jueves, 18 de julio de 2013

Capítulo 28: "Sólo mentiras y más mentiras" (Parte I)





¿A quién no enamora esa sonrisa? 



Sólo mentiras y más mentiras.
Parte I




Narra Ryan.

Su cuerpo se tambalea de un lado para otro, sin saber muy bien por donde pisa y sin ser completamente consciente de dónde pone sus manos para agarrarse. Ahora mismo las pone sobre un tío que se la come con la mirada. Ese acto me repugna. ¿Cómo se atreve a mirarla así? Aunque, pensándolo bien, para no hacerlo. Anna está tremendamente sexy esta noche; con unos pantalones negros muy cortos, ceñidos, subidos hasta un poco más arriba de su cadera, sin dejar ver su ombligo, un mini-top negro que deja a la vista un poco del sujetador a conjunto que lleva dibujando con una tela transparente, de igual modo negra, el contorno de sus pechos y para acabar una chaqueta de media manga con cosas doradas en los bordes y rayas blancas-negras en su forro interior. El tipo observa el canalillo que se abre en sus pechos, humedeciéndose los labios y la atrae un poco más a su cuerpo. Ella ríe como cual tonta niña de papá haciendo entender que no va a poner resistencia a sus caricias. Esto me enerva. Ya tengo bastante con aguantar sus jueguecitos con Carlos delante de mí, como él puede tocarla y yo debo sentirme incómodo dándole un abrazo, como para aguantar ver también cómo un tiparrajo cualquiera la toca delante de mis narices; mucho menos sabiendo las intenciones que lleva, que ya por si solas provocan en mi unas tremendas ganas de echar la pota.
-Aléjate, tío- le grito en cuanto llego a su altura. Mis puños se vuelven blancos por momentos, ya que la fuerza que estoy realizando es altísima.
-Tío, aléjate tú. La mina quiere conmigo, ¿entiendes?- me contesta no obviando que voy a partirle la cara como no aleje sus sucias manos de mi chica. Porque Anna sigue siendo mi chica a pesar de todo lo que pasó en el pasado, a pesar de nuestra tensa relación ahora, a pesar de que parece no importarle que le dijera que la sigo queriendo, a pesar de que estemos así. Y yo no permito que uno cualquiera toque lo que es mío.
-¿Es que no oyes? Te he dicho que te largues- lo empujo hacia atrás, agarrando a Anna de la cintura para que no caiga de lado. Va peor de lo que pensaba.
El tipo enarca una ceja pero no se atreve a meterse conmigo, a seguir con esta pelea de gallitos debido a que mi mirada no indica nada bueno para él. Resoplo al ver cómo me mira Anna. Está mordiendo sensualmente la cadena de oro que segundos antes descansaba cayendo por su pecho. Miro sus labios tragando saliva. Ella es tan malditamente caliente.
La alejo de aquí ya que no quiero que ninguno otro fije sus ojos en su cuerpo. Ella es mía, mía, repite mi cabeza en bucle.
Nos acercamos— más bien yo la arrastro— a uno de los pasillos que hay colaterales a la sala principal, adornados con los más exquisitos cuadros y tonterías variadas que nunca han despertado mi interés. Por si nadie lo ha notado mis intereses son limitados: Anna, alcohol—el cual prometí no tomar más por ella, sosteniendo mi palabra—, armas, la mafia, coches y poco más. Soy un hombre de gustos pocos, fácil de satisfacer en este sentido. En otros no, aunque ella siempre lo haya hecho fenomenalmente.
Coge mi mano despreocupadamente, pasa sus finos dedos entre los míos observando mis nudillos. Mis manos están llenas de rasguños, cicatrices, marcas de oficio, pupas. Ahora mismo tengo un tajo que atraviesa toda mi mano derecha de punta a punta. Escuece pero no me importa en absoluto. Toda esta mierda siempre duele más.
