…¿Qué te pasó para acabar así? ¿Qué sucedió en esa maldita explosión?

-¿Salgo también?-cuestiona, deseando respetar mis necesidades y mi tristeza.
-No, no pasa nada. Quédate, Justin.

Justin me sonríe, extraño y gélido y se sienta en una de las sillas de la sala. 
Yo me acerco a mi padre, le agarro la mano, se la beso suavemente y le empiezo a hablar.

-Papá, sé que aunque estés en coma puedes oírme… Quiero que sepas, que estoy bien pese que no estoy en casa y que no quiero que te sientas culpable por lo que ha pasado. Sólo te pido que te recuperes y que vuelvas a casa despierto, ¿vale?-una pequeña lágrima, seguida de una cantidad más elevada, se escapa entre cada palabra que sale desde mi corazón, ahora atragantado- Estoy y estaré bien. Aunque te parezca imposible y demasiado increíble para ser verdad, me están cuidando bien. Seguramente no volveré contigo nunca más, ni con mamá, ni con Josh, ni con nadie de mi antigua vida, pero estaré bien. Todos ellos cuidarán de mí, ¿de acuerdo papá?

Al acabar con estas palabras, le beso la mejilla derecha, le doy un abrazo de despedida y desaparezco de esa ala fría del hospital.






***






-¿Qué tal ha ido?-me pregunta Anna.

La miro boca abierta, todavía ahora después de haberla culpado injustamente como he hecho horas antes, ella está aquí, queriendo saber cómo me encuentro.

-Bien. Ellos se recuperarán, lo sé- le contesto, sintiéndome mal por lo que le he dicho- Oye, lo siento por lo…
-No pasa nada, en serio. Lo entiendo. Es normal que pienses eso de nosotros. Está bien, Nicole-me interrumpe.
-No está bien. Desde que has llegado me has estado ayudando y yo te lo he pagado acusándote de algo que no has hecho en realidad.
-No pasa nada. Todos cometemos errores- y me sonríe, haciéndome entender que todo va a ir bien.

-¡A cenar, he dicho!-chilla María desde el umbral de la puerta del comedor- ¡Qué ya está todo puesto, niños!

-Venga, vamos-me anima Anna-. Me muero de hambre, Nicki. Yep.

Empieza a ir hacia donde está Maria cuando veo a Chaz venir desde el pasillo.

-Ahora voy Anna. Quiero hablar con Chaz un momento-le informo yendo hacia atrás.
-Vale-me contesta, alargando la ‘e’ y se va todo contenta hacia la cocina a devorar la cena.

Chaz camina pensativo y abatido. Me acerco a él pero no parece percatarse de ello.

-¡Chaz!-le arranco de sus pensamientos.
-Ehm, hey Nicki. ¿Qué pasa?
-Quería hablar de lo de esta mañana…
-Ah, bueno…-su mirada está rota-De veras que lo siento.
-¿Lo sientes por qué?
-Por no haberte protegido, por haberme largado.
-Eh, Chaz. Eso mismo quería decirte. Tú no has tenido la culpa de nada, ¿oyes? De nada y no voy a dejar que pienses lo contrario.
-¿No estás molesta?
-¿Molesta? ¿Contigo? ¿Crees que me puedo enfadar con alguien que me cuenta chistes y me hace reír? A parte de destensar situaciones, claro. Qué eso por si sólo ya es un reto…-le sonrío. Realmente siento que es imposible molestarme o enfadarme con Chaz porque es demasiado buena persona, dentro de su ámbito.
-Vale, vale. Chica sin swag. Viniendo de ti me lo creo.
Suelto una risotada y él me sigue.
-Me caes muy bien, en serio-le comento así porque sí.
-¿A pesar de ser quién soy?
-A pesar de ser quien eres.
-No somos mala gente, ¿lo sabes, no?
-Lo sé, Chaz, lo sé.
-A parte, siempre estarás bien- dice, guiñándome el ojo y alejándose hacia la cocina.

Sé ipso facto que él sabe lo de la nota que he dejado en la habitación de mi hermano y me alarmo por ello. ¿Se lo contará a Justin?

-Chaz…-empiezo pero él me calla, interrumpiéndome.
-Sht. Será nuestro pequeño secreto.

Y se acaba de alejar del todo, dejándome entre la espada y la pared. Deseando que sea verdaderamente como creo que es y no se chive a nadie sobre ello.








Un sentimiento llamado « no sé »
Parte II










Narra Justin.

