¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte I
Narra Justin.
Realmente sé lo que va a venir ahora: he
despertado a alguien realmente peligroso. Esto va a ser un juego divertido en
el cual participar de verdad. Me muero de ganas de poder estar en frente, cara
a cara, de Jake Lowell y escupirle en toda la jeta. Nos debe dinero; me debe
dinero. Y yo no me permito perder pasta, porque eso significa perder posiciones
y perder poder. Yo quiero controlarlo todo.
«Y yo te controlo a ti, Yo» Y es que ambos juntos, Él y yo, podremos hacer grandes
cosas. Nadie me va a parar. «Debemos seguir con la
función» Y es que con Él no
seré libre, pero es una apuesta segura. Con mi diablo en el interior conseguiré
dominar todo y a todos; conseguiré ser quien debo ser, quien mi padre quiere
que sea y quien realmente quiero ser. Porque ahora lo entiendo: sólo pertenezco
a este sitio.
Me miro en el espejo del cuarto de baño y
sólo observo un ser repugnante, lleno de odio, pero lleno, a la vez, de lo
conocido. Él está en todo yo y en todo lo que a mí respecta no quiero que se
marche.
Mis ojos recorren cada uno de mis tatuajes,
mi identidad, mi yo, mi todo. Y sólo encuentro esto: Él y yo unidos en uno
mismo. ¿Por qué me engaño con estupideces? Ella no tiene ningún efecto en mí,
nunca lo ha tenido. Sólo es mi puta cabeza; sólo es eso. No pienso con
claridad, pues hace que me confunda con mí alrededor.
Deslizo mis manos hasta la placa que descansa
en mi cuello recordando a mi madre. Debería hacerle una visita.
«No hay tiempo para eso, Yo»
Bufo con fuerza. No debo desconcentrarme en
nada. Ayer estuve recapacitando y llegue al quid de la cuestión: ¿Qué cojones estoy
haciendo? Me refiero a que estoy jugando a ser alguien que no soy actuando como
creo ser. ¿Significado? Soy el malo y estoy actuando como el bueno. «No somos así, Yo» No, no lo soy. Creo ser bueno en el
interior, creo estar limpio en realidad, pero no es así. No soy nada de eso;
soy lo que soy y ya va siendo hora que lo admita y que lo acepte. ¿Qué esta
vida que estoy viviendo es una mierda? Sí, en efecto. ¿Qué es sobre segura?
También. ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Que me maten de la forma más
horrible que pueda existir con métodos inimaginables y realmente entre
terribles sufrimientos, pero, ¿y qué? Eso incluso sería mejor que aceptar que
me estoy debilitando por una puta mocosa, que Él ya no es tan fuerte y que por
una vez en mi vida tengo miedo. Y es que los sentimientos son lo peor del mundo
si no son correspondidos; falsos amigos, padres que te joden la vida cuando lo
único que tú buscas es que se sientan orgullosos de ti, personas que te
intentan hundir por el simple hecho de poseer algo que ellos quieren… Miles y
miles de actos, de momentos, en los cuales tú no vas con malas intenciones y
acabas cayendo en picado porque nada de lo que tú sentías es correspondido, ni
compartido, sino antónimo. Pues descubrir, darte cuenta, que Él puede ser roto,
puede ser desvanecido me hunde entre un gran pavor. Yo siempre he actuado con
la vista al frente, sin sentir fervor, sabiendo que no dudaré en matar a
alguien si intenta hacerme daño, pero, ¿qué ocurre cuando la persona que te
hace daño tan siquiera puedes ponerle una mano encima? ¿Qué ocurre entonces?
¿Sufriré yo? Porque si es así, prefiero dejar de lado todos esos putos
sentimientos y centrarme en lo racional; en mi Yo más profundo.
No siento nada por Nicole. No va a poder
herirme nunca. Nadie va a poder hacerlo.
Los sentimientos dan asco.
Me mojo la cara con agua, agarro la toalla
más cercana para poder secármela y me voy de mi habitación.
***
Su boca se mueve rítmicamente mientras mastica.
El rostro lo tiene iluminado cosa que significa que ha despertado contenta. Me
alegro de ello. Coloca su castaño pelo hacia un lado con sus finos dedos
mientras me mira y sonríe.
Esa sonrisa…
Le correspondo también. Ella vuelve a prestar
atención en la conversación que se está llevando a cabo en la mesa durante el
desayuno. Chaz, como siempre, empieza con sus tonterías.
-Justin, amor mío, pásame la mantequilla-
exige mientras que me roza el brazo levemente. Ryan reprime una sonrisa.
-Bf, cada día estoy más segura que en el
fondo sois homosexuales- comenta Anna, aguantándose las ganas de mearse.
-No te metas con mi Chazito- le riño mientras
que le doy un abrazo, alejándola de ella.
-Ei, ¿Yo, no? Vale, vale…- se queja Ryan,
aliviando un puchero.
-Tú ya no me quieres, zorra. No me defiendes
como mi amor- grita Chaz sacándole la lengua.
-Me ama a mí, no a ti. Acéptalo.
-¡Pero yo también quiero, putitas!- y nos
lanza un trozo de pan para que reaccionemos.
El comedor se llena de carcajadas, pero una resalta
por encima de las demás. La miro. Es tan dulce e inocente.
«Ilusa»
-¡Pues nada, me abrazo a Anna!
Ryan envuelve a Anna entre sus cálidos brazos
y veo como las mejillas de ésta se ruborizan. Se gustan y no se lo dicen.
¡Serán idiotas!
Capullo, disfruta
ahora que su novio no te ve, pienso a la vez que esbozo una sonrisa amarga.
De un portazo abre la puerta Carlos,
sonriente, y al ver la posición en cómo se encuentras ambos, sus facciones se
endurecen pareciendo que consigue más edad por segundos.
Siempre he creído que algún día estos dos se
van a matar. Carlos sabe lo que tuvieron Ryan y Anna ya que él fue quien tuvo
que recoger los pedacitos del corazón de ella cuando el idiota de mi amigo se
lo rompió. Bueno, no se lo rompió, detonó una bomba sobre él haciendo explotar
en mil pedazos diminutos que serían muy difíciles de volver a juntar. Y es que
realmente nunca se logra reparar un corazón sin dejar cicatrices permanentes—de esas que duelen para siempre, de esas que te
hacen soñar mil veces como debería haber sido todo, de esas que te dejan
pensando en si realmente valió la pena sufrir tanto—. Después de eso, Anna se
hundió durante un tiempo como alma en pena navega entre las aguas solitarias
del tiempo. Lo que más me fastidió de todo aquello es que no pude ayudarle,
ella estaba tan absorta en lo maravilloso que había sido todo que no pude hacer
nada para aligerar el gran peso que ahora la destrozaba. Ryan la había
defraudado; la había asesinado de alguna forma psicológica. Él tampoco volvió a
ser el mismo; ya tenía como vicio la bebida pero había uno que le gustaba más:
Anna, pero cuando todo eso acabó, la única cosa que tornó su ceguera fue la
bebida. Quizás no fue su
intención, quizás no quiso hacerle realmente daño pero pasó una línea
infranqueable que Anna no iba a tolerar y cuando dices ‘Basta’ no hay
sentimientos que valgan. Al igual que sé que ellos todavía se quieren en
silencio, sé que Ryan deberá cambiar mucho para que Anna vuelva a aceptarlo de
esa manera en su vida. Y con Carlos de por medio eso es tarea difícil. Carlos
fue el único que consiguió arrancarle una sonrisa a regañadientes meses después
del incidente y el único que consiguió que ella volviese a ser la que era. El
callado Carlos, quien siempre había permanecido en la retaguardia y detrás de
María, se había convertido en su salvavidas.