-Sigues con esta puñetera manía- murmura, absorta en mi dichosa herida. No quiero que se fije en ella, así que intento quitar la mano pero ella siempre ha sido una chica tozuda, persistente. La agarra más fuerte, acerca sus labios a mi herida y la besa, sellando la herida con el más cálido gesto.
Debido a una creencia personal no curo las heridas que provoca mi trabajo, mi vida en sí. Las heridas definen lo que soy, a lo que me dedico y no quiero borrarlas de mi cuerpo, tan siquiera cuando son profundas. Nunca he permitido que nadie me sanara heridas, tampoco Anna ha conseguido hacerlo alguna vez, dado que cuando miro mi piel quiero saber qué estoy haciendo. Si soy un mafioso lo soy en su totalidad. Si me dedico a esta mierda, la mierda cubrirá mi cuerpo. Puede parecer un poco radical pero no lo deseo de otra forma. Mis heridas soy yo.
-Sí, ¿y qué?- pregunto, conociendo quizá la respuesta pero quiero saber a dónde me va a llevar esto. Sin pensárselo dos veces, eleva su cuerpo sobre sus puntillas acercándose a mi rostro peligrosamente. Coloca ambas manos sobre mi cuello, acariciando el cabello corto de mi nuca.
Anna tiene una forma curiosa de estar borracha casi pareciendo que es más consciente de lo que dice en estos momentos que cuando está ebria. Su mirada baja hasta mis labios repetidamente. ¿Quiere besarlos? No lo sé, pero supongo que mi propio deseo imagina cosas que no son.
Sus uñas se clavan en los laterales de mi cabeza, permitiéndole con más comodidad juntar nuestras frentes. Sin remediarlo, acomodo mis manos en su cintura. Se sienten tan bien ahí.
-No te mereces todo esto, amor- masculla, cerrando sus ojos. Mueve su cabeza horizontalmente, nuestras narices chocan en un gesto tierno. Cierro los ojos absorbiendo como suena la palabra “amor” entre sus labios.
-¿Te refieres a las heridas de mis manos?- pregunto prácticamente inaudible. Tengo miedo que si lo digo demasiado alto todo, ella despierte de dónde quiera a donde se haya trasportada y este momento se pare, se rompa.
-Me refiero a estas heridas- dirige sus manos a las mías, las cuales descansan sobre su cintura-, a éstas- sube sus dedos por mi brazo, mi hombro llegando a mi pecho sobre donde se supone que mi cuerpo guarda mi corazón rencoroso- y también a éstas- por último, mueve sus manos hasta mis sienes, rozando con su piel todo lo que toca.
-Toda la mierda que tengo en mi vida me la merezco Anna. Y esto es así- murmuro, contrariando su teoría de las heridas no merecidas. Sin embargo, nunca he tenido nada más claro en mi vida: todo la mierda que guardo, la merezco porque sino hubiera sido de otra forma.
-¿Yo también soy mierda, Ryan?
-No- niego lentamente rozando nuestras frentes con delicadeza-. Por eso no te tengo.
-Ese es el problema, Ryan. Nunca te has parado a pensar si eso es verdad- abre mucho los ojos como queriendo que yo me dé cuenta de algo que es obvio. ¿A qué se refiere?
-No te entiendo. ¿Qué no es verdad, Anna?
-Siempre me has tenido, me tienes y me tendrás- acaricia mi cabeza, profundizando sus uñas en mi piel. Ronroneo, adquiriendo lo que acaba de soltar. No es verdad. Ella pertenece a Carlos; no sabe lo que dice.
En un pleno silencio, se separa un poco de mí. Observa con detenimiento mi rostro, vuelve a retroceder en sus movimientos y lentamente, sin que mi cuerpo pueda reaccionar por obligación, recorta distancias entre ambas bocas. Sus labios se posan sobre los míos en un beso suave, dulce, anhelado. Llevaba mucho tiempo queriendo volver a probar sus labios, no voy a desaprovechar cuan grandiosa oportunidad como esta. Rememoro entre el beso todos los momentos vividos—que todavía permanecen nítidos en mi mente— entre nosotros dos. Ella es el amor de mi vida. Lo supe desde el primer momento en que la vi; ella me iba a volver completamente loco.