Ver a Nicole ahí, llorando, desmoronándose lentamente en mis brazos me ha dejado sin palabras. Me sentía tan, ¿ridículo? ¿Impotente? ¿Estúpido? ¿Cruel? Esta chica tiene algo que no sé describir, que no sé percibir, que no sé ver, que no sé valorar, que no sé controlar… Ella me desespera. No porque sea tremendamente pesada, persistente, cabezota, misteriosa, silenciosa y mucho más. Sino porque encima es tan opaca; no puedo ver a través de ella, no puedo calificarla como amiga o como enemiga. Tiene esa parte oscura que es su vida en general, el FBI, su familia, y después tiene esa parte clara de la cual me siento atraído a descubrir, esa sonrisa, esa forma de hacer que creas que hay otra opción, otra salida.


Anna corre detrás de ella, altamente preocupada por su estado, así que desaparece de la lúgubre y apagada habitación, dejándome con Ryan y con Chaz.

-No deberías haberle dicho nada. ¿Para qué necesitaba saberlo?-me escupe Ryan, asqueado por toda esta mierda.
-Ella no lo necesitaba pero sí lo merecía.
-¿Por qué?
-Porque sí.
-¿Y qué vamos a hacer ahora?-formuló Chaz. Me sorprende escucharle decir algo ya que lleva todo el día callado.

Me estrujo las sienes intentando buscar algo en lo que pensar. Tengo que hacer que ella esté bien. Necesito hacerlo. Necesito hacer que pare de llorar.

¡Ah, ya lo tengo!

-Tíos, voy a llevar a Nicole al Jackson para que vea al detective y a Josh, esta tarde-noche.
-¿Sabes lo que creo yo? ¡Qué eres un puto nenazas!
-¿Esto a qué viene, Ryan?-le pregunto sin entender nada. ¿Por qué se pone así?
-¡¿Qué coño te está pasando?!- me chilla, violento. Parece que vaya a explotar y yo no comprendo la razón de su rabia, de su ímpetu.
¿Es por mi idea? ¿No lo es? ¿De qué va? ¿Por qué se cabrea ahora? A veces me cuesta tanto entenderle, joder.
-¿A mí? ¿A qué te refieres?

Ryan se abalanza hacia mí y me agarra por el cuello de mi camiseta, con un golpe feroz me estampa contra la pared que tiene más cercana haciendo que mi espalda cruja de dolor y elevándome unos centímetros del suelo. Su respiración es crispada y agitada, pues su pecho no para de subir y bajar a descerrajo. Se acerca a mi rostro y me mira demasiado enfadado hasta para ser Ryan.

-¿Qué cojones te pasa, tío?
-¿Qué me pasa de qué?-le pregunto, sin saber a qué se refiere. ¡Explícate Ryan!      
-Una cosa es la puta apuesta y otra muy diferente es hacerte amigo de ella. ¿Por qué le intentas ayudar?
-¿Esa no era la idea, Ryan? ¿Hacerme su amigo y así engañarle?
-¡No! La idea es que la enamorases y consiguieses información. ¡Pero esto me parece otra mierda muy diferente!
-¿Qué mierda diferente?
-¡Ella te gusta!-grita, zarandeando mis hombros y haciendo que por un momento mi mente se torne en blanco.

¿Me gusta? ¿Nicole me gusta? ¡No es verdad!

La voz aparece como por arte de magia y todo se ve esclarecido.

«No hay sitio aquí dentro para ella, Yo. Ella no lo hace. Ella sólo es más que un juego»

Y entonces… ¿Por qué siento la necesidad de ayudarle?

Como para vencer algo invisible, alejo a Ryan de su agarre en un movimiento raudo y lo lanzo contra el suelo de parquet.

-¡No vuelvas a decir una tontería como esta!
-¿Y entonces, dime, por qué la ayudas? ¿Por qué?
-¡Porque me sale de la punta de la polla!
-Sabes que no es verdad. Lo sabes- acaba, antes de desaparecer por la puerta trasera de la habitación y haciéndome dudar sobre la certeza absoluta de mi diablo.

Pero él lo controla todo. Todo.





Cojo aire antes de bajar hacia el comedor, dónde están todos los de la banda. Hace menos de dos horas hemos llegado, Nicole y yo, del hospital Jackson Memorial y después de verla a ella así, y de lo que le ha dicho a su padre, solamente he tenido ganas de darme una buena ducha; dejar caer el agua fría sobre mi piel confundida, para quizá así, aclararme las ideas. No puedo sacarme de la cabeza la discusión que he tenido con Ryan anteriormente. 


¿Y si él se equivoca?

-¿De dónde vienes, McCann?-me pregunta Frankie.
-De mi habitación, ¿no lo ves, Martin?- le contesto, tajante. Ahora mismo no estoy para sus tonterías y sus estupideces que sólo se reducen a ‘rivalidades’ en una banda dónde se supone que deberíamos ser hermanos.
-Contesta a Martin, hijo. Te ha hecho una pregunta-se pone de su lado, Jeremy. ¿Qué mierdas está pasando? ¿Jeremy de parte de él y no de la mía?

