Narra
Justin.
Me
despierta el olor a comida recién hecha que sube desde la cocina. Mi
estómago responde con un gruñido a ese delicioso olor. ¿Pollo con
patatas? Creo que sí. ¿Pastel de frambuesa? Uhm, debo ir a
averiguarlo. Estoy hambriento. ¿Cuánto he dormido? ¿Qué hora es?
Giro
un poco la cabeza y miro la pantalla de mi despertador de mesa. Las
tres y media. Oh Dios, ¿tanto he dormido? Joder, pues vaya. Que
dormilón. Ya no tengo más sueño, ya no estoy cansado ni dolorido,
pero sé de sobras que si no hubiera sido por el olor seguiría
durmiendo. Así soy yo, que se le va a hacer...
Me
incorporo rápidamente, la habitación me da vueltas un poco, pero
nada raro. Me encuentro perfectamente bien, o eso creo yo. Pongo los
pies sobre el frío suelo y los dejo descansar unos segundos. ¡Bf,
está helado! Inmediatamente busco unas bambas que ponerme. Opto por
unas Supras negras. Llevo solamente los pantalones del pijama—unos
rojos con una raya negra a los lados—así
que cojo una camiseta enteramente blanca y salgo de mi habitación
con paso airado.
Mierda.
¡Ella está aquí! Prácticamente lo había olvidado. Que asco,
tengo a esa maldita cría en la habitación de al lado.
Empiezo
a buscar la llave que abre la puerta de su habitación. Cuando la
encuentro, me dirijo a su puerta resoplando, abro con la llave la
cerradura y entro sin hacer mucho ruido. La encuentro dormida. Está
tumbada en el suelo. Sigue esposada a la pata de la cama, pero ahora
tiene una almohada donde apoya la cabeza y ya no tiene los pies
amarrados. ¿Quien la ha desatado? María...¡Esta mujer!
Me
paro a mirarla. Es guapa, muy guapa. Su oscuro cabello le cae
suavemente por el hombro hasta su pecho, sus brazos se rodean a si
misma—supongo que tiene frío o que le duele
algo—, sus piernas están encogidas, tiene los párpados cerrados y
los labios levemente apretados, fruncidos. Oh, es preciosa. Realmente
hermosa.
Mis
piernas se mueven solas, como atraídas por una magia invisible. Me
acerco a ella, me arrodillo a su lado y me acerco todavía más.
Estoy a escasos centímetros, la observo respirar y casi me parece
oír su corazón bombear. Es tan... no sé, aporta paz con sólo
mirarla. Poso mi mano con delicadeza sobre su mejilla, la acaricio y
le aparto un mechón de pelo que cubre su nariz y un poco de esos
preciosos ojos que había visto antes de la explosión y esta misma
mañana cuando me despertó a gritos. Es bonita, literalmente. Desde
la curva de sus labios, a esas pestañas alargadas, o esa tez clara y
blanca. Todo su rostro es hermoso, sin excluir nada.
Voy
a apartarle un poco más de pelo—que no deja de desparramarse por
su frente— y arrastrarlo hacia atrás cuando abre los ojos. Una
mueca de desconcierto asoma por su mirada adormilada que pronto se
torna furiosa, ardiente.
-Tranquila.
No voy...-intento decir pero ella no me deja acabar.
Con
sus dos piernas sin atar, me intenta zafar de ella bruscamente con
una patada en el costado de mi cuerpo. ¡Ah! ¡Aún me duele! Me
lanza a un lado y se enrosca hacia la esquina entre la cama y la
mesita. Me observa con la respiración agitada, y penetrante. Intenta
disimular el miedo que siente con una mirada de desafío, pero
desparrama miedo por los poros, de ese que cala hondo en los huesos.
Me
río mientras me vuelvo a poner en pie. Su rostro cambia un poco,
pero no lo suficiente para darme una idea de lo que siente y quiere
expresar. Supongo que se pregunta porque narices me estoy riendo
ahora. Su reacción me ha hecho gracia.