Sólo mentiras y más mentiras.
Parte II






Narra Justin.

Estoy perdido; completa e irremediablemente perdido. Paso los dedos por mi pelo, exasperado, devolviendo mi mirada a la carretera. Tengo menos de cinco minutos para llegar al almacén del puerto si no quiero que Jeremy se cabree conmigo. Aunque lo hará. Debería haber estado allí hace ya más de media hora, como él pidió, pero Nicole me ha entretenido más de la cuenta. Me ha encantado la distracción pero ahora me cortarán las pelotas por ello u otras mierdas varias.
Por primera vez en mi vida siento algo que se llama miedo en mis venas debido a que este sentimiento nuevo naciente en mi corazón no para de bañar cada fibra de mi cuerpo. Él, la comodidad, lo conocido, está temblando de miedo. Mientras que algo llamado «enamoramiento» está ganando terreno de batalla. Porque, efectivamente, me estoy enamorando de Nicole. Sin embargo, sigo en mi empeño de cegarme ante esto, de negar lo verdadero a lo óptimo. Óptimo sería seguir como estaba, omitiendo los sentimientos, y demasiado peligroso sería para mí aceptar esta nueva situación, deber a alguien más que tu propia vida sino deber tu corazón.
Aprisiono el acelerador con fuerza mientras que las calles de una Miami nocturna pasan paralelas a mi velocidad prácticamente en forma de flashes que se escapan de mi campo de visión. Suspiro con pesadez al darme cuenta de que estoy llegando a mi destino. Espero, por lo menos, que no me excluya del pacto. Quiero formar parte de esto porque he llevado esta operación desde el segundo cero y sería muy vergonzoso que ahora Jeremy me quitara del paso. La venta de esta nueva droga— de próximo nombre “Flyers” — me pertenece únicamente a mí. No hay forma en el infierno de que alguien se lleve un mérito que es mío. El motor ruge una última vez antes de que aparque sigilosamente en la calzada que hay justo en frente del sitio acordado.
Salgo del coche curvando mi cuerpo con rigidez. Sin embargo, me muevo suelto hasta llegar a la puerta metálica omitiendo el hecho de que unos ojos acusadores no me pierden de vista.
-Tarde, hijo mío. Vas tarde- observa el reloj de oro que descansa sobre su muñeca, mascullando rudo.
Volteo mi cabeza para mirarle, chasqueo la lengua- Lo sé.
De sus labios se escapa una sonrisa diabólica, desenvaina su arma mirándola con detenimientos, roza sus dedos contra su empuñadura con una mirada que no soy capaz de describir con palabras. Parece un psicópata. Pero ciertamente, lo es.
-Ya que has sido impuntual, te toca el trabajo sucio- lanza un bufido hacia mi dirección. Resoplo en respuesta. Ahí viene su castigo-. Ves a inspeccionar el perímetro.
-¿Inspeccionar el perímetro? ¡Qué lo haga otro!- me quejo. Jeremy sabe de sobras que odio quedarme relegado al segundo plato, fuera de la acción. Inspeccionar el perímetro no es mi trabajo, maldita sea.
Vuelve a reír. Se lo está pasando como pez en el agua. Bajo la mirada con resentimiento, sabiendo de primera mano que Jeremy no va a cambiar de opinión. Hace ademán de entrar y justo cuando pasa por mi lado, choca nuestros hombros.
-Buen chico- murmura entre dientes, haciéndome enrabiar como nadie lo había hecho nunca.





Sólo mentiras y más mentiras.
Parte III






Narra Carlos.

