viernes, 7 de junio de 2013

Capítulo 22: "¿Quién es el real y quien el ficticio?"


Aish. Como me pone, joder.


¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte I

Narra Justin.
Realmente sé lo que va a venir ahora: he despertado a alguien realmente peligroso. Esto va a ser un juego divertido en el cual participar de verdad. Me muero de ganas de poder estar en frente, cara a cara, de Jake Lowell y escupirle en toda la jeta. Nos debe dinero; me debe dinero. Y yo no me permito perder pasta, porque eso significa perder posiciones y perder poder. Yo quiero controlarlo todo.
«Y yo te controlo a ti, Yo» Y es que ambos juntos, Él y yo, podremos hacer grandes cosas. Nadie me va a parar. «Debemos seguir con la función» Y es que con Él no seré libre, pero es una apuesta segura. Con mi diablo en el interior conseguiré dominar todo y a todos; conseguiré ser quien debo ser, quien mi padre quiere que sea y quien realmente quiero ser. Porque ahora lo entiendo: sólo pertenezco a este sitio.
Me miro en el espejo del cuarto de baño y sólo observo un ser repugnante, lleno de odio, pero lleno, a la vez, de lo conocido. Él está en todo yo y en todo lo que a mí respecta no quiero que se marche.
Mis ojos recorren cada uno de mis tatuajes, mi identidad, mi yo, mi todo. Y sólo encuentro esto: Él y yo unidos en uno mismo. ¿Por qué me engaño con estupideces? Ella no tiene ningún efecto en mí, nunca lo ha tenido. Sólo es mi puta cabeza; sólo es eso. No pienso con claridad, pues hace que me confunda con mí alrededor.
Deslizo mis manos hasta la placa que descansa en mi cuello recordando a mi madre. Debería hacerle una visita.
«No hay tiempo para eso, Yo»
Bufo con fuerza. No debo desconcentrarme en nada. Ayer estuve recapacitando y llegue al quid de la cuestión: ¿Qué cojones estoy haciendo? Me refiero a que estoy jugando a ser alguien que no soy actuando como creo ser. ¿Significado? Soy el malo y estoy actuando como el bueno. «No somos así, Yo» No, no lo soy. Creo ser bueno en el interior, creo estar limpio en realidad, pero no es así. No soy nada de eso; soy lo que soy y ya va siendo hora que lo admita y que lo acepte. ¿Qué esta vida que estoy viviendo es una mierda? Sí, en efecto. ¿Qué es sobre segura? También. ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Que me maten de la forma más horrible que pueda existir con métodos inimaginables y realmente entre terribles sufrimientos, pero, ¿y qué? Eso incluso sería mejor que aceptar que me estoy debilitando por una puta mocosa, que Él ya no es tan fuerte y que por una vez en mi vida tengo miedo. Y es que los sentimientos son lo peor del mundo si no son correspondidos; falsos amigos, padres que te joden la vida cuando lo único que tú buscas es que se sientan orgullosos de ti, personas que te intentan hundir por el simple hecho de poseer algo que ellos quieren… Miles y miles de actos, de momentos, en los cuales tú no vas con malas intenciones y acabas cayendo en picado porque nada de lo que tú sentías es correspondido, ni compartido, sino antónimo. Pues descubrir, darte cuenta, que Él puede ser roto, puede ser desvanecido me hunde entre un gran pavor. Yo siempre he actuado con la vista al frente, sin sentir fervor, sabiendo que no dudaré en matar a alguien si intenta hacerme daño, pero, ¿qué ocurre cuando la persona que te hace daño tan siquiera puedes ponerle una mano encima? ¿Qué ocurre entonces? ¿Sufriré yo? Porque si es así, prefiero dejar de lado todos esos putos sentimientos y centrarme en lo racional; en mi Yo más profundo.
No siento nada por Nicole. No va a poder herirme nunca. Nadie va a poder hacerlo.
Los sentimientos dan asco.
Me mojo la cara con agua, agarro la toalla más cercana para poder secármela y me voy de mi habitación.

***

Su boca se mueve rítmicamente mientras mastica. El rostro lo tiene iluminado cosa que significa que ha despertado contenta. Me alegro de ello. Coloca su castaño pelo hacia un lado con sus finos dedos mientras me mira y sonríe.
Esa sonrisa…
Le correspondo también. Ella vuelve a prestar atención en la conversación que se está llevando a cabo en la mesa durante el desayuno. Chaz, como siempre, empieza con sus tonterías.
-Justin, amor mío, pásame la mantequilla- exige mientras que me roza el brazo levemente. Ryan reprime una sonrisa.
-Bf, cada día estoy más segura que en el fondo sois homosexuales- comenta Anna, aguantándose las ganas de mearse.
-No te metas con mi Chazito- le riño mientras que le doy un abrazo, alejándola de ella.
-Ei, ¿Yo, no? Vale, vale…- se queja Ryan, aliviando un puchero.
-Tú ya no me quieres, zorra. No me defiendes como mi amor- grita Chaz sacándole la lengua.
-Me ama a mí, no a ti. Acéptalo.
-¡Pero yo también quiero, putitas!- y nos lanza un trozo de pan para que reaccionemos.
El comedor se llena de carcajadas, pero una resalta por encima de las demás. La miro. Es tan dulce e inocente.
«Ilusa»
-¡Pues nada, me abrazo a Anna!
Ryan envuelve a Anna entre sus cálidos brazos y veo como las mejillas de ésta se ruborizan. Se gustan y no se lo dicen. ¡Serán idiotas!
Capullo, disfruta ahora que su novio no te ve, pienso a la vez que esbozo una sonrisa amarga.

De un portazo abre la puerta Carlos, sonriente, y al ver la posición en cómo se encuentras ambos, sus facciones se endurecen pareciendo que consigue más edad por segundos.
Siempre he creído que algún día estos dos se van a matar. Carlos sabe lo que tuvieron Ryan y Anna ya que él fue quien tuvo que recoger los pedacitos del corazón de ella cuando el idiota de mi amigo se lo rompió. Bueno, no se lo rompió, detonó una bomba sobre él haciendo explotar en mil pedazos diminutos que serían muy difíciles de volver a juntar. Y es que realmente nunca se logra reparar un corazón sin dejar cicatrices permanentes—de esas que duelen para siempre, de esas que te hacen soñar mil veces como debería haber sido todo, de esas que te dejan pensando en si realmente valió la pena sufrir tanto—. Después de eso, Anna se hundió durante un tiempo como alma en pena navega entre las aguas solitarias del tiempo. Lo que más me fastidió de todo aquello es que no pude ayudarle, ella estaba tan absorta en lo maravilloso que había sido todo que no pude hacer nada para aligerar el gran peso que ahora la destrozaba. Ryan la había defraudado; la había asesinado de alguna forma psicológica. Él tampoco volvió a ser el mismo; ya tenía como vicio la bebida pero había uno que le gustaba más: Anna, pero cuando todo eso acabó, la única cosa que tornó su ceguera fue la bebida. Quizás no fue su intención, quizás no quiso hacerle realmente daño pero pasó una línea infranqueable que Anna no iba a tolerar y cuando dices ‘Basta’ no hay sentimientos que valgan. Al igual que sé que ellos todavía se quieren en silencio, sé que Ryan deberá cambiar mucho para que Anna vuelva a aceptarlo de esa manera en su vida. Y con Carlos de por medio eso es tarea difícil. Carlos fue el único que consiguió arrancarle una sonrisa a regañadientes meses después del incidente y el único que consiguió que ella volviese a ser la que era. El callado Carlos, quien siempre había permanecido en la retaguardia y detrás de María, se había convertido en su salvavidas.
Anna se levanta inmediatamente, evitando cualquier confrontación entre ambos, con el corazón en el puño y dirigiéndose hacia Carlos. Se abalanza sobre él y busca sus labios. Y soy totalmente consciente de que ahora mismo está fingiendo. A veces odio que lo haga, pero sé que ella está como yo: total y completamente perdida aunque no lo admita.
-Buenos días, cielo- dice Anna juntando sus labios con los suyos.
Carlos le devuelve el beso pero a regañadientes. No está nada conforme.




¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte II



Narra Nicole.

Adoro a Anna ya que después del juego de sus veinte preguntas mientras desayunábamos, he conseguido que me lleven a la playa.
-Venga, que los desayunos son aburridos. ¿Veinte preguntas, Nicki?
Justin nos mira y se ríe.
-¿Veinte preguntas? ¿Pero qué juego es ese?
-Uno muy molón al que vas a jugar. Nos tenemos que hacer veinte preguntas, así que ale, empiezo yo.
-Uhm, va- acepto, asintiendo mientras que me meto un cucharón de cereales en la boca.
-A ver, ¿A dónde te apetecería ir más?
-¿Hoy? A la playa- contesto sin pensar, ya que el verano acababa de empezar y no había podido ir casi veces antes de que pasara todo este follón.
-Eso tiene arreglo- se apresura en decir Justin. Lo miro con la boca abierta. ¿En serio? ¿Me va a llevar a la playa? No puede ser.
Poco después, hemos preparado todo lo que nos queríamos llevar— las estirillas, las toallas, la comida, la crema solar con zanahoria para ponernos más morenas, las chanclas, nos hemos puesto el bikini— y ya listos, hemos cogido los coches alejándonos de esa mansión que tengo por cárcel…o no.
Ryan ha sido bastante reticente al principio pero más tarde Justin le ha convencido hablándole sobre la cala privada y que ahí sólo estaríamos nosotros.
Cuando llegamos, abro mucho los ojos. ¡Es alucinante! La cala privada es cerrada, pequeña, aunque increíblemente perfecta. Está cerrada por dos acumulaciones de rocas y nadie del exterior podrá molestarnos durante el día cosa increíble ya que en Miami las playas están a rebosar, pues ésta está comprada por la familia de Justin y permanece bastante alejada de las grandes acumulaciones. Miro a mi alrededor, y diviso el agua tan clara y transparente; agua virgen de cualquier suciedad. De inmediato, siento unas ganas incontrolables de meterme de cabeza al agua y abrir los ojos. Quiero hacerlo, seriamente.
Nos acercamos hasta el centro de la playa, instalamos todos nuestros trastos y lo primero que hago es deshacerme de mi ropa e ir corriendo hacia el agua.
-¡Nicki, espérame!- me grita Anna. Pero yo no quiero pararme. Corro y corro hasta llegar a la orilla y precipitarme dentro de ella sin pensármelo ni un segundo. Se está tan bien y lo echaba tanto de menos.
Está helada porque apenas son las once de la mañana pero yo soy feliz con tan sólo este pedacito de paraíso. Flotando me encuentro cuando una fuerza se abalanza sobre mí y me hunde. ¡Justin!
Odio esta sensación: de golpe se te llenan de agua las fosas nasales, el que te pille desprevenida, que los oídos piten y se taponen en cuestión de segundos y las ganas de querer salir para matar a quien te ha hundido pero caer en la cuenta de que él tiene más fuerza, dejándote inmóvil.
Ugh. Lo voy a matar.
-¿Qué coño haces Justin? ¿Es que acaso quieres morir?- le amenazo, intentando escupir todo el agua que he tragado por su culpa.
Justin empieza a carcajearse sonoramente.
-Pero venga, con lo graciosa que estas así- consigue decir mientras coge aire para seguir riendo.
-Paz y amor, tíos- bromea Chaz al pasar a nuestro lado y sumergirse en el agua salada, donde segundos antes me ha obligado a tragar agua el animal que tengo delante. Lo ignoramos.
-Qué te den. ¡Casi me ahogo!- le reprocho al lograr ver bien y no sentir que me falta el aire.
Odio esta sensación.
Sin pensármelo dos veces, me lanzo hacia su torso y lo empujo haciendo que él se desestabilice incorporándose para atrás. Pero él reacciona a tiempo y chilla- No, si yo me hundo, tú también-, aferrándose a mi cintura, provocando que yo también me vuelva a caer el agua.
«Lo qué te haría»