-¿Que
tal has dormido?- pregunto. ¿Tú eres tonto, Justin? ¿De qué coño
va esta pregunta?
Como
modo de respuesta, me escupe. No me llega a dar, pero me enfurece un
poco. ¿Quien se cree que es para escupirme? ¡Está secuestrada! ¿De
qué coño va esta tía?
-No
sé de que coño crees que va esto, pero te recuerdo que puedo
matarte en cualquier momento, ¿entiendes?- le amenazo.
¡Lo
que faltaba! No tengo bastante ya con el marrón de mi padre que
encima tengo que aguantar a una cría de papá vacilándome.
Ella
asiente y por un momento puedo ver temor en esos ojos. El mismo temor
que pude observar mientras que la amenazaban con el cuchillo en el
cuello y yo con la intención de dispararle.
Me
relajo. Tampoco tengo porque ser un monstruo con ella.
-¿Como
te llamas?- Sé que se llama Nicole Williams, y prácticamente podría
saber todo acerca de ella con sólo chasquear los dedos pero por una
razón que desconozco quiero que confíe en mi.
-Eso
tú ya lo sabes- me contesta borde y sin dejar de desafiarme con la
mirada.
-Sí,
lo sé. Pero quiero que me lo digas- le miro severo.
Se
recrea pensando si hacerlo o no, pero responde finalmente.
-Nicole
Williams.
-Hola-
le tiendo la mano- Yo soy Justin McCann
Ella
contempla mi mano tendida durante un segundo y desvía la mirada. No
va a apretarla. Será maleducada..
-Oye,
niña, mejor que seas más amable. No olvides en la posición donde
te encuentras- le chillo.
-No
soy ninguna niña- me mira desafiante. Aprieta la mandíbula y me
fulmina con la mirada.
-Niña-
digo recalcando cada letra.
Ella
me vuelve a dar una patada pero yo la desvío con la mano y le agarro
las dos piernas.
-Estate
quietecita- le pido- Yo lo digo por tu bien.
-¿Y
sino qué?-me reta. Pienso en qué diría mi padre en estos momentos.
Pienso en mis bazas, en lo que puedo utilizar y no. ¡Ah! Ya lo
tengo. Está es buena.
-Sólo
te mencionaré estos nombres: Frank, Sophie, Josh, Caitlin, Tatiana-
pienso si me queda algún nombre- Ah, y Christian. ¿Te suenan de
algo?- me hago el graciosillo.
-Das
asco.- lo sé. Ahora mismo doy asco. ¿Porque estoy siendo tan
gilipollas?
-Tu
familia sí que da asco. Tú, tu padre, tu hermano, la puta policía.
Todo eso da verdaderamente asco.
-Vosotros
sois los delincuentes, no nosotros.
-Eso
es niña, somos delincuentes y como no te estés calladita, poco vas
a durar en este mundo y todos los nombres que te he dicho, sólo
serán nombres grafiados en una lápida, ¿me sigues?- me comporto
como mi padre hubiera hecho. Como él quiere que me comporte. Yo no
soy así. A cada palabra que digo, mi subconsciente me riñe y me
grita que pare. No debo parar. Debo ser así. Lo siento...juro que lo
siento...
Nicole
hunde la mirada y baja la cabeza. Se está rindiendo. Me estoy
comportando como un verdadero gilipollas, un capullo. No quiero ser
así, pero es la realidad, mi padre no dudará en matarla a ella y a
todos los seres queridos que pueda tener si ella se intenta escapar o
algo por el estilo. Esta es la única manera de más o menos
protegerla. Siendo yo el chico malo todo irá mejor y será más
fácil.
-Sí,
te sigo. Lo comprendo- susurra abatida- No les hagas daño, por
favor- me suplica con la mirada llena de lágrimas apunto de
derramarse.