Anna se levanta inmediatamente, evitando
cualquier confrontación entre ambos, con el corazón en el puño y dirigiéndose
hacia Carlos. Se abalanza sobre él y busca sus labios. Y soy totalmente consciente
de que ahora mismo está fingiendo. A veces odio que lo haga, pero sé que ella
está como yo: total y completamente perdida aunque no lo admita.
-Buenos días, cielo- dice Anna juntando sus
labios con los suyos.
Carlos le devuelve el beso pero a regañadientes.
No está nada conforme.
¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte II
Narra Nicole.
Adoro a Anna ya que después del juego de sus
veinte preguntas mientras desayunábamos, he conseguido que me lleven a la
playa.
-Venga, que los
desayunos son aburridos. ¿Veinte preguntas, Nicki?
Justin nos mira y se
ríe.
-¿Veinte preguntas?
¿Pero qué juego es ese?
-Uno muy molón al que
vas a jugar. Nos tenemos que hacer veinte preguntas, así que ale, empiezo yo.
-Uhm, va- acepto, asintiendo
mientras que me meto un cucharón de cereales en la boca.
-A ver, ¿A dónde te
apetecería ir más?
-¿Hoy? A la playa-
contesto sin pensar, ya que el verano acababa de empezar y no había podido ir
casi veces antes de que pasara todo este follón.
-Eso tiene arreglo-
se apresura en decir Justin. Lo miro con la boca abierta. ¿En serio? ¿Me va a
llevar a la playa? No puede ser.
Poco después, hemos preparado todo lo que nos
queríamos llevar— las
estirillas, las toallas, la comida, la crema solar con zanahoria para ponernos
más morenas, las chanclas, nos hemos puesto el bikini— y ya listos, hemos
cogido los coches alejándonos de esa mansión que tengo por cárcel…o no.
Ryan ha sido bastante reticente al principio pero más tarde
Justin le ha convencido hablándole sobre la cala privada y que ahí sólo
estaríamos nosotros.
Cuando llegamos, abro mucho los ojos. ¡Es alucinante! La cala
privada es cerrada, pequeña, aunque increíblemente perfecta. Está cerrada por
dos acumulaciones de rocas y nadie del exterior podrá molestarnos durante el
día cosa increíble ya que en Miami las playas están a rebosar, pues ésta está
comprada por la familia de Justin y permanece bastante alejada de las grandes
acumulaciones. Miro a mi alrededor, y diviso el agua tan clara y transparente;
agua virgen de cualquier suciedad. De inmediato, siento unas ganas
incontrolables de meterme de cabeza al agua y abrir los ojos. Quiero hacerlo,
seriamente.
Nos acercamos hasta el centro de la playa, instalamos todos
nuestros trastos y lo primero que hago es deshacerme de mi ropa e ir corriendo
hacia el agua.
-¡Nicki, espérame!- me grita Anna. Pero yo no quiero pararme.
Corro y corro hasta llegar a la orilla y precipitarme dentro de ella sin
pensármelo ni un segundo. Se está tan bien y lo echaba tanto de menos.
Está helada porque apenas son las once de la mañana pero yo
soy feliz con tan sólo este pedacito de paraíso. Flotando me encuentro cuando
una fuerza se abalanza sobre mí y me hunde. ¡Justin!
Odio esta sensación: de golpe se te llenan de agua las fosas
nasales, el que te pille desprevenida, que los oídos piten y se taponen en
cuestión de segundos y las ganas de querer salir para matar a quien te ha
hundido pero caer en la cuenta de que él tiene más fuerza, dejándote inmóvil.
Ugh. Lo voy a matar.
-¿Qué coño haces Justin? ¿Es que acaso
quieres morir?- le amenazo, intentando escupir todo el agua que he tragado por
su culpa.
Justin empieza a carcajearse sonoramente.
-Pero venga, con lo graciosa que estas así-
consigue decir mientras coge aire para seguir riendo.
-Paz y amor, tíos- bromea Chaz al pasar a
nuestro lado y sumergirse en el agua salada, donde segundos antes me ha
obligado a tragar agua el animal que tengo delante. Lo ignoramos.
-Qué te den. ¡Casi me ahogo!- le reprocho al
lograr ver bien y no sentir que me falta el aire.
Odio esta sensación.
Sin pensármelo dos veces, me lanzo hacia su
torso y lo empujo haciendo que él se desestabilice incorporándose para atrás.
Pero él reacciona a tiempo y chilla- No, si yo me hundo, tú también-,
aferrándose a mi cintura, provocando que yo también me vuelva a caer el agua.
«Lo qué te haría»
***
-Nicole, ¿siempre has querido ser esto?- me
pregunta, apuntándome con esos ojos miel en los míos. Su mirada arde, me quema.
Estamos completamente solos, más o menos.
Todos están en el agua o dando una vuelta, en cambio, nosotros hemos decidido
tomar un poco el Sol. Bueno, en realidad lo he decidido yo pero Justin no se
despega de mí ni un segundo, siempre vigilante.
Su musculado cuerpo está de lado, mientras
juguetea con un montón de arena entre las dos toallas. Yo estoy boca abajo, con
las gafas puestas e intentando comprender qué me está tratando de decir.
Percato que mira mi espalda a la vez que se relame los labios.
«Sus labios»
-¿Esto? ¿A qué te refieres?
-Ya sabes… A lo de ser policía. ¿Siempre has
querido?- me escruta con los ojos. No sé si lo está diciendo de mal rollo o
sólo está interesado. A veces es tan… ¿Opaco? ¿Complicado? ¿Difícil? Suyo.
Trato de leer su rostro para ver si hay rastro de esa oscuridad que a veces
emerge de él, pero caigo en la cuenta de que no. Es sólo él; es Justin.
«¡No le digas nada! Él no debe saber nada de
tu vida» Pero mi Diosa borra a la competencia haciendo que nada de lo que mi
subconsciente diga realmente surja efecto en mí. He decidido que prefiero estar
bien con él porque mentiría si dijese que no me gusta. Así que, mientras esté
aquí, ¿por qué no disfrutar? «Bravo. Vamos mejorando»
-No, nunca he querido serlo ni todavía quiero
serlo.
-¿Y eso? No lo entiendo. Tú…estás en la
unidad- abre muchos los ojos adivinando sorpresa. ¿A caso se pensaba que yo era
como ellos? No lo soy. Yo no quería ese destino; nunca lo había querido.
-Ya, lo estaba pero no era a lo que me quiero
dedicar. Yo… tengo otras ambiciones, no sé.