***

-Nicole, ¿siempre has querido ser esto?- me pregunta, apuntándome con esos ojos miel en los míos. Su mirada arde, me quema.
Estamos completamente solos, más o menos. Todos están en el agua o dando una vuelta, en cambio, nosotros hemos decidido tomar un poco el Sol. Bueno, en realidad lo he decidido yo pero Justin no se despega de mí ni un segundo, siempre vigilante.
Su musculado cuerpo está de lado, mientras juguetea con un montón de arena entre las dos toallas. Yo estoy boca abajo, con las gafas puestas e intentando comprender qué me está tratando de decir. Percato que mira mi espalda a la vez que se relame los labios.
«Sus labios»
-¿Esto? ¿A qué te refieres?
-Ya sabes… A lo de ser policía. ¿Siempre has querido?- me escruta con los ojos. No sé si lo está diciendo de mal rollo o sólo está interesado. A veces es tan… ¿Opaco? ¿Complicado? ¿Difícil? Suyo. Trato de leer su rostro para ver si hay rastro de esa oscuridad que a veces emerge de él, pero caigo en la cuenta de que no. Es sólo él; es Justin.
«¡No le digas nada! Él no debe saber nada de tu vida» Pero mi Diosa borra a la competencia haciendo que nada de lo que mi subconsciente diga realmente surja efecto en mí. He decidido que prefiero estar bien con él porque mentiría si dijese que no me gusta. Así que, mientras esté aquí, ¿por qué no disfrutar? «Bravo. Vamos mejorando»
-No, nunca he querido serlo ni todavía quiero serlo.
-¿Y eso? No lo entiendo. Tú…estás en la unidad- abre muchos los ojos adivinando sorpresa. ¿A caso se pensaba que yo era como ellos? No lo soy. Yo no quería ese destino; nunca lo había querido.
-Ya, lo estaba pero no era a lo que me quiero dedicar. Yo… tengo otras ambiciones, no sé.
-¿Cuáles?
-Ehm… lo saben muy pocas personas.
-Pues déjame ser una de ellas.
¿Por qué quieres saberlo, Justin? ¿Puedo o no puedo confiar en ti?
-Bien, Justin- me encojo de hombros, elevo mis gafas para apartar el pelo de mis ojos y hablo-. Nunca he querido ser policía, la verdad es que lo odio. No te niego que es emocionante y que se me da bien pero no es lo mío.
-¿Y entonces por qué estás metida?
-Porque es lo que quería mi padre.
-Tú debes hacer lo que quieras.
-Lo sé, pero, ¿sabes Justin? Cuando quieres a una persona haces cualquier cosa por ella y sé que para mi padre que yo sea parte del FBI es importante así que decidí que por él debía hacer ese esfuerzo.
Justin enarca una ceja, intentando comprender y carraspea.
-Algún día me tienes que enseñar lo que eres capaz de hacer, eh- y asoma una sonrisa traviesa entre sus facciones.
Es tan tierno.
-Ui, te sorprenderías de lo que puedo llegar a hacer con una pistola- jugueteo un poco. Bah, él me gusta, ¿qué importa todo lo demás?
Y es que ella sigue moviendo cada uno de los hilos de mi cabeza, tiene a mi subconsciente amordazado, arrinconado y esposado en una silla y ella controla ahora mismo toda la situación.
Justin suelta una risotada sonora.
-Eso está por ver, Nicole- me dice, guiñándome un ojo traviesamente.
Las mejillas se me tornan rosas, haciendo que lo intente remediar bajando la mirada y jugueteando con mis manos. Nunca me había guiñado un ojo y eso es terriblemente seductor.
Mi Diosa está muerta, literalmente.
-Pero, a ver va, ¿qué es?- se impacienta, con una sonrisa de niño bueno.
«Pero él es de todo menos bueno», susurra con la boca abierta mi Ella mientras que lo observa de arriba abajo mordisqueando su labio inferior.
-¿Tienes una cámara?- formulo, queriendo enseñarle mi pasión y el porqué de ella.
-Yo no, pero apuesto lo que quieras que en el bolso de Anna hay una.
Rebusca en su bolso de playa, y efectivamente, me la tiende. Entonces, deslizo mis dedos por ella. No es gran cosa ya que es digital y pequeña, pero llevo semanas sin tocar una cámara por tanto mis dedos echaban en falta su contacto.
Presiono el botón de encendido, y ante mí se presenta el mundo tal y como yo debería de verlo todos los días: a través de un objetivo, captando la belleza del entorno.
Rememoro el momento en el cual conocí a Justin; como quise hacerle una foto en cuanto lo vi. Así que, aprovechando su cercanía, opto por cogerlo como modelo. Y es que así, tal cual, es un puto Adonis fulgurante. Lo encuadro para hacer resaltar todo lo bueno de él, todo en lo que yo creo y el, inmediatamente después, esboza una sonrisa que mataría a cualquier mujer e incluso a cualquier hombre. Unas por ser demasiado débiles y otros demasiado envidiosos.
-¿Ves? Es perfecta- confieso, mientras que se la enseño.
Justin la mira mostrando una mueca divertida.
-Obviamente, Nicole. Salgo yo, que soy el tipo más sexy de Miami- bromea, alzando ambas cejas.
-¿Sí? No te creas tanto.
Justin asiente- Sabes qué sí…-coge aire, me mira profundo a los ojos y prosigue- Pero sería más perfecta si saliéramos ambos.

***

-Así no, cielo- le riñe Carlos. Anna le pega una colleja, entonces la agarra todavía más fuerte entre sus brazos y ella intenta levantarse huyendo de su agarre.
Estamos todos en círculo tomando algo. Carlos está sentado con las piernas abiertas y Anna descansa entre ellas, abrazada por éste. Ryan permanece al lado de Chaz, agarrando fuerte la toalla disimuladamente para frenar las ganas que tiene de darle un puñetazo.
-Te la estás ganando, Anna- dice en broma Carlos. Ryan abre los ojos, mucho. Los vuelve a cerrar como si recodara algo, para después, tragar saliva.
Anna gira la cabeza, juntan sus labios, Carlos le muerde el labio inferior apretujándola todavía más.
Desvío mi atención a Justin.
-¿De dónde has sacado esta placa?
-¿Esta?- me pregunta, cogiéndola entre sus dedos.
-No, ¿cuál va a ser?- formulo con ironía. Justin ríe sarcástico también.
-Me la regaló mi madre días antes de venir definitivamente a Miami.
-¿Y por qué?
Justin observa la placa, leyendo sus inscripciones y susurra- Para que no olvidara de dónde vengo, Nicole.
¿Y lo has olvidado?
-¿Y tú madre dónde está?
-Mi madre está en Stratford, de dónde vengo. Es mejor así, no la quiero en todo este lío.
-Me gustaría conocerla- suelto, sin ni siquiera darme cuenta de lo que digo. ¿Por qué voy a querer conocer a su madre?
-No creo que eso sea posible. Ya casi no voy a verla.
En este momento quiero saber por qué. 
-¿La fecha que llevas tatuada en el pecho es suya?- Justin asiente- ¿Sabes? Siempre he querido hacerme uno.
-Ah, sí. No te veo Nicole- ríe.
-Pues sí. Siempre.
-¿Y cuál si se puede saber?
-“Libre”- mascullo, cayendo en la cuenta de que no es muy adecuado para la situación. Antes estaba subordinada a los deseos de mi padre muchas veces, y ahora lo estoy a los de Justin aunque por desgracia, «estos los disfrutamos».
-Si quieres te puedo llevar a que te hagan uno- justo cuando lo dice, siento que me empiezo a emocionar. ¿En serio me lo está diciendo?
-¡Lo que faltaba por oír!- se entromete Ryan, sacando humo por las orejas- ¿Qué coño haces, McCann?
-¡Deja mi apellido de una puta vez en paz! ¡Cállate, Benson!
Ryan se encara hacia él. Yo me asusto. ¿Qué pasa ahora? ¿Por qué se ha liado en menos de cinco segundos?
-Pues empieza a comportarte como quien huevos eres, McCann- recalca su apellido. Siento como Justin desaparece poco a poco, no quedando ni rastro de quien era hace menos de lo que canta un gallo.
-¿Qué problema tienes tú ahora, gilipollas?
-¿Qué problema tengo? Pues que la tratas como si fuera la puta reina de la casa, cuando es un rehén. ¡Eso es lo que pasa!
-No me toques los huevos, Benson. Yo la trato como me da la puta gana y tú no eres nadie para decidir.
-Soy tu amigo y ahora mismo no pienso con el culo como tú. Ella se irá pero nosotros tendremos que aguantar tus gilipolleces después.
-¿De qué coño de gilipolleces hablas? ¿Y si se va, a mí qué?
-¿Sabes por qué te importará y acabarás hecho mierda? Porque te importa. Deja ya de mentir de una vez por todas y reconócelo. ¡Ella te gusta!
Me cabreo. «Le gustas. Le gustas. Le gustas. Y él a ti. Y él a ti. Y él a ti» Y quizás debería alegrarme porque si él se da cuenta de ello significa que puede haber una mínima posibilidad de que sea verdad y yo deseo que lo sea. ¿Qué por qué? No tengo ni puta idea. Pero mi Diosa se ha instalado en mí y hoy ya no puedo oír a mi subconsciente. No estoy siendo correcta, pero soy yo.
Todo a mi alrededor me empieza a pesar, produciéndome que me duela la cabeza y que me dé vueltas. No veo bien a Justin, ni a Ryan.
-Ni yo me pienso marchar, ni le molo, así que deja de decir estupideces, Ryan- salto, harta de toda esta situación. Yo sólo quería pasar un día en la playa, ¿era tanto pedir?
-Tú te mantienes calladita, zorra- me reprocha con cara de asco.
-¡Y tú le dejas en paz a ella!- se mete esta vez Anna, quien Carlos sujeta para que no se eche encima de él.
-Relax, nena- interviene Carlos, frenando sus impulsos.
-¡Eso, relax! ¡Veta a follarte a tu estúpido novio!- se vuelve contra ella, Ryan.
-¿Qué dices?
-Lo que oyes, Velarde.
-¡Relajaros todos, coño! ¡Putos inmaduros de mierda!- chilla Chaz, levantándose de su sitio y agarrando a Ryan. Intenta alejarlo de ahí, pero Ryan forcejea a lo que Anna responde.
-Chaz quédate aquí. Somos Carlos y yo quienes nos vamos.
Carlos se levanta a las órdenes de ella quien más enfadada no puede estar. Él aprieta el puño y soy consciente que no se lía la de Dios porque no quiere armar jaleo.
-Venga Carlos, vámonos a follar como éste dice- fulmina con la mirada a Ryan quien sus ojos se muestran cerrados, llenos de ira, y se va.
-Deja tus putos celos aparte- masculla Chaz, soltándole.
-Y tú no me vengas de justiciero, Gray. ¡Sois todos una panda de capullos!
Me giro a Justin quien no entiende tampoco nada.



¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte III




Narra Ryan.
Verlos durante toda la mañana ahí, juntos, pegados y dándose mimos, es prácticamente vomitivo. Estoy teniendo arcadas. He de reconocerlo, me jode. Demasiado. Yo… yo quiero ser ese al cuál le sonríe. No quiero sentir esta impotencia de querer tocarla y no poder. Yo no la quiero, yo la amo. Siempre lo he hecho. Recuerdo el maldito día que llegó a la casa con su padre. Ella apenas tenía 3 años y mi edad se separaba de la suya por 2 años. Al verla ya supe que me iba a dar problemas. Estaba en pleno berrinche con su padre y él, intentando quitarse el marrón, me la engatusó a mí alegando que podía jugar con ella. La mandona me obligó a jugar a papás y mamás durante toda la tarde. La odie; pero como dicen, del odio al amor sólo hay un mísero paso.
Pues veintiún años después, sigo en la misma casa, y en la misma posición. A veces odiándola por su carácter, y otras tantas, cayendo cada día más enamorado. Soy consciente de que la amo con locura, y qué sería capaz de hacer cualquier cosa por ella pero mi subnormalidad la alejó de mí hace cosa de un año, cuando había conseguido que ella se fijara en mí de la misma manera en la cual yo lo había hecho cuando ya era pequeño y ya llevábamos varios años juntos. Me odio día tras día por ello y también odio a quien me quito la posibilidad de poder volver a levantarla de lo más hondo: Carlos.
Yo la hubiera ayudado, la hubiera convencido de que me sentía como una mierda por lo que había hecho, que ella no se lo merecía y, con el tiempo, ella me hubiera perdonado cuando en vez de eso apareció él prometiéndole algo mejor y ella cayó en sus redes.
¿Por qué hice eso? ¿Por qué no pude controlarme? Y es que siempre caigo en este pozo. Sé que la culpable es la bebida. Ella fue quien lo jodió todo pero, ¿cómo rechazas algo que te ayuda a olvidar todo lo malo en lo que estás metido y el hecho que lo más importante que tenías ya no está contigo? ¿Cómo? Quiero saberlo, de verdad. Pero no puedo. No encuentro la salida porque estoy ciego. Realizo pasos en vano, viendo que cada vez Carlos se la lleva más hacia su vida, alejándola de mí y eso me consume por dentro haciéndome beber más y más. Porque esa es la única manera que hay de pensar que esto es un puto sueño. Por eso me torno violento, por eso me enrabio y por eso le he gritado todo eso a Anna. Porque yo, no puedo soportarlo. Sí, pasaré las noches con otras tías, pero, ¿de qué me sirve eso si no puedo amanecer al día siguiente con ellas? Yo no quiero a cualquiera, quiero a Anna. Me desahogo con cualquiera que pille porque quiero olvidar, necesito olvidarla ya que no es mía y dudo que lo sea, pero se me hace tan difícil… Anna y yo teníamos esa conexión especial. Yo no follaba con ella, yo le hacía el amor.
La miro. Ella sonríe por una de sus bromas. Yo debería hacerle reír. ¡Yo! No él. Me empieza a hervir la sangre. Carlos la tiene. Ella es suya. Carlos la tiene. Ella es suya.
Toda una oleada de malas sensaciones recorren cada una de mi fibra haciendo que mi mente se nuble y sólo pueda pensar “Ella es mía” repitiéndose en bucle una y otra vez.
Carlos le coloca la mano en el muslo derecho. Anna se gira, colocando ambas manos sobre su torso. Se besan lento y Anna se atreve a bajar hacia su cuello en mi presencia.
Yo no aguanto nada más y estallo. Ella solía darme besos en el cuello ya que sabía que no puedo con ellos. Ahora Carlos los tiene por mí.
-Iros a un puto hotel, imbéciles. Dais asco.
Anna se voltea de golpe, sin entender qué pasa.
-¿Algún problema, Benson?- me pregunta Carlos, desafiándome con la mirada. Y lo que más me jode es que el cabrón sabe que ella y yo tuvimos algo, torturándome cada día con el hecho de que él puede hacerla sentir única.
-Tú cara es mi problema.
-Problema de cara el que vas a tener tú cuando te la parta, cabrón.
-Cuando tengas algo de huevos, me avisas- le reto.
-¿Podéis estaros de gilipolleces? Parecéis críos- nos reprocha Anna, pues sus mejillas están encendidas con rabia.
-Contigo ya estamos servidos, gracias- le contesto, sabiendo que una de las cosas que más le joden es el sarcasmo.
-Déjate de jueguecitos, Benson- me suelta, aparentemente irritada. Benson… Sólo cuando se enfada me llama por mi apellido ya que nosotros no solemos hacerlo. En este trabajo usualmente te nombran por el nombre de tu familia, en cambio, entre nosotros nos llamamos por nuestro nombre. Esa es la ligera diferencia que hay entre confiar y no confiar.
La miro con los ojos apagados. ¿Por qué Anna? ¿Por qué te enfadas? ¿Qué no ves que todo esto me duele? Ya hace tiempo que perdí el valor de decirle todo lo que siento por ella, aunque soy consciente de que ella lo sabe; en el fondo todavía lo sabe. Y me contento con ello, como puedo, todas las mañanas; pensando que quizá si ella sabe que aquí me tiene, algún día volverá.
Pero cada día veo menos claro que ese día llegue.
-Yo no estoy jugando, Mendler- le devuelvo con otro bombazo, y me atrevo a guiñarle el ojo.
-Deja a mi chica en paz- me chilla Carlos, sereno. “Mi chica”, e inmediatamente me hundo. Esto es la realidad; la cruda e hija de puta realidad. Y la odio con toda mi alma.
Cojo fuerza. Toda esta situación tiene que ser superada, tiene que dejar de doler. No puedo seguir siendo un puto perro faldero. Tengo que olvidarla, al igual, que ella lo ha hecho en este tiempo.
Me descojono por dentro. ¿Acaso se piensa éste que voy a hacerle caso?
-¿Hacer qué, Velarde?
-Hablar con mi chica. La estás molestando.
-No, Velarde, yo creo que ella está encantada de hablar con un tipo como yo- le vacilo, sacando el capullo que reside en mí y sonrío de esa forma enigmática, traicionera, que utilizo para referirme a algo verdaderamente caliente del pasado. Anna se da cuenta de ello.
-¡Vete a la mierda, Benson!




¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte IV



Narra Nicole.
-¡McCann!- oigo a una voz aterciopelada y femenina gritar el nombre de Justin. Me volteo de inmediato para encontrarme con una morena de metro sesenta y cinco, pelo oscuro prácticamente negro, ojos grandes ligeramente alargados con unas pestañas de espanto, tez oscura y labios carnosos.
Si no estuviera llamando a Justin, y no vistiera así, la envidiaría. Se asemeja a una de esas modelos mulatas que se utilizan para algunas sesiones de fotografía en el caribe o de ropa interior, o de cualquier tipo. La observo detalladamente. Su cuerpo seguro que también provoca un efecto positivo en los hombres, ya que cumple con las medidas noventa-sesenta-noventa y con unas piernas largas, esbeltas.
«No lo llames. Es mío», ataca mi Diosa interior sacando las garras que esconde entre las mangas y queriendo salir de mi cuerpo para poder rajarla.
Y es que cuando no me fío de alguien, no hay quien me pare.
Algo que nunca había sentido en mi interior, venido de Ella, nace en lo más hondo. Ya la odio, y lo peor de todo: siento celos de que ella lo llame. ¿Lógico? Ya no hay nada lógico en mí.
-¡¿Ner?!- cuestiona, confuso y patidifuso él- ¿Qué cojones haces aquí?- le increpa rudo, levantándose del suelo y yendo en su dirección.
-Verás, te buscaba y…- le explica con voz sensual, mientras que cantonea sus caderas hacia Justin, se para en frente y le mira fijamente a los ojos, como si se lo fuera a comer.
« Zorra. Más que zorra. »
-¿Y qué? ¿Cómo nos has encontrado?- sigue sonando como si realmente no le agradara su presencia, pero, ¿de qué la conoce? ¿Quién es ella?
-Pues fui a tu casa y allí los demás me dijeron que habías venido a la cala privada.
-¿Y qué haces yendo a mi casa, Ner? ¿Qué te he dicho sobre ello?- se enfurruña, siendo demasiado autoritario.
-Qué sí, McCann. A tu casa no debo ir a no ser que tú me llames- la tal Ner bufa, aparentemente aburrida.
-¿Y entonces?
-Te echaba de menos- se aproxima todavía más, posicionando su fina mano en su torso y bajando lentamente hacia abajo, justo en el borde de su cintura. Sus labios casi se rozan.
«Aléjate de él. ¡Aléjate! Puta, vete»
La sangre me hierbe, no puedo controlarme. Yo…mi Diosa empuja mis palabras hacia mi cerebro para que yo realmente me dé cuenta de sus deseos… ¡Ella debería ser yo!
-Ya está aquí la putilla de turno- dejo ir, cegada por esta maldita sensación. ¿Y es qué porque de todos los tíos que hay en el mundo tiene que ser él quien me produzca estos celos? ¿Por qué?
-¿Perdona?- se vuelve para encontrarme. Sus ojos se clavan en mí- ¿Quién se supone que eres tú?
Voy a contestarle, pero Justin se apresura a decir- Alguien que no te interesa en absoluto, Ner.
-¿En ese caso, aceptas adoptarme durante un rato?- se muerde el labio inferior con coquetería, fijándose en los suyos.
Y un volcán erupciona en mí. «Debo ser yo»
-No sé, Ner. No sé si ahora es…
-Yo sí que te adopto, nena. Toda la noche si quieres- interfiere Ryan, comiéndosela con la mirada de arriba abajo. Observo como Anna pone cara de asco y mete un respingo.
 -¿Tú sí, Ryan? Otro día, quizá. Ahora estoy interesada en McCann.
-Pues qué pena, DiSilva. Te hubieras divertido muchísimo…
-No lo dudo- contesta, quiñándole el ojo.
-Oh, por favor. Es vomitivo…-deja ir Anna, llena de celos. Sé que ahora mismo se encuentra en la misma situación que yo.
-¿Tienes algún problema conmigo, Mendler?
-Tengo tantos problemas contigo DiSilva, que ya no los puedo enumerar.
-Pues te aconsejo que me dejes en paz, no sabes lo que soy capaz de hacer- le amenaza.
-¡Já! ¿Es que ahora sabes hacer algo más aparte de follar? Puta, que eres una puta.
-¿Sí? ¿Tienes algún problema con ello? Es mi vida, hago lo que me sale del coño.
-Nunca mejor dicho- increpa Anna.
-Lo qué te pasa a ti es que estás celosa de que a mí me deseen tantos y a ti tan pocos.
-A mí sólo me interesa uno, así que me da igual. Yo no necesito ir por ahí zorreando para que un tío me haga caso, penosa.
-No tampoco te quedas corta con lo de zorra- masculla Ryan, enfurruñado.
-¿Perdona, qué dices Benson?
-Lo que oyes. Ella será una puta pero por lo menos lo admite.
-¿Qué coño dices? ¿A qué viene tanta mierda?
-Mira, cállate y vete a follar con tu querido novio- suelta, con los ojos impregnado de repugnancia.
-Eso, déjame en paz- dice Ner.
-Y tú no te metas. ¿No querías irte con McCann? Pues vete y déjanos a todos nosotros tranquilos. Ya has hecho bastante por hoy- le increpo mientras me yergo.
-Seas quien seas, quien sobra más eres tú aquí.
-Ner, los que sobramos aquí somos tú y yo. Estoy harto de tanto drama, de tanta mierda. Quiero relajarme- abre la boca Justin, sumido en una mezcla entre rabia, asco, daño, Él.
-Eso, lárgate con esa.
-¡Haré lo que me dé la gana!- escupe, lapidándome con esos ojos caramelos que ya no le pertenecen. Ha dejado de ser él, como cuando la nieve de invierno se derrite volviéndose agua de deshielo.




¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte V



Narra Carlos.
Este tío me tiene hasta los huevos. Lo odio. A él y a toda su mierda. Lo que le hizo a Anna no tiene perdón y nunca la tendrá. Yo sólo quiero protegerla, alentarla, proporcionarle una vida mejor. En cambio, ella sigue con Ryan de algún modo, lo sé. Nunca voy a poder ser tan bueno como lo es él para ella. Yo, nunca voy a ser quien la tenga como él la tuvo. A veces siento que la tengo tan en mis brazos y a la vez en los suyos. Joder. Ryan la perdió. Ahora me toca a mí disfrutar, tener algo fuerte con ella. Soy consciente que el odio es mutuo, y cierto es que no lo deseo de otra forma. Sólo quiero borrarlo del mapa cada vez que lo veo hablar con mí chica. Mía, y de nadie más. ¡Mía!
-Cierra la puta boca, tío. ¡Estoy muy harto de tu mierda!
-¿Sí? ¿Pretendes que me importe, Velarde?
-No, pretendo que lo sientas.
-Siente esto: ella me pertenece. Tú no eres lo suficiente bueno.
-Benson, cállate- se hunde entre lágrimas ella.
Y ya es lo que colma el vaso, lo que hace que mi rabia se acumule en mis puños haciendo que hormigueen; quieren liberarse y lo voy a hacer en su cara. En esa cara que tanto he querido borrar. ¡Le quiero lejos de aquí y de la vida de Anna! Estoy harto que siempre la hiera, que ella lo pase mal por su culpa.
Va a pagar por todo lo cometido.
Me abalanzo sobre él, dirigiendo mi puño a un único objetivo final: su mandíbula. Ryan no se espera esta reacción ya que nunca hemos llegado a las manos. Anna no me permitía hacerlo. Pero ya me da igual lo que ella diga. Debo hacer que se entere de quien soy, y no me subestime. He tenido que deshacerme de muchos granos en el culo durante mi vida, y este no va a ser una excepción. Ryan se desequilibra hacia atrás, aunque consigue pararlo colocando el pie derecho fuerte contra el suelo, y se revuelve nervioso. Su labio se parte ya que ha rozado con sus colmillos. Arremata contra mí con brutalidad, impactando todo su peso contra mi cuerpo. Me caigo sobre la ardiente arena. Se posiciona en frente de mí y levanta el puño para hacer que pague por lo que yo he hecho anteriormente. Sonrío. Hoy me voy a poder desahogar. Ambos.
Entonces es cuando Anna entra en el plano, agarra el brazo de Ryan y le suplica que pare.
-Por favor, Ryan. Déjalo estar.
-¿Por qué, Anna? Eres suya. Él ha querido que todo esto empiece.
-Soy suya porque tú me perdiste. Tú eres el único culpable aquí- y llora, desconsoladamente. Puedo ver el dolor en sus ojos, pero no porque me pegue, no por esto. Lo que realmente le duele a Anna es no tener el valor de volver con él y eso me consume todavía más.
Debo alejarla de él. Quiero descubrir al topo y alejarla. Nos iremos lejos. No voy a dejar que Ryan gane; por encima de mi cadáver.
Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía.
Ryan se levanta lentamente. Se incorpora, la mira, me mira, y desaparece lentamente por la entrada de la cala con los ojos llenos de resentimiento.
No me puedo creer que ella todavía lo quiera.



¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte VI


Narra Justin.
Yo. Esta situación. Ner. Nicole. Él. Carlos. Ryan. Anna. Todos.
Ugh. Sólo quiero desaparecer por unas horas, dejarme llevar. Y ella es la indicada para esto; como lo ha sido durante mi vida aquí en Miami. Ner me proporcionó relajación con algo que realmente hace que descargues energía. Follarla es como un elixir para mí. Cuando Él está demasiado alterado, hace que se calme; qué deje de mortificarme, de amartillarme a ordenes sin sentido, contradictorias.
Caminamos de vuelta al aparcamiento donde mi lujoso coche permanece aparcado. Ella me mira seductoramente a ratos, y me observa en silencio. No la miro. No lo necesito; me la conozco de cabeza a pies, cada uno de los lunares de su espalda, de las cicatrices de su torso, cada una de las heridas y las historias que guarda su piel, de las locuras cometidas, de todo lo que ha hecho que ella sea así; porque al contrario de lo que todos piensan, Ner no ha sido siempre así. La vida la cambió, la obligó a ser como es ahora. Y eso, me recuerda tanto a mi persona que hace que ella sea conocida por mí. No me gusta lo nuevo. Ella no puede herirme. Ella no puede hacerme cambiar porque es absolutamente igual que yo. Ella es segura.
Abro la puerta del compartimiento de atrás para que se meta. Aunque no entiende que tramo, obedece y se sienta.
-¿A dónde vamos a ir, McCann?
-Aquí mismo, Ner. Aquí mismo- le explico con la voz ronca. Estoy lleno de deseo. Lleno de deseo por descargar todo lo que llevo encima. Ella es la solución. La empujo hacia más adentro, obligándola a acomodarse, colocándome encima suyo sobre mis rodillas al mismo tiempo que deslizo mis dedos por su cintura desnuda.
-¿Tan impaciente estás hoy?- me sonríe mostrando esos dientes blancos que contrastan con su piel morena.
-No sabes cuánto, nena.
Subo su top hacia arriba sutilmente, dejando a la vista ese brasier de encaje y las ganas que tengo de arrancárselo. Posiciono ambos brazos a cada lado de su cuerpo descansando mi peso contra ella. Mi erección, ya notoria, presiona contra su sexo.
Meto mis manos debajo de su espalda. Ella se arque permitiéndome más acceso al broche de su sujetador, y lo prendo. Liberadas, deslizo mi lengua por su barriga lentamente hasta llegar al reborde de sus senos, dónde me recreo humedeciéndolos. Mi respiración se agita violentamente, al igual que la de ella.
-Te he echado de menos, McCann- gime, impregnando su aliento en mi pelo, mientras clava sus uñas en mi nuca y espalda.
-Yo también nena, yo también.
Muevo la cadera abajo y arriba, presionando contra ella, quien responde humedeciéndose. Ner gime, invitándome a que continúe.