Auch.
Un pinchazo en el pecho. No comprendo el por qué pero me duele verla
así. No sé porque esta chica infunde en mi un sentimiento de culpa
de ser quien soy y como soy. No me lo puedo permitir. Pensaba que
todo en mi cabeza quedo arreglado cuando me mudé con mi padre. Tuve
la obligación de volverme como soy y creía que estaba bien así.
-Si
tu te comportas y haces todo lo que yo te diga, te prometo que tu
familia y amigos no sufrirán- le prometo. Ella parece sonreír un
poco más tranquila- por lo menos de mi parte- puntualizo
-¿De
tu parte?- pregunta. Otra sombra oscura aparece entre sus ojos.
-Yo
no mando aquí. Manda mi padre, él sabrá que hacer contigo- le
explico mientras que me largo de allí sin añadir cosa alguna más a
mi explicación.
La
oigo romper a llorar y eso me deja abatido. Yo no quiero ser así con
ella. ¿Pero que dices Justin? ¡Debe ser así! Ella no se merece
esto. Me gustaría dejarla en frente de su casa, decirle que se
mudará lejos y que viviera su vida. Yo soy el delincuente. Yo soy el
duro, el inflexible, el que le importa una mierda la vida de los
demás. ¿Que me ocurre ahora?
Voy
a mi habitación y cojo una camiseta ancha y unos pantalones de
deporte míos. Ella está sucia. Debe ducharse y ponerse ropa nueva.
No hay casi ninguna chica de su edad en esta casa, y las que hay no
le dejarían ropa, así que decido dejarle de la mía. Algo es algo.
Vuelvo a entrar en su habitación y rápidamente ella se retracta. Me
acerco impasible. Le dejo mi ropa a su lado.
-Ahora
te darás una ducha y te pondrás esta ropa- le digo mientras abro
las esposas y la suelto
Me
mira dudosa y mira mi ropa con cierto desprecio mientras que la coge.
-Es
ropa mía. Te irá grande, pero no hay nada mejor. Tienes que
ducharte y vestirte, ¿entendido?
Ella
asiente y se dirige al baño con paso lento y pausado.
-Estaré
aquí esperándote. No intentes nada raro- le digo rudo- o sino, te
arrepentirás.
-No
voy a jugármela, tranquilo.
Tiene
carácter, sin duda. Como se nota que es la hija del sargento Frank
Williams.
Me
siento en el filo de la cama a esperar que ella salga vestida y
duchada. No sé que haré el resto del día. Debo vigilarla yo, es mi
obligación. Yo la he traído, yo me ocupo de ella. Así de simple.
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hiya! Os dejo ya el capítulo 6, es cortito e.e Espero que os gusteee, loveya.
Jeeeeelooouuu ._./
ResponderEliminarBueno, como ya sabes ya me han devuelto el movil (yupiiiii) y ahora ya podemos hablar e.e. Por cierto, la respuesta del ask que te mandé no me sale en tamblah, o al menos en el movil.
En fin delfín, que te comento el capítulo; me ha encantado, eso ya lo sabes, he querido llorar, literalmente, cuando Justin amenaza a Nicole y a ella se le ponen los ojos vidriosos; si con eso casi lloro imagínate cuando muera alguien o cuando Justin y Nicole deban separarse porqué son de lugares diferentes, entonces, entonces...pues no sé, supongo que moriré en mi propio mar de lágrimas(?).
Espero que la web que te dí te sea de ayuda, si quieres algo, dime por WA.
Ah, a todas las lectoras anónimas: COMENTAAAAAAAD!!!!! Aunque sea un 'síguela', demostradle a Marina que aun existen lectoras fieles y que no solo me tiene a mi, y no ignoréis esto porqué sé que existís, las visitas no suben solas D:
Y ezo eh toh mi armah, síguela pronto Marina y suerte con las redacciones!
Naniiit hermanita <3