-¿Cuáles?
-Ehm… lo saben muy pocas personas.
-Pues déjame ser una de ellas.
¿Por qué quieres
saberlo, Justin? ¿Puedo o no puedo confiar en ti?
-Bien, Justin- me encojo de hombros, elevo
mis gafas para apartar el pelo de mis ojos y hablo-. Nunca he querido ser
policía, la verdad es que lo odio. No te niego que es emocionante y que se me
da bien pero no es lo mío.
-¿Y entonces por qué estás metida?
-Porque es lo que quería mi padre.
-Tú debes hacer lo que quieras.
-Lo sé, pero, ¿sabes Justin? Cuando quieres a
una persona haces cualquier cosa por ella y sé que para mi padre que yo sea
parte del FBI es importante así que decidí que por él debía hacer ese esfuerzo.
Justin enarca una ceja, intentando comprender
y carraspea.
-Algún día me tienes que enseñar lo que eres
capaz de hacer, eh- y asoma una sonrisa traviesa entre sus facciones.
Es tan tierno.
-Ui, te sorprenderías de lo que puedo llegar
a hacer con una pistola- jugueteo un poco. Bah, él me gusta, ¿qué importa todo
lo demás?
Y es que ella sigue moviendo cada uno de los
hilos de mi cabeza, tiene a mi subconsciente amordazado, arrinconado y esposado
en una silla y ella controla ahora mismo toda la situación.
Justin suelta una risotada sonora.
-Eso está por ver, Nicole- me dice,
guiñándome un ojo traviesamente.
Las mejillas se me tornan rosas, haciendo que
lo intente remediar bajando la mirada y jugueteando con mis manos. Nunca me
había guiñado un ojo y eso es terriblemente seductor.
Mi Diosa está muerta, literalmente.
-Pero, a ver va, ¿qué es?- se impacienta, con
una sonrisa de niño bueno.
«Pero él es de todo menos bueno», susurra con
la boca abierta mi Ella mientras que lo observa de arriba abajo mordisqueando
su labio inferior.
-¿Tienes una cámara?- formulo, queriendo
enseñarle mi pasión y el porqué de ella.
-Yo no, pero apuesto lo que quieras que en el
bolso de Anna hay una.
Rebusca en su bolso de playa, y
efectivamente, me la tiende. Entonces, deslizo mis dedos por ella. No es gran
cosa ya que es digital y pequeña, pero llevo semanas sin tocar una cámara por
tanto mis dedos echaban en falta su contacto.
Presiono el botón de encendido, y ante mí se
presenta el mundo tal y como yo debería de verlo todos los días: a través de un
objetivo, captando la belleza del entorno.
Rememoro el momento en el cual conocí a
Justin; como quise hacerle una foto en cuanto lo vi. Así que, aprovechando su
cercanía, opto por cogerlo como modelo. Y es que así, tal cual, es un puto
Adonis fulgurante. Lo encuadro para hacer resaltar todo lo bueno de él, todo en
lo que yo creo y el, inmediatamente después, esboza una sonrisa que mataría a
cualquier mujer e incluso a cualquier hombre. Unas por ser demasiado débiles y
otros demasiado envidiosos.
-¿Ves? Es perfecta- confieso, mientras que se
la enseño.
Justin la mira mostrando una mueca divertida.
-Obviamente, Nicole. Salgo yo, que soy el
tipo más sexy de Miami- bromea, alzando ambas cejas.
-¿Sí? No te creas tanto.
Justin asiente- Sabes qué sí…-coge aire, me
mira profundo a los ojos y prosigue- Pero sería más perfecta si saliéramos
ambos.
***
-Así no, cielo- le riñe Carlos. Anna le pega
una colleja, entonces la agarra todavía más fuerte entre sus brazos y ella
intenta levantarse huyendo de su agarre.
Estamos todos en círculo tomando algo. Carlos
está sentado con las piernas abiertas y Anna descansa entre ellas, abrazada por
éste. Ryan permanece al lado de Chaz, agarrando fuerte la toalla
disimuladamente para frenar las ganas que tiene de darle un puñetazo.
-Te la estás ganando, Anna- dice en broma
Carlos. Ryan abre los ojos, mucho. Los vuelve a cerrar como si recodara algo,
para después, tragar saliva.
Anna gira la cabeza, juntan sus labios,
Carlos le muerde el labio inferior apretujándola todavía más.
Desvío mi atención a Justin.
-¿De dónde has sacado esta placa?
-¿Esta?- me pregunta, cogiéndola entre sus
dedos.
-No, ¿cuál va a ser?- formulo con ironía.
Justin ríe sarcástico también.
-Me la regaló mi madre días antes de venir
definitivamente a Miami.
-¿Y por qué?
Justin observa la placa, leyendo sus
inscripciones y susurra- Para que no olvidara de dónde vengo, Nicole.
¿Y lo has olvidado?
-¿Y tú madre dónde está?
-Mi madre está en Stratford, de dónde vengo.
Es mejor así, no la quiero en todo este lío.
-Me gustaría conocerla- suelto, sin ni
siquiera darme cuenta de lo que digo. ¿Por qué voy a querer conocer a su madre?
-No creo que eso sea posible. Ya casi no voy
a verla.
En este momento quiero saber por qué.
-¿La fecha que llevas tatuada en el pecho es
suya?- Justin asiente- ¿Sabes? Siempre he querido hacerme uno.
-Ah, sí. No te veo Nicole- ríe.
-Pues sí. Siempre.
-¿Y cuál si se puede saber?
-“Libre”- mascullo, cayendo en la cuenta de
que no es muy adecuado para la situación. Antes estaba subordinada a los deseos
de mi padre muchas veces, y ahora lo estoy a los de Justin aunque por
desgracia, «estos los disfrutamos».
-Si quieres te puedo llevar a que te hagan
uno- justo cuando lo dice, siento que me empiezo a emocionar. ¿En serio me lo
está diciendo?
-¡Lo que faltaba por oír!- se entromete Ryan,
sacando humo por las orejas- ¿Qué coño haces, McCann?
-¡Deja mi apellido de una puta vez en paz!
¡Cállate, Benson!
Ryan se encara hacia él. Yo me asusto. ¿Qué
pasa ahora? ¿Por qué se ha liado en menos de cinco segundos?
-Pues empieza a comportarte como quien huevos
eres, McCann- recalca su apellido. Siento como Justin desaparece poco a poco,
no quedando ni rastro de quien era hace menos de lo que canta un gallo.
-¿Qué problema tienes tú ahora, gilipollas?
-¿Qué problema tengo? Pues que la tratas como
si fuera la puta reina de la casa, cuando es un rehén. ¡Eso es lo que pasa!
-No me toques los huevos, Benson. Yo la trato
como me da la puta gana y tú no eres nadie para decidir.
-Soy tu amigo y ahora mismo no pienso con el
culo como tú. Ella se irá pero nosotros tendremos que aguantar tus gilipolleces
después.
-¿De qué coño de gilipolleces hablas? ¿Y si
se va, a mí qué?