***
No lo comprendo. Arremate todo mi cuerpo contra mí. Tengo un mal sabor de boca. Tengo un mal resentimiento. No lo comprendo. ¿Cuántas veces habré hecho esto ya? Eh, ¿cuántas? No es la primera vez que me follo a Ner. Nunca he follado con sentimiento. Siempre ha sido eso: follar, nada más. ¿Por qué me siento mal? ¿Por qué no me siento satisfecho con lo que he hecho? ¿Qué es lo que no funciona? Estoy enfadado. Las cosas no pueden seguir así. No lo comprendo.
-¿Qué quieres Justin?- me pregunta borde. Está enfadada. Lo puedo notar en su voz.
A ti.
-Estar contigo- susurro, casi sin saber lo que estoy diciendo pero inmediatamente después de pronunciarlo, sé que es real.
-No parecía que quisieras esta tarde- me corta, todavía aún más cabreada.
-Olvida esta tarde. Céntrate en el ahora.
-¿Y ahora quieres estar aquí, no? ¿Soy un puto segundo plato?- me chilla, sorbiéndose la nariz.
¿Llora? ¿Por qué lo hace? ¿Qué está pasando en mi vida? ¿Por qué?
Abandono el umbral de la puerta, camina hasta ella. Nicole está tumbada en la cama, de lado espaldas a mí. Me tumbo a su lado, y la abrazo por detrás.
-Lo siento, Nicole. Sé que sólo querías tener un día normal en la playa.
-Sabes que eso no es lo que más me jode.
Cojo aire, apretándome contra ella. El calor de su cuerpo me proporciona tranquilidad y ya no estoy tan exasperado. Ella me calma, ¿es cierto?
-Estoy harta de tanta mierda. ¿Sabes cómo han acabado todos?
-Nicole, relájate por favor.
-Y, ¿sabes lo peor? Qué estábamos bien, Justin, qué éramos amigos hasta que se ha tenido que meter la puta de esa tal Ner.
-Olvida a Ner.
-No es sólo Ner, Justin. Es eso que cambia en ti.
-¿A qué te refieres?
-A eso, eso que hace que te vuelvas violento. ¿Te crees que no me he dado cuenta? Hay dos Justin; uno violento y otro relajado- cierro los ojos con fuerza. Ha descubierto mi secreto, ha descubierto mi identidad y me siento vulnerable. Ahora ella puede jugar con esto.
-Sht. No hay dos. Sólo está este.
-No, dime quien eres ahora. Necesito saberlo. ¿Quién es el real y quien el ficticio?
Suspiro. Ella no debería saber esto. No quiero que lo sepa. Mi demonio, mi realidad paralela, mi yo más oscuro. Todo esto no debe pertenecer a su vida.
-Ambos somos reales.
-No, sé que uno eres tú y otro algo que te controla. Yo…
Quiero olvidar esta conversación. Solamente necesito que ella me preste sus brazos, sólo eso. Necesito calmarme. Yo… yo no sé lo que quiero. Yo no sé dónde empieza Él y acabo yo. Estoy perdido y tengo miedo. Ella me calma, me esclarece pero al mismo tiempo me infunde todavía más miedo. ¿Soy Él? ¿Soy yo mismo? ¿Quién controla a quién? ¿Realmente Él existe?
-Sht. Sólo piensa que estamos tú y yo, abrazados. Olvida toda la mierda, Nicole. Yo prometo olvidar todo lo que soy, relajarme.
-¿Y cómo sé que estás siendo sincero? ¿No puede ser el otro?
-Soy yo, el Justin normal- le susurro al oído, acariciando el lóbulo de su oreja-. Contigo no hay otro que valga.




¿Quién es el real y quien el ficticio?
Parte VII



Narra Anna.
Estoy asustada. Ryan se ha marchado después de la pelea en la playa con Carlos y ha desaparecido. Son las dos de la mañana; no aparece. Carlos se ha marchado, al igual que María, a la casa de una pariente que está enferma. Y ahora que estoy sola, necesito hablar con Ryan. Además, sé que estará bebiendo, como siempre, y no quiero que le pase nada.
Se ha ido tan enfadado consigo mismo y con nosotros que pensaba que mataría a alguien. ¿Y lo peor? Qué hoy ha pasado lo inconcebible. He visto a Ryan celoso, delante de todos. Se ha expuesto. Él todavía siente algo por mí y yo, yo igual. Pero no soy capaz de perdonarle. Yo…fue demasiado Ryan sobrepasó algo que está por encima de lo que debe aguantar cualquier mujer. No debió hacerlo. Y me duele porque por esa razón no estoy con él. Ryan, joder. ¿Por qué tuviste qué hacerlo?
He de llamarlo una vez más. Debo encontrarle. No quiero que haga ninguna locura, que sé de seguro que es capaz de hacer. Cierro los ojos por un momento antes de teclear su número. Rememoro esa noche y flashes borrosos de lo que ocurrió vuelven a mí, abriendo cicatrices que todavía no han sanado. Ryan borracho. Ryan ido. Ryan tambaleándose. Ryan contrariado porque yo quería quitarle la maldita botella de Vodka. Ryan y su fuerza. El balanceo que Ryan provocó en mí. Yo no rindiéndome. El puño de Ryan colisionando contra mi cara. El golpe proyectándome contra la pared. El escozor. El dolor, no tanto físico pero sí psicológico. Mi ángel había dejado de ser un ángel tornándose demonio por una estúpida adicción.
Los vuelvo a abrir, y con decisión marco su número una última vez más. Si no contesta, desisto.
-¿Anna? ¿Qué coño haces llamándome?- pregunta, con dificultad.
-Ryan, vuelve a casa por favor.
-¿Para qué, eh, para ver cómo te follas a Carlos?- su lengua se lía con las palabras. Está bebido, aunque aún puede hablar medianamente bien.
Oh Dios, Ryan. ¿Dónde estás? Vuelve. Vuelve por hoy.
-Por favor, ven. ¿Dónde estás Ryan?
-A ti que te importa, Anna. Tú sólo quieres a Carlos.
-Ryan, qué me lo digas- exijo. Voy a ir a buscarle.
-Estoy en un banco, joder.
-Te voy a buscar. ¿Qué calle?
-No te la voy a decir.
-¿Por qué?  Quiero ir a por ti.
-Con una condición- exige ahora él, hago un ruido extraño invitándole para que continúe-. Hoy duermes conmigo. Y me da igual si el capullo de Carlos se cabrea. Ya me las veré mañana con él.
-Carlos no está.
-Mejor. Duerme conmigo.
-De acuerdo- acepto al fin. Sólo quiero ir a buscarle, maldita sea.