Despejo mi mente unos segundos. Debo seguirlos despacio, lo más cerca posible pero sin acercarme demasiado. Si la cago, ellos podrán hacer girar las tornas. Quiero descubrir que traman. Ya son míos, ambos. Tanto Frankie como Mark son unos impostores y no hay modo en el infierno que no van a pagar por esto. No estoy implicado cien por cien en la banda, pero me considero uno de ellos. Han sido como una segunda familia para mí. No todos, pero eso es lo de menos. Somos un conjunto, un grupo, y cuando a tu familia quieren joderles, tú contratacas. Eso mismo estoy haciendo. Voy a tomar fotos de todo lo que hagan, voy a intentar escuchar sus conversaciones y así saber cuanta información les han pasado a los malditos policías.
Siempre supe que eran unas sabandijas pero la traición es algo que no cabía en mi mente. ¿Cómo han podido hacer esto? Era consciente de que los celos ciegan a los más grandes hombres, sin embargo, no pensé que Frankie y Mark fueran capaces de pasar información al enemigo para poder hundir a Justin. Todo por unos malditos celos, por un liderazgo idiota.
Saco el brazo izquierdo por la ventanilla, en el cual sostengo un cigarrillo a medias, para poder expulsar un poco las restas de ceniza. Vuelvo a devolverlo a mi boca, aspiro profundamente. Con la otra mano sigo el ritmo de la canción que está sonando por los altavoces, repiqueteando el nacimiento de los dedos sobre la curva del volante. Tarareo un poco la melodía pero sin alzar mucho la voz. No quiero que me oigan aunque sea prácticamente imposible. Técnicamente estoy a unos diez metros de ellos, aproximadamente, y ellos tienen las ventanillas bajadas. He tenido sumo cuidado así que no deben olerse nada.
Hoy vamos a descubrir el pastel.
Su coche se detiene delante de una gasolinera como si no tuvieran prisa alguna. ¿Va a ser aquí? Espero a que suceda algo: otro coche, un ruido, una persona pero no parece ocurrir nada. Entonces, el carraspeo del motor de una moto levanta mis sospechas. Alzo la vista, atento, al ver llegar a uno de los compañeros de Josh pero nadie más. Frunzo el ceño debido a que es extraño que no sea el hermano de Nicole quien esté aquí. Ya salió del hospital, por lo tanto, ¿qué está ocurriendo aquí?
-Por fin has llegado- suspira Frankie, demasiado tenso para ser él. Va muy de gallito y después se caga en los pantalones a la mínima de cambio. Muy típico, pienso riéndome de lado.
-Al tanto, ¿nadie os ha seguido?- pregunta el maldito policía. Creo recordar su nombre aunque no estoy seguro. ¿Jonathan, puede ser? Buen operativo.
-¿Nos crees por idiota?- pregunta impulsivo Mark, molesto en apariencia.
-Podéis tener un despiste- murmura en respuesta, fulminándolo con la mirada.
-A lo que íbamos- coloca sus dedos— índice y anular— sobre el puente de su nariz, aprieta como si le molestara algo que lo aturdiera-. ¿Qué tenías qué proponernos?
-Quiero que nos traigáis a Justin en bandeja.






***






Algunos me dirán iluso, hipócrita, idiota, arriesgador pero sé a qué estoy jugando y sé cómo jugarlo todo a cien. Carraspeo, siguiendo a Welch por todo este laberinto de edificios entramados entre sí. No quiero perderlo. Frankie se ha largado obedeciendo las nuevas reglas de ese policía pero, en cambio, éste quiere jugárselas. Bueno, pues bienvenido sea ya que voy a descubrirlo en el acto de su delito para que Justin pueda observar que no miento para poder conseguir la parte de mi trato. Quiero que vea que realmente ambos les están jugando una sucia jugada a las espaldas.
Todo el ambiente está iluminado por varias farolas de luz fría—blanca— provocando un sentimiento de abandono en el ambiente. El suelo está a rebosar de pequeños cristales provenientes de las innombrables diminutas ventanas cuadradas que están petadas. Algo me indica que aquí suelen parar bandas locales ya que hay varios rastros de focos extintos, casquillos de balas, envoltorios de comestibles y cerillas. Sin embargo, esta noche todo esta silencioso. Tan siquiera se escucha el rumor del cálido airecillo que circula entre nosotros. No puedo alertarlo con ningún movimiento brusco, por eso, camino con cuidado de no romper los vidrios ni darme con algún saco, barra metálica u objeto no identificado que hay esparcidos aquí y allí. Mantengo la respiración tan pronto veo que Justin tumba la esquina despreocupado. Observa su alrededor. ¿Lo han puesto a verificar el terreno? Algo ha tenido que hacer para que Jeremy lo pusiera a cargo de esa tarea; no es muy usual. Welch mete un respingo como cual felino en el momento del acecho. Espera a qué él se acerque más, se encuentre en su punto de mira, se aproxime. Lo observo. Sus movimientos implacables tratando de adivinar qué tiene pensado hacer. No creo que dispare con su arma y ya está. Welch es mucho más meticuloso como para emplear el azar en un solo disparo. No, él tiene un plan.
-¡Justin!- chilla esa voz que me gustaría que desapareciera de la faz de la tierra. Odio a este tío más de lo habitual, por todo lo que le hizo y por todo lo que le está haciendo.
-¿Qué coño haces aquí, Ryan?- pregunta girándose al completo.
Ryan llega hasta él con el paso apresurado, resopla.
-El capullo de tu padre me ha mandado a que te acompañe- masculla, chasqueando la lengua.
Justin suelta una risotada sonora, divertido- Después me dices a mi impuntual, ¿dónde te habías metido, hermano?
-He estado con…Anna- murmura, provocando que se me congele la sangre. ¿Qué ha estado con Anna? ¡¿Qué ha estado con Anna?! ¿Qué coño significa “He estado con Anna”?
Siento una punzada en el estómago como de advertencia. No lo diría si no hubiera pasado nada. ¿Qué coño le ha hecho este capullo? Y lo que más rabia me da es que no puedo saltar sobre sus hombros y volverle la cabeza. Debo ser paciente, que se descubra por si sólo.
Justin lo mira interrogante, sin saber a qué se refiere. Está igual que yo- ¿Has estado con Anna?
Ryan asiente- Nos hemos besado y…