-¿Sabes por qué te importará y acabarás hecho
mierda? Porque te importa. Deja ya de mentir de una vez por todas y reconócelo.
¡Ella te gusta!
Me cabreo. «Le gustas. Le gustas. Le gustas. Y él a ti. Y él a ti. Y
él a ti» Y quizás debería
alegrarme porque si él se da cuenta de ello significa que puede haber una
mínima posibilidad de que sea verdad y yo deseo que lo sea. ¿Qué por qué? No
tengo ni puta idea. Pero mi Diosa se ha instalado en mí y hoy ya no puedo oír a
mi subconsciente. No estoy siendo correcta, pero soy yo.
Todo a mi alrededor me empieza a pesar,
produciéndome que me duela la cabeza y que me dé vueltas. No veo bien a Justin,
ni a Ryan.
-Ni yo me pienso marchar, ni le molo, así que
deja de decir estupideces, Ryan- salto, harta de toda esta situación. Yo sólo
quería pasar un día en la playa, ¿era tanto pedir?
-Tú te mantienes calladita, zorra- me
reprocha con cara de asco.
-¡Y tú le dejas en paz a ella!- se mete esta
vez Anna, quien Carlos sujeta para que no se eche encima de él.
-Relax, nena- interviene Carlos, frenando sus
impulsos.
-¡Eso, relax! ¡Veta a follarte a tu estúpido
novio!- se vuelve contra ella, Ryan.
-¿Qué dices?
-Lo que oyes, Velarde.
-¡Relajaros todos, coño! ¡Putos inmaduros de
mierda!- chilla Chaz, levantándose de su sitio y agarrando a Ryan. Intenta
alejarlo de ahí, pero Ryan forcejea a lo que Anna responde.
-Chaz quédate aquí. Somos Carlos y yo quienes
nos vamos.
Carlos se levanta a las órdenes de ella quien
más enfadada no puede estar. Él aprieta el puño y soy consciente que no se lía
la de Dios porque no quiere armar jaleo.
-Venga Carlos, vámonos a follar como éste
dice- fulmina con la mirada a Ryan quien sus ojos se muestran cerrados, llenos
de ira, y se va.
-Deja tus putos celos aparte- masculla Chaz,
soltándole.
-Y tú no me vengas de justiciero, Gray. ¡Sois
todos una panda de capullos!
Me giro a Justin quien no entiende tampoco
nada.
¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte III
Narra Ryan.
Verlos durante toda la mañana ahí, juntos,
pegados y dándose mimos, es prácticamente vomitivo. Estoy teniendo arcadas. He
de reconocerlo, me jode. Demasiado. Yo… yo quiero ser ese al cuál le sonríe. No
quiero sentir esta impotencia de querer tocarla y no poder. Yo no la quiero, yo
la amo. Siempre lo he hecho. Recuerdo el maldito día que llegó a la casa con su
padre. Ella apenas tenía 3 años y mi edad se separaba de la suya por 2 años. Al
verla ya supe que me iba a dar problemas. Estaba en pleno berrinche con su
padre y él, intentando quitarse el marrón, me la engatusó a mí alegando que
podía jugar con ella. La mandona me obligó a jugar a papás y mamás durante toda
la tarde. La odie; pero como dicen, del odio al amor sólo hay un mísero paso.
Pues veintiún años después, sigo en la misma
casa, y en la misma posición. A veces odiándola por su carácter, y otras
tantas, cayendo cada día más enamorado. Soy consciente de que la amo con
locura, y qué sería capaz de hacer cualquier cosa por ella pero mi
subnormalidad la alejó de mí hace cosa de un año, cuando había conseguido que
ella se fijara en mí de la misma manera en la cual yo lo había hecho cuando ya
era pequeño y ya llevábamos varios años juntos. Me odio día tras día por ello y
también odio a quien me quito la posibilidad de poder volver a levantarla de lo
más hondo: Carlos.
Yo la hubiera ayudado, la hubiera convencido
de que me sentía como una mierda por lo que había hecho, que ella no se lo
merecía y, con el tiempo, ella me hubiera perdonado cuando en vez de eso
apareció él prometiéndole algo mejor y ella cayó en sus redes.
¿Por qué hice eso? ¿Por qué no pude
controlarme? Y es que siempre caigo en este pozo. Sé que la culpable es la
bebida. Ella fue quien lo jodió todo pero, ¿cómo rechazas algo que te ayuda a
olvidar todo lo malo en lo que estás metido y el hecho que lo más importante
que tenías ya no está contigo? ¿Cómo? Quiero saberlo, de verdad. Pero no puedo.
No encuentro la salida porque estoy ciego. Realizo pasos en vano, viendo que
cada vez Carlos se la lleva más hacia su vida, alejándola de mí y eso me
consume por dentro haciéndome beber más y más. Porque esa es la única manera
que hay de pensar que esto es un puto sueño. Por eso me torno violento, por eso
me enrabio y por eso le he gritado todo eso a Anna. Porque yo, no puedo
soportarlo. Sí, pasaré las noches con otras tías, pero, ¿de qué me sirve eso si
no puedo amanecer al día siguiente con ellas? Yo no quiero a cualquiera, quiero
a Anna. Me desahogo con cualquiera que pille porque quiero olvidar, necesito
olvidarla ya que no es mía y dudo que lo sea, pero se me hace tan difícil… Anna
y yo teníamos esa conexión especial. Yo no follaba con ella, yo le hacía el
amor.
La miro. Ella sonríe por una de sus bromas.
Yo debería hacerle reír. ¡Yo! No él. Me empieza a hervir la sangre. Carlos la tiene. Ella es suya. Carlos la
tiene. Ella es suya.
Toda una oleada de malas sensaciones recorren
cada una de mi fibra haciendo que mi mente se nuble y sólo pueda pensar “Ella
es mía” repitiéndose en bucle una y otra vez.
Carlos le coloca la mano en el muslo derecho.
Anna se gira, colocando ambas manos sobre su torso. Se besan lento y Anna se
atreve a bajar hacia su cuello en mi presencia.
Yo no aguanto nada más y estallo. Ella solía
darme besos en el cuello ya que sabía que no puedo con ellos. Ahora Carlos los
tiene por mí.
-Iros a un puto hotel, imbéciles. Dais asco.
Anna se voltea de golpe, sin entender qué
pasa.
-¿Algún problema, Benson?- me pregunta
Carlos, desafiándome con la mirada. Y lo que más me jode es que el cabrón sabe
que ella y yo tuvimos algo, torturándome cada día con el hecho de que él puede
hacerla sentir única.
-Tú cara es mi problema.
-Problema de cara el que vas a tener tú
cuando te la parta, cabrón.
-Cuando tengas algo de huevos, me avisas- le
reto.
-¿Podéis estaros de gilipolleces? Parecéis
críos- nos reprocha Anna, pues sus mejillas están encendidas con rabia.
-Contigo ya estamos servidos, gracias- le
contesto, sabiendo que una de las cosas que más le joden es el sarcasmo.