***
Lo dirijo a mi cuarto de baño para poder darle una ducha. Hay que bajarle esto. Está fatal.
-Anna, lo he vuelto a hacer. He vuelto a beber.
-¿No me jodas, Ryan? Siempre lo haces. No es nada nuevo.
-Lo siento. Anna, lo siento.
-Mira Ryan, sólo métete en la ducha.
Con la ropa puesta, le tiro agua por encima para bajarle un poco la borrachera que lleva y para relajarle. No voy a meterle así en la cama.
Cuando termino, lo ayudo a salir.
-Joder Anna, me estoy helando.
-Ahora voy a buscar la ropa. Espera.
-No, no te vayas. No me dejes, Anna- me agarra del antebrazo, acercándome a él. Está empapado, y gotitas diminutas de agua se deslizan por todo su cuerpo, su cuello, su frente…- Prometo no volver a hacerlo, Anna- susurra, recreándose en cada letra.
-No prometas algo que no puedes cumplir, Ryan- le corto. No quiero tonterías.
Me largo para buscar su ropa y al volver me lo encuentro en el filo de la cama, derrotado, roto, borracho y a la vez tan realmente él. Ahora está siendo sincero; ya no tiene esa fachada de machote que siempre pone, y que tanto me tenía engañado. Ryan todavía me quiere, y aunque una parte de mí ya lo sabía, la parte razonable quería que permaneciera a ciegas.
Le ayudo a quitarse la camiseta. Tirita, deslizo la prenda y con una toalla le seco su musculado torso. Lo tengo tan cerca que me cuesta resistirme, pero eso que antes teníamos ya no puede volver a suceder.
-Quiero que me digas que todavía me quieres, Anna. Necesito saber la verdad.
-No puedo decírtelo.
-¿Por qué?
-Tú lo sabes muy bien.
-¿No puedes sólo olvidarlo, dejarlo en el pasado?
-¿Crees que puedo olvidar algo así, Ryan? Yo, yo lo di todo por ti.
-Soy consciente de ello, pero Anna, necesito saber que todavía hay una mínima posibilidad de recuperarte, que aún no me has olvidado. Por favor- suplica.
Aprieto los ojos. Le bajo la camiseta.
-Ten, tú ropa. Ahora vuelvo, cámbiate la parte de abajo.

***

Al volver, le tiendo un vaso de leche caliente, la cual se la bebe apetitosamente. Ya se ha relajado.
-Venga, métete en la cama.
-¿Vas a dormir conmigo?- pregunta, incrédulo.
-Claro, ¿hemos quedado así, no?
Esboza una sonrisa de niño pequeño, y aunque esté en este estado, se ve adorable. Obviamente que te quiero, Ryan.
Me deslizo entre las sábanas, posicionándome a su lado.
-¿Puedes acercarte? Necesito creer que por lo menos por una noche eres mía, Anna.
Se lo ofrezco, ya que lo ha dicho con tanto dolor que me rompe por dentro oírle hablar así. Extiende el brazo hacia arriba, me acerco, posiciono la cabeza sobre su pecho y él me aprieta contra él.
Suelto el aire. Ryan suspira.
-Dime que todavía lo sientes.
Trago saliva- Todavía lo siento, Ryan. Te quiero, pero eso ya no importa.
Llevaba demasiado tiempo sin probar sus brazos.




****************************************************************
HOLIIIIIIIIII, PIUTAS. TINC SON, ASÍ QUE OS DIRÉ DOS COSITAS MUY RÁPIDAS. UNA: GRACIAS POR SEGUIR LEYENDO PESE QUE SOY UNA TARDONA. DOS: TENÉIS QUE LEER LA NOVELA DE NOE, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH. SRSLY. IS DA BEST. ES LA QUE ESTÁ AL LADO, PERO COMO SOIS UNAS VAGAS OS PONGO EL ENLACE AQUÍ, PUTITAS.



 {Porfis, las que leáis, comentad. No es difícil, es muy rápido y me haréis brincar en la silla hasta que me caiga así que vaaaaaaaaaaaaaaaaaa, no seáis malas.}
Las que tengáis Twittah, dadle RT a este TWEET .Muchas graaaaaaaaaaacias.
Loveya.

4 comentarios:

  1. Kadksnalsjsksohsskshzkosjskaxhxhsj oooohhhhh ajshskzjajsjsjs voy a llorar :')
    Pff, no sé por donde empezar, es que es tan largo conio (mejor así eh)
    Mmm.. HABER (me meo :')), debemos continuar nuestra partida a las 20 preguntas.
    Justin es un maldito bipolar, es que si lo tubiese delante le acompañaría al psiquiatra y estoy 120% segura de que le recetaría pastillas porque es que los suyo es muy serio.
    Ner....ew. Menudo azco, aunque ni la mitad que habrás sentido al escribirlo. Yo te compadezco, compa. Te sugiero que muera pronto porque sino, Anna se le aparecerá por la noche y a la mañana siguiente estará muerta. Ups. Es que menudo putón, por dios. Ew.
    CHAZIIITOOOH ER PACIFISTAAAAAHH, HAHAHHAAHHA me meo :') pobre chazi, tienes que buscarle compañía, aish, es que es muy monoso :3
    Jo, Nicki, pobreshita :( esta toh celosa como Anna y ¿por quien? Por la puta que gasta el 20% de oxigeno que hay en la atmosfera. Nicki y Anna tienen que tener una noche de chicas, js.
    Cuando Ryan y Carlos se pegan... Que guay :3 es uno de esos momentos que dices: wo esperad *vas a hacer palomitas, cojes una silla, vuelves y te sientas* ya, seguid matándoos :') meh, pero pobreshitos, jo, con lo bien que nos lo pasaríamos los tres y ellos se tienen que odiar u.u
    Que cuquis que son Jicole y Ryanna :3 jo, pero en tw es más sashi porque hacemos lo que queremos y se besan y de toh :') imagínate si vamos adelantdas que Ryanna está apuntito de foshar :')
    Eh........ Me olvido algo y no sé de que.......eh.... Ah si, que ojalá pasase esto con Nate, ya sabes, los besos y arrumacos de Carlos y Anna, tan solo faltan cinco mañanas para que no lo vuelva a ver :( y sé que es un puto gilipollas mal parido de mierda pero es que le quiero, jo.
    Que sepas que hecho de menos hablar contigo por WA pero recuperaremos el contacto después de los examenes :3 y sigo hechándoos de menos, por cierto.

    Ah caca, ahora que me acuerdo, esto tiene límite de carácteres, duh, maldita sea.
    Bueno, aunque igualemente, eso es todo, si me acuerdo de algo te lo digo por WA. Nanit cerezita, tktktktktk <3 :*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, pues le han quitado el límite de carácteres o es muy corto :') naniiit <3

      Eliminar
  2. Holiiiiiiiii, soy @jodetetedejo (aunque tengo otra cuenta también) en twitter e.e Me he leído toda la novela esta tarde y me he enganchado muchíiiisimo. ESCRIBES SÚUUUUPER BIEN DIOSSSSSSSSSS, Y LA NOVELA ES ASDFGH, ME HA ENGANCHADO DE TAL MANERA QUE NO SÉ CÓMO DESCRIBIRLO JAJAJJAJA en fin, que síguela pronto que a partir de ahora ya tienes otra lectora, pa' ziempre, ¡sigue así!




    EN SERIO, SIGUE QUE SI NO MUERO, QUE ME HAS DEJADO CON UNA INTRIGA MU GRANDE.

    ResponderEliminar
  3. ASDFGHJKLÑASDFGHJKLÑ, SIGUIEEEEEEEEEEEENTE PLS PLS PLS, QUE QUIERO SABER QUE PASA CON JUSTIN Y NOCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLE, OMG.
    SUBE RÁPIDO PLIS, LOVE YOU.

    ResponderEliminar

Venga, comenta. No muerdo y me ayuda a mejorar día a día. Es gratis.