Jeremy y yo nos podremos llevar mal, pero él siempre ha estado de mi lado en todo lo referido a decisiones de la banda y a piques con los demás miembros.

¿Qué ha cambiado?

Está sentado en uno de los sillones de cuero negro que rodean la mesa de cristal resquebrajado por el puñetazo que propine hace una semana a lo sumo. Todavía no ha sido cambiada. Sostiene un vaso de lo que intuyo que será un líquido alcohólico con hielo. Se cruza de piernas, colocando ambas manos como agarre para sus rodillas y me sonríe de lado.

Le sonrío sarcástico y mordiendo la lengua para no gritarle de todo a Martin, le respondo.

-Vengo del Jackson Memorial.
-¿Del Jackson? ¿Y qué se te ha perdido por allí, McCann?-interviene Welch. El que faltaba por comentar.

Welch, Martin y Jones siempre incordiando, joder. ¿No podrían dejarme en paz solamente por una noche?

-A ti que te importa lo que se me haya perdido allí-le escupo, más cabreado de lo que aparento.
-¿Has ido a que la pequeña zorra vea a su padre y a su hermano, cierto?-formula, esta vez, Jeremy con un tono entre irónico y enfermizo en su voz. Suelta una carcajada áspera y se humedece los labios, observándome con detenimiento.
Me ha pillado.
-Sí, ¿algo que comentar al respecto?-le desafío, harto de que me diga qué tengo que hacer y cómo lo tengo que hacer. ¿Ella no había pasado a ser mía? En ese caso, puedo hacer con Nicole lo que yo desee.
-Nos has puesto en peligro delante de la policía y a ella la has puesto en punto fácil para encontrarla-replica Jones, con los ojos bañados en ira.
-¿A caso os habéis sentido amenazados?-me burlo de todos ellos. Joe y Phil, quienes no han comentado nada, se ríen a lo bajo- En cualquier caso, es problema mío no vuestro.
-Todo lo que incumba esta casa es problema de todos, McCann- corrobora Martin, tenso.
-¡No! Mi hijo tiene toda la razón-cambia de parecer Jeremy-. La putilla es suya, así que si él quiere arriesgarse, que lo haga-se encoge de hombros. Sus palabras suenan divertidas-. Sólo debe ser consciente de que le haremos pagar las consecuencias de actos desafortunados. ¿Lo captas, hijo mío?
Odio cuando me llama ‘hijo’.
-Lo capto. Perfectamente.

Se levanta en un lapso de la butaca, poniéndose en pie frente a todos nosotros. Es su forma de decir que él manda, que él tiene la autoridad. Este es su juego, su campo y nosotros, unos simples peones de guerra.
-Me alegro de oírlo-sentencia, mientras devora su último trago de bebida y dejándola sobre la mesa central, produce el repiqueo estridente del vidrio- Ah, hoy tenemos trabajo. Bueno, tenéis. Yo debo ocuparme de unos asuntillos personales.

-¿De qué se trata?-pregunto, curioseado. Necesito acción para despejar la mente, para olvidar todo esto durante un par de horas.
-Hijo, debes conseguir que Lowell pague lo que me debe. Ya ha gastado el cupo de tiempo y no debemos demorarnos con estos asuntos, ya sabes, por cordialidad.
-Sin problemas- respondo, esperando encontrarme con ese tipo. Me paso la mano derecha por el pelo antes de decir los nombres de los hombres que quiero que me acompañen- Rumsfeld, Wells, venid conmigo.
-¿Con estos crees que tienes suficiente? ¿Y Ryan y Chaz?-manifiesta Jeremy, en plena confusión.
-Dejémoslos descansar por hoy-acaricio la idea, mientras salgo de la habitación.

Phil y Joe me siguen detrás, serios. Empieza el juego.

Me dirijo hacia el garaje y cogemos lo que necesitamos: tres semiautomáticas Glock de calibre 9mm; suficiente para alguien como Lowell.

Cogemos a Karma y nos dirigimos a hacerle una visita a esa rata de subsuelo.







***







El club Midnight, es un lugar para corredores de apuestas, narcotraficantes de poca monta, medios mandos de la mafia de Miami y para gente como los Lowell: vividores.

Los hermanos Lowell consiguieron embolsarse millones de dólares con un golpe a uno de los grandes mafiosos, después de Jeremy obviamente, de Miami. Desde entonces, se gastan el dinero en noches largas, compañía de buen gusto y en la vida nocturna que esta ciudad puede ofrecer a cualquiera, sobre todo si dispones de un gran bolsillo repleto de verdes.

Han realizado algún que otro negocio o transacción, pero no con mucha importancia ni muy fuertes. Ellos, para lo que de verdad valen, es para estafar y para jugar.