-Déjate de jueguecitos, Benson- me suelta,
aparentemente irritada. Benson… Sólo
cuando se enfada me llama por mi apellido ya que nosotros no solemos hacerlo. En
este trabajo usualmente te nombran por el nombre de tu familia, en cambio,
entre nosotros nos llamamos por nuestro nombre. Esa es la ligera diferencia que
hay entre confiar y no confiar.
La miro con los ojos apagados. ¿Por qué Anna?
¿Por qué te enfadas? ¿Qué no ves que todo esto me duele? Ya hace tiempo que
perdí el valor de decirle todo lo que siento por ella, aunque soy consciente de
que ella lo sabe; en el fondo todavía lo sabe. Y me contento con ello, como
puedo, todas las mañanas; pensando que quizá si ella sabe que aquí me tiene,
algún día volverá.
Pero cada día veo menos claro que ese día
llegue.
-Yo no estoy jugando, Mendler- le devuelvo
con otro bombazo, y me atrevo a guiñarle el ojo.
-Deja a mi chica en paz- me chilla Carlos,
sereno. “Mi chica”, e inmediatamente me hundo. Esto es la realidad; la cruda e
hija de puta realidad. Y la odio con toda mi alma.
Cojo fuerza. Toda esta situación tiene que
ser superada, tiene que dejar de doler. No puedo seguir siendo un puto perro
faldero. Tengo que olvidarla, al igual, que ella lo ha hecho en este tiempo.
Me descojono por dentro. ¿Acaso se piensa éste
que voy a hacerle caso?
-¿Hacer qué, Velarde?
-Hablar con mi chica. La estás molestando.
-No, Velarde, yo creo que ella está encantada
de hablar con un tipo como yo- le vacilo, sacando el capullo que reside en mí y
sonrío de esa forma enigmática, traicionera, que utilizo para referirme a algo
verdaderamente caliente del pasado. Anna se da cuenta de ello.
-¡Vete a la mierda, Benson!
¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte IV
Narra Nicole.
-¡McCann!- oigo a una voz aterciopelada y
femenina gritar el nombre de Justin. Me volteo de inmediato para encontrarme
con una morena de metro sesenta y cinco, pelo oscuro prácticamente negro, ojos
grandes ligeramente alargados con unas pestañas de espanto, tez oscura y labios
carnosos.
Si no estuviera llamando a Justin, y no
vistiera así, la envidiaría. Se asemeja a una de esas modelos mulatas que se
utilizan para algunas sesiones de fotografía en el caribe o de ropa interior, o
de cualquier tipo. La observo detalladamente. Su cuerpo seguro que también
provoca un efecto positivo en los hombres, ya que cumple con las medidas
noventa-sesenta-noventa y con unas piernas largas, esbeltas.
«No lo llames. Es mío», ataca mi Diosa
interior sacando las garras que esconde entre las mangas y queriendo salir de
mi cuerpo para poder rajarla.
Y es que cuando no me fío de alguien, no hay
quien me pare.
Algo que nunca había sentido en mi interior,
venido de Ella, nace en lo más hondo. Ya la odio, y lo peor de todo: siento
celos de que ella lo llame. ¿Lógico? Ya no hay nada lógico en mí.
-¡¿Ner?!- cuestiona, confuso y patidifuso él-
¿Qué cojones haces aquí?- le increpa rudo, levantándose del suelo y yendo en su
dirección.
-Verás, te buscaba y…- le explica con voz
sensual, mientras que cantonea sus caderas hacia Justin, se para en frente y le
mira fijamente a los ojos, como si se lo fuera a comer.
« Zorra. Más que zorra. »
-¿Y qué? ¿Cómo nos has encontrado?- sigue
sonando como si realmente no le agradara su presencia, pero, ¿de qué la conoce?
¿Quién es ella?
-Pues fui a tu casa y allí los demás me
dijeron que habías venido a la cala privada.
-¿Y qué haces yendo a mi casa, Ner? ¿Qué te
he dicho sobre ello?- se enfurruña, siendo demasiado autoritario.
-Qué sí, McCann. A tu casa no debo ir a no
ser que tú me llames- la tal Ner bufa, aparentemente aburrida.
-¿Y entonces?
-Te echaba de menos- se aproxima todavía más,
posicionando su fina mano en su torso y bajando lentamente hacia abajo, justo
en el borde de su cintura. Sus labios casi se rozan.
«Aléjate de él. ¡Aléjate! Puta, vete»
La sangre me hierbe, no puedo controlarme.
Yo…mi Diosa empuja mis palabras hacia mi cerebro para que yo realmente me dé
cuenta de sus deseos… ¡Ella debería ser yo!
-Ya está aquí la putilla de turno- dejo ir,
cegada por esta maldita sensación. ¿Y es qué porque de todos los tíos que hay
en el mundo tiene que ser él quien me produzca estos celos? ¿Por qué?
-¿Perdona?- se vuelve para encontrarme. Sus
ojos se clavan en mí- ¿Quién se supone que eres tú?
Voy a contestarle, pero Justin se apresura a
decir- Alguien que no te interesa en absoluto, Ner.
-¿En ese caso, aceptas adoptarme durante un
rato?- se muerde el labio inferior con coquetería, fijándose en los suyos.
Y un volcán erupciona en mí. «Debo ser yo»
-No sé, Ner. No sé si ahora es…
-Yo sí que te adopto, nena. Toda la noche si
quieres- interfiere Ryan, comiéndosela con la mirada de arriba abajo. Observo
como Anna pone cara de asco y mete un respingo.
-¿Tú
sí, Ryan? Otro día, quizá. Ahora estoy interesada en McCann.
-Pues qué pena, DiSilva. Te hubieras
divertido muchísimo…
-No lo dudo- contesta, quiñándole el ojo.
-Oh, por favor. Es vomitivo…-deja ir Anna,
llena de celos. Sé que ahora mismo se encuentra en la misma situación que yo.
-¿Tienes algún problema conmigo, Mendler?
-Tengo tantos problemas contigo DiSilva, que
ya no los puedo enumerar.
-Pues te aconsejo que me dejes en paz, no
sabes lo que soy capaz de hacer- le amenaza.
-¡Já! ¿Es que ahora sabes hacer algo más
aparte de follar? Puta, que eres una puta.
-¿Sí? ¿Tienes algún problema con ello? Es mi
vida, hago lo que me sale del coño.
-Nunca mejor dicho- increpa Anna.
-Lo qué te pasa a ti es que estás celosa de
que a mí me deseen tantos y a ti tan pocos.
-A mí sólo me interesa uno, así que me da
igual. Yo no necesito ir por ahí zorreando para que un tío me haga caso,
penosa.
-No tampoco te quedas corta con lo de zorra-
masculla Ryan, enfurruñado.
-¿Perdona, qué dices Benson?
-Lo que oyes. Ella será una puta pero por lo
menos lo admite.
-¿Qué coño dices? ¿A qué viene tanta mierda?
-Mira, cállate y vete a follar con tu querido
novio- suelta, con los ojos impregnado de repugnancia.
-Eso, déjame en paz- dice Ner.
-Y tú no te metas. ¿No querías irte con
McCann? Pues vete y déjanos a todos nosotros tranquilos. Ya has hecho bastante
por hoy- le increpo mientras me yergo.