¿La ha besado? ¡¿Cómo que la ha besado?! Me desequilibro de lo rápido que impacta esa noticia en mi cuerpo. Anna lo ha besado. A él. Ha besado a Ryan. La concentración es esencial en lo que estoy llevando a cabo, pero esto me trastoca. Pierdo la mentalidad enfocada, tiro un pie para atrás y, para mala suerte mía, el vidrio debajo de mi suela se resquebraja sonando lo suficiente para que Welch voltee, alce la vista y me vea. ¡Maldita sea!




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Holis. Sí, lo siento es suuuuuuuuuuuper corto. Pero es que no sé que me pasa, no sale de mi lo que quiero escribir y hoy estoy agotada, no quiero seguir escribiendo más pero no me parecía justo no poneroslo cuando os dije a muchas que me habéis abierto por fb que hoy iba a haber más, así que aquí está lo que llevo escrito y este finde me pondré manos a la obra y os escribiré la continuación. Gracias por leer.

loveya.

4 comentarios:

  1. Holiiiii^^ Un día me matas con esta novela... Ay, me encanta mucho! Anteriormente hace ya tiempo que no te comento, lo sieeeeeento, sé que te esfuerzas mucho en hacer los capítulos y me encantan, TODOS. AISHHH TU TRANQUILA, LA INSPIRACIÓN VENDRÁ CUANDO TENGA QUE HACERLO, don't stress.
    Besoooos!

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  2. asdfghjkl, soy @imlostwithbiebs.
    je, me encanta la novela.
    escribes genial, no sé de donde te viene tanta imaginación.
    espero el siguiente con ansia.
    un kiss. love u.

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  3. Bueno, ya sabes lo que me pasó y un día de estos mi móvil caerá "accidentalmente" por la ventana. Te iba a escribir una biblia tan larga como la que llevaba escrita pero es que no tengo ganas de escribir tanto y tampoco tengo tiempo, mis padres pueden llegar ahora, o...ahora...o ahora, o...bueno, en cualquier momento, así que seré breve.
    El capítulo muy djfhbgskduhbcwkf y todas esas cosas tan sashi, me has puesto como una fursia -ai jeit iu 4 dat-; ryan es muy dsfjhblsduihfgi; pobre carlitos me da pena, que yo le quieroooow :(; welch y frankie se pueden ir a una incineradora y sino, me pueden dar el placer de llevarlo a cabo; y ya, todo muy asdfghjklñ.
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    Eso te lo escribí ayer y ahora tengo prisa así que iré rápido: como dejes esta novela te capo, me da igual que no tengas inspiración, la jodida esa llegará tarde o temprano. Cuelga nuevo capítulo cuando puedas, sé que será esplendorosamente esplendoroso; ¿sabes esas luces espectroscópicas de las discotecas?, pues igual de deslumbrante. Em...si...ah, mi única crítica es el lugar donde se hace el intercambio, no sé si lo describiste ya pero no me acuerdo y me he imaginado una cosa y no sé si luego encajará con la historia, ¿sabeh lo que te quierow desih? pueh ezo.

    Hasta aquí mi comentario mierda caca aka no-biblia *zorry 4 dat* me voy ya para la party así que chau y te tkmmmmmmm, adieeeuuuuu, kisses :* <3

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    1. Asdfghjklñ. Me encanta que comentes mis capis, no sé, es como muy shashi. No pasa nada que sea una biblia, simplemente me encanta ea. Y reeeeeeeeelax, no voy a dejarla solo que aveces me cuesta plasmar las cosas pero es porque simplemente creo que hay algo que colapsa mi.mente, algo que hace que no este al cien por cien, ¿sabes? Bueno, tu lo sabes todo y tu sabes a que me refiero. Ya, el lugar como siempre no lo he descrito mucho, dn el siguiente un poco mas. Loveya.

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