Y eso, precisamente, es lo que vienen a hacer a este club: jugar, apostar, ganar y follar.

Midnight tiene el mejor banquete de mujeres, venidas del este de Europa a tu completa disposición, de toda la ciudad y que por menos de cincuenta dólares a la hora hacen maravillas en la cama.

Aparcamos justo en frente y bajamos del deportivo como si fuéramos a hacerle una visita rutinaria al médico.

Varios hombresgrandes empresarios y demás—trajeados, hablan en bajito en la esquina más cercana.

Las grandes luces de neón que alumbran por la noche nos dan paso al club nocturno al que queremos entrar. Un armario de metro noventa y cinco, noventa quilos y semblante de gorila, nos aguarda en la entrada. La música retumba en las paredes produciendo una pequeña vibración.

-¿Nombres?
-Justin McCann-contesto.
-¿Y ustedes?-se dirige a los dos hombres que me acompañan.
Phil y Joe dan sus nombres y el gorila nos da paso al interior del club.

Una barra abarrotada de hombres con dinero, la música azotándote en los oídos y las chicas semidesnudas bailando en la pasarela y en las barras metálicas, nos dan la bienvenida.

-Divertiros con las vistas-les ordeno.
-¿No quiere que le acompañemos?-me pregunta Joe.
-No Wells, me las puedo apañar sólo. Si necesito ayuda, ya os avisaré.

Ambos asienten y yo me pierdo entre la gente.


Cuando encuentro la sala de juego, interrumpo la partida exigiendo saber dónde está Lowell. Los siete hombres que están jugando me miran expectantes.

-¡¿Dónde cojones está Lowell?!

Una de las chicas que juguetea con la barba de un señor mayor que está apostando, sonríe y me contesta a la pregunta.

-Lowell se está divirtiendo con Kristie- y señala hacia una de las salidas laterales.

Decidido, voy hacia la puerta, la abro y salgo a la parte trasera de Midnight. Metros más a la derecha, Lowell se ve enfrascado en una lucha con el vestido de la supuesta Kristie, quien ríe bobalicona y jadeando a las caricias de ese tiparraco.

-Oh, preciosa. Te voy a follar como nunca te han follado-le susurra, pegando su aliento— que de seguro que apesta a alcohol— a la pobre chica, en el deshilachado moño.

Sin pensármelo dos veces, le agarro del traje por la espalda y lo lanzo hacia el suelo. Le propino un puñetazo en menos de un segundo.

La muchacha, asustada, pega un chillido y se esconde tras uno de los cubos metálicos que hay justo al lado.

Mientras se pone de rodillas, Lowell se limpia el labio inferiorel cual se lo he petado con el dorso de la mano antes de escupir al suelo.

-¿Qué coño estás haciendo, McCann?

Para mi desgracia, no veo a Jake sino a su hermano gemelo, Ben.

-¿Ben? ¿Dónde está Jake? ¡Le necesito a él!

-Jake se fue de la ciudad hace varias semanas. No sé cuándo volverá ese cabronazo.

Me acerco con rapidez a él y le agarro del pelo, tirando su cabeza hacia atrás. Bloqueo su espalda con la rodilla y le inmovilizo con las piernas. Descubro la pistola de mi pantalón y se la deslizo del cuello hacia el mentón, amenazándole con su vida.

-Mira, hijo de perra, tu hermano nos debe mucho dinero y yo vengo a reclamárselo. Así que ya me puedes decir cuándo va a volver o dónde esconde el dinero.
-No tengo ni idea de cuándo va a volver. Desapareció hace semanas y ya no he vuelto a saber de él.
-¿Y el dinero? ¿Dónde mierdas está nuestro dinero?
-No lo sé. Él controla las cuentas. ¡Lo juro!-implora por su vida con la mirada. 

Está acojonado.

-Dos días. Te doy dos días-impulso su cuerpo hacia el suelo, haciendo que dé de morros contra el suelo-. Tienes dos días para recaudar el dinero suficiente.
Ben alza la vista y traga saliva.

-Si no, me ocuparé de matarte personalmente.

Y me desvanezco, dando por zanjado el trabajo. Sé que él nos pagará.






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Holis e.e Este no os podéis quejar que es larguito eh, piutas. Me encantaron los tres anónimos del capítulo anterior. Moltes gracies, ¡OLÉ! No, en serio, fueron ASDFGHJKLÑ. ¡SEGUID ASÍ! EJEJEJEJEEJEJEJJEJEJEJEJEJE
Bah zorras, os dejo ya disfrutar de este capítulo. 

¿Los personajes os gustaron?  Decidme. ¿Y el capi?  Decidme también:3

Loveya, prrrs<3



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