-Seas quien seas, quien sobra más eres tú
aquí.
-Ner, los que sobramos aquí somos tú y yo.
Estoy harto de tanto drama, de tanta mierda. Quiero relajarme- abre la boca
Justin, sumido en una mezcla entre rabia, asco, daño, Él.
-Eso, lárgate con esa.
-¡Haré lo que me dé la gana!- escupe,
lapidándome con esos ojos caramelos que ya no le pertenecen. Ha dejado de ser
él, como cuando la nieve de invierno se derrite volviéndose agua de deshielo.
¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte V
Narra Carlos.
Este tío me tiene hasta los huevos. Lo odio.
A él y a toda su mierda. Lo que le hizo a Anna no tiene perdón y nunca la
tendrá. Yo sólo quiero protegerla, alentarla, proporcionarle una vida mejor. En
cambio, ella sigue con Ryan de algún modo, lo sé. Nunca voy a poder ser tan bueno
como lo es él para ella. Yo, nunca voy a ser quien la tenga como él la tuvo. A
veces siento que la tengo tan en mis brazos y a la vez en los suyos. Joder.
Ryan la perdió. Ahora me toca a mí disfrutar, tener algo fuerte con ella. Soy
consciente que el odio es mutuo, y cierto es que no lo deseo de otra forma.
Sólo quiero borrarlo del mapa cada vez que lo veo hablar con mí chica. Mía, y
de nadie más. ¡Mía!
-Cierra la puta boca, tío. ¡Estoy muy harto
de tu mierda!
-¿Sí? ¿Pretendes que me importe, Velarde?
-No, pretendo que lo sientas.
-Siente esto: ella me pertenece. Tú no eres
lo suficiente bueno.
-Benson, cállate- se hunde entre lágrimas
ella.
Y ya es lo que colma el vaso, lo que hace que
mi rabia se acumule en mis puños haciendo que hormigueen; quieren liberarse y
lo voy a hacer en su cara. En esa cara que tanto he querido borrar. ¡Le quiero
lejos de aquí y de la vida de Anna! Estoy harto que siempre la hiera, que ella
lo pase mal por su culpa.
Va a pagar por todo lo cometido.
Me abalanzo sobre él, dirigiendo mi puño a un
único objetivo final: su mandíbula. Ryan no se espera esta reacción ya que
nunca hemos llegado a las manos. Anna no me permitía hacerlo. Pero ya me da
igual lo que ella diga. Debo hacer que se entere de quien soy, y no me
subestime. He tenido que deshacerme de muchos granos en el culo durante mi
vida, y este no va a ser una excepción. Ryan se desequilibra hacia atrás,
aunque consigue pararlo colocando el pie derecho fuerte contra el suelo, y se
revuelve nervioso. Su labio se parte ya que ha rozado con sus colmillos.
Arremata contra mí con brutalidad, impactando todo su peso contra mi cuerpo. Me
caigo sobre la ardiente arena. Se posiciona en frente de mí y levanta el puño
para hacer que pague por lo que yo he hecho anteriormente. Sonrío. Hoy me voy a
poder desahogar. Ambos.
Entonces es cuando Anna entra en el plano,
agarra el brazo de Ryan y le suplica que pare.
-Por favor, Ryan. Déjalo estar.
-¿Por qué, Anna? Eres suya. Él ha querido que
todo esto empiece.
-Soy suya porque tú me perdiste. Tú eres el
único culpable aquí- y llora, desconsoladamente. Puedo ver el dolor en sus
ojos, pero no porque me pegue, no por esto. Lo que realmente le duele a Anna es
no tener el valor de volver con él y eso me consume todavía más.
Debo alejarla de él. Quiero descubrir al topo
y alejarla. Nos iremos lejos. No voy a dejar que Ryan gane; por encima de mi
cadáver.
Ella es mía. Ella es
mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía. Ella es mía.
Ryan se levanta lentamente. Se incorpora, la
mira, me mira, y desaparece lentamente por la entrada de la cala con los ojos
llenos de resentimiento.
No me puedo creer que ella todavía lo quiera.
¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte VI
Narra Justin.
Yo. Esta situación. Ner. Nicole. Él. Carlos.
Ryan. Anna. Todos.
Ugh. Sólo quiero desaparecer por unas horas,
dejarme llevar. Y ella es la indicada para esto; como lo ha sido durante mi
vida aquí en Miami. Ner me proporcionó relajación con algo que realmente hace
que descargues energía. Follarla es como un elixir para mí. Cuando Él está
demasiado alterado, hace que se calme; qué deje de mortificarme, de amartillarme
a ordenes sin sentido, contradictorias.
Caminamos de vuelta al aparcamiento donde mi
lujoso coche permanece aparcado. Ella me mira seductoramente a ratos, y me
observa en silencio. No la miro. No lo necesito; me la conozco de cabeza a
pies, cada uno de los lunares de su espalda, de las cicatrices de su torso,
cada una de las heridas y las historias que guarda su piel, de las locuras
cometidas, de todo lo que ha hecho que ella sea así; porque al contrario de lo
que todos piensan, Ner no ha sido siempre así. La vida la cambió, la obligó a
ser como es ahora. Y eso, me recuerda tanto a mi persona que hace que ella sea
conocida por mí. No me gusta lo nuevo. Ella no puede herirme. Ella no puede
hacerme cambiar porque es absolutamente igual que yo. Ella es segura.
Abro la puerta del compartimiento de atrás
para que se meta. Aunque no entiende que tramo, obedece y se sienta.
-¿A dónde vamos a ir, McCann?
-Aquí mismo, Ner. Aquí mismo- le explico con
la voz ronca. Estoy lleno de deseo. Lleno de deseo por descargar todo lo que
llevo encima. Ella es la solución. La empujo hacia más adentro, obligándola a
acomodarse, colocándome encima suyo sobre mis rodillas al mismo tiempo que
deslizo mis dedos por su cintura desnuda.
-¿Tan impaciente estás hoy?- me sonríe
mostrando esos dientes blancos que contrastan con su piel morena.
-No sabes cuánto, nena.
Subo su top hacia arriba sutilmente, dejando
a la vista ese brasier de encaje y las ganas que tengo de arrancárselo.
Posiciono ambos brazos a cada lado de su cuerpo descansando mi peso contra
ella. Mi erección, ya notoria, presiona contra su sexo.
Meto mis manos debajo de su espalda. Ella se
arque permitiéndome más acceso al broche de su sujetador, y lo prendo.
Liberadas, deslizo mi lengua por su barriga lentamente hasta llegar al reborde
de sus senos, dónde me recreo humedeciéndolos. Mi respiración se agita
violentamente, al igual que la de ella.
-Te he echado de menos, McCann- gime,
impregnando su aliento en mi pelo, mientras clava sus uñas en mi nuca y
espalda.
-Yo también nena, yo también.
Muevo la cadera abajo y arriba, presionando
contra ella, quien responde humedeciéndose. Ner gime, invitándome a que continúe.
***
No lo comprendo. Arremate todo mi cuerpo
contra mí. Tengo un mal sabor de boca. Tengo un mal resentimiento. No lo
comprendo. ¿Cuántas veces habré hecho esto ya? Eh, ¿cuántas? No es la primera
vez que me follo a Ner. Nunca he follado con sentimiento. Siempre ha sido eso:
follar, nada más. ¿Por qué me siento mal? ¿Por qué no me siento satisfecho con
lo que he hecho? ¿Qué es lo que no funciona? Estoy enfadado. Las cosas no
pueden seguir así. No lo comprendo.
-¿Qué quieres Justin?- me pregunta borde.
Está enfadada. Lo puedo notar en su voz.
A ti.
-Estar contigo- susurro, casi sin saber lo que
estoy diciendo pero inmediatamente después de pronunciarlo, sé que es real.
-No parecía que quisieras esta tarde- me
corta, todavía aún más cabreada.
-Olvida esta tarde. Céntrate en el ahora.
-¿Y ahora quieres estar aquí, no? ¿Soy un
puto segundo plato?- me chilla, sorbiéndose la nariz.
¿Llora? ¿Por qué lo hace? ¿Qué está pasando
en mi vida? ¿Por qué?
Abandono el umbral de la puerta, camina hasta
ella. Nicole está tumbada en la cama, de lado espaldas a mí. Me tumbo a su
lado, y la abrazo por detrás.
-Lo siento, Nicole. Sé que sólo querías tener
un día normal en la playa.
-Sabes que eso no es lo que más me jode.
Cojo aire, apretándome contra ella. El calor
de su cuerpo me proporciona tranquilidad y ya no estoy tan exasperado. Ella me
calma, ¿es cierto?
-Estoy harta de tanta mierda. ¿Sabes cómo han
acabado todos?
-Nicole, relájate por favor.
-Y, ¿sabes lo peor? Qué estábamos bien,
Justin, qué éramos amigos hasta que se ha tenido que meter la puta de esa tal
Ner.
-Olvida a Ner.
-No es sólo Ner, Justin. Es eso que cambia en
ti.
-¿A qué te refieres?
-A eso, eso que hace que te vuelvas violento.
¿Te crees que no me he dado cuenta? Hay dos Justin; uno violento y otro
relajado- cierro los ojos con fuerza. Ha descubierto mi secreto, ha descubierto
mi identidad y me siento vulnerable. Ahora ella puede jugar con esto.
-Sht. No hay dos. Sólo está este.
-No, dime quien eres ahora. Necesito saberlo.
¿Quién es el real y quien el ficticio?
Suspiro. Ella no debería saber esto. No
quiero que lo sepa. Mi demonio, mi realidad paralela, mi yo más oscuro. Todo
esto no debe pertenecer a su vida.
-Ambos somos reales.
-No, sé que uno eres tú y otro algo que te
controla. Yo…
Quiero olvidar esta conversación. Solamente
necesito que ella me preste sus brazos, sólo eso. Necesito calmarme. Yo… yo no
sé lo que quiero. Yo no sé dónde empieza Él y acabo yo. Estoy perdido y tengo
miedo. Ella me calma, me esclarece pero al mismo tiempo me infunde todavía más
miedo. ¿Soy Él? ¿Soy yo mismo? ¿Quién controla a quién? ¿Realmente Él existe?
-Sht. Sólo piensa que estamos tú y yo,
abrazados. Olvida toda la mierda, Nicole. Yo prometo olvidar todo lo que soy,
relajarme.
-¿Y cómo sé que estás siendo sincero? ¿No
puede ser el otro?
-Soy yo, el Justin normal- le susurro al
oído, acariciando el lóbulo de su oreja-. Contigo no hay otro que valga.
¿Quién es el real y
quien el ficticio?
Parte VII
Narra Anna.
Estoy asustada. Ryan se ha marchado después
de la pelea en la playa con Carlos y ha desaparecido. Son las dos de la mañana;
no aparece. Carlos se ha marchado, al igual que María, a la casa de una
pariente que está enferma. Y ahora que estoy sola, necesito hablar con Ryan.
Además, sé que estará bebiendo, como siempre, y no quiero que le pase nada.
Se ha ido tan enfadado consigo mismo y con
nosotros que pensaba que mataría a alguien. ¿Y lo peor? Qué hoy ha pasado lo
inconcebible. He visto a Ryan celoso, delante de todos. Se ha expuesto. Él
todavía siente algo por mí y yo, yo igual. Pero no soy capaz de perdonarle. Yo…fue
demasiado Ryan sobrepasó algo que está por encima de lo que debe aguantar
cualquier mujer. No debió hacerlo. Y me duele porque por esa razón no estoy con
él. Ryan, joder. ¿Por qué tuviste qué
hacerlo?
He de llamarlo una vez más. Debo encontrarle.
No quiero que haga ninguna locura, que sé de seguro que es capaz de hacer.
Cierro los ojos por un momento antes de teclear su número. Rememoro esa noche y
flashes borrosos de lo que ocurrió vuelven a mí, abriendo cicatrices que
todavía no han sanado. Ryan borracho. Ryan ido. Ryan tambaleándose. Ryan
contrariado porque yo quería quitarle la maldita botella de Vodka. Ryan y su
fuerza. El balanceo que Ryan provocó en mí. Yo no rindiéndome. El puño de Ryan colisionando
contra mi cara. El golpe proyectándome contra la pared. El escozor. El dolor,
no tanto físico pero sí psicológico. Mi ángel había dejado de ser un ángel tornándose
demonio por una estúpida adicción.
Los vuelvo a abrir, y con decisión marco su
número una última vez más. Si no contesta, desisto.
-¿Anna? ¿Qué coño haces llamándome?-
pregunta, con dificultad.
-Ryan, vuelve a casa por favor.
-¿Para qué, eh, para ver cómo te follas a
Carlos?- su lengua se lía con las palabras. Está bebido, aunque aún puede
hablar medianamente bien.
Oh Dios, Ryan. ¿Dónde estás? Vuelve. Vuelve
por hoy.
-Por favor, ven. ¿Dónde estás Ryan?
-A ti que te importa, Anna. Tú sólo quieres a
Carlos.
-Ryan, qué me lo digas- exijo. Voy a ir a
buscarle.
-Estoy en un banco, joder.
-Te voy a buscar. ¿Qué calle?
-No te la voy a decir.
-¿Por qué? Quiero ir a por ti.
-Con una condición- exige ahora él, hago un
ruido extraño invitándole para que continúe-. Hoy duermes conmigo. Y me da
igual si el capullo de Carlos se cabrea. Ya me las veré mañana con él.
-Carlos no está.
-Mejor. Duerme conmigo.
-De acuerdo- acepto al fin. Sólo quiero ir a
buscarle, maldita sea.
***
Lo dirijo a mi cuarto de baño para poder
darle una ducha. Hay que bajarle esto. Está fatal.
-Anna, lo he vuelto a hacer. He vuelto a
beber.
-¿No me jodas, Ryan? Siempre lo haces. No es
nada nuevo.
-Lo siento. Anna, lo siento.
-Mira Ryan, sólo métete en la ducha.
Con la ropa puesta, le tiro agua por encima
para bajarle un poco la borrachera que lleva y para relajarle. No voy a meterle
así en la cama.
Cuando termino, lo ayudo a salir.
-Joder Anna, me estoy helando.
-Ahora voy a buscar la ropa. Espera.
-No, no te vayas. No me dejes, Anna- me
agarra del antebrazo, acercándome a él. Está empapado, y gotitas diminutas de
agua se deslizan por todo su cuerpo, su cuello, su frente…- Prometo no volver a
hacerlo, Anna- susurra, recreándose en cada letra.
-No prometas algo que no puedes cumplir,
Ryan- le corto. No quiero tonterías.
Me largo para buscar su ropa y al volver me
lo encuentro en el filo de la cama, derrotado, roto, borracho y a la vez tan
realmente él. Ahora está siendo sincero; ya no tiene esa fachada de machote que
siempre pone, y que tanto me tenía engañado. Ryan todavía me quiere, y aunque
una parte de mí ya lo sabía, la parte razonable quería que permaneciera a
ciegas.
Le ayudo a quitarse la camiseta. Tirita,
deslizo la prenda y con una toalla le seco su musculado torso. Lo tengo tan
cerca que me cuesta resistirme, pero eso que antes teníamos ya no puede volver
a suceder.
-Quiero que me digas que todavía me quieres,
Anna. Necesito saber la verdad.
-No puedo decírtelo.
-¿Por qué?
-Tú lo sabes muy bien.
-¿No puedes sólo olvidarlo, dejarlo en el
pasado?
-¿Crees que puedo olvidar algo así, Ryan? Yo,
yo lo di todo por ti.
-Soy consciente de ello, pero Anna, necesito
saber que todavía hay una mínima posibilidad de recuperarte, que aún no me has
olvidado. Por favor- suplica.
Aprieto los ojos. Le bajo la camiseta.
-Ten, tú ropa. Ahora vuelvo, cámbiate la
parte de abajo.
***
Al volver, le tiendo un vaso de leche
caliente, la cual se la bebe apetitosamente. Ya se ha relajado.
-Venga, métete en la cama.
-¿Vas a dormir conmigo?- pregunta, incrédulo.
-Claro, ¿hemos quedado así, no?
Esboza una sonrisa de niño pequeño, y aunque
esté en este estado, se ve adorable. Obviamente
que te quiero, Ryan.
Me deslizo entre las sábanas, posicionándome a
su lado.
-¿Puedes acercarte? Necesito creer que por lo
menos por una noche eres mía, Anna.
Se lo ofrezco, ya que lo ha dicho con tanto
dolor que me rompe por dentro oírle hablar así. Extiende el brazo hacia arriba,
me acerco, posiciono la cabeza sobre su pecho y él me aprieta contra él.
Suelto el aire. Ryan suspira.
-Dime que todavía lo sientes.
Trago saliva- Todavía lo siento, Ryan. Te
quiero, pero eso ya no importa.
Llevaba demasiado tiempo sin probar sus
brazos.
****************************************************************
HOLIIIIIIIIII, PIUTAS. TINC SON, ASÍ QUE OS DIRÉ DOS COSITAS MUY RÁPIDAS. UNA: GRACIAS POR SEGUIR LEYENDO PESE QUE SOY UNA TARDONA. DOS: TENÉIS QUE LEER LA NOVELA DE NOE, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH. SRSLY. IS DA BEST. ES LA QUE ESTÁ AL LADO, PERO COMO SOIS UNAS VAGAS OS PONGO EL ENLACE AQUÍ, PUTITAS.
Kadksnalsjsksohsskshzkosjskaxhxhsj oooohhhhh ajshskzjajsjsjs voy a llorar :')
ResponderEliminarPff, no sé por donde empezar, es que es tan largo conio (mejor así eh)
Mmm.. HABER (me meo :')), debemos continuar nuestra partida a las 20 preguntas.
Justin es un maldito bipolar, es que si lo tubiese delante le acompañaría al psiquiatra y estoy 120% segura de que le recetaría pastillas porque es que los suyo es muy serio.
Ner....ew. Menudo azco, aunque ni la mitad que habrás sentido al escribirlo. Yo te compadezco, compa. Te sugiero que muera pronto porque sino, Anna se le aparecerá por la noche y a la mañana siguiente estará muerta. Ups. Es que menudo putón, por dios. Ew.
CHAZIIITOOOH ER PACIFISTAAAAAHH, HAHAHHAAHHA me meo :') pobre chazi, tienes que buscarle compañía, aish, es que es muy monoso :3
Jo, Nicki, pobreshita :( esta toh celosa como Anna y ¿por quien? Por la puta que gasta el 20% de oxigeno que hay en la atmosfera. Nicki y Anna tienen que tener una noche de chicas, js.
Cuando Ryan y Carlos se pegan... Que guay :3 es uno de esos momentos que dices: wo esperad *vas a hacer palomitas, cojes una silla, vuelves y te sientas* ya, seguid matándoos :') meh, pero pobreshitos, jo, con lo bien que nos lo pasaríamos los tres y ellos se tienen que odiar u.u
Que cuquis que son Jicole y Ryanna :3 jo, pero en tw es más sashi porque hacemos lo que queremos y se besan y de toh :') imagínate si vamos adelantdas que Ryanna está apuntito de foshar :')
Eh........ Me olvido algo y no sé de que.......eh.... Ah si, que ojalá pasase esto con Nate, ya sabes, los besos y arrumacos de Carlos y Anna, tan solo faltan cinco mañanas para que no lo vuelva a ver :( y sé que es un puto gilipollas mal parido de mierda pero es que le quiero, jo.
Que sepas que hecho de menos hablar contigo por WA pero recuperaremos el contacto después de los examenes :3 y sigo hechándoos de menos, por cierto.
Ah caca, ahora que me acuerdo, esto tiene límite de carácteres, duh, maldita sea.
Bueno, aunque igualemente, eso es todo, si me acuerdo de algo te lo digo por WA. Nanit cerezita, tktktktktk <3 :*
Ah, pues le han quitado el límite de carácteres o es muy corto :') naniiit <3
EliminarHoliiiiiiiii, soy @jodetetedejo (aunque tengo otra cuenta también) en twitter e.e Me he leído toda la novela esta tarde y me he enganchado muchíiiisimo. ESCRIBES SÚUUUUPER BIEN DIOSSSSSSSSSS, Y LA NOVELA ES ASDFGH, ME HA ENGANCHADO DE TAL MANERA QUE NO SÉ CÓMO DESCRIBIRLO JAJAJJAJA en fin, que síguela pronto que a partir de ahora ya tienes otra lectora, pa' ziempre, ¡sigue así!
ResponderEliminarEN SERIO, SIGUE QUE SI NO MUERO, QUE ME HAS DEJADO CON UNA INTRIGA MU GRANDE.
ASDFGHJKLÑASDFGHJKLÑ, SIGUIEEEEEEEEEEEENTE PLS PLS PLS, QUE QUIERO SABER QUE PASA CON JUSTIN Y NOCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLE, OMG.
ResponderEliminarSUBE RÁPIDO PLIS, LOVE